Edward POV
Corríamos de vuelta a casa de los Denali. Trataba de no escuchar ninguna de las mentes que tenía alrededor, las bloqueaba fastidiado.
Me les adelanté para no escuchar sus pensamientos, estaban alegres por el partido, yo había jugado, pero casi a regañadientes. No era muy sociable, no lo había sido en los últimos ocho años y probablemente no volvería a serlo nunca más. Varias veces había pensado irme del lado de mi familia, para dejar de hacerlos sufrir, pero, principalmente Alice, siempre me detenían y me convencían de dejarlos ver como cada día me hundía más en aquel vacío.
Ni siquiera Tanya se acercaba demasiado a mí, y Jasper raras veces permanecía en la misma habitación que yo. En algunos momentos de aquellos largos años él había intentado soportar mi aura deprimida, sin lograrlo.
Nadie la mencionaba por razones muy sencillas. Mi voluntad se había quebrado varias veces, y la había intentado buscar. Pero... antes de obtener nada concreto desistía. Quizás ella ya no me recordaba, además... habría envejecido lo suficiente para aparentar ser una mujer de casi veintiséis años, y los humanos olvidaban... Y sabía que, sea donde fuera que estuviese, estaba junto a un hombre. Uno que podía darle todo cuanto yo tan sólo pude soñar.
Traté de enfocar mi mente en otra cosa, pero nada me interesaba realmente. Sin ella nada tenía sentido, y por mucho que evadía su recuerdo.
Me pisoteé mentalmente.
Yo no debía buscarla. Yo supe que durante mis años de ausencia, lejos de mi familia, Alice había husmeado el futuro de Bella. Cuando la vio sonreír, mal trecha, sudada y agotada, amamantando una bebita recién nacida, yo... me concentraba en su sonrisa y en la realización que, de todas las cosas que yo podía hacer para amar a Bella, en aquella insufrible distancia, era dejar que aquella visión sucediese.
Llenarme la herida de alcohol no facilitaba nada. Y de pronto, a un kilómetro de la casa aquella música me golpeó. Mejor dicho, se estrelló contra mí.
Lánguida, suave, cálida... ¿Alegre? ¿Viva?
Esa melodía me destrozó desde adentro. Pero surgió algo dentro de mí. La histeria... estaba enloqueciendo, como podía escuchar aquella melodía fuera de mí, cuando yo necesité meses para decidirme a no volver a tocarla nunca más. Para ser concretos, tenía cuatro años de no tocar el piano, mientras aquella melodía jugueteaba en mis sentidos vampíricos y... ¡tenía notas erradas!
Eso me terminó de enloquecer, sentía una rabia homicida contra... ¿qué? Tres segundos después entré en la casa como un rayo y llegué al pie de las escaleras donde estaba el piano, que ahora estaba silencioso. Una melena negra, lacia, larga hasta media espalda estaba inclinada sobre una partitura llena de borrones.
"The lullaby"
Esa letra...
Y de pronto empezó a tocar de nuevo. Corrigió el error, la música creció y creció. Yo estaba inmóvil cuando noté otra cosa, había un corazón latiendo en la habitación del fondo, una respiración acompasada mientras la mujer que tocaba el piano respiraba a ritmo de la nana... ¡de la nana de mi Bella!
Sentí una furia asesina contra aquella figura femenina erró otra nota... Aspiré el aire, era sin duda una vampiresa. Paró la música de nuevo y corrigió la nota. Luego, un segundo después retrocedió un compás y tocó hasta el final... ¿Qué hacía mi música en sus dedos? ¿Por qué se molestaba en copiar mi nana en papel?
Estaba absorta y entonces yo alcé la vista y vi su rostro en el espejo frente al piano de cola, cuya tapa estaba cerrada.
Estaba profundamente concentrada leyendo la partitura, tocándola completa, corrida. Miraba las teclas. Interpretaba con poca soltura, iba lento, con cuidado.
No podía ser... La arruga en medio de sus cejas, sus facciones perfectas, su piel pálida... La forma de sus ojos... Estaban cerrados...
En ese instante me percaté de que no podía leerle el pensamiento y... Ella llegó a la última nota y apuntó un calderón sobre la nota final...
Hizo algo inesperado, mientras yo casi había empezado a jadear inaudiblemente ante la imposibilidad... No podía ser verdad...
Se volteó y cerró la tapa sobre las teclas del piano, casi con brusquedad. Se presionaba una mano contra el pecho. Jadeaba.
-- Bella, tranquilízate... – se ordenó a sí misma.
Aún tenía los ojos cerrados.
Mientras aquella voz suave, dulce y pacífica, como una caricia, me despedazaba el cuerpo entero, y me sentía completamente entumecido. Si pudiera llorar, estaría llorando y ahora no sólo no podía llorar, sino que estaba congelado en el umbral, y mi vida completa era ahora un caos.
Entonces su respiración se alejó mientras todos empezaron a acercarse, estaban a unos cinco kilómetros.
Tardó cerca de un minuto en relajar el ritmo de su respiración, mientras se ponía de pie, sosteniéndose el pecho como si temiera que se le cayera a pedazos. Y al final tan sólo suspiró y abrió los ojos. Eran profundamente dorados. Eso era un error.
Había enloquecido.
-- No estoy haciendo nada particularmente peligroso ahora, Edward – dijo de pronto, con expresión aterrada, que de pronto se compuso en una máscara de dolor, y un instante después en una sonrisita culpable. Me esperé que se sonrojorara – No me mires así. Yo no tengo la culpa de que la nana sea tan complicada. Tardaré meses en pasarla al braile.
"¡¿QUÉ?!"
Se sonrió, pero luego hizo una mueca de dolor, y se llevó las manos a la cara.
-- De todo caso, si algún día nos volvieramos a ver... -- Eso me desconcertó, parecía como si pensara que era... ¿un fantasma? Oficialmente, los vampiros éramos capaces de tener alucinaciones, yo estaba ahí, viendo al amor de mi existencia convertida en vampiresa y hablándome como si fuera un fantasma, ella parecía debatirse internamente sobre algo. Eso era demasiado real. Era muy cruel — Me alegra haber inspirado música así... Un poco de deferencia hacia mí...
Y de repente cayó de rodillas, respiraba muy lento, y se sostenía el pecho como si se estuviera desmoronando. Y yo no pude más y al siguiente instante caí a su lado y la estreché entre mis brazos, esperando que mi cabeza me permitiera un segundo sentirla... anhelando desde el fondo de mi ser que fuera real...
