Disclaimer: Pokémon no es mío.
Advertencias: Em, no lo sé. No creo que haya nada que advertir .-.
Nota inicial: Perdón, perdón y perdón Ravie. Soy un asco en el drama y eliminé dos bocetos antes que este. Y luego estaban los exámenes finales. Recién esta semana he rescatado mis escritos (este lo tenía por la mitad) xD
Bien, aquí va :3
Despertar - Pokémon Special
Volvió en sí.
Su respiración era desigual, agitada, como si sus pulmones se hubieran vuelto locos. El cuerpo le temblaba y lo único que podía oír era el incesante pitido de algo muy cerca de ella. Con mucho esfuerzo, logró abrir los ojos, pero casi al instante los cerró: le ardían demasiado. Sus manos le respondieron después de algunos segundos, con lo que se aferró a una sábana. La sensibilidad le volvía e hizo otro intento de mirar. Despacio, cosa que evitaba que pasara lo anterior. Aún le ardían, pero en menor cantidad, algo así como un dolor al que te acostumbras luego de un tiempo.
Lo primero que vio fue un techo y un fluorescente. Confirmaban sus sospechas: se encontraba boca arriba. Ahora, puso atención a lo que tenía sobre su cara. Un delgado tubo que finalizaba en su nariz: tenía que ser algo que la ayudara a respirar, una de esas vías que suministran oxígeno.
El ruido molesto de la máquina que se hallaba a su costado derecho la estaba empezando a hartar. Peor que cuando Blue hablaba y hablaba sin que nadie la callara. En esas situaciones Green solía perder la cordura y Red solía reírse de ambos. Lo que le hacía pensar ¿Qué rayos hacía en un lugar como ese si lo último que recordaba era estar en su cabaña platicando con él? Había dicho que tenía que hablar sobre un asunto muy serio con ella y Blue intuía que se le iba a declarar. Y no había que ser adivinos, se llevaban tan bien y se veían tan adorables que ya parecían ser algo más que amigos ¿Qué sucedió entonces?
Deducción: estaba en un hospital; para ser más exactos, en una habitación de este. Tenía agujas en ambos brazos, directos a la vena. Sintió el impulso de quitárselas, pero con el solo hecho de que eso le produciría más dolor que la simple molestia que sentía, la idea se le esfumó. También halló en la mesa de su siniestra miles de medicamentos, inyectables e instrumentos médicos.
Su ritmo cardiaco, que al principio parecía el de un atleta luego de correr un maratón, retornaba a la normalidad. Su respiración hacía lo mismo. Poco a poco, sus ojos se acostumbraban más a la luz. Sin embargo, algo preocupaba a la chica ¿dónde estaban sus pokémons? Quizá no les permitieron el ingreso al recinto. Mas, para empezar ¿Cómo es que se enfermó a tal gravedad que estuviera hospitalizada?
Tenía que buscar respuestas ya. Se sentó sobre la cama, la incomodidad residía en la cantidad de máquinas a su alrededor.
Y alguien más ingresó al cuarto.
Entró corriendo, algún sensor debió indicar que la paciente había despertado. Diez años en coma y por fin estaba nuevamente consciente. El doctor inmediatamente mandó a llamar a los enfermeros para hacer un triaje rápido.
—Al fin volviste con nosotros, Yellow —dijo el mientras evaluaba el informe que una de las máquinas arrojó con una sonrisa desbordante— Han sido años complicados. Tuviste un par de recaídas donde pensamos que tu cuerpo no aguantaría el régimen, pero ¡Mírate! Ya estás despierta, el tratamiento fue todo un éxito. Le avisaré a tus padres, andaban por aquí una hora, de seguro fueron a casa a cambiarse.
—¿M-mis pa-padres? Pero ellos…
La realidad se le presentaba ante sus ojos como algo confuso. Si sus padres estaban vivos ¿quiere decir qué ese accidente nunca pasó y no tuvo que vivir con su tío?
—Calma, Yellow. Sé que debes estar muy confundida. Pero tengo que avisarles. Ellos te explicarán mejor, yo solo soy un simple galeno. Procura no hablar demasiado, acabas de volver, hay que esperar a que tu cuerpo se acostumbre primero.
Dicho esto, anotó un par de cosas en la historia clínica que estaba pegada a su litera por los últimos años y salió. Al instante llegaron dos enfermeros a seguir examinando los aparatos. Al terminar con ello, uno dispuso una nueva bolsa de suero y el otro le tomó la temperatura a la chica.
Yellow era un lío. La charla con aquel señor empeoró sus conceptos. Se volvió a recostar; sin embargo, empezó a sentir presión en la cabeza. Cerró los ojos con fuerza y luego los abrió. Seguí allí, en un mundo al cual no pertenecía.
—Hey, Yellow —dijo uno de los encargados que la estaba controlando— Es grato que despertaras. Sé que quizá no debas saber quién soy, pero te voy cuidando desde hace algunos años. Soy…
—¡Red! ¡Eres tú!
La rápida y certera intervención que dio alarmó incluso al otro chico.
—Sí, sí. Soy Red, así dice aquí —respondió señalando su carnet de identificación— Y este de aquí es Green, a ambos nos encomendaron tu cuidado y pues, solo deseábamos que el día en que pudieras hablar con nosotros llegara. Aunque, ahora que lo pienso, el doctor dijo que no hablaras mucho. Mejor continuaremos esta charla luego ¿te parece?
—Claro, le dices que no hable pero le haces un monólogo. Bien, amigo.
—Oh, vamos. No seas así.
La muchacha los miraba incrédula. No… no era posible que no la reconocieran. Su mundo perfecto poco a poco perdía credibilidad. Ellos no podían ser los mismos con los que siempre bromeaba. Ellos no podían ser simples enfermeros que la vigilaban mientras estaba en ¿coma?
No era un buen momento para interrogar y sacarle más información a ese par. Empezó a sentir los músculos tensos o tal vez cansados, de seguro porque no los había movido en todo el tiempo que se mantuvo durmiendo. Quería que Red siguiera con ella. No le importaban sus soliloquios, su sola presencia le aliviaba la ansiedad, pero también le creaban muchas incógnitas ¿Y su gorra roja? ¿Y Pika?
La puerta se volvió a abrir.
Su madre fue la que inició el fluir de emociones. Llorando se acercó rápidamente a su hija, por fin le pudo volver a ver esos hermosos ojos que heredó de ella, por fin pudo tocarla nuevamente. Por fin volvía a nacer. La abrazó, no le importaba la cantidad de "cables" que la mantenían atada. Solo quería volver a tenerla entre sus brazos. Todo el tiempo de agonía, de lamentos por no poder proteger a su hija de esa fatal caída cuando fue atacada por un dratini. Ya no había que evocar aquel horrible viernes hace diez años.
El padre también comenzó a llorar; se arrodilló ante la cama de su pequeña y le tomó una mano. Ambos no sabían cómo dejar salir tanta felicidad. El doctor los había encontrado en la entrada del hospital y apenas les dijo la noticia corrieron a verlo con sus propios ojos.
Ni que decir que ella, Yellow estaba en shock. Creyó que sus ellos estaban muertos, incluso lloró por una semana o más. Pero no, estaban allí, junto a ella nuevamente.
—Chuchu —alcanzó a preguntar la rubia ante la mirada atenta de sus padres— ¿Dónde está ella?
Ambos se quedaron sin saber qué decir. El doctor había mencionado que era posible que Yellow haya estado soñando con un mundo alterno, creando fantasías a raíz de elementos que percibía.
—Cariño ¿Nos quieres contar quién es Chuchu?
La habían dejado sola por recomendación clínica. Dijeron que era bastante ajetreo para su primer día de vuelta a la vida o renacer, como lo llamaban los doctores.
Ya no le dolía la cabeza, pero le dolía el corazón. Se odiaba por crear un universo de mentiras, por sugestionar a tal magnitud a su mente. Se inventó un lugar perfecto, donde amaba y era amaba por un chico que terminó siendo tan solo el enfermero que se encargaba de ella. Era una estupidez, su vida era una estupidez. Si no fuera por el buen susto que le dio ese dratini, no hubiera caído por aquel barranco. Claro que, en su estado inconsciente y en su mundo paralelo era rescatada por el niño que se supone iba a ser su novio. Pudo sentir su calidez cuando se presentó ante ella hace pocas horas: un perfecto desconocido. Su creación hecha pedazos ¿Era buena idea despertar entonces? No tenía a sus pokémons y quién sabe dónde residían en ese preciso momento. El Equipo Rocket nunca existió, tampoco aquellos momentos que pasó junto a sus queridos tratando de salvar al mundo. Lo único bueno que podía rescatar era escribir un libro sobre aquel hermoso sueño.
Despertó al día siguiente. Su madre durmió en el sofá de la habitación mientras su padre tuvo que irse a ver ciertos asuntos del trabajo, pero dijo que regresaría temprano. La despertó la voz del atento enfermero del otro día. Ni más ni menos que Red, pero una versión muy diferente a la que conocía, conservando quizá su gentileza y amabilidad.
—Hola.
—Hola —respondió entre bostezos ella.
—Perdón por despertarte, pero pensé que querías ir a dar una vuelta por el patio. El doctor me autorizó ¿Que te parece?
Era hipnotizante. Su limpia mirada hizo que aceptara de inmediato. El chico no lo hacía con mala intención. Siempre la consideró una amiga, una amiga durmiente. Quería ayudarla en todo lo posible para que pronto pueda salir de ese lugar.
—C-claro.
—Bien, deja que despierto a tu mamá para que…
—No... Será mejor que no... que no lo hagas.
—¿No está bien que…
—Prefiero que descanse, creo que ha tenido muchas emociones en poco tiempo.
—Para haber estado en coma desde que eras una niña hablas con mucha sensatez.
—Es que… técnicamente no estuve inconsciente.
Con mucha delicadeza, Red retiró cada conexión de los brazos de Yellow, dejándola solo con el tanque de oxígeno por seguridad. La cargó hasta la silla de ruedas que había llevado consigo al cuarto. Era surrealista, una situación demasiado fuera de la línea correcta. Se sintió cómodo para ella, podría asegurarse que para él también.
—Siempre he sentido curiosidad por las personas en coma —empezó a hablar mientras empujaba la silla por los pasillos.
Yellow examinaba cada detalle de lo que estaba a su alrededor. No se sentía como una niña curiosa, pues ya había vivido cada etapa de su vida, es decir, creció con normalidad, solo que inconsciente.
—No es nada del otro mundo... Creo que es más como soñar con algo que en realidad quieres que pase.
Red asintió sonriendo y se siguieron dirigiendo hacia en jardín principal.
—Por cierto ¿Pika está bien?
Estuvo pensándolo. Ayer asimiló que solo captó algunas cosas con los sentidos y que creó un fantástico sueño con esa información. Que Red no era la persona que conocía, que Green no la entrenó, que Blue dejó de ser su mejor amiga y que Lance nunca intentó destruirla. Pero, podía comenzar de cero, eso implicaba hacer amigos. No quería desaprovechar la oportunidad que le estaba brindando aquel enfermero.
—¿Cómo sabes que mi...
—Sé que me vas a tildar de loca o algo por el estilo, pero mientras todos creían que estuve en coma, estaba soñando... Y soñé con cosas que se asemejan un poco a la realidad. En aquel mundo, tu tenías un pikachu llamado Pika.
—No solo en aquel mundo, Yellow. Mi pokémon se llama Pika y pues, no te tildaré de nada, a contrario, me pareces muy adorable y es genial que no te haya aburrido mientras dormías.
Se le hacía imposible no tomarle confianza a la persona que empujaba su silla. Era tan... tan...
—Llegamos.
Ante los ojos de ambos se abría un hermoso lugar, uno de esos con los que solo se puede soñar. Un campo de tal vez todos los tipos de flores existentes. Un manjar a los sentidos.
Extraño era que un hospital albergara sitios así, aunque cabía la posibilidad, pues sería un espacio en el cual los pacientes podrían renovar energías, sentir que hay un propósito más allá de todo.
—Algunos dicen que es un lugar mágico. A mi parecer es un bonito jardín en el que las personas pueden charlar a gusto —dijo paseando a la chica entre las parcelas de margaritas y rosas.
—Comparto tu idea, Red.
Y simplemente dejó de hablar. Además de un contacto con la naturaleza, ese jardín tenía algo peculiar.
Entre los dos no había nada más que decir. Yellow estaba casi resignada al destino y el enfermero, orgullosos de haber echo que la rubia pensara en otra cosa que no fueran los problemas que pudo ocasionar el tiempo.
Era tiempo de revelar parte de la verdad.
—Hay algo que me gustaría comentarte, no sé como lo vayas a tomar —reanudó la conversación Red, colocándose frente a ella— No creo que recuerdes mucho el día de tu accidente... pero...
—Sí lo recuerdo —corrigió— Bueno... no del todo, pero mis padres me han explicado la parte a la cual mi memoria no había podido acceder. Un pokémon salvaje me atacó y caí por un precipicio hace diez años y...
—Y un chico te encontró, dando aviso a tu familia. Lo sé porque... yo fui ese niño, Yellow. Yo te encontré cuando estabas malherida y corrí y grité en busca de alguna persona que te pudiera ayudar.
Empezó a inhalar y exhalar rápidamente. La noticia no le disgustó, solo que no se la esperaba. Todo a partir de ese día empezó a ser un sueño, uno en el que él la salvó, cargándola mientras columpiaban en una liana, ayudándola a atrapar a su primer pokémon. Siendo el Red que imaginó que sería.
—¿Estás bien? ¿Quieres que regresemos? Quizá no debí...
Improvisadamente, alguien se incorporó a la escena.
La reconoció apenas pudo distinguirla. Cabello largo cayendo sobre su espalda y la mirada azulada, cristalina, pícara.
Se puso de puntillas para tapar los ojos del joven por detrás, sorprendiéndolo. Un juego de adivina quién soy. Él sintió sus manos, tocándolas con las suyas, cayendo en el mundo de las interrogantes o solo accediendo al banco de memoria sensorial. Delicadas manos, con uñas pintadas de turquesa.
—Blue, te he dicho mil veces que no vengas en hora de trabajo —reprochó volteando a ver a la chica. Además, estoy con Yellow aquí, tratando de explicarle un par de cosas.
—Oh, veo que despertaste. Me alegro mucho —dijo mostrando una adorable y enigmática sonrisa, que no podría reconocerse como sincera— Red me ha hablado mucho de ti, a veces no puedo evitar ponerme celosa —lanzó una risilla para que el comentario no sonara tan grosero y luego volteó hacia su novio— Y a ti... Te espero a las cinco, cariño.
Se acercó a él y le besó la comisura de los labios para luego dar paso a una elegante salida.
Más raro que eso, imposible.
El chico quedó embobado por la silueta de la muchacha y Yellow tuvo que esperar unos segundos para obtener algún tipo de confirmación oficial. Aunque, ya había comprobado que en el "nuevo mundo" todo era posible. Ahora comprendía de dónde había sacado a su mejor amiga. Puede que Red la mencionara en algún turno mientras la atendía. Lo que llevaba a pensar ¿Cómo es que obtuvo las imágenes de sus personajes si no podía abrir los ojos? Una excelente acotación. Fue raro que no lo hubiera pensado antes. Se suponía que dormía profundamente, así que su vista no era utilizada, entonces ¿cómo rayos?
—Tendrás que perdonarla, a veces es algo exageradas. Sin embargo, no le quita lo buena persona.
—Comprendo.
—Gracias y... si no te molesta, no le digas a nadie que estuvo aquí, por favor. La otra vez —contó rascándose la nuca— tuve un pequeño altercado con el jefe de piso por eso.
—No te preocupes, puedo entenderlo.
No, no era tan fácil.
Lo de Blue sí le dio un fuerte remezón. Quería gritar, pero el sentido común frenaba cualquier tipo de estúpida reacción. Parecer dulce y tratar de ganarse la confianza de Red para llegar al punto donde lo dejó antes de despertar no sería posible por culpa de ese obvio noviazgo. Estaba claro que lo mejor era dejar de lado el tema.
Tosió de repente.
—¡Yellow!
Solo fueron unos segundos, pero la preocupación quedaba.
—Será mejor que volvamos, no quiero que te pase nada malo. Perdón por sugerir esto, sé que apenas a pasado un día, pero me gustaría que te aburras allí dentro.
Y tomaron rumbo a la habitación.
¿Por qué a ella? Pensó que tal vez al despertar el día de hoy podía volver a su dimensión de ensueño, mas no. Sigue en un mundo donde estaba imposibilitada de muchas cosas, entre ellas caminar y comer sólidos ¿Tuvo acaso la culpa de algo?
Red le comentaba de sus inicios como enfermero para disimular la visita sorpresa. Ella asentía o comentaba brevemente.
—¿Es la paciente que acaba de salir del coma? ¿Yellow?
Otro enfermero se les acercó, tenía puestos el gorro y la mascarilla, con lo que era difícil conocer todo su rostro.
—Sí, el doctor que la está viendo me dijo que podía sacarla a dar un paseo.
—Bien, a partir de aquí me encargo yo. El de los laboratorios quiere que se le practiquen los exámenes de sangre de una vez.
Mostró las hojas de referencia junto a la autorización.
A Red no le inspiraba mucha confianza aquel joven. Era raro que aparezca de la nada y podía jurar que nunca se había topado con él.
—Sus padres ya firmaron y me enviaron a buscarla.
—Entonces... no habría complicaciones. Lo siento, es que no te he visto por aquí nunca...
—Ah, claro. Soy Ethan, trabajo en los pisos superiores, pero me están probando para un aumento —dijo mostrando ahora su credencial.
—Bien... la dejo en buenas manos. Te paso a ver luego, Yellow.
La confundió un poco el asunto, pero terminó dándolo como normal. Las muestras y exámenes eran habituales para alguien a quien tienen que monitorear porque estuvo inconsciente por un periodo extenso.
El muchacho nuevo empujó la silla hacia los ascensores y se cercioró que nadie más entrara. A continuación, eligió la azotea como destino.
Y allí se dio cuenta. Los ojos del chico no eran ordinarios, al contrario, gozaban de un espectacular brillo dorado.
Él se retiró la mascarilla y el gorro, dejando libre su despeinado cabello, aclarando dudas.
—Yellow, gracias al cielo que al fin te encuentro.
—¿Gold? ¿E-en serio eres tú?
—Sí, soy yo... Algo anda mal, hace tres días desperté aquí y todo es muy irracional para creérmelo. Al chantajear a uno de los enfermeros que encontré durmiendo, pude saber que tú también estabas en coma y que despertaste ayer.
—¿Qué quieres decir con eso?
—Yellow, en otras palabras... Nos quieren hacer creer algo que no es real. Así que escúchame detenidamente: tenemos que salir de aquí.
Nota final: Muy largo para mi propio gusto, pero... Bah.
Bien, si quieres opinar... Adelante, querido lector.
Espero que haya sido de tu agrado, Ravie. Prometo ser más puntual la próxima xD
¡Saludos!
