Disclaimer: Todos los personajes cannon son de la maravillosa J.K. Rowling, hasta ahora los únicos personajes de mi autoría son: Lander y Cassiopeia, que pertenecen a una historia original y p r o p i a que nada tienen que ver con el mágico mundo de Harry Potter. Sin embargo, los he puesto como padres de Astoria y Daphne Greengrass, que si mal no recuerdo, la información de sus padres aún no está completa y ni siquiera se tiene información de sus nombres. ~Es un DracoXAstoria y sin más que decir, sólo un amable ¡Disfruten! y me retiro.

Definitivamente, Draco odia el color esmeralda, y no precisamente por Harry Potter...

El último día de diciembre había llegado y desde antes que el alba se presentara, él se encontraba sumido en varios pergaminos con etiquetas de "Alerta", "Quejas", "Gringotts espera su reembolso", "Resultados de los EXTASIS", entre otros. Su padre estaba cumpliendo su sentencia en Azkaban, así que era el único que podía responder a todo el trabajo que Lucius había dejado perfectamente organizado, el hombre se dedicó a poner hechizos sobre los pergaminos, y al estar a punto de vencerse se pintaba la palabra Alerta con tinta roja. Draco sabía perfectamente como manejar el capital de la familia, pues a la edad de trece años, su padre le enseñó a financiar y varias claves más para que al salir de Hogwarts, le aceptaran en el Ministerio con un buen puesto y un sueldo que fuese de acuerdo a la estirpe de los Malfoy.

Draco estaba seguro de que Lucius ya se temía terminar en Azkaban, así que unos meses antes de que éste entrara a Hogwarts para cursar su último año, se había vuelto loco tratando de dejar todo listo, y así lo hizo. A los ojos de su hijo, Lucius no era un mal hombre, había velado por la seguridad del mismo y la de su madre. Aunque éste fue duro y glacial en la infancia del rubio, Draco se forjó un carácter fuerte pero con algunos prejuicios que jamás podría entender… O al menos, eso creía.

Se frotó la cien mirando perdidamente al último pergamino por revisar. No quería que éstos se acabaran, había trabajado duramente por meses… Pero tenía miedo de volver a recordar la batalla de Hogwarts, el juicio y sobre todo a Potter… No le odiaba, de hecho le agradecía profundamente por haber recalcado hasta el cansancio que Narcissa, por más extraño que sonase, le había salvado la vida. Sin embargo, eso nada tuvo que ver con Lucius. Cuando el rubio mayor declaró que estaba bajo amenaza, el ministro y algunos delegados se conmovieron al verlo tan ido, sin ningún rastro aparente del que hubiera sido, Lucius Malfoy, por eso mismo le dieron sentencia de doce años y no los cincuenta que debía de pagar originalmente… Y desafortunadamente, también se debió a que el cara rajada había salido a la defensa de Lucius, mientras Draco le mostraba una sonrisa cordial y respetuosa al ojiverde.

Dejó de lamentarse y sin hacer caso alguno a otra cosa que no fuera el impulso de salir a tomar aire a los jardines, se levantó huyendo de la gran oficina.

Al ver los rosales acercarse, escuchó claramente la melodiosa voz de Narcissa, tarareando alguna canción que desconocía. Abrió la puerta del cuarto de su madre y la vio animadamente sentada sobre el tocador de madera color blanco.

Se miraba al espejo y sonreía mientras polveaba su puntiaguda nariz. Draco sonrió ampliamente al verla sonreír después de tantos meses… Su madre estaba radiante, así que por ningún motivo dejaría que la felicidad de ésta se diluyera como agua.

-¡Draco!-Gritó Narcissa sin que la sonrisilla se le borrara del rostro.

-¿Qué ha pasado, madre?-Dijo hablando pausadamente y mostrándole también una amplia sonrisa.

-Hace dos semanas, los Greengrass nos invitaron a pasar las festividades con ellos. Sin embargo, venía Druella de Madrid y no podríamos dejarle en casa, querido. Pero hoy, recibí una carta de Cassiopeia. –Volvió a polvearse la nariz- ¡Nos han invitado a pasar año nuevo con ellos!-Dijo con intenciones de romperse a llorar.

-Mamá…-Logró articular Draco.

-En fin, hubo un pequeño altercado en la mansión Greengrass. Así que les invité a venir acá, Draco. Han dicho que estarían a las siete.-Contestó volviéndose hacia su hijo.

Al ver la sonrisa que se dibujaba en Narcissa, Draco le mostró otra.

-¡V-vaya, pues qué bien!… ¿Mamá?-Draco.

-¿Si?-Dijo de nuevo viéndole por el espejo.

-No habrás hablado con Lander y Cassiopeia sobre matrimonio, ¿verdad?-Preguntó dudoso.

Narcissa dejó de alaciarse un rizo rebelde que salía de las horquillas y miró con reprenda a su hijo.

-Lo siento… Daphne no es un buen partido madre, lo sabes. Suspendió los EXTASIS… Es muy cotilla y, sólo abre la boca para decir cosas hirientes o recordarme toda la colección de otoño…-Decía Draco.

-Lo sé, querido.-Dijo Narcissa callándolo con una de sus clásicas sonrisas.

-Oh no…-Masculló Draco.

-¿Decías?-Narcissa.

-Nada, nada…-Contestó sonriendo al fin.

Draco alzó la mano en forma de despedida y salió con ausencia de aire en sus pulmones, ese típico gesto de Narcissa no significaba nada bueno para él, ni mucho menos, nada prudente... Su madre se traía algo entre manos, y conociéndole no desistiría hasta no lograrlo. Corrió hacia los jardines, al adentrarse y penetrar varios rosales observó que su árbol favorito estaba cerca. Sin pensárselo dos veces, se tiró en el y comenzó a respirar tan profundo que se mareó, y sin saber si se había desmayado o había sido presa del sueño, cerró los ojos.

¿J-joven amo?-Decía una elfina moviendo el fornido cuerpo del rubio con una vil rama.

Ésta seguía moviéndole, pero al ver que no se despertaba, sus ganas de tocarle se hicieron presentes… Pero después se esfumaron al ver la regañina que le pondrían si hubiese osado tocarle.

-¡Joven amo! ¡Amo! ¡Amo!-Decía dándole golpecillos en la cabeza con la vara.

Draco estaba soñando con la batalla de Hogwarts, su madre corría, él estaba detrás suyo y su padre les cuidaba las espaldas mientras lanzaba maleficios a los mismos mortífagos. De pronto sintió algo en la cabeza, un pequeño golpeteo que hacía click cada vez que le tocaba. También oyó la voz de Tippy, su elfina personal, abrió los ojos pesadamente sintiendo el olor del pasto más el penetrante dolor en su cuello que había proporcionado el agraciado árbol.

-¡Joven amo!-Volvió a gritar desesperada, estaba al borde de las lágrimas.

-¡Aaagh!-Gruñó Draco centímetros más abajo.

Al verlo despertar, la elfina quiso abrasarle pero se detuvo. Se limpió dos lágrimas que salían de sus grandes orbes miel y le sonrió fielmente.

Draco la observó y sin saber porqué, el estómago le dio un vuelco. Tippy estaba preocupado por el, y estaba llorando… Le palmeó un par de veces el hombro, reconfortándola mientras la elfina no sabía si sonreír o salir corriendo antes de que Narcissa le lanzara una maldición.

-J-joven… Su madre ha estado esperándole durante media hora, los Greengrass vendrán a las siete y pasan de las seis con treinta…-Dijo casi en un susurro.

-Bien Tippy, buena chica. Iré a cambiarme.-Dijo levantándose del todo para salir de los rosales y encaminarse a su habitación sin tener que responder preguntas.

Abrió la puerta del cuarto; se quitó el saco, después la camisa que había desabrochado al dar media vuelta arriba y puso las prendas en la enorme cama verde con estructuras metálicas de plata en forma de serpiente. Los finos zapatos negros que llevaba quedaron esparcidos por la alfombra de un tono grisáceo muy claro y cerró la puerta de baño tras de sí.

Al instante se escuchó el escudriñado splash de la regadera y salió cinco minutos más tarde. Secó rápidamente sus cabellos rubios mientras se ponía un traje de gala con botones de oro y encima su capa de gala. Se cepilló insistentemente como a él le gustaba y tras varios suspiros que le llevaron a decir palabas altisonantes, salió de la habitación.

Ya debía ser un poco tarde, pero los Greengrass jamás llegaban tarde a algún evento, así que eso le tranquilizo la conciencia. Bajó de dos en dos las anchas escaleras color negro, al llegar al final de éstas casi se aporreó contra la puerta, sonriendo inconscientemente la abrió. Había escuchado el sonido rimbombante de los tacones de la rubia Daphne.

Se sorprendió cuando escuchó los gráciles pasos de su madre tras de sí, y se limitó a sonreírles a los Greengrass, les agradecía internamente por haber venido, si juzgarlos, sin criticarlos… Últimamente, había estado agradeciendo demasiado.

Lander mucho más alto y fornido que Draco se adentró a la mansión parándose en el marco saludando confianzudamente al rubio, que terminó sonriendo ante la falta de rigidez que se acostumbraba entre los sangre pura.

-¡Aún más guapo todavía, chaval!-Dijo Lander emocionado.

En el rostro del joven se dibujó una sonrisa de lado, claramente complacido ante el comentario del magnate.

El hombre dejó pasar primero a su hija Daphne y después a su esposa Cassiopeia, que se encontraba acariciando la mejilla sonrojada de Draco mientras veía a Daphne, que se encontraba hablando con Narcissa sobre endemoniadas pinturas rupestres. A decir verdad, el rubio estaba impresionado, no sabía que Greengrass supiera siquiera el significado de lo que estaba parloteando. Tocó el turno de saludarla, aunque claramente ésta le había ignorado al entrar, Draco sólo le besó cándidamente la mano derecha mientras ella se estremecía y le echaba miradas coquetas.

-¿Dónde está la pequeña Astoria?-Habló Narcissa por primera vez, pasándolos a la estancia que se encontraba al otro extremo.

-Ya la conoces, Cissy… Deja todo a último minuto…-Dijo sin hacer esfuerzo alguno por evidenciar a su hija.

-Oh, tonterías. ¡Es un encanto!

Draco, que estaba aún entrando giró los ojos al darles la espalda y dirigirse a recorrer la cortina para adentrar al aire que empezaba a jugarle malas pasadas ante los comentarios de la mujer. Sabía por Daphne, que Cassiopeia era más firme con Astoria, pero jamás tuvo oportunidad de planteárselo, caminó hasta su madre que les ofrecía tomar asiento a los Greengrass.

Narcissa tomó el brazo izquierdo del rubio, mientras éste sentía escalofríos al sentir su marca vilmente acorralada. Tragó saliva y se dejó sentar por su madre, que le imitaba sutilmente.

-¿Algo de beber, antes de la cena?-Habló suavemente Narcissa.

-Quisiera un whiskey de fuego, querida.-Contestó Lander.

-Daphne y yo, jugos de calabaza con algo de apio, si no es mucha molestia.-Cassiopeia.

El slytherin vio como Daphne soltaba un bufido, que bien podía confundirse con un suspiro.

-Claro que no, Morfin se los hará de inmediato, trae algo para mi madre y un poco de jugo para mi también.-Dijo Draco haciendo un ademan al elfo que usaba un traje negro, casi de gala.

El elfo hizo una respetuosa reverencia y se adentró al bar chasqueando los dedos.

Narcissa pareció notar la actitud de Daphne, y en cuanto llegaron las bebidas le pidió a Draco llevar a la pomposa rubia a dar una vuelta por la casa, cuando estuviese la cena se lo harían saber.

Con bebidas en mano, los slytherins se encontraban vagando por la casa sumidos en un silencio sepulcral, que fue roto por Draco.

-Aquí es la biblioteca, ¿recuerdas? Solíamos venir a los nueve años.-Dijo sereno.

-Draco, tus intentos por conquistarme no funcionarán… Siento decirte que tengo algo con un Weasley… Su nombre es Percy. ¿No me delatarás por celos, o si?-Le contestó coqueta.

-Oh… Pues deseo profundamente que se diviertan al máximo, tú y el Weasley…-Draco.

-¿Celoso?-Daphne.

-En lo absoluto, Greengrass. Es más, el intento entre mi madre y la tuya, de casarnos… No funcionará mientras tenga de la mano a mis cinco sentidos.-Draco.

-¡Serás capullo!-Daphne.

-Si no te importa, preferiría que…-Intentó Draco.

-Iré arriba, no soporto estar contigo.-Daphne.

Y así lo hizo, giró a la izquierda, minutos después se oyeron los tacones resonar contra el suelo. Iba echando lumbre…

Draco salió a los jardines por el ala oeste, haciendo un ligero ruidillo al abrirse las puertas, se había escabullido por ahí para salir por algunos momentos de la mansión… No sabía a dónde iría, sus propios sentimientos le estaban ahogando, no quería ir a la sala de estar para encontrarse con comentarios acerca de la boda… Huía, como en la batalla de Hogwarts y se sentía un cobarde. ¿Pero qué más podía hacer él ahí? Su escuela derrumbándose, hecha polvo. Ciertamente, el también lo estaba por dentro.

Siguió caminando viendo sin observar, escuchando sin oír, desconociendo si había cruzado ya las rejas de la mansión. Lo único que pudo observar fueron algunos rizos castaños acercarse y un dolor tremendo en la frente.

-¡Merlín, Malfoy!-Vociferó Astoria volviéndose hacia Draco.

-Greengrass…-Gruñó el rubio, de dolor.

-Me has tomado por sorpresa…-Dijo con tintes de amabilidad en el timbre de su voz.

-¿De verdad? Pensé que la víctima pasaría a ser yo…-Le habló irónico.

Astoria cerró los ojos momentáneamente mientras que Draco esperaba que le contestase, pero no lo hizo.

-¿Qué hacías aquí? ¿Acaso no viste la puerta?-Se burló Draco.

-Si, si la he visto… Aún así, no tengo porqué contestarte…-Astoria.

-Bien, entonces piérdete por un momento más. Ya has llegado tarde, así que no importará que llegues más tarde...-Dijo dándose la vuelta airadamente.

Astoria llevaba un vestido color crema sin mangas, le llegaba a los tobillos y sinceramente, le resultaba muy molesto, se sentó en medio de unos arbustos y se cruzó brazos.

Draco oyó los crujidos de las ramas y se tentó por un segundo a voltear, tal vez la castaña se le había acercado con una rama por detrás, con intención de golpearle o asesinarlo ahí mismo. Sonrió para sus adentros imaginarse tremenda chorrada y se giró.

-¿Qué haces ahí abajo? ¡Levántate!-Le dijo acercándose a levantarla.

-¿Q-qué estas…?-Decía Astoria.

-¿Qué tienes en la cabeza Greengrass? ¿Agua?-Draco.

-¿Quieres bajarme por amor a tu madre?-Astoria.

-No entiendo como pudiste sentarte, así... No preguntaré cuánto te ha costado ese vestido porque sería una falta de educación, pero…-Draco.

-Ya. ¿Con qué esas tenemos? Sabía que eras algo raro pero, sin duda ya sé cuál bando has tomado…-Dijo echándose a reír.

-¿Qué?-Le gritó moviéndola bruscamente entre sus brazos.

-¡Suéltame! ¡Estás lastimándome! No me hagas usar mi varita, Draco Malfoy…-Astoria.

-¿Porqué no empiezas a llamar a mami, Greengrass en miniatura, uh?-Draco.

-¡Cállate! Bájame ahora o…-Astoria.

-¿O qué, mini-Greengrass?-Dijo acercándose lo suficientemente para oler su cabello y el aroma que desprendía.

Draco se carcajeó al verla petrificada, momentos antes, sus mejillas rosas se habían tornado tan rojas como el mar de Egipto.

-¿Acaso querías que te besara?-Le espetó sin parar de reír.

-Imbécil…-Dijo dando un salto de los brazos del rubio, al suelo.

Astoria iba bombardearlo con toda su furia, mientras él esperaba su ataque, ella se echó los cabellos rizados que salían de su recogido y bien estructurado peinado, entonces, le pegó un tremendo y nada blando puñetazo en la mejilla, casi dándole en la nariz.

Draco hizo una mueca de dolor, quiso tirarse al suelo pero sus pupilas se llenaron de lágrimas… -¿Pero qué estaba pasando?- Se preguntó varias veces, no tenía ganas de llorar, había sido un reflejo. Eso él lo sabía bien, pero ¿por qué Astoria estaba con una mano en el estómago y otra sobre sus ojos verdes? ¡Se estaba burlando! ¿Cómo podía ser posible que una joven de quince años le hubiera golpeado? ¡Y seguía burlándose!

Draco la acercó hacia sí, pudiendo sentir su aliento chocando contra su rostro. Ella se zafó una vez, sin embargo él la aprisionó contra el árbol haciendo que el vestido se rasgara de la parte del derriere y la espalda. Tenía sus manos sujetas a las suyas y las piernas delgadas de la joven chocaban contra las del chico, estando completamente estiradas y sin movilidad alguna.

-¿Qué está sucediendo aquí?-Habló una voz entre las penumbras.

Espero con ansias algo, lo que sea... Sin duda, me gustaría ver varios reviews... ¿Comentarios? ¡Los estoy esperando :D! ¿Críticas? Ya lo he dicho, estoy abierta a ellas. Háganmelo saber, saludos! ;3

Cinderella's-corner/El rincón de Cenicienta.~