Capítulo 1: El vecino
La vida podía ser bastante extraña a veces, los sueños, el destino, los giros, entre otras cosas; esos giros a veces pueden ser beneficiosos o perjudiciales para todos, dependiendo de las decisiones que uno va tomando.
Ella pensaba que su vida era un tanto… caótica. Un sujeto idiota que sale casi todas las noches para tomar cerveza, permaneciendo en casa durmiendo durante el día sin dar casi algún apoyo económico, y una hija adolescente, buena, cariñosa, pero bastante irresponsable, junto a algo de cinismo.
O eso era lo que pensaba…
Cada día era igual, tareas sin entregar, quejas de los maestros por aquello, bajos rendimientos en exámenes… entre otras dos mil y un cosas. Nunca golpeó a nadie, pero en más de una ocasión estuvo cerca de hacerlo, al menos así eran las quejas casi siempre.
Cuán gigante fue el giro del destino cuando unos sujetos extraños la atacaron y la secuestraron, amarrándola y amordazándola, dejándola sola, asustada en una celda… una joven alta, cabello negro azabache largo hasta las rodillas atada en una coleta, ojos cafés claros y una cola de mono café oscuro, usaba una máscara que cubría la mitad de su rostro para abajo, chaleco negro cerrado hasta la mitad, debajo de éste una camiseta azul oscuro, guantes de combate sin dedos hasta los codos, pantalones del mismo color, y botas que parecían más sandalias, aparentemente ella venía para ayudarla… cuando iba a abrir la puerta cosas malas empezaron a pasar…
Una extraña y tétrica mujer apareció, la joven miraba con rabia, junto con un poco de miedo… Una fuerte disputa a base de golpes se libró, al principio parecía que aquella joven tenía toda la ventaja, pero la cosa comenzó a dar vuelta hacia el lado opuesto, la tétrica sujeto iba mermando las fuerzas y esperanzas de su rival hasta llenarla de la más grande de las desesperaciones, al punto que la hizo esconderse bajo unos escombros buscando seguir viva.
Otro nuevo giro pasó cuando un aura divina, dorada y brillante como el sol, pero rugiente con pura fiereza como un león apareció, la pelea se equilibró, para ir tornándose hacia el lado de la joven, quien obtuvo una victoria épica… un enorme humanoide dorado con forma de mujer rodeaba y protegía a la joven, el humanoide tenía cuatro brazos pegados a los codos, en una de las manos del lado derecho poseía una calabaza de la cual salía un filo de fuego naranja, y en otro brazo un escudo en espiral color amarillo claro; adentro ella observaba al cielo, con una sonrisa tranquila y con la máscara destrozada por completo, lentamente se dio la vuelta comenzando a avanzar torpe y cansadamente, el humanoide iba retrocediendo en evolución, haciendo desaparecer las dos armas y apareciendo una especie de lanza que hizo girar en su dirección, desintegrando los barrotes y liberándola… la joven entró, con rostro de cansancio, ropa destruida casi en totalidad, herida, pero con una sonrisa ligera…
La mujer retrocedía algo aterrada, hasta quedar contra la pared, la joven acercó su brazo izquierdo, su palma estaba llena de sangre, al igual que unas cuantas líneas brotaban de la comisura de sus labios, puso la mano bajo la barbilla de la mujer, ya que era más alta le levantó la mirada para verse directo a los ojos, unas lágrimas fluían de sus ojos… le susurró algo que no llegó a comprender antes de caer inconsciente al piso, casi muerta… escuchó las palabras, pero no lo entendía, al examinarla mejor, rompió en llanto…
Todo lo que sabía o creía saber no era más que el telón de una obra inventada para esconder el otro acto, uno que jamás imaginó posible o real… esa joven que arriesgó su vida por salvarle la suya… no era nadie más ni menos que su hija, pero con una apariencia más madura… Sí, vio a su propia hija arriesgando su vida por salvarla… Varios días después de estar en recuperación, se dispuso a contarle toda la verdad, revelándole también que oficialmente poseía 19 años y no 14 como aparentaba. En esos días donde descansaba en el hospital, decidió echar a ese sujeto de su casa que le hacía partirse la espalda sin ayudarla; por supuesto que se la tomó a broma, pero gracias a su hija, quien le dio una buena paliza, logró echarlo con suma facilidad.
El tiempo corrió, ellas disfrutaron su tiempo por dos meses, durante aquel tiempo se mantuvo pensando en todo lo que pasó hasta el momento: su hija no la necesitaba desde los ocho años sabiendo cómo cuidarse sola en todos aspectos, tenía una familia propia, decidió una cosa: Rehacer su vida… cuando le dijo su decisión a la joven, se puso bastante triste, al punto quería acompañarla, la madre le convenció de quedarse a vivir con sus amigos, la hija le prometió ir de visita cuando pudiese.
Tardaron dos días en encontrar una hermosa casa en la costa de las playas de Malibú, California; una hermosa casa de dos pisos con vista al mar desde su habitación, el cual parecía una mansión pequeña, otros dos días en pagarlo todo gracias al asquerosamente millonario padre de la joven —quien le regaló una tarjeta ilimitada y una camioneta—, y un día entero en mudar todas las maletas y eso. En la casa de al lado había algo similar a un dúplex, le pareció haber divisado a alguien observando a la ventana, sabía que era un hombre que le había mirado algo mal… restándole importancia a aquello, se dispuso a iniciar una nueva vida… una mucho más tranquila…
¡Beep! ¡Beep! ¡Beep!
La alarma sonó, despertándola y fastidiándola bastante, pesadamente abrió los ojos mientras estiraba el brazo buscando el condenado dispositivo despertador, el color de las paredes no ayudaba en mucho, menos las cortinas blancas por donde se filtraba la luz solar, iluminando un poco más el lugar.
Perezosamente se levantó, estiró, arregló su cama, se dio una ducha para despejar el sueño, se cambió a una ropa deportiva y salió a hacer un poco de ejercicio a la playa. Alrededor de 40 minutos después venía de regreso, caminando tranquilamente mientras el mar la acompañaba serena, pasó por el dúplex y se detuvo, pensando en algo bastante probable: si la casa estaba a la venta, seguramente su hija sacaría provecho para comprarla y mudarse a su lado, con su novio, si no podía vivir bajo su mismo techo, al menos debían ser vecinas…
Allí pensó en cuán vacía estaba su casa sin tenerla, llamándola a cada rato, escuchando música a todo volumen, comportándose como una de las más grandes fangirls de Coldplay, de vez en cuando peleándose un poco por ciertos gustos, o poniendo sus canciones lo más fuerte posible solo para molestarla un poco… ahora que se daba cuenta, nunca llegó a conocer a los dueños de esa casa, las veces que pasaba por allí solo escuchaba una guitarra acústica siendo interpretada con tremenda melancolía, o un piano, suave y calmado pero cargado con los mismos sentimientos que el otro instrumento, otras veces veía a una mujer rubia con un par de niños, una niña de 10 años y otro de 8…
— ¿Hola? —dijo una voz a sus espaldas
Se volteó y vio a un rubio de ojos celestes, alto, metro ochenta y seis para ser exactos, 37 años, británico, vestía una camiseta blanca, shorts y zapatos deportivos, junto a un par de piercings simples en ambas orejas. A pesar de poseer una pequeña sonrisa, podía notar algo de enojo en su mirada, otra cosa que estaba segura, era que su hija enloquecería si lo viese…
—Hola —dijo ella
El rubio pareció confundido por algo, mientras que ella sonrió internamente…
—Perdona si sueno grosero pero ¿por qué mira así mi casa? —preguntó con un poco de molestia
—Ah… no sabía que era tu casa, solo pensaba en que si estaba a la venta mi hija se vendría directo a este lugar —dijo sonriendo un poco —. Soy Helena Galiano.
—Chris Martin, pero solo me dicen Chris.
Ambos se pasaron las manos, cuando uno tomó la mano del otro sintieron un agradable calor recorriendo sus sistemas nerviosos, una seguridad interesante se dio entre ambos, sintiendo seguridad uno del otro, era raro y curioso, pero bastante cierto de hecho.
—Ahora que lo noto, ¿no eres la nueva vecina? —preguntó Chris
—Sí, me mudé hace un mes más o menos —respondió Helena —, vivo en la casa de allí —señaló a su casa
—Oh, ¿no habría problema si fuésemos a charlar un poco allí? Quiero evitar a la prensa, y también evitar meterte en algún problema. Es que desde mi divorcio cosas malas me andan pasando, no quisiera pasarle mi mala suerte a alguien más.
Helena sonrió en señal de afirmación, ambos fueron a la casa en silencio, entraron y se sentaron, cuando superaron alguna que otra incomodidad inicial, empezaron a soltarse de a poco hasta llegar a quedar en confianza, dando lugar a una amena charla, de vez en cuando Chris diciendo chistes malos o sin gracia que terminaban dando risa, el rato pasaba rápido y calmado, hasta que el reloj marcó las 11:30 de la mañana; ella se paró en dirección a la cocina seguida del rubio británico, antes que éste pudiese pasar por el marco de la puerta, fue detenido por la mujer.
—No creas que por no actuar normal no significa que no sé quién eres —le dijo ella —, estoy enterada de tus antecedentes en la cocina gracias a mi hija Alicia, ella me comentó que casi incendias tu casa dos veces intentando cocinar algo, no estoy dispuesta a correr el riesgo de perder mi casa contigo en la cocina.
Rojo, ese era el color que estaba pintado con mucha intensidad en el rostro de Chris, quien curvó una sonrisa bastante nerviosa, al punto que se veía cuán evidente eran sus ganas de desaparecer de la faz de la tierra en ese momento.
— ¿Tu hija es fan de…?
—Se conoce lo suficiente sobre ustedes como para tratarlos. Los quiere bastante porque le salvaron la vida de joven. Al menos lo que sé que me dijo es que tú casi mueres en un percance en el desierto del Sahara en el 2005, que Jonny… creo, tiene miedo de las ovejas, que Will es fan de Game of Thrones o que Guy ama a los perritos.
—Ok primero: Lo del Sahara era porque estábamos aterrizando en medio de una tormenta de arena; segundo: Es cierto, Jonny odia a las ovejas por un trauma de niño; tercero: nadie lo sabe pero tu hija lo dedujo así que sí es verdad y por último: tienes que tener el corazón de piedra para no amar a un perrito.
—Solo espera en la sala.
Sonrió un poco para quedarse esperando viendo películas por NetFlix en la sala, alrededor de una hora y un poco más, ella puso dos platos para ellos, el cual era un spaghetti vegetariano. Un olor suculento y tentador se desprendía de la comida, el cual invitaba tentadoramente a probar un bocado, la mujer observó al rubio de reojo pero discretamente, aparentemente hambriento, enredó uno poco del fideo en su tenedor y lo comió, al meterlo en su boca, se quedó de piedra por varios momentos, para esbozar una sonrisa feliz, tragó y comenzó a comer más pero sin perder modales ni elegancia.
—No me la puedo creer… cocinas como mamá —dijo sonriendo —, juro que esto está bastante delicioso, ni Gwyneth es capaz de cocinar como tú. Parece algo tan sencillo pero… pero…
—Soy madre Chris, siempre se debe dar lo mejor a la hora de cocinar.
— ¿Y tu hija?
—No vive conmigo —dijo —, ya tiene 19 años, fue quien me ayudó con la mudanza cuando llegué a la ciudad.
—Oh… ¿no quieres que te ayude a lavar los cubiertos? No tengo ningún problema en ayudarte con eso.
Helena quedó extrañada con la propuesta, Chris se había ofrecido a ayudarla con los cubiertos sucios, antes que pudiese responderle que no era necesario ya que él era el invitado, él se paró con los cubiertos sucios al fregadero, puso las cacerolas y el colador también debajo de la canilla y comenzó a lavar, sin decir nada fue secando lo que ya estaba limpio para posteriormente guardar las cosas, más o menos 15 o 20 minutos después terminaron, allí pasaron nuevamente a la sala.
—Gracias por ayudarme
—Helena, por tu tono de voz sé que te molesta algo, si es porque te ayudé con las cosas sucias no te preocupes, fue un placer ayudarte.
Él la miró con una sonrisa, ella hizo lo mismo, sin querer ambos se miraron a los ojos por largos segundos… la mujer solo observaba a ese par de azules que parecían desprender felicidad o algo similar que no podía deducir el qué era, cuando parpadeó, fue liberada del hechizo que el rubio pareció haberle lanzado con solo observarla a los ojos.
—Nos vemos luego Helena, tengo cosas que hacer…
Ambos se pararon y fueron a la puerta, cuando el oji-celestes se retiró, dejó que un suave rubor se pintara en su rostro… lo había visto directamente a los ojos, encontrando un brillo peculiar, algo curioso que no sabía qué era…
"Si miras a alguien a los ojos podrás ver cuán pura es su alma"
Las palabras de su —a veces sabia, a veces irreverente— hija se le vinieron en mente, fue a darse otro baño para sacarse el sudor seco del cuerpo, el agua que caía suavemente sobre su piel morena la refrescaba y calmaba, muchas preguntas iban formándose en su mente, junto a la curiosidad de encontrar la razón de aquel peculiar y extraño brillo en los ojos de Chris… una vez que salió, se vistió mientras se quedaba viendo algo de televisión…
Cuatro horas más tarde salió a la playa para tomar un poco de aire fresco, era hermoso, unas nubes como el algodón paseaban por el cielo, el olor salado del mar, el cual arrullaba calmadamente la costa con las olas era bastante agradable, de lejos podíamos ver a un surfista desapareciendo en una ola para aparecer sobre ésta, bajando rápidamente cuando la ola desapareció para esperar algún otra, ahora vestía un pequeño vestido de playa color crema…
De pronto pensó en cuánto cambió desde que dejó sus problemas atrás, finalmente tenía bastante tiempo para ella misma, sin stress, sin responsabilidades, sin gastos aparte de lo básico… recordando que antes era un poquito gorda, ahora tenía una figura más decente que la hacía lucir mejor. Sonríe. Frente a la case de Chris habían tres personas sentadas sobre una toalla, de los cuales dos eran un niño y una niña, ambos rubios, ella se acercó y saludó:
—Hola.
Una rubia, aparentemente la madre de los niños, se paró y saludó
—Hola, tú debes ser la nueva vecina. Soy Gwyneth.
Gwyneth le pasó la mano y presentó a sus dos hijos: Apple y Moses, ella también se presentó, la rubia se disculpó con ella diciendo que tenía planeado pasar por su casa pero por falta de tiempo no estuvo pudiendo, no le importó mucho, ambas se sentaron y empezaron a hablar un poco, entonces…
— ¡Papá! ¡Sal de allí ahora! —gritó Apple
Ambas fijaron su vista al océano, para ver que el mismo surfista que vimos antes estaba dentro de un tubo de agua que estaba cerrándose rápidamente, aparentemente no lograría salir de allí.
— ¡Christopher Anthony John Martin! ¡Sal de allí rápido!
Podíamos ver ahora cómo la ola se cerraba con el rubio dentro de éste, para la atónita sorpresa de ambas mujeres y niños… esa ola se lo tragó entero, sin piedad, llevándolo hasta el fondo… "Chris Martin, vocalista de Coldplay fallece ahogado después de ser aplastado por una ola, su cuerpo fue arrastrado al fondo del océano y aún no se lo ha podido encontrar." Ya veía aquello como el titular del día siguiente…
Algo dentro de ella se quebró, no sabía qué era ni por qué, solo sentía que así era, hizo lo que pudo para ignorar el llanto de ambos niños, quienes estaban destrozados pero siendo apoyados por su madre, quien trataba de verse fuerte, sus ojos se volvieron cristalinos, algo venía flotando hacia la costa, era una tabla de surf, la familia la reconocía… era del rubio…
La cuerda que lo mantenía atado a la tabla estaba suelta, ambos niños lloraron más mientras ella clavaba la tabla sobre la arena. Todos estaban tan sumidos dentro de sus pensamientos al punto que no se dieron cuenta que alguien venía saliendo a algunos metros de ellos, después de secarse se acercó sin prisa al grupo que lloraba, alto, rubio, ojos celestes, traje de neopreno…
— ¿Y a ustedes qué les pasa? —preguntó
Todos vieron hacia donde estaba la voz, no era nadie más ni menos que el mismo Chris, vivo, intacto y coleando, con una sonrisa en la cara, los niños abrazaron felices a su padre. Gwyneth y Helena solo lo miraron por un buen rato, cuando iba a preguntar algo a ambas, de lejos se escuchó un fuerte grito, si volvemos con el grupo, se lo podía ver en el piso con un humeante chichón en la cabeza, ambas mujeres sostenían su puño furioso en el aire.
— ¡¿Acaso eres un idiota o suicida?! —gritó Helena enojada, para sorpresa de ambos — ¡¿Cuál demonios es tu problema para asustarnos así?!
—Salté antes que la ola me aplastara
—Eres un verdadero rubio cabeza hueca… además que eres idéntico a Alicia con esto… —murmuró Helena enojada
— ¿Alicia? —preguntó la rubia
—Su hija… por cierto ¿desde cuándo se conocen?
—Desde hace un rato, y no estás en posición de hablar… aún no tengo la más mínima idea de por qué me sigo preocupando por ti si tienes…
—Suerte, tengo suerte —dijo ligeramente nervioso
—A la casa. Ahora, después hablamos.
El rubio se fue como niño regañado a la casa mientras se llevaba la tabla, no importaba que cierta ganadora del Oscar fuese su ex esposa, eso no evitaba que aún le tuviese terror, antes que se enojara más corrió para adentro, mientras que la otra se despidió con una sonrisa, se pasaron sus números antes, después de reír un poco cada quién se fue por su lado…
La mujer pensaba en cosas, por ejemplo estaba en la conducta extraña de Chris, algo de lo que estaba segura era el hecho de que en un inicio, el rubio británico cuando la vio la confundió por alguien más, ya que sintió hostilidad en su mirada, pero luego sintió otra cosa en éstos, luego estaba esa sonrisa falsa que había cambiado por una sincera y feliz.
Alicia le había comentado que lo habían echado de la banda por el tema del divorcio con "Güineta Paltrosa", además de eso, que había entrado en cierta depresión que no demostraba, mostrando una pantalla donde todo estaba bien cuando realmente el mundo se le estaba cayendo a pedazos enormes, llegando a cierto punto donde escuchaba que cuando no estaba en el programa de "The Voice", estaba encerrado en su casa haciendo solo Dios sabrá qué…
Pero algo pareció cambiar…
—No creo… seguro que solo debe ser mi mente lo que me está diciendo estas cosas…
"Prepárate para el mañana, nunca sabes qué puede pasar luego, el destino da giros increíbles con algunas personas, al punto que tal vez llegas a terminar donde jamás pensaste…"
Nuevamente otras palabras de su hija rondaron por su mente, era cierto, nunca se sabía qué podría deparar el futuro, en un momento podrías estar disfrutando todo, pero en otro puedes estar sumido en el más profundo de los abismos. Algo que le llamaba la atención fue ese carácter inmaduro que tuvo allí afuera, ese susto que se le ocurrió hacerle a su familia con el tema de la ola le recordaba bastante a su propia hija, madura e inmadura. Sonríe, deja de sonreír, sonríe de nuevo.
Un suave rubor nuevamente se pintó en su rostro, haciéndola sonreír un poco más. Unas cuantas mariposas revolotearon en su estómago, haciéndola sentir… feliz… nunca pensó sentir, o mejor dicho, volver a sentir aquello…
No sabía que su vida recién empezaba
Y ninguno de los dos sabía que el mundo les tenía preparado algo interesante.
