Javi, no sé cuántas veces voy a tener que darte las gracias.

Por estar ahí, en las buenas y en las malas, por hacerme reír, por animarme,

por insistir en que sí que valgo para algo, Por insistir en que escribiese esta historia

y por "molestarme" día tras día. Gracias por ser mi amigo. Gracias, súper Javi.


Estoy destrozado, no sé qué hacer. Noto una sensación en el pecho, como si mi caja torácica fuera haciéndose más pequeña a cada interminable minuto que pasa, como si todos y cada de mis órganos quisieran estar más cerca los unos de los otros y lo hicieran de la manera más dolorosa posible.

Recuerdo un cuento que leí cuando era un niño en el que hablaban del dolor que sentía el chico cuando se comían toda la tarta que le había hecho su abuela. Ojalá a mí me hubieran quitado mi tarta. Daría lo que fuese porque esa fuera la situación que estoy viviendo ahora. Estamos.

Solo de pensar en cómo lo tiene que estar pasando Kate me siento incluso peor. Y no puedo hacer nada. No mejan hacer nada. Esté donde esté, a solas con ese asqueroso de Jerry Tyson.

Maldigo el momento en el que la dejé sola. Maldigo el maldito momento en el que se me ocurrió bajar a la calle para comprarle ese ramo de rosas. Maldigo el momento en el que le di la oportunidad al maldito 3xK de entrar en nuestra casa y secuestrar a Kate.

Ahora mismo estoy tirado en el sofá, llorando tanto que no sé si esta carta podrá leerse en un futuro de todas las gotas que le caen, abrazado a la almohada del lado de Kate y oliendo a ella en la funda, con su café en la mesita y desmenuzando una de las veinticuatro rosas que le había comprado. He decido que destrozaré una por cada día que pase sin ella. Así por lo menos podré llevar la cuenta, porque desde esta mañana parece que el tiempo se ha espesado y que no discurre con ninguna facilidad. Me da la sensación de que han transcurrido muchísimas horas, incluso días enteros, pero, según mi reloj, solo han pasado 3 horas 51 minutos y 7 segundos.

Tras lo que a mí me han parecido horas, al reproductor de música un par de CDs de rock clásico y a los álbumes de fotos millones y millones de páginas pasadas, me levanto, aparto la almohada de Beckett y me acerco a la cocina para intentar comer algo. Aunque no creo que lo consiga.

Cuando me dejo caer otra vez en el sofá rompo a llorar otra vez. Echo muchísimo de menos a mi amiga, a mi compañera, a mi novia, a mi prometida, a mi Beckett, a mi Kate.

Saco mi móvil del bolsillo. Nada, no hay ninguna llamada. Ni de mi Katie, ni de nadie. Solo el maldito mensaje de Tyson. Por error abro la galería y me pongo a ver esos vídeos de nosotros haciendo el tonto por el Central Park. Veo como se reía, como me miraba y cada vez me enamoro más de esa actitud infantil que no deja ver tan a menudo, pero que es encantadora. Aunque su actitud de poli seria también me enamora. Creo que me enamora todo en ella.

Me sorprendo a mí mismo recordando y cantando esa preciosa y antigua que cantaba Roger Waters y que decía aquello y que decía aquello de "How I wish, how I wish you were here" y coincido completamente. No podría desear otra cosa. Solo quiero que ella esté a mi lado. Quiero besarla, sonreír junto a ella, mirarla a los ojos, cogerla de la mano, decirla mil veces que la quiero, y sobre todo quiero decirla que tenía razón. Que no la seguía solo por la investigación para los libros y que, seguramente, me enamoré yo antes, ya que fue verla y quedarme prendado.

Por hoy me despido.

Espero no tener que recurrir mucho a este

papel y esta pluma ya que solo lo hago cuando

estoy realmente desesperado.

Rick E. Castle