¡Hola!
¡AL FIN! Estoy muy emocionada, de verdad. Les agradezco mucho todo su apoyo. Me hace extremadamente feliz saber que esta historia es de su agrado; además de que me han tenido paciencia y han contenido sus ganas de asesinarme XD
Los y las aprecio muchísimo :D
1
Un mal día.
Me despierto nuevamente, mis ojos se abren con pesadez y me percato de que es temprano.
Aprieto firmemente la corbata a mi cuello, peino gentilmente mi cabellera rojiza y me encamino a la sala de estar. Me detengo frente al estudio, vacilo un poco, pero, luego de abrir la puerta no me arrepiento. Además anoche escuché algo que no me dejo dormir quizás sólo sea ciencia ficción pero el vacío en mi corazón tampoco me deja "en paz", que digamos.
Me deshago de mis cavilaciones tan rápido como llegaron a mí y por un par de segundos me dedico a disfrutar de la sensación relajante que corre por mi cuerpo mientras entono el instrumento.
Me siento libre.
El sonido es dulce. Las lágrimas se acumulan en mis ojos mas no les doy permiso para salir; me dejo llevar y toco cualquier nota que venga a mi mente, ya no hay ninguna canción en especial; podrá sonar como una completa cacofonía pero yo lo siento… ojalá pudiese vivir de mis errores y aprender de ellos. Puedo sentir paz apoderándose de mí pero, como todo en la vida esa mal llamada "paz", también acaba.
— ¿Qué quieres Ryan?
— Em… pues — balbucea al tiempo que bosteza — quería escucharte tocar.
— Pues ya lo hiciste. — respondo de manera cortante.
— Kory… yo solo…
— Te preparé el desayuno, está en la cocina.
Y sin darle tiempo para contestar salgo de la habitación con paso decidido, claro, sin antes dejar el instrumento en su lugar.
Mientras camino me reprendo a diciéndome que debo cambiar mi forma de ser, aunque es inútil porque nunca lo hago, ni siquiera lo intento.
Al entrar al salón, suspiro resignada. En otro momento de la vida, hubiese respirado orgullosa de mis propios logros, pero ahora ¿para qué? simplemente es otro salón más, con más estudiantes atolondrados, agrupados como anomalías sólo por ser más "aplicados" que el resto. Bah, puras estupideces.
— ¡Buenos días, Kory!
— Buenos días — respondo sin muchos ánimos.
— ¿Te sucede algo?
¡Qué tonta! — No, no — me apresuro a decir — sólo tengo sueño — digo bostezando para darle énfasis a mi mentira, aunque no es completamente una mentira, se podría llamar una verdad a medias. Por último le doy una de mis risitas nerviosas.
— Ah, está bien entonces, hablamos— dice sonriente a modo de despido.
— ¡Nos vemos, Gar! — exclamo con mi felicidad fingida.
El tiempo transcurre lentamente, la misma rutina de siempre, lo único que varían son los horarios, de ahí todos los días son iguales; Víctor se "luce" nuevamente frente a la clase, otra vez, a Garfield le llaman la atención igual que ayer y el día antes de ese, y el día antes de ese y así; finalmente luego del millón de tareas que han mandado en tan sólo las primeras cuatro horas, escucho los dramas de Tara.
Verdaderamente a veces agradezco la campana del receso, sólo a veces… prefiero la de salida, pero debo regresar a casa y eso tampoco es demasiado factible, aunque como dicen por ahí…. peor es nada.
Salgo del salón sin ningún rumbo específico, saludando a todos más por cortesía que por gusto propio; me pierdo por los jardines del instituto a pesar de haber residido seis años de educación aquí nunca se me dio lo de "explorar", los únicos lugares que conozco son el baño, el salón de profesores, mi curso y el auditorio.
No es que todos los días fuesen así de aburridos, sólo que mi humor variaba bastante cuando me despertaba de mal humor. Lancé otro suspiro al aire y sacudí mi cabeza ,por un segundo tenía que olvidarme de mi misma.
Me dediqué a disfrutar de mi manzana y a patear piedritas por los diferentes escalones.
Entonces, me detuve para escuchar.
El sonido de una voz débil y unos ruidosos, aunque acompasados, tambores o bongoes. No le doy mucha importancia y decido seguir caminando, no es nada personal, pero no es nada que no haya escuchado ya.
De pronto, ya que al universo le encanta contradecirme, la voz suave empieza a adquirir un tono más fuerte y puedo escuchar al coro de infantes cantando acompasados, crean una armonía completa en minutos y es algo maravilloso en un momento imprevisto parecen guardar silencio manteniendo únicamente la música de fondo y de pronto la armonía y la belleza de las voces no es nada comparada con la de ahora, es único, es… mágico. Cada voz es delicada, cada nota esta rebosante de sentimiento, ellos se dejan llevar.
Son libres.
Lo irónico de todo es que ese es el tema de la canción.
De momento todo está en silencio nuevamente, guardo mi manzana y me dispongo a entrar en el pequeño salón. Aunque cuando entro todos se encuentran en plena salida, me escondo tras una viga, salgo cuando aparentemente no hay nadie.
¡Qué estúpida! Se suponía que entré para conocer a los dueños y dueñas de tan encantadoras voces… pero en su lugar, me escondí. .
Recorro el pequeño salón, que no es tan pequeño ya que tiene varias divisiones, en cada uno hay diferentes instrumentos de viento, de percusión, de cuerdas.
Mis ojos brillan cuando veo algo que brilla desde una esquina. Es magnífico, tan pequeño y delicado, el violín más hermoso que he visto.
Miro a mí alrededor, nunca toco si alguien me observa, es mi secreto. Es como una extensión simple y vulgar de mis sentidos, de mi alma, aunque me gustaría dejar de mentir.
De algún modo pienso que es la única parte "mágica" de mi vida, o al menos lo que queda de ella.
Por inercia lo tomo y trato de reproducir improvisadamente la melodía que hace pocos minutos escuché, arranco los sonidos del pequeño instrumento dejándome llevar, puedo escucharlo, de alguna manera puedo sentirlo.
Mi corazón.
Cierro mis ojos y parece que en cualquier momento me voy a desvanecer y el violín se adueñará de mi cuerpo.
Desaparecer.
Desparecer y dejar de mentir.
— ¿Quién eres? — Me volteo parcialmente, me ha encontrado y lo peor de todo me ha escuchado.
— Yo… eh… sólo... — ¡Rayos! justamente ahora el poco sentido común que poseía decidió abandonarme.
— ¿Quién eres? — Su voz grave me sobresalta de nuevo y me giro completamente, salgo de mi estupor y rápidamente entro en otro aún mayor, el asombro y la conmoción, me hacen levantar una ceja con curiosidad al no encontrarme con una máscara de carnaval.
Me relajo un poco y titubeo. Si fui "valiente" para tomar un instrumento que no pertenecía, también seré valiente para pedir disculpas.
Además, debo proteger a toda costa mi secreto, si es que ya no fue descubierto.
