Hay buenos días y algunos muy malos en los que ni la suerte me ayuda. Días en los que su ventana está abierta y otros que ni las luces se encienden. Observar cómo arregla su cama o lee en las noches hasta quedarse dormid. Los apuntoes que hace en una libreta cada crepúsculo, nunca falta. Eso es lo que estoy seguro que siempre veré hacerla.

Ella es tan hermosa, una chica dulce que porlas mañanas le encanta comprar un helado de menta en la sorbetería de la esquina. Pasa a comprar uno o dos libros cada quince días, es muy paciente con los bébes y escucha música alternativa. Limpia su apartamento con una pañoleta verde en su cabeza para que no se escapen mechones de la cabellera café chocolate, perfecta. Antes de que le cuente a alguien estos detalles de ella, hay que admitir que es una desconocida para mí. Nunca le he hablado pero tampoco soy un criminal que la espía hasta cuando parpadea. Solamente que desde que había llegado a la ciudad y buscar un lugar para vivir la había visto a través de mi gran ventanal cocinar, me había cautivao con una intensidad grandísima. Por eso y muchos detalles más, había elegido este y no los que eran más grandes que estaban a tres edificios, con el motivo de que cada despertar pudiera girar a ver la vista de su hogar.

Esta chica poseía la mayoría de las actividades que me encantaban en las mujeres, era ideal. Trabajaba, cuidaba de su casa: le gusta cocinar, que la visitara su familia y amigos, leía y escribía en un diario. Muy feliz y dulce mujer.

Sabía esos detalles pero nunca llegaría a saber cómo se llamaba, qué le gustaba hacer en su tiempo libre, si podría ser mi esposa...había cído en sus redes, con tanta facilidad. Y esto sin conocerla, no me imaginaba lo maravilloso que fuera si tuviera algún vínculo con ella. Me sentía incapaz de acercarme a ella cuando saliera de su edificio y preguntarle que si quería ser mi amiga; además, creo que sonaría obvio que estoy loco de amor. Si la vida y el destino estaban a mi favor, ella sería una gran amiga pronto y dejaría el único papel que tiene ahorita: desconocida.

Este día era uno de los eventos más importantes para mi restaurante. Soy amante de la cocina y una de mis clientas había solicitado mi lugar para la celebración de la compañia donde trabajaba. El presidente vendría de visita a las oficinas locales para conocer cómo le iba. Era un privilegio para mí poder alimentar a los invitados pero me sentía algo triste porque esa noche tendría que alejarme de mi casa para el evento en vez de quedarme a observar a mi musa, la causante de mis mejores sueños jamás antes creados, creadora de la agonía de conocer a una persona.

Aún no sabía cómo sería esta noche, hasta que después me di cuenta que se convertiría una de las mejores de mi lista favorita. Esta señorita cautivante se asomó a la puerta de mi restaurante y caminó hasta el salón donde se daría la celebración, un gran salón donde se había instalado una pista de baile. Mi corazón palpitaba tan rápido al saber que estaba cerca, su presencia me llenaba de felicidad. "No dejes pasar esta oportunidad" dijo una voz en mi mente. Edward Cullen, quitate los nervios y entra en su vida...

Hola, chicas/os.

Aquí está una de mis nuevas historias. Espero les guste la trama y tengo pensado actualizarla cada viernes o lo más pronto posible.

Gaby Rodríguez.