LA CULPA LA TUVO EL AMOR

Por Mary Martín

Los personajes de Saint Seiya son propiedad de Masami Kurumada.

CAPITULO 1

VERDAD

¿Alguna vez has sentido que la vida es perfecta?

Después de tanto tiempo, por fin podré descansar. Ya no habrá más guerras, ni más dolor, no tendré que volver a lastimar a nadie nunca jamás, ahora tendré la paz que siempre anhele, lo sé, esta vez es de verdad y definitiva. Mi corazón se llena de tranquilidad al saberlo, se que todo va a estar bien. Estoy cansado, demasiado quizá… tantas peleas, tanta sangre, tanto dolor… la vida misma me ha dejado exhausto. Pero ya no quiero pensar en eso. Sólo quiero disfrutar este aire fresco y maravillarme con este hermoso paisaje que me rodea… por fin he podido encontrar la paz que siempre desee y la hallé donde menos imaginaba… y fue con ella, la mujer de mi vida… respiro tranquilamente…

Puedo sentir la hierba bajo mi cuerpo y la sombra de este gran árbol protegiéndome del sol. Mis ojos se cierran por si solos sin que lo pueda evitar. Estoy tan cansado que sólo quiero dormir. Ahora lo hago, todo a mí alrededor empieza a desaparecer.

De pronto siento que una mano suave acaricia mi rostro. Escucho a alguien hablándome con insistencia tratando de hacer que permanezca despierto. Abro los ojos pesadamente y me encuentro con unos hermosos ojos… ella está a mi lado… se ha sentado junto a mi y me mira con dulzura, ha apartado de mi rostro un mechón de cabello que me cubría los ojos. Susurra algunas palabras que no logro entender. Hago un esfuerzo sobrenatural por permanecer despierto…pero estoy tan cansado…pero aún así le sonrío, logrando con ello que ella hiciera lo mismo.

Apartando mi fatiga por unos instantes, logro susurrar su nombre pero ella posa sus finos dedos sobre mis labios. Sonrió nuevamente y ella se inclina sobre mí para abrazarme…

– Shun… Shun... despierta ya…

– ¿June, qué hora es? – respondí incorporándome un poco y frotándome los ojos

– Ya va a ser más de medio día y tú aquí muy tranquilo durmiendo en pleno bosque. Hace como media hora que te estoy hablando y tú ni caso, si que tienes el sueño muy pesado… – sonrió al verme bostezar

– Lo siento, es que todo este lío de la fiesta me ha tenido muy atareado últimamente, nunca pensé que algo así fuera tan complicado y por estar arreglando todos los detalles me he tenido que desvelar mucho… – dije mientras se acomodaba a mi lado y recargaba su cabeza en mi hombro

– Lo sé y no quise despertarte, te veías muy tierno durmiendo tan tranquilamente pero ya es muy tarde y si no te apuras todo va a ser un caos total… ¿No querrás llegar tarde a la boda? ¿Verdad?

– Por supuesto que no, hemos planeado esto desde hace mucho y hoy por fin será el gran día. Verás que todo va a salir perfecto

En ese momento quise decirle algo, pero las palabras se me borraban de la mente. Me gustaba tenerla así de cerca, sentir el perfume de su pelo y la suavidad de su piel acariciando la mía… preferí guardar silencio y disfrutar estar así con ella aunque sea un poco. Hubiera sido un momento perfecto… hubiera… de pronto sentí algo, me incorporé drásticamente desconcertando a June un instante

– Shun ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Me preguntó al ver que mi semblante había cambiado por completo. Respiraba agitadamente. Inconscientemente me llevé una mano al pecho estrechando contra mí el medallón dorado que colgaba de mi cuello, el cual era un regalo que, según Ikki, mamá me había dejado antes de morir.

Ahí estaba de nuevo esa sensación. Miré a mí alrededor pero no hallé nada extraño. Un par de pequeños conejos jugueteaban alrededor de unos arbustos mientras las mariposas revoloteaban cerca de ellos, fuera de eso, todo estaba normal. Sentía una gran ansiedad en mi pecho. Esto había empezado hace unos cuantos días atrás y se iba haciendo cada vez más y más fuerte. Las pesadillas acompañaban esta angustia que sentía. No sabía decir a ciencia cierta por qué, pero tenía el presentimiento de que algo malo iba a ocurrir…

– ¿Shun? Estás sudando ¿Qué tienes?

– Estoy bien, es sólo que… tienes razón, es mejor que nos vayamos, ya es tarde…

Me levanté por completo y luego le ofrecí la mano a ella para levantarse. Sonreí ligeramente para indicarle que todo estaba bien, no quería preocuparla por algo de lo cual no estaba seguro. Miré sólo una vez más hacía la profundidad del bosque. Decidí que lo mejor era olvidarme de eso por lo menos de momento. Hoy iba a ser un día maravilloso, no debía permitir que nada ni nadie lo arruinara.

Al caer la tarde ya me encontraba listo, aunque el traje me hacía sentir algo extraño, me hacia ver muy apuesto y elegante… bueno, por lo menos eso me decía todo el mundo. La verdad era que lo único que quería es que esto comenzara antes de que los nervios hicieran presa de mí.

El lugar es realmente hermoso, yo mismo lo escogí sabiendo que a June le encantaría. Esta iglesia completamente pintada de blanco para mí representaba la pureza total que sólo el amor puede llegar a provocar. Los vitrales de colores simulaban formas de ángeles ascendiendo al cielo, las flores llenaban de vida el pequeño altar. Los invitados llegaron muy puntuales y ansiosos de que comenzara la ceremonia. Fijándome bien pude reconocer muchas caras conocidas, amigos, compañeros, mis hermanos no podrían faltar.

Faltaban unos cuantos minutos y June que todavía no llegaba. El sacerdote ya estaba listo, el coro también estaba listo, lo único que hacía falta ahí era la novia. Con cada segundo que pasaba me iba poniendo más y más nervioso, todos volteaban a verme. No podía controlarme, empecé a hacer nudos con la puntita de mi corbata, ahí parado en pleno altar sentía como la mirada de todos se posaban en mí preguntándome dónde se había metido June, era mi responsabilidad traerla pero ella quiso venir a parte.

Ikki, que estaba a un lado mío vistiendo un elegante smoking negro, me miró interrogante e igual o más nervioso que yo, no supe que hacer, no pude más que encogerme de hombros pues no sabía donde se había podido meter June en un día tan importante como este. Saori, que era la madrina, ofreció amablemente ir a buscarla pero le dije que lo mejor era esperar un poco más.

El tiempo seguía su marcha, recuerdo haberle preguntado a Ikki como siete veces ¿Qué hora es? Él de tan nervioso que estaba no me pudo ni responder pues empezaba a temer lo peor. Ya era muy tarde, pensé entonces en ir a buscarla pero justo cuando iba a bajar el primer escalón par abandonar el altar… apareció ella en la entrada… ¡Dios! Me quedé sin aliento, se veía tan radiante y hermosa toda vestida de blanco, parecía un ángel que llegó justo en el momento exacto. Ikki suspiró aliviado y creo que todos los presentes hicimos lo mismo pero yo más que todos. Una vez que estuvo cerca del altar, baje a acompañarla y ofreciéndole el brazo la guié hasta donde el padre esperaba por ella. Ikki se colocó en su sitio muy entusiasmado y contento de que todo saliera bien. Saori en el otro extremo también sonrió más tranquila.

La ceremonia dio inicio, mientras el padre leía las correspondiente lecturas bíblicas, no pude evitar mirar a June, se veía muy feliz. Estaba a su lado y noté perfectamente que sus ojos brillaban de una forma muy especial. Quise decirle en ese mismo instante que la amaba con toda mi alma, que era lo más importante de mi vida y la bendición más grande que Dios me había dado, recordé momentos que habíamos pasado juntos y noté como ahora las cosas habían cambiado poco a poco inevitablemente.

El momento crucial había llegado, los nervios hicieron presa de mí mas traté de controlarme. Esa era la parte donde yo entraba en acción, tomé el anillo que tenía en un cofrecito de terciopelo, Ikki y yo tardamos días enteros en encontrar uno que fuera perfecto y este realmente lo era, desde que lo vi supe que sería el ideal. Era muy bello, tenía una incrustación de diamantes en el centro con el nombre de June grabado en el reverso, pero se hizo más hermoso en el momento en que estuvo colocado en su dedo, luciendo radiante y majestuoso pero no tanto como la mujer que lo portaba.

June tomó el anillo que Saori le entregaba, ahora fue el turno de ella para ponerse nerviosa, sus manos temblorosas la delataban. Aspiró un poco de aire antes de pronunciar sus votos, me miró a los ojos todavía temerosa y yo con una sonrisa le indiqué que todo estaba bien, que se tomara su tiempo. Después alzó la vista y ante la expectativa de todos pronunció esas palabras tan gloriosas y tan imposibles para mí.

La vi tan feliz a unos cuantos pasos de mí, y fue entonces que entendí que había hecho lo correcto. Y sin embargo no pude evitar sentir un poco de tristeza, como deseé en ese momento que las cosas fueran diferentes, como deseé en ese instante que June supiera cuanto la amo, qué cosa no daría yo porque la mano que ella sostenía justo ahora para colocar el anillo fuera la mía… y no la de Ikki…

Mi hermano, en ese instante sentí que lo envidiaba porque me encantaría estar en su lugar para poder contemplar a June con emoción contenida justo como lo estaba haciendo él en este momento y así poder unir mis labios a los de ella en señal de una unión perpetua. Pero yo creo que fue mejor así, de haber sido cualquier otro no lo hubiera consentido, pero yo podía ver claramente en los ojos de Ikki, el amor que sentía por ella.

Las dos personas más importantes en mi vida estaban uniendo sus vidas… claro que estoy feliz por ellos… aunque eso signifique que tendré que seguir amándola en silencio, tendré que reservarme este sentimiento para mí, hoy tendré que conformarme con ser tan solo el padrino y fingir que estas lágrimas que se me han escapado son de felicidad… y aunque en parte lo son, también siento en ellas un poquito de tristeza…

Pero los quiero tanto a los dos que con su felicidad me basta y sobra para estar contento, aunque me cueste todavía un poco aceptar que June, la mujer más hermosa que desde un principio se robó mi corazón, haya decidió unir su vida, no con la mía, si no con la de mi hermano.

Ahora siento que todo es perfecto, no puedo desear nada más. Unas lágrimas ruedan por mis mejillas… es tanta la felicidad que siento porque ella será feliz, yo lo sé… no me queda más por hacer…cierro los ojos con una última sonrisa en mis labios porque este ha sido el día más hermoso de mi vida…

Continuará…