Ceeles: ¡Oh yeah! Finalmente una nueva historia a publicar que me llena de emoción. Esta historia es creación conjunta mía y de Rainhard, la cual aporto la mayoría de las ideas. Aunque se encuentra penosa de decir algo, ¿No Rain? XD. Este proyecto trae a mi mucho cariño ya que la hago con mi gran amiga, así que espero sea del agrado de muchos. Advierto al que lee, que de esta historia no esperen ver algo parecido al NanoFate de las otras historias, es algo diferente, es una historia oscura. Muchas gracias a quién lea y comente, esperaremos ansiosas opiniones.

Disclaimer: Mahou Shoujo Lyrical Nanoha y sus personajes pertenecen a sus respectivos autores.


¿Cómo se puede describir lo que soy?

En la oscuridad y el silencio se escuchó un sonido creando eco. Suave y distante, como un roce.

No es que piense seguido en eso. No, de hecho es todo lo contrario, trato de no pensarlo pero a veces, solo un momento, viene a mí esa pregunta. Una palabra inexistente llega a mí, algo que no puede expresarse en ningún lenguaje que conozco todavía. Tal vez inhumano si lo pienso un poco más.

Algo inhumano.

El sonido creo eco nuevamente.

Algo indescriptible.

Diferente. No lo usaría, no creía que pudiera ser usado. Algunos podrían llamarlo demencia o tal vez un demonio. Algo que no sería pronunciado fácilmente por ninguna persona, nadie que conociera la definición de miedo en su opinión. No podría decir que le causara efecto, lo que alguien más pensaba, en absoluto, jamás le había importado lo que opinara alguien ajeno y a veces tampoco lo que llegará a sentir. Incontables veces buscaba alguna palabra, una expresión o tal vez una acción que le definiera.

No, en realidad no había nada que pudiera definirle. No se podía formular una frase concreta, ni una síntesis o siquiera una palabra. A veces las cosas no podían definirse, simplemente eran inexplicables a otras personas. Las cosas diferentes a lo acostumbrado normalmente eran así.

Una simple palabra tal vez.

Sí, una simple palabra podría acercarse a lo que era en cierta forma. ¿Lo que soy? No, tal vez simplemente abarcaba una parte profunda de su ser en ese sinsentido al que podía llamar vida. Sin sentido, sin razón, sin nada. Solo esa palabra.

¿Qué soy? Intentaré ya no preguntarlo. A veces un pensamiento es más dañino que una acción aunque no podría interesar menos.

Tal vez, sí, un poco menos cada día. Es algo efímero, otra cosa más, de muchas que lo son.

Locura.

Una simple palabra. No tan correcta, no tan cerca. Pero no había algo más que pudiera definir lo que soy.

Locura.

Si, era esa, solo tal vez.

BILANX

Capítulo primero.- Solo, tal vez.

Sus ojos se desviaron a la derecha atentos. El color azul violáceo brillo ante la luz del sol colándose por una ventana cercana, antes claro, de que desviara la mirada hacia algún otro rincón del cuarto. Se escuchó un crujido seguido de un grito y algún que otro desgarre de una tela al ser jalada. Sus manos tintinearon los dedos sobre la superficie de la mesa, impacientes. Bajo la cabeza y su cabello se agito hacia el frente brillando en un hermoso tono rojo cobrizo rayando en el pelirrojo, ocultando parcialmente su rostro. Respiro lentamente, más impaciente, más incómoda de sí misma y de su alrededor. Todo en aquel lugar estaba en desorden a su parecer.

La silla de madera se tambaleó un momento hacia atrás y regreso a su posición original con un crujido que no fue aceptado por ella, haciéndole formar una mueca en su rostro. Todo estaba mal. Su dedo índice paso por la superficie de madera observando al terminar el polvo en este. Frunció el ceño un momento; Algo que no soportaba era la suciedad, la odiaba tanto como el desorden. Soltó un tosco chasquido con su boca y sacudió sus dos manos bruscamente intentando quitarse la suciedad. Todo estaba sucio ahí. Observó sus manos molesta notando que eso no bastaría para quitar la suciedad. Otro grito profundo y angustioso llego a ella que, sumida en sus pensamientos, no fue capaz de prestarle la atención debida. Sus ojos volvieron a perderse en algún punto del suelo, húmedo, frío y rugoso, donde resonaba el movimiento de sus pies que movía ansiosos. Estaba perdiendo un tiempo que no correspondía perder ese día. Las eventualidades complicaban su trabajo y desajustaban toda su agenda. A ella eso le molestaba bastante.

Otro grito esta vez más aguerrido sonó y ella bostezo, aburrida. Ante aquellos sonidos y pedidos de ayuda cualquier persona común hubiese saltado y buscado a la persona, queriendo brindarle auxilio y calmar su dolor, pero no ella. Jamás, ni siquiera en su niñez había sentido empatía por el dolor ajeno; para ella eso era algo sin importancia, sin gusto y sin propósito. No ganaba nada por sentirla.

Con simpleza podía decir que no era algo de su interés.

Pero en realidad nada era de su interés. Solo pequeñas cosas podían interesarle.

Respiro lentamente, enfadándose ante el propio sonido que creaba su nariz por la acción. El silencio ya no era grato. No en ese lugar.

-Madame, finalmente ha hablado.

Sus ojos enfocaron al hombre que le dedicaba una pequeña reverencia mientras comunicaba lo que había estado esperando durante todos esos minutos. A pesar de eso su vista volvió a la mesa y habló con un tono suave y afilado. Engañoso.

-¿Quién limpia este lugar?

-¿Madame?

-¿Quién limpia este lugar?- repitió, molesta.

Todo volvió a quedar en silencio. El hombre con una expresión confundida y extraña continuó mirándole, mientras al paso de los segundos el color de su piel palidecía. Abrió sus labios y con una voz tambaleante respondió:

-Nadie Madame.

La mujer chasqueo los dientes y sus ojos rodaron, mostrando solo ira y quedaron fijos en los de él; aquella mirada no podría describirse a menos que fuera vista, cualquier persona que no estuviera acostumbrada sentiría el miedo a resultar lastimado. Aquella mirada no mostraba compasión.

-Entonces, ¿Para qué me sirves?

-Mis más sinceras disculpas Madame.

La pelirroja se colocó de pie arreglando su chaqueta negra y aliso su falda de un tono más claro, con fastidio. De la mesa tomó una boina del mismo color sacudiéndola con empeño y finalmente avanzo a la puerta donde giro a la derecha, avanzando por el pasillo, seguida de cerca por su trabajador.

-Cuando termine, quiero que queme este lugar. Que lo construyan de cero.

-Así será Madame.

Sus ojos enfocaron prontamente una puerta metálica al final del pasillo con solo una pequeña luz iluminando la chapa. Se detuvo frente a esta y el hombre abrió la puerta para que pasara y después cerró tras su espalda. Los gritos de agonía se escuchaban claramente en ese lugar, no solo de una persona, sino de varias. Solo un haz de luz llenaba aquella oscuridad donde el calor agobiante se sentía sin esfuerzo, a pesar de que afuera el clima continuaba bajando de temperatura por el principio de las nevadas. La luz entraba por un hueco en la pared recorriendo el lugar hasta finalmente topar con el rostro de un joven, tal vez aún menor de edad, encadenado a una pared y con una herida en uno de sus muslos que sangraba copiosamente. La mujer le ignoro, continuando su camino y llegando hacia otros dos de sus hombres vestidos con overoles y guantes blancos con los que impedían tener contacto con líquidos extraños. Estos sostenían entre ellos a un individuo de mediana edad que gritaba al tener los pies dentro de un líquido que quemaba la piel, casi como un ácido. No le sorprendía que hubiera hablado sometido a una tortura así, no cualquiera resistiría.

Calmada y sin un atisbo de piedad, la mujer miro a la persona un segundo, inclinándose un poco y observó el líquido impuesto en una tina con atención. El hombre torturado habló con voz temblorosa queriendo terminar con aquel infierno.

-Por favor, por favor ya dije lo que querían saber. Por favor déjeme libre.

-No, eso no pasará.

-¡Pero prometió hacerlo!

Los ojos azul violáceo le miraron y la dueña de estos hizo un movimiento de cabeza. Sus hombres sacaron los pies del individuo del líquido y lo dejaron sobre el suelo, sin cuidado. La mujer escucho el sollozo del hombre fastidiada.

-Fue una grata sorpresa que vinieran a mí, esperaba que fuera en unas semanas pero he contado con suerte ya no tuve que buscarlos. Sabía que intentarían asesinarme antes de la inauguración de la nueva fábrica. Ahora, dime lo que has dicho hace un momento.

El hombre asistió entre gemidos de dolor comenzó a dar la información, buscando evitar otra tortura.

-Nuestro líder guiará a varios hombres de la rebelión a dos laboratorios esta noche buscando liberar a los Vanir usados como experimentos y destruir las instalaciones, junto a las armas experimentales para después dar otro golpe de estado intentando destruir el ministerio central.

-¿Cuántos son?- pregunto cortante-¿Cómo se llama tu líder?

-Tal vez treinta no me informaron. Nuestro líder se hace llamar David.

Pronto el sonido de los gritos fue lo único que volvió a escucharse mientras la mujer meditaba las cosas, tendría que pensar rápidamente como proteger sus laboratorios o podrían afectar la empresa. Chasqueó los dientes molesta recordando todo lo que ocurría últimamente en la ciudad. Los rebeldes, encabezados por Æsir- personas con dones elementales-, unían fuerzas con los Vanir-personas sin dones- buscando derrocar el gobierno actual. Ella no estaba interesada realmente en la política pero su familia al ser dueña de la empresa más poderosa de su país Corsega, se veía afectada por culpa de los rebeldes y además, ellos tenían trato con políticos y proveían armas a los militares por lo que habían sido blancos de ataques esos últimos meses de rebeldes. Mucho antes, habían sufrido ataques por cuestiones un poco más "humanas"; por gente que buscaba proteger a los Vanir, intentando unir a la gente para demostrar que eran iguales a ellos, los Æsir. Podría reír de nuevo si escuchaba los discursos que buscaban liberar a esas personas aunque en realidad, como la política, las cuestiones éticas no eran de su agrado. Quién había nacido débil, solo debía aceptar su destino y si trataba de cambiarlo debería ser lo suficientemente fuerte para no ser derrotado. No sentía lastima por ellos, ni asombro, solo molestia. Molestia ante los problemas que le causaban. Pero no debía dejar de admitir que agradecía un poco aquello. Podía hacer lo que en realidad le gustaba de su trabajo. Como ahora.

-Katl, dame el arma de este traidor- exclamó.

Uno de los hombres corrió rápidamente atravesando el lugar y tomo de una mesa sucia una arma color bronce para cumplir lo pedido. Regresó hacia la mujer y con ambas manos entrego el arma. La mujer la tomo en sus manos, analizándola. La tecnología de los Vanir y los rebeldes todavía era muy pobre en cuestión a la suya. No tenía idea de donde la conseguían pero sin duda alguna, no era de sus empresas. Ese tipo de arma había dejado de fabricarla hace dos años. Su mirada quedo fija en la marca y número de serie del lado izquierdo y entonces maldijo. A pesar de todo esa arma contenía el logo de la compañía familiar de los Dahlgrün, y eso era una mala noticia. Sus mayores socios de negocios parecían tener problemas con pérdida de mercancía. Tendría que hablar con su padre.

-¿Dónde las consiguieron?- pregunto.

-No lo sé, en verdad no lo sé- el hombre sollozo-. Por favor créame.

-Te creo- afirmó la mujer y elevó el arma a la altura de su cabeza-¿Así que con esta arma, te ordenaron matarme?

-¡Por favor! ¡Ya le dije lo que sabía!- suplicó-. Por favor no me mate. ¡Lo prometió!

La mujer sonrió. Sin duda ni remordimiento disparo el arma. Una, dos, seis veces seguidas a la cabeza, creando un charco de sangre que salpico todo incluso a los hombres que se mantenían en posición de firmes a una distancia prudente. Con cada disparo el lugar se iluminaba mostrando el terror y el horror de su víctima antes de morir, antes de que su cabeza se deformara con cada nuevo agujero creado por el arma. Sus ropas y rostro fueron salpicadas de sangre de aquel hombre que ahora ya no podría hablar. La respiración de la pelirroja se encontraba agitada así que simplemente tomo largamente aire y lo dejo salir, cerrando los ojos y moviendo su cabeza de arriba abajo, como alguien que dejaba a un lado el estrés de ese día. Así era para ella, una liberación.

-Maldita seas tú Nanoha y toda la familia Takamachi.

La nombrada se giró a ver al hombre que había ignorado al entrar al cuarto y su sonrisa volvió a aparecer, manchada por la sangre. Camino con la misma tranquilidad que había mantenido hacia él y le apunto con el arma en la cabeza, pero no disparo. Sus ojos quedaron fijos en el prisionero esperando. Nanoha espero a que volviera a hablar. La mirada que le dedicaba, de terror y odio, solo hicieron que riera. Aquella mirada era como todas las demás; así era como le veían todos antes de morir.

-¿Ya no dirás nada?- preguntó divertida-¿A dónde se fue tu valor de hace unos segundos?

El hombre frunció el ceño y después hablo sin dejar de mirarle, a pesar del miedo:

-Un día pagarás por toda la gente que has hecho sufrir, Nanoha Takamachi.

La sonrisa continuó en Nanoha quien solo rió, sin contestar. Eso ya lo sabía. Disparo de nuevo tres veces, terminando con la vida de ese hombre y dejo caer el arma que humeaba al suelo. Su rostro empapado de sangre giro hacia uno de sus hombres y hablo tranquila, como una persona normal, a pesar de que no lo era.

-Katl, mata a todos los demás, ya no los necesitamos- luego mientras se quitaba su chaqueta, continuó-. Tráeme ropa limpia y como le dije a Kurt, quemen este lugar. Necesito construirlo de nuevo.

-Como ordene Madame.

Nanoha se dirigió a la salida del lugar tranquila y camino por el pasillo mientras limpiaba la sangre de sus manos y rostro, sin cuidado. Su madre se molestaría si volvía a llegar a cenar con la sangre en su cuerpo, así que debía limpiarse. Kurt abrió la puerta de aquella guarida y salieron. El crujido de la puerta metálica hizo a la pelirroja rodar los ojos con fastidio y detuvo sus pasos. Bajo la mirada a sus pies, notando que sus botas también se encontraban manchadas. Elevó la cabeza al ver un copo de nieve descender y nuevamente camino en silencio. Pronto llegó hasta un vehículo donde el logo de su empresa Valhalla se observaba reluciente, de un tono dorado. Chasqueo con su boca cuando la puerta fue abierta por Kurt sabiendo que al manchar el asiento tendría que mandar a quemar también el transporte. Una molestia más ese día. Entro al vehículo deslizándose lentamente y acomodo su falda mientras que su guardia se despedía con una reverencia y cerraba la puerta. La pelirroja ordeno al chofer avanzar alejándose rápidamente del lugar. Aquella noche tendría tal vez un poco más de diversión y por ello debía prepararse.

Su sonrisa volvió a su rostro un momento antes de que volviera a soltar un chasquido con su boca. Ahora recordaba que tendría que asistir a la cena de inauguración de un nuevo teatro. Como odiaba eso a pesar de que tenía que hacerlo por su empresa.


El comedor se encontraba adornado por pilares blancos y algunas estatuas de mármol que mostraban a grandes pensadores del pasado. Iluminado por candelabros y algunas velas sobre la mesa de cristal hacían cálido el ambiente pero no cómodo. Los platillos gourmet adornaban la mesa mientras que varios invitados hablaban alegres entre ellos felicitando por el excelente servicio a la dueña de la casa. La mansión Testarossa se encontraba celebrando ese día la inauguración del nuevo teatro que habían patrocinado esperado por los políticos y las familias poderosas que disfrutaban un buen espectáculo. Precia Testarossa ofrecía su mansión de grandes ventanales, pisos de mármol y relucientes pinturas para eventos del alto mundo Æsir. Los Testarossa eran la familia más respetada de todas con una gran influencia social y política, quienes siempre participaban en cualquier hecho que contribuyera a la burguesía. La mujer de cabello y ojos color lila reía ante los comentarios de su vieja amiga Lindy Harlaown, que contaba otro chisme ameno con la atención de todos los presentes que reían y preguntaban por historias que traía del extranjero como la mejor comerciante del país. Todo parecía ser una utopía perfecta en ese lugar sin que nada pudiera perturbarlo. Para casi todos eso era una vida de plenitud y sin preocupaciones, con excepción de una joven solitaria que comía en silencio a un lado de Precia. Su hija Fate Testarossa.

La joven de cabellos rubios mantenía una mirada ausente mientras comía tediosamente el asado de su plato, ignorando la conversación. Los ojos borgoña viajaron un momento hacia su madre que volvía a reír con alegría por otro de sus invitados, muchos de los cuales, Fate prefería no conocer en lo posible. Odiaba aquella utopía en la que creían vivir sin preocuparse por nadie más, sin importarles nada. Un mundo con apariencias y de ética rigurosa que le asfixiaba. Aun así sonreía ante cada mención de su nombre o cuando captaba la mirada de algún curioso sobre ella. Por más que intentaba evitar aquel tipo de reuniones su madre le obligaba a asistir a pesar de que ella intentaba perderla al asistir a las competencias de combates donde había ganado más de unas cuantas medallas. A la edad de veinte años ya era reconocida como la mejor competidora. Lo había hecho para poder salir de ese ambiente que odiaba aunque el hecho había sido contraproducente para su deseo. En realidad eso le había hecho entrar mucho más al mundo del que buscaba alejarse y que al parecer, jamás podría dejar atrás. La rubia comenzaba a resignarse al hecho de que viviría así, en ese mundo tan vació sin poder hacer algo, donde su madre le haría casarse con algún otro rico como Chrono Harlaown. Donde viviría el resto de su vida como una mujer que no tendría nada mejor que hacer que hablar de modas, negocios y política.

Era un futuro desalentador sin duda.

Fate era diferente, siempre lo había sido, nacido con una curiosidad ávida que le incurría a descubrir nuevas cosas todo el tiempo a conocer personas y a desear vivir de diferente manera. Desde su niñez odiaba las etiquetas, las órdenes que recibía y el tener que fingir ser como todos los demás quienes no le entendían. Aunque en realidad no creía que alguien pudiera entenderle; ella era diferente a ellos. No era alguien común que deseara una familia, un hogar o prestigio. No deseaba nada que el mundo material u otras personas pudieran darle, buscaba algo más profundo que no sabría describir todavía.

Deseaba ser ella misma sin tener que fingir una sonrisa a todo momento y agradecer comentarios de mentes empobrecidas con soberbia, mientras reía y les dedicaba un cumplido. Su mundo aburrido le había llevado a ella misma a un lugar del que tal vez ya no sería capaz de huir. Donde no había nada diferente a una fiesta cada noche, estudios y conocer gente de poder. Cerró los ojos un momento y se perdió en sus recuerdos de algún día de verano disfrutando de la arena y el mar en sus pies. Abrió los ojos al escuchar su nombre y sonrió, mirando hacia uno de los invitados.

-Fate es cada día más hermosa Precia- exclamó Shiro Takamachi-. Seguramente ya tiene varias propuestas por parte de algunos afortunados.

El hombre de ojos y cabellos castaños le sonrió con coquetería, haciendo que Fate sonriera de una forma más forzada. Que horrible futuro sin duda. Su madre paso su brazo por su cabello dorado y le sonrió con orgullo.

-Ahhhh, Shiro claro que sí, pero mi hija se ha negado hasta el momento-contesto su madre, risueña-¿No es así Fate?

La joven asistió una vez con la cabeza y dejando con delicadeza su tenedor contestó, intentando sonar más a su madre:

-Por ahora no me siento lista señor Takamachi- pronunció con suavidad-. Mis prioridades están en los deberes familiares. Además, el tiempo de los estudios hace que mi rutina ocupe casi todo mi día.

-Es una lástima, espero pronto cambies de parecer-aclaró Shiro.

Fate sonrió. Los Takamachi, que familia tan inquietante llegaban a ser. Siendo el apellido con mayor poder como empresa creadores de armas y tecnología innovadora contaban con el agrado de todo el mundo de la clase social alta, tanto que a pesar de no ser los gobernantes fácilmente podían influenciar cualquier decisión política por más caprichosa que fuera. Como el hecho de usar humanos para experimentos en son de tener una vida segura y lujosa. Para ellos toda la gente sin magia tenía una vida menos insignificante que la de un insecto, usándolos para lo que deseaban sin importar si eso era cruel o inhumano. Ninguno de ellos sentía empatía por ellos, solo les veían como otra cosa más que podían usar. De alguna forma, Fate llegaba a sentirse como los Vanir, carente de importancia. Por esa razón siempre había buscado ser de ayuda para ellos aunque fuera de manera clandestina. Intentaba ayudar a liberarles aunque fuese un acto egoísta con el que buscaba liberarse a sí misma.

La reunión continuó con las pláticas y los chismes, con algunos juegos de azar que les divertían bastante a los hombres. El humo del tabaco llenaba el ambiente y las copas se alzaban una y otra vez, pidiendo más vino. Fate apenas terminaba su postre de frutas cuando la puerta se abrió dando paso a una mujer que la rubia reconoció enseguida. Nanoha Takamachi, hija menor del matrimonio Takamachi pasó saludando a unas cuantas personas hasta llegar junto a sus padres, quienes le abrazaron y saludaron de beso, alegres de verla. Justo cuando los ojos de la pelirroja giraron hacia donde se encontraba Fate la joven giro la mirada hacia Chrono, intentando no verla. Prefería ignorar la mirada de esa persona ya que particularmente no era de su agrado y le perturbaba en ciertas ocasiones, cuando la mujer parecía pensar en cosas desagradables. Ayudaba mucho el hecho de que la mujer nunca parecía prestar atención en ella, algo que apreciaba enormemente. Tanto Nanoha como el general Gaiz ahora sentado a su derecha siempre se encargaban de la persecución de los rebeldes, por lo que Fate podía correr peligro si llegaban a reconocerla en alguno de esos combates en los que prestaba su ayuda.

Atenta escucho la conversación que mantenía con el general y algunas otras personas, incluyendo a su madre.

-Oh Nanoha, debe ser horrible que tengas que lidiar con esa escoria de personas- argumentó Precia, colocando una mano en su pecho.

Fate rodó los ojos.

-En realidad me alegra poder ayudar a nuestra sociedad- habló Nanoha-. No es ningún problema para mí.

La joven entrecerró los ojos, ignorando una pregunta de Chrono y notó fastidiada que su madre abrazaba a esa mujer. Nanoha tenía el don de la palabra sin duda, su madre pensaba que era una persona llena de encantos y responsable. Nunca notaba aquella mirada, esa que siempre notaba Fate al mirarle escondidas.

-¿Qué tanto descubriste?-pregunto entretenido Gaiz.

-Los rebeldes planean un atentado contra dos nuestros laboratorios al norte de la ciudad, aunque ya he tomado las medidas necesarias.

El general, un hombre regordete y de barba rió, tomando la mano de la pelirroja y pidiéndole una copa que Nanoha negó agradecida. Miro a su madre y esta movió la cabeza hacia un lado, diciéndole en silencio algo fuera de la comprensión de Fate. El parecido de ambas mujeres era increíble a pesar de la diferencia de edad. Sus ojos borgoñas miraron las manos de la hija y alzó la ceja. Aun cuando sus manos se encontraran impecables la mujer las revisaba con ahínco, frotando sus dedos como si buscara alejar alguna basura. Sin duda era extraña pero dejo de mirarla, pensando lo dicho rápidamente. Tragó pesado sintiendo un peso en su cuerpo al comprender lo que sucedía. A pesar de eso su apariencia y expresión en su rostro continuaron normales y la máscara sonriente continuó en su lugar. Maldijo internamente mientas miraba su vestido negro. Se había filtrado información del plan que llevarían a cabo esa noche y ahora todo se venía abajo. Necesitaba alertar a David antes de que fuera tarde. Las risas de su madre atrajeron su atención y alzo la mirada girándola a un lado cuando los ojos azul violáceo de Nanoha chocaron con los suyos. Esperaba que su rostro no hubiera mostrado su incomodidad. Resignada tuvo que reír cuando Chrono, el chico de ojos y cabello azul contó un chiste e intento dejar pasar el tiempo hasta que su madre le permitiera retirarse a dormir. Solo esperaba que pudiera dar el aviso a tiempo. Aliviada pensó que por lo menos a su vista tenía a la hija de los Takamachi, ya que con ella presento nada sucedería aun.


Tres horas después Fate se alistaba rápidamente en su habitación. Había tirado el vestido al suelo y con rapidez se colocaba unos pantalones y sus botas negras, al tiempo que entre sus cajones buscaba su comunicador. Paso una camisa por su cabeza y del closet sacó una de su chaqueta, sin peinarse el cabello. Cuando estuvo lista cruzo su larga habitación y se agacho bajo su cama, tomando una caja y sacándola. Suspiro un momento y la abrió con cuidado, sacando el contenido. Sus ojos borgoña miraron a detalle el antifaz que ella misma había hecho hace tiempo. De hermosos colores cálidos, naranjas y marrones, se diseñaba la forma de las orejas de un zorro y su pelaje. Le gustaba ese antifaz mucho más de lo que podía decir, ya que de alguna forma sentía que era una parte suya. La parte que ocultaba un poco más. Con cuidado la guardo en uno de sus bolsillos y finalmente camino a su ventana, abriéndola en silencio y abandono el lugar. Se escabullo por el jardín, eludiendo a los guardias y continúo hasta la barda de piedra que rodeaba el terreno. Salir a escondidas de su casa nunca había sido un problema. Por su entrenamiento Fate era buena escalando y siendo rápida. Fuera de su casa corrió por las calles sin ser vista, colocándose su capucha para ocultar su cabello y sus ojos, así, no llamando la atención de nadie. Esquivo fácilmente a dos militares que hacían su ronda en los callejones oscuros y en menos de media hora ya había llegado al centro de la ciudad, donde se desvió a los barrios bajos. Alzó una carrera cuando avisto a lo lejos el letrero de un bar conocido y entro. Sin saludar a los dueños llego a las escaleras del personal y bajo al sótano, abriendo la puerta de madera y entro, soltando un suspiro.

La guarida de los rebeldes no era demasiado grande, pero contaba con los suministros suficientes para pelear. Entre el alboroto de la preparación de las armas y demás, ninguno noto su presencia. Busco rápidamente a David sabiendo que lo primero era comunicarle las malas noticias. En menos de cinco minutos sus ojos lo localizaron y sonrió, corriendo hacia el joven. Cinco jóvenes se encontraban a su alrededor, hablando sobre los planos y como harían para destruir los laboratorios rápidamente, antes de que los militares pudieran llegar por ellos. Los laboratorios de la familia Takamachi contaba con mucha seguridad según su informante. La rubia camino hacia el joven de cabellos oscuros y tomo su mano, llamando su atención. David le miro son una sonrisa y la abrazo con fuerza, tomándola por su cintura y besando rápidamente sus labios. Fate devolvió el abrazo, pero no el beso y se apartó de él un momento, intentando hablar.

-David- exclamó- Detén la operación, no tiene caso.

Toda la gente cercana guardo silencio, mirándole. El joven fijo sus ojos en ella, extrañado por la petición.

-¿Por qué lo dices, Alicia?

Fate suspiró con desánimo y comenzó a contarle lo ocurrido, de una forma en la que no rebelara su verdadero origen ni nombre. Inventando hechos. Nunca había deseado mentirles, pero los rebeldes odiaban a la clase alta y jamás le hubieran dejado participar. Entrando en el juego de las batallas y la lucha por la liberación Fate se había unido a los rebeldes, bajo el nombre de Alicia, un seudónimo que le protegía de ambos lados, cuidando su reputación y su vida. Así podía ayudar sin correr riesgo alguno. Le alentaba contar con un pequeño escape de esa vida en la mansión. Había terminado uniéndose a los Æsir de pensamientos más liberales y con conocimientos filosóficos, donde hablaban de que el mundo no debía ser como lo imponía su madre ni sus gobernantes. Un mundo donde quedaba la esperanza de ser diferente, donde podía luchar en su búsqueda. Sin embargo, cada noche, temía ser descubierta. Su madre nunca aceptaría que ella se uniera a esas personas que defendían a los Vanir, ya que su estatus frente a otras familias se vería afectado. Para Precia Testarossa no había nada más importante que las apariencias ante ese mundo perfecto. El prestigio y el qué dirán era lo primero, así que, como su hija, no podía correr el riesgo de ser descubierta, por la salud mental de su madre. Y por el lado contrario su novio y sus compañeros intentarían usarle y aprovecharse de su posición para hacer un movimiento. Fate no podía arriesgarse a eso, a pesar de todo, no confiaba en ninguno de ellos. El odio que expresaban por la clase alta era suficiente para detener cualquier intento por confesar la verdad. A pesar de conocerlos ya hace algún tiempo.

-Los Takamachi ya han preparado una trampa contra nosotros- finalizó el relato-. No debemos arriesgarnos de una forma absurda.

-Pero Alicia- exclamó David, abrazándola por la cintura-. Nuestro plan no tiene fallas, podemos ganarles.

La rubia negó de nuevo y comenzó a discutir acaloradamente para convencerlos, sin resultados. Los rebeldes tenían gran confianza para poder resolver el problema que se presentara, confiando en sus habilidades. No serían capaces de perder mientras con ellos se encontrara David, aunque Fate difería. No quería que su novio tomara un riesgo tan alto, además de que por experiencia sabía que una persona con habilidades no podía cubrir el fallo de otras. Sin embargo cedió ante las exigencias de sus compañeros, tercos en su posición. Luego de hora y media que les llevó terminar los preparativos, se dirigieron a prisas hacia los laboratorios.

Cruzar la ciudad fue fácil, la vigilancia era rápida de evadir y a esas horas de la noche la mayoría de las personas ya se encontraban sumidas en un profundo sueño. La calle donde se encontraban los dos laboratorios del norte de la ciudad, se encontraban casi abandonadas, estando en una zona de fábricas las casas más cercanas se encontraban a medio kilómetro, por lo que prácticamente los guardias nocturnos y la gente que trabajaba de noche era la única que rondaba el lugar. Silenciosos como predadores los rebeldes avanzaron entre la oscuridad, escondiéndose en los edificios y cualquier esquina oculta a la vista. Fate, a un lado de David, saco del bolsillo su antifaz, colocándolo en su rostro, tal como ella, sus compañeros se colocaron en sus rostros antifaces y pasamontañas, protegiendo su identidad. Uno de ellos uso un arma larga y con puntería destruyo las cámaras que vigilaban la entrada al laboratorio.

Los nervios carcomían la mente de Fate, con el mal presentimiento en su pecho. Al saber que venían había esperado un gran número de guardias y sin embargo, no podía ver a nadie. Esperaron algunos segundos antes de entrar en acción. Y la rubia siguió a sus compañeros, esperando que de ser necesario podría huir sin mayores contratiempos del lugar.

Pasaron el pasillo principal, bloqueando los ataques de los guardias y dándoles una muerte rápida, mientras se adentraban en el lugar. Tres guardias más al final del pasillo invocaron elementos, buscando detenerlos, sin resultados. Fate hizo uso de su elemento, dejándolos rápidamente inconscientes sobre el suelo. Cuando entraron al recinto donde se practicaban los experimentos, algunos soltaron una maldición. Los Vanir –o lo que quedaba de ellos- se encontraban siendo torturados por maquinas extrañas que pasaban sobre ellos, una y otra vez. Fate corrió a su izquierda, pidiendo una herramienta para liberar a un hombre. La visión hizo que su novio alejara la mirada, a pesar de que la rubia lo miraba atentamente. Al parecer la nueva arma atacaba los órganos internos, causando hemorragias internas. Sus compañeros comenzaron a liberar a los demás, rápidamente y unos pocos permanecieron atentos a la entrada. Cuando la rubia termino su labor, solo entonces, comenzó a preguntarse qué sucedía. Suponía que los guardias del lugar ya deberían haber dado la alerta y que muchos se encontraban en camino. No debería ser tan sencillo salir de ahí cuando los Takamachi ya estaban advertidos de lo que sucedía. Giro su cabeza para hablar con David. No alcanzo a formular una palabra, porque en ese momento, finalmente, la emboscada comenzó.

Guardias salieron rápidamente de puertas y pasillos, donde habían permanecido sin ser detectados, esperando que todos los rebeldes se encontraran dentro. Comenzaron a atacar rápidamente, usando sus elementos y algunas armas, logrando acorralarlos. Habiendo caído en la trampa, Fate tuvo que esquivar varios ataques y arrojar su elemento, intentando dejar inconsciente a los guardias y buscar una salida, la cual no encontraba. Uno de los guardias la sujeto por detrás en un descuido. Con miedo, la rubia trato de pensar e hizo lo único que se le ocurrió: arrojo su elemento a pesar de la poca distancia que los separaba. El relámpago salió despedido de su cuerpo hacia cuatro guardias, paralizándolos y tirándolos al suelo, inconscientes. Pronto el aroma a piel quemada llego a su nariz. Noto entonces que el guardia había usado su elemento, el fuego llego a su brazo derecho y tuvo que agitar la mano y golpearla para poder apagarlo, antes de que se chamuscara su piel. La manga quedo hecha jirones. Con un brinco intento tomar desprevenidos a dos guardias, golpeándolos en la cabeza y haciéndolos caer, ayudando a su pareja, los dos se unieron rápidamente para intentar salvar a sus compañeros, sin mucho éxito. Un guardia tras ella le sujeto con fuerza del cuello, y le zarandeó con violencia, intentando mantenerla quieta. Fate sintió que se asfixiaba. Al parecer aquellos guardias intentaban no matar a la mayoría-todavía-, o confiaban en que unos jóvenes no podían hacer demasiado. Se quedó quieta y sin ofrecer resistencia, confiando en que se calmara. David lanzó su fuego y aprovechando la distracción se soltó. Pero no fue lo bastante rápida, el guardia logro golpearle con una de las armas, ocasionándole una herida lacerante en las costillas. Cuando se apartó de él, se echó a correr para ayudar a otro compañero. Estaban atrapados. El laboratorio no tenía otra salida y no contaba con puertas abiertas, ni ventanas ni nada por donde se pudiera huir.

No paso mucho tiempo antes de que los pocos sobrevivientes se encontraran rodeados buscando protegerse entre ellos y alzando las manos en redición, sin ninguna otra opción. Con el aliento agitado Fate busco una solución. No fue capaz siquiera de pensar que decir. En el silencio y los ruidos de las armas ser cargadas, se escucharon los pasos provenir de un pasillo, lentamente. La joven sintió el sudor recorrer su frente, temiendo. No podía saber realmente quien vendría a su encuentro pero algo le decía que no podría ser bueno. Cruzando la puerta de fierro dos ojos azul violáceo les miraron. La presencia de Nanoha Takamachi llegó al lugar con el rostro neutro y los brazos cruzados.

El corazón de la rubia se detuvo un segundo al ver esa mirada que solo mostraba vacío, analizando a sus nuevos prisioneros.

-Entrar a propiedad privada sin permiso me da el derecho sobre sus vidas- habló tranquila-. Ahora, pueden decirme quien es ¿David?

Los jóvenes guardaron silencio, no deseando revelarlo. El corazón de Fate se agitó, sabiendo para que deseara encontrar a su novio. Como líder, David sería la primera en caer, casi por instinto se colocó con cuidado frente a él buscando esconderlo aunque fuese inútil.

-¿Alguien?- pregunto Nanoha.

Ante el silencio elevó una mano. Uno de los guardias apunto disparando a la cabeza de uno de los jóvenes y matándolo al instante. El ambiente cambio drásticamente con esto. Y para sorpresa de Fate y su novio todos se echaron al suelo asustados y pidiendo piedad, mientras algunos señalaban rápidamente a David, revelando la identidad de su líder. El rostro de Fate se contrajo sintiéndose traicionada. Aquellas personas que creía tenían un ideal, un valor le demostraban rápidamente cuan equivocada estaba en confiar en ellos. Cuan débiles eran sus corazones. Eran débiles, eran como todos, eran pequeños y cobardes. David miró con valor hacia Nanoha y mantuvo la cabeza en alto tomando la mano de Fate, quien le devolvió el agarre. La pelirroja camino hacia ellos, realmente tranquila, cuando de pronto su mano se alzó arrojando un látigo de agua hacia el joven de cabellos oscuros.

Sin tiempo de reacción Fate fue la que brinco para defenderlo. Usando su propio elemento para repeler el ataque. Los ojos de Nanoha se abrieron en sorpresa al no esperar ese movimiento. Los elementos chocaron y ambas fueron impulsadas al suelo por el estallido, aterrizando con dolor sobre el concreto duro. Rápidamente la mujer giro y se puso de pie en menos de dos segundos, a diferencia de Fate, que herida sostuvo sus costillas con una expresión de dolor. Los ojos azul violáceo le miraron, intuyendo algo extraño. Ningún rebelde podría contar con esa experiencia en batalla, a menos que hubiera recibido el entrenamiento de un militar. Con un movimiento de su mano los guardias fueron hacia los rebeldes tirándolos por la fuerza al suelo y sin piedad, cargaron sus armas y apuntaron, esperando la orden. Fate miró hacia ellos sin expresión y después se colocó de pie, intentando ir hacia David. Su novio se movió hacia Nanoha arrojándole fuego con movimientos rápidos que la mujer detuvo rápidamente con su agua. El joven llegó junto a ella buscando herirla, esquivando golpes y patadas pero al igual que él la pelirroja esquivo rápido y respondió los ataques. En un movimientos más ágil ella coloco un pie tras el uso, dejándolo fuera de balance y lo tiro al suelo cruzando sus brazos por su cuello y tomando su cabeza en sus manos, rompiéndole el cuello.

-¡No!

-¡Mátenlos!- ordeno Nanoha.

Fate corrió hacia ella gritando con furia y horror e intento atacarle con un relámpago, siendo detenida hábilmente por Nanoha, quien esquivo sus ataques usando sus manos para atraparla y retirar la capa de su cabeza, rebelando el cabello rubio y los ojos borgoñas con lágrimas. Luego, mientras la mujer le miraba furiosa, retiro su antifaz y miro directamente a sus ojos aquellos que le miraban directamente, con fiereza, con algo diferente a todo.

Nanoha se quedó inmóvil, mirándole fijamente, sin expresión. A pesar de la diversión que había sentido por matar a aquel líder ahora mismo ante esa mirada había quedado indefensa, intrigada. Era la primera vez que alguien le miraba de esa forma. Fate lucho un momento con ella, una y otra vez, escuchando los disparos que mataban a sus compañeros sin poder hacer nada. Invoco su elemento y lo uso con Nanoha, a pesar de que esta no hizo un intento de atacar. Su elemento traspaso su cuerpo pero la mujer no mostro dolor alguno. Por alguna extraña razón aun cuando le había lastimado, la pelirroja continuó deteniéndole con fuerza, mirándola. Fate no lo comprendió pero siguió mirando aquellos ojos y dejo de pelear inútilmente. Así permanecieron por un tiempo indefinido a pesar de que el silencio ya reinaba el lugar.

-Tu- habló finalmente Nanoha- eres la hija de Precia Testarossa.

Y Fate abrió los ojos, asombrada de que le recordara y temió lo peor. Su madre lo sabría, había fallado.

-Nanoha Takamachi, malnacida- exclamó-. ¿Por qué lo mataste?

Fate movió su rostro para observar el cadáver de David, con pena. La mujer tomo su rostro con una mano apretándolo para analizarle, sin ser consciente de los ojos sobre de ellas dos. Quería que Fate continuara viéndola, deseaba que siguiera viéndole de esa manera, que de alguna forma le hacía sentirse algo más…normal. Así que le obligo a mirarle de nuevo.

-¿Qué pasaría si le cuento a tu madre sobre esto Fate Testarossa?- preguntó algo ausente.

Fate cerró los ojos con fuerza con la realidad llegando a su mente. No tenía opción, no podía hacer nada. Había perdido ya todo. Sintió el agarre apretarse en su rostro y volvió a abrir los ojos, furiosa. No quería, no quería que pasara eso.

-No lo hagas, por favor, prometo hacer lo que sea.

Nanoha sonrió mordaz. A pesar de lo dicho su tono no era de súplica, no era de arrepentimiento. No mostraba ningún sentimiento de debilidad. Mostraba lucha, enojo. Algo en su interior ardió. No sabía qué, pero lo deseaba, deseaba lo que tuviera esa joven para ella.

-Si deseas que tu madre no sepa de esto y seguir viva- Su mano acerco sus rostros-. Tendrás que trabajar para mí, Fate.

La joven mordió sus labios, atrapada. Tenía que decir que si a menos que estuviera preparada para enfrentar las consecuencias de sus acciones. Y no lo estaba. Respiro profundamente con su mirada fija todavía en Nanoha y agitada permaneció en silencio, con las lágrimas rodando silenciosas, recordando todo lo que acaba de perder. Junto con la poca libertad que le quedaba. Ya no podía hacer nada, estaba atrapada. Ahora, su vida estaría en manos de esa mujer.

-Lo prometo, Nanoha. Trabajaré para ti.

Nanoha sonrió mostrando sus dientes, sus ojos le miraron con más intensidad. Fate tragó saliva y sintió su cuerpo temblar, mas no por miedo, un odio intenso comenzaba a surgir en ella. Extraño y diferente a cualquier odio que hubiera sentido, algo nuevo que inundaba su ser. Algo que la hacía sentirse viva.

Extrañamente ella.