Disclairmer: Candy Candy no me pertenece, solo utilizo sus maravillosos personajes para divertirme un rato.
El dolor en su pecho, por más que pasaron los años nunca desapareció.
Es que, le enojaba. Le enojaba como la vida había sido tan injusta con ella, le enojaba como ella solamente daba amor, compasión y esperanza, y a su vez le era retornado lo peor que el mundo le podía ofrecer.
Y le enojaba aún más, no poder enojarse del todo, con esta vida tan hermosa. El hecho de vivir, pensaba Candy, era suficiente. De poder experimentar todas las sensaciones necesarias que muchas personas no lograron experimentar.
Ahora trabajaba en un hospital de Chicago, cuando el veto que habían impuesto sobre ella desapareció. Podía trabajar en lo que más amaba y de paso, tener la protección de Albert por sí alguna cosa pasaba. La brisa de otoño para Candy siempre era la peor. Le hacía recordar todo lo que perdió, y todos en el hospital notaban que siempre por esas fechas, el semblante de la rubia cambiaba a uno melancólico y resignado. A pesar de que intentaba que la alegría no se alejara de su rostro.
Y mentiría también si dijera que le molestaba la actitud sospechosa que habían tomado sus primos.
Desde hacía algunos meses, la actitud de Archie y Stear era como si ocultara el mayor secreto del mundo. Como si necesitarán decirle algo imperiosamente, el inventor siempre intentaba por todos los medios encontrarla sola y comenzaba su discurso con un "Candy... Necesito decirte algo..." pero mágicamente era interrumpido por Archie.
Si no fuera porque Stear se encontraba profundamente enamorado de Patricia, pensaría que quiere confesar su amor por ella o algo similar. Y porque los escucho cuchicheando algo como " no podemos, Stear... El tío lo hará, no haremos más que alterará... "
Pero lo dejaba, no quería causar problemas. Consideraba que era algo de su mente y prefería dejarlo así.
A veces después de lo que pasó con Stear, la angustia de saberlo muerto y la alegría del reencuentro simplemente le ponía los pelos de punta. Cada vez que la buscaba, en la mente de Candy cruzaba la idea de que Stear partiría a la guerra, pero el que esta hubiera terminado años atrás eliminaba la posibilidad.
Un día en su turno libre, ambos la fueron a buscar junto con Eliza. Eliza, tema aparte y por una razón de peso más que notoria se había vuelto amiga de Candy. Porque a pesar de la frialdad, el egoísmo y la ingratitud presentes en la personalidad egocéntrica de Eliza, el cariño por la rubia había surgido para no irse jamás.
"White, tienes tarea para el día sábado..." Eliza la encontró primero, acercándose a ella y extendiendole el sobre.
"Si, hola Eliza como estas..." Candy abrazó a la pelirroja, a pesar de los bufidos de la misma, sabía que le encantaban. Le hacían sentir que tenía un hogar a pesar de todos los errores cometidos.
"No es posible... ¡Te dije que nos esperaras Eliza!" Eliza solo rodó sus ojos ante el comentario de su primo.
"Si, con tu paso es posible que llegara el nuevo milenio y aún no le habríamos dado a Candy la invitación."
"¿Invitación?" Candy abrió el sobre, Gala anual de los Andley a beneficencia del Hospital de Niños de Chicago. "Oh, la gala..."
"Si, la gala... Y ni pienses huir. Tengo tu vestido listo desde que el tío la comenzó a planificar."
"Chicos, saben que tengo turno... No puedo simplemente huir."
"Lo has hecho en otras ocasiones." comentó juguetón Stear el sabor de hacer algo prohibido y rebelde alborotó los sentidos de Candy. Sabía que no podía saltar, pero podía cambiar un turno con Sally, su amiga enfermera. "Además, estará Patty. Y en su carta fue explícita de que necesitaba verte allí..."
"¡Oh, Patty!" aplaudiendo juguetona, puso sus manos en su rostro para remarcar la felicidad que le causaba. Patty era de lejos, una de sus mejores amigas. Pero vivía en Florida, estudiando una carrera no propia para su género según la sociedad, pero según Candy, era la más capacitada para estudiar algo así... y le echaba de menos. "Desde que esta estudiando no he podido verla... Me dijo que ya este año terminaría. ¡Que emoción!"
"Si tan solo así se emocionara al verme..." Eliza finjiendo enojo tiro un mechón de su cabello hacia atrás.
"Te recuerdo que hiciste su vida un infierno, pequeño demonio..." Archie, a pesar de que sus peleas verbales demostraban cierto rencor hacia su prima, el aprecio que le tenía Candy había trasmutado a ellos. Pero el no perdía oportunidad para recordar todo lo que le había hecho sufrir.
"¡Y ya me disculpe, tu horrible cosa sin estilo!" quitándole importancia al comentario, Eliza retomó el tema de conversación. "Necesitamos que llegues el viernes, para preparar todo... Y no vayas igual de descombinada que este orangutan"
"¿A quien le llamas orangután, tu fosforito..."
"Ya ya, esta bien chicos iré. Aunque no se porque la insistencia de Albert a que vaya..." y Candy podía ser distraída, pero la manera en la que se tensaron sus primos no pasó desapercibida ni por ella, ni por la pelirroja. Aunque, Eliza guardaría sus hipótesis para otro momento. Porque prefería que su idea quedara en eso, en una hipótesis, que se realizará y pusiera su mundo patas arriba. "Oh Dios, la hora de mi receso se ha terminado..."
Con un beso al aire salió disparada a los cuartos que necesitaban cambio de suero. Con un suspiro resignado Eliza los miró a ambos.
"Si siguen siendo tan obvios, se va a enterar..."
"No sé de qué hablas..." Archie sudaba frío, no habían sido los más sutiles y que Eliza empezará a sospechar algo era preocupante.
"Si, si lo sabes. Pero no los presionare... Agradezcan que Candy es la más incrédula de todos nosotros... Al menos, ella no tiene una teoría sobre lo que está pasando."
*
Eliza se encontraba arreglando el cabello de Candy. A pesar de que aún sentía una espina de envidia por la belleza despampanante de la rubia, y las atenciones que esta atraía, la necesidad de verla feliz y radiante lo aplacaban.
Eliza se había decidido por un vestido azul, con destellos plateados en el busto. La nueva moda que había llegado a los Estados Unidos, hacía que se viera más fresca y juvenil. A diferencia de Candy, Eliza había optado por cortar su cabello justo debajo de su barbilla, y con accesorio de plumas en el cabello, hacia que cualquier modelo de la alta costura temblaba.
"No entiendo como puedes soportar esta cantidad inmensa de Cabello..." intentaba acomodarlo de tal manera que su vestido verde se luciera. Trabajando en el moño para afianzar la cabellera rubia, Candy se perdía en sus pensamientos.
Extrañaba a Terry, a pesar de haber pasado tantos años. Lo seguía anhelando, y parecía ridículo, no poder dejarlo ir. Pero su corazón dolía, dolía por no tenerlo, porque otra lo necesitará más que ella, mientras ella se volvía pedazos, el probablemente estaba intentando levantar una relación después de su luto con otra persona.
"Pensando en él no va a hacer que vuelva..." dijo Eliza mientras añadía una diadema de plata al cabello de la rubia, se veía como una princesa, su exterior reflejaba la bondad de su interior, hermosa.
"Eliza..."
"Pero el actuar sí, no entiendo porque después de la muerte de Susana, tu sigues empeñada en dejarlo ir." terminó de arreglar su cabello y miró hacia el espejo, ambas se encontraban frente al tocador de la pelirroja, la imagen de su hermana, Candy, y ella hacían un cuadro enternecedor." En tiempo pasado lo perdiste, por circunstancias ajenas a ti... Ahora lo vas a perder por miedo. Y eso querida, es solo culpa tuya."
Las palabras de Eliza dolían, siempre lo hacían. Pero era la única que hablaba con sinceridad y sin temor a lastimarla, a que se volviera pedazos.
Un golpe en la puerta interrumpió su conversación.
"La señorita Patty esta acá..." anunció la mucama, dejando pasar a una chica de lentes, cara redonda y cabello chocolate.
"¡Patty!" Candy saltó hacia ella con impulso, botandolas a ambas. Había extrañado a su vieja amiga como nunca antes lo había hecho con nadie, tal vez con Annie." ¡Estas muy bonita Patty! Te has dejado crecer el cabello."
"Y tu estas muy linda también Candy." recomponiendose ambas, la atención de la científica se volcó sobre Eliza. "Hola Eliza..."
Con un movimiento de cabeza la pelirroja saludo, a pesar de llevarse bien con Patricia, su afecto no era lo suficientemente grande como para lanzarse sobre ella, eso y el pudor, recato que siempre la acompañaban. Y Patty, aún no podía descifrar el mecanismo de su relación con la Pelirroja, a pesar de llevar más de dos años de esa forma.
"¿Asistiras a la gala Patty?" Candy se sentó en la cama de Eliza y comenzó a juguetear con el collar, mientras Patty se acomodaba en el asiento del tocador en el que había estado la rubia anteriormente.
"Ese es el plan Candy... Aunque no traje vestidos de gala..."
"Tonterías, yo planifique tu vestido también. Sabía que Stear no sería lo suficientemente claro para decirte toda la información..." Eliza fue a su armario, sacó un vestido verde menta y se lo proporcionó.
Para Patty, todas estas interacciones entre ambas hacían de que la teoría de el infierno congelado tomará mayor veracidad. Y es que, a pesar de ser una alumna brillante, la imposibilidad de comprender la relación entre ambas chicas, y de cómo Leagan había cambiado por completo su actitud le intrigaba.
*
En la Gala, Candy se paseaba de lugar en lugar picando los bocadillos que ofrecían los meseros. Eran deliciosos y no perdería oportunidad en probarlos todos, había escapado de Eliza antes que le prohibiera comer más, con esas ideas de las damas y todo eso, reglas que nunca rigieron a la pecosa.
Habia sido detenida por varias personas, amigos de la familia y empresarios, interesados en causar una buena impresión de la heredera de los Andley. Pero a Candy esto le sabía a banalidades. No necesitaba ese tipo de atenciones.
Cuando iba hacia otro mesero, una mano en su antebrazo la detuvo. Albert miraba divertido a Candy, quien aún tenía un trozo de panquesillo en la boca.
"Candy, si sigues comiendo así, te pondrás como un puerquito..." apretando un cachete de la rubia, esta malhumorada apartó su mano.
"Pues seré un puerquito feliz y hermoso." le dio otra mordida a su panquesito, Albert solo negó. No era para incordiarla que la buscaba, necesitaba informar a Candy de unos invitados que no estaba seguro, Candy pudiera soportar ver. Había sido una decisión apresurada a pesar de que Albert siempre planifica a todo con el más mínimo detalle, pero necesitaba que Candy tuviera a alguien de quien sostenerse, y de paso proporcionarle el camino de la felicidad, que en la opinión del millonario, Candy nunca tomaría si no la empujaban a él.
"Pues bien, antes de que te termines todas las entradas, hay algo que debo decirte." le debía el ser sincero con ella, por lo menos en ese aspecto. "Los Grandchester están acá..."
La noticia le cayó como un balde de agua fría.
¿Los Grandchester?
¿Acá?
¡¿Qué?!
Candy casi se atraganta con el bocado y comenzó a toser, intentando calmar su atragantó, Albert daba pequeñas palmadas a su espalda.
" Lamento no poderte avisar, pero Eleonor es una donante del hospital y el Duque simplemente la quizo acompañar..." ah, eran solamente Eleonor y Richard. Candy podía manejar eso, Eleonor seguía comunicándose con ella por cartas, y había sido testigo en la boda secreta que mantuvieron." Y Terrence no podía perder la oportunidad de venir..."
"No importa Albert, sabré comportarme... De verdad." Candice intento eliminar las arrugas invisibles de su vestido, de pronto ir y comer todas las entradas no sonaba tan mal. O podia esconderse en la cocina, en el jardín... Lo más lejos posible. "Ya sané, Terry ahora solamente es un..."
"Dulce recuerdo. Lo sé Pequeña, pero..." negando con su cabeza retomó su camino, a veces la felicidad y el impedimento de dos personas para estar juntos, eran ellos mismos. Y hubiera preferido que se juntaran antes de esta noche, antes de que el anuncio que dieran revolucionará todo.
El grupo se encontraba en una esquina del salón, cerca de la terraza que llevaba al jardín de Anthony. Mientras Eliza y Archie peleaban como de costumbre, el ambiente de armonía que irradiaba la pareja de inventores hacia que los ánimos no se caldearan.
Candy volvió hacia ellos con un semblante pálido, que a ninguno le fue posible ignorar.
"Terry está acá..." El silencio reino en el grupo, para Archie, la presencia del duquesillo de quinta, duque que no esperaba ver en miles de años, era una reverenda Estupidez. ¿En qué estaba pesando Alber? Sobre todo esta noche no se podían dar el lujo de que Candy estuviera en un estado de estrés. Una mirada a su hermano y se entendieron perfectamente.
"Perfecto, la oportunidad ideal para que dejes de ser una cobarde y finalmente dejes de lamentarte todas las noches su pérdida y lo recuperes." Eliza tomaba como quien no tiró una bomba de verdad, un coctel no apto para damas, pero ella ya no era una dama.
"¡Eliza!" Patty se escandalizó, mentiría si dijera que no pensó lo mismo, que no deseaba que Candy fuera menos egoísta consigo misma y fuera tras el duque. Duque que Paty había observado momentos atrás, el la buscaba con la mirada, sediento de saber de ella.
"Ya lo sé Eliza... Solo..." Candy negó con la cabeza y se llevó otro bocadillo a la boca. Simplemente iba a rezar con no encontrarse lo ni ahora, ni nunca, y poder continuar su vida de autolamentación como lo llevaba haciendo año tras año. Volteando su rostro ligeramente lo pudo ver, allí estaba.
Oh Dios.
Había crecido, las fotografías en el periódico no le hacían justicia. Se veía hermoso, espléndido, escultural. Con su porte alto y su cabello atado en una coleta, su traje impecable azul marino y sus ojos brillantes, como disfrutando el momento que le regalo la vida. Los años le habían sentado bien, demasiado bien.
Hablaba con el director del hospital, Candy lo conocía, pues años atrás había trabajado un verano para ese lugar. Charlaban animadamente, volteo su mirada y la reintegro al grupo. Si se dieron cuenta del escrutinio que le hizo al Duque no comentaron nada. Stear había salvado la conversación comentando sobre un experimento que estaba planeando, compartiendo datos científicos sobre el mismo y siendo apoyada por Patricia.
El sonido de una copa interrumpió sus pensamientos, Albert se encontraba en la base de la escalera, unos escalones arriba para llamar a la atención. Candy conocía la expresión que portaba, a pesar de mostrar una actitud encantadora al público, casi imperceptible... Algo le preocupaba. Era como si sus ojos, cuando contactaron los de Candy, le dijera perdóname, pero no tuve elección...
"Buenas noches, muchas gracias por atender a la Gala anual de la familia Andley" los aplausos no se hicieron esperar, era la fiesta social más esperada por los habitantes de Chicago, la fiesta en la casa Lakewood era la mejor, aquí muchos encontraban pareja, negocios y se te encontraban amistades viejas. "Las razon principal de esta reunión es la recaudación de fondos para el Hospital de niños de Chicago, el director y su staff les agradecen profundamente la colaboración brindada."
'También tenemos la presencia de los Duques de Grandchester, cuya ayuda anual para el hospital es muy bien reconocida, y han estado apoyando muy de cerca la logística de esta noche, Eleonor, Richard, gracias." Albert aplaudió junto con sus invitados a la mención honorífica de los duques, Candy, pudo apreciar escondida las facciones de Terry. " Pero... Quisiera aprovechar esta velada para dar un anuncio sumamente importante."
'Como ustedes sabrán, el legado Andley continúa de generación en generación, desde la muerte de Rosemary, el legado continua conmigo y en teoría el mismo, continuaría con mi hija adoptiva, Candice." Albert volteo a verla, sabía todo lo que ella le transmitía con la mirada, podría imaginar cada una de sus palabras... No puedes hablar en serio Albert, sabes que las reglas sociales nunca me permitirían ser yo la matriarca de la familia, mucho menos cuando mi origen es incierto aún, y aún peor cuando mi inteligencia para los negocios no es equiparable a la de Archie o Neal. "Pero la señorita Andley es muy joven, y ha dedicado toda su vida a la medicina por lo cual, permanecerá como figura legal, más no como figura administrativa."
Con un guiño en el ojo de Albert, Candy pudo respirar tranquila.
"Por lo que, me encantaría presentarlos a la persona que tomará mi puesto en algunos años y se encargará de todos los negocios de la familia..." ese reconocimiento, según Candy, iba para Archie, ¿Quién mejor que él? La sagacidad y la intuición para los negocios era innegable, el mismo había invertido en empresas que sugerían en algún momento, dar grandes avances tecnológicos como por ejemplo, esa empresa de bebidas carbonatadas... Pero alguien bajaba las gradas, "Les presento a Anthony Brown, hijo de mi hermana Rosemary y de Vincent Brown, con estudios de Hardvard en Economía y Negocios. Una estrella en el ámbito si me permiten reconocer..."
La voz de Albert se diluia en sus oídos. Que...
¿Él estaba muerto no?
Ella lo vio caer, sabía que esa caída era lo suficientemente fuerte para que no quedara vivo. Su médula espinal lo suficientemente dañada... Si quedaba vivo, quedaba tetraplejico. No... ¿Debía estar soñando?
Pero la mano en el hombro de Candy, como Archie la miraba...
"¿Cómo es tan siquiera posible...?" lágrimas bajaban sobre su mejilla, había llorado incontables noches por él, la culpabilidad la había carcomido si no fuera por la vez en que Terry le abrió sus ojos en Escocia, seguiría lamentándose de su partida. Frenandose de vivir.
" Vamos al estudio... Te explicaré allí." Archie tomó el antebrazo de Candy y la encaminó hacia el estudio de la planta baja, ella caminaba como piloto automático. Stear, Patty y Eliza los seguían.
Fue en ese momento que Terry finalmente la pudo ver, aunque ella no se dio cuenta. Ahora era al revés, su reencuentro y ella lloraba.
¡Hola!
Este es un fic que se vino a mi mente, acerca de que pasaría si Anthony viviera. Es la primera vez que publico en este fandom, he estado leyendo en silencio por años, y me he atrevido al fin escribir algo acerca de esta maravillosa historia.
Aún no estoy segura con quien terminará Candy, así que dejaré que la historia me vaya guiando.
Nos leemos pronto.
