Disclaimer: Super Smash Bros. y sus personajes no me pertenencen a mí, sino a sus respectivos creadores (en este caso, Nintendo).
La joven soltó un par de gruñidos mientras ensartaba a dos de las bestias con su fiel espada. Comenzaba a cansarse, llevaba así casi una hora, pero la horda continuaba. Los demás estaban ocupados en otros sectores del pueblo, había terminado sola. Realizó la técnica de la Danza del Sable en su variación más rápida, deshaciéndose de varios enemigos. Entonces, un Ocultis se dejó ver detrás suya, amenazando con propinarle un tajo fatal. Lucina llegó a voltearse, ya observando las dos filosas cuchillas del ente verde dirigirse hacia su pecho. Sin tiempo a reaccionar, una flecha oscura atravesó a la criatura, lanzándola lejos. Lucina recuperó aire y observó al ángel oscuro, quien mantenía un rostro completamente serio.
—¿Tú no estabas con Palutena y compañía? —inquirió la princesa, retomando el curso de la batalla.
—Me fijé en que estabas sola —respondió secamente él. La de cabello azul se sonrojó, y él lo notó—. Samus siempre insiste en que cuantos más, mejor.
La hija de Chrom meneó su cabeza un par de veces intentando despejar sus sentimientos. Pegó una estocada directa contra varios Primidos y los lanzó contra un edificio. Dark Pit dividió su Arco de Plata y atacó a pares a las criaturas.
Lucina cargó su espada y realizó el Rompeescudos, terminando con una pequeña fila. El de alas negras invocó el Brazal Biónico y cargó contra dos pares de enemigos más. Ambos quedaron espalda con espalda inconscientemente.
—Oye... —susurró ella mientras sostenía con fuerza la Falchion paralela—, gracias por venir. No habría aguantado mucho más.
—No creas que lo hice por ti ni nada, solo quiero terminar con esto de una vez —gruñó él, fastidiado por el sonrojo que comenzaba a crecer en sus mejillas.
—¡Pittoo, Lucina, apartad! —oyeron ambos de repente. Al alzar la mirada, vieron a Samus realizando su Smash Final desde su nave. Aquello significaba que los demás habían logrado cerrar todos los portales que invocaban enemigos.
Lucina tomó de la mano al ángel y comenzó a correr, alejándose lo máximo posible. Vieron caer un potente láser azul que barrió la zona, deshaciéndose de los enemigos que quedaban. Misión cumplida.
—Por fin termina —suspiró la Ylissense, aliviada.
—Luce, mi mano.
La princesa se sonrojó como nunca lo había hecho. No sabía si era por el echo de que lo había tomado de la mano, o porque él la había llamado por un apodo. Giró la cara mientras lo soltaba, enfundando la Falchion para cubrirse.
—Voy a... buscar a mi padre —dijo, buscando una excusa para irse.
—Te acompaño —su voz era realmente monótona, realmente costaba adivinar qué había más allá—, podría... haber más enemigos.
—N-no hace falta... —respondió ella. Maldijo para susa dentros, podía sentir su cara arder.
—Lo que no hace falta es que te sonrojes —sentenció él, empujándola muy ligeramente y obligándola a caminar.
—¡Dark Pit! —chilló, sin poder mirarle a los ojos.
—Te ves tierna cuando te enfadas.
Su cara debía tener un tono similar al del cabello de Cherche o Anna: rojo puro. Lo había dicho en un tono tan monótono y sin emociones, sin tan siquiera mirarla...
¿Qué pasaba por la indescifrable mente del ángel?
