Disclaimer: No me vean a mí, todo es de Oda…

ELLA SE CONTRADICE

Capítulo 1.

Allí está ella, mirando el horizonte mientras la brisa marinera acaricia sus cabellos que se confunden con el tono rojizo del cielo de la tarde. Un suspiro abandona los labios del cocinero al observarla perdida en sus pensamientos, tratando de descifrar sus sentimientos, sus VERDADEROS sentimientos para poder acercarse a ella de la manera en la cual siempre ha deseado.

Aquella mujer se gira levemente y lo mira por encima de su hombro, sonríe pícaramente como lo suele hacer siempre al saber que aquel muchacho que está tras ella la desea, al saber que el pobre hombre muere por acariciarla de nuevo, al saber que apenas unas pocas palabras son el detonante perfecto para dar rienda suelta a las fantasías, y es por eso que habla, que delata parte de sí misma y aunque el cocinero esté completamente consciente de que son mentiras, le deja seguir con el teatro que ella ha creado con el pasar de los meses.

-¿Qué estabas haciendo?- Lo mira desvergonzada, ella sabe perfectamente en qué pensaba Sanji, pero éste decide callarse y dejarla seguir llevando la escena hasta donde ella lo permitiese.

Sonríe nuevamente tratando de sacarle algunas palabras, pero esta vez le será imposible ya que el hombre, como hombre que es, ha decidido no dejarse tentar tan fácilmente aunque en cierto punto esté tontamente hipnotizado por sus curvas, por los recuerdos, por la desesperación de saborear su lengua.

-Solo pasaba para fumar un cigarrillo.- Enciende el objeto lentamente, como deseando que ella haga aquella maniobra que se ha convertido en rutina. Una sonrisa se le dibuja en el pensamiento al ver su figura acercarse.

-Zoro es un idiota.- Dice apenas se encuentra a centímetros del cocinero, eso lo desequilibra totalmente, era claro que aquel esperaba que le quitara el cigarrillo para fumarlo suavemente.- ¿No crees lo mismo?

-Sí, lo es- Responde para no delatar su repentino enojo- ¿Cómo se atreve a mencionar al marimo en nuestro momento?- Piensa.

Ella sonríe con un dejo de malicia y Sanji se declara un idiota al caer en la trampa, ella sabe cómo manejarlo, lo ha sabido desde siempre, y por más que intentase crear un escudo que lo protegiese, no lo lograría, pues aquella pelirroja encontraría alguna otra manera para hacerlo caer de rodillas… Como siempre.

-¿Por qué lo dices?- Intenta reaccionar para no dejarse en evidencia, aunque es tonto pensar en una táctica así tomando en cuenta que ya se ha expuesto por el simple hecho de preguntar.

Niega con su cabeza y aparece una repentina tristeza en sus ojos, en sus gestos, en la manera en la cual sus labios se van deformando con el pasar de cada segundo de silencio.

-¿Qué te hizo ese imbécil?- La furia lo corroe por el simple hecho de pensar que Zoro pudo aprovecharse de ella.

-No es nada, ya déjalo.- Una sonrisa se dibuja en su rostro tratando de transmitir una falsa calma, toma de la mano al cocinero y se dirigen hasta la cocina, vuelve a sonreír mientras hecha el pestillo y guiña el ojo en actitud traviesa, el devuelve el gesto tomándola firmemente de la cintura y apoyándola contra la puerta, sus labios se rozan haciendo aquella invitación tan anhelada. La besa, desciende hasta su cuello mientras las manos con olor a especias acarician sus caderas y van bajando, su respiración se hace intensa, el calor de sus cuerpos se eleva, las manos suaves y tersas recorren una espalda completamente curtida que provoca el despertar de las pasiones, llegando a la locura a la cual solamente ella lo puede guiar, dejándose llevar por el mar de emociones que ligeramente van fertilizando la consciencia transformándola en una maraña de intensas imágenes que ninguno de los dos puede seguir acallando por más tiempo.

Sanji en sus manos es como una masa moldeable de los deseos de Nami, y ella lo sabe a ciencia cierta, prosigue con el manoseo incitándolo a hacer lo mismo, él, por su parte, decide llevar las caricias a un nivel más elevado, baja por sus pechos, acariciándolos melosamente, luego, sus dedos saltan hacia la cintura redondeada, recorriendo el abdomen que mentaliza e imagina lleno de su ser. De repente el panorama cambia, Sanji abre los ojos tímidamente y su mirada se concentra en el tono anaranjado de la tarde que fácilmente puede ser confundido con la cabellera de la que tiene en frente. En un gesto desesperado se separa fugazmente y mira hacia otro lado.

-Muy pronto llegarán los muchachos- Dice tratando de regularizar su respiración, y de paso, sus sentimientos. –No podemos darnos el lujo de que ninguno lo sepa.- Lo dice más por ella que por él mismo, una cosa es saber que ella juega, con el capitán, con el tirador, con el espadachín y consigo mismo, pero otra cosa es dejarla en total evidencia ante los demás siendo que solamente es una mujer que tiene la necesidad de definir… ¿Definir?

La locura de estar encerrados en un lugar en el cual fácilmente serán encontrados y la única perjudicada sería ella, solamente ella por el hecho de que los demás no están enterados tanto del asunto como él lo estaba; el amor desenfrenado que siente por alguno de los tripulantes y que le cuesta admitir por el sencillo hecho de no haberlo sentido en su anterior vida; la vil traición del peli verde en aquella tarde que habían conocido a Vivi; el mero deseo de estar con alguien en un contacto intenso… Eso mismo…

-¿Me amas?- Lo saca de sus cabales, otra vez la misma pregunta, la misma maldita pregunta de todos los días antes o después del acto, y Sanji mordiéndose la lengua para no gritar a los cuatro vientos lo que era tan obvio, claro que la amaba, más de lo que debería hacerlo, más de lo que le estaba permitido, claro que la amaba pero no puede responderle, si bien ya destrozó su orgullo al aceptar ser una pieza más de su juego no podía darse el lujo de perder la poca dignidad por una mujer aunque esta fuera Nami, una mujer necesitando de constante aprobación. Solo la besa, es una manera mucho más sutil de transmitirle sus sentimientos.

Se aparta, y por un fragmento de segundo logra distinguir sus ojos a punto de derramar lágrimas, pero todo vuelve a la normalidad, nuevamente su sonrisa coqueta se planta firmemente en sus labios.

-Eres un cobarde.- Claramente era un reto que por ahora, ya no estaba dispuesto a seguir.

-Eso se llama orgullo, Nami.- Le dice antes de destrabar el pestillo y abrir la puerta para salir huyendo, pero ella se adelanta y sale primera encontrándose de lleno con el maldito marimo el cual lo mira con total desprecio- En estos momentos debería estar odiándome por el simple hecho de apartar de su lado a su amante, su amante en todo el sentido de la palabra.- Piensa Sanji para sus adentros sin quitarles la vista de encima.

El resto de la tripulación sube por las escaleras, totalmente desentendidos de la situación que se acababa de vivir, completamente ciegos de la vil traición que se comete a cada uno por aquella mujer que enloquecía a todos.

Robin me mira, sonríe como siempre, dando a entender que las cosas en realidad tienen un significado oculto que solamente ella puede captar… Me enloquece no poder leer las miradas que me dedica, de no saber los secretos que solamente ella esconde pero que involucra a todos los camaradas, ella sabe la vida entera de cada uno sin la necesidad de que se diga una sola palabra… Ahora que lo pienso ¿Robin no se sentirá traicionada? O ¿Es que solamente tiene una relación abierta con Zoro?

-Nada de eso cocinero-san.- Me dice, tal parece que ha descifrado mis pensamientos.- Solo debes descubrir lo que hay detrás de cada gesto… De cada tripulante.- Aquella enigmática sonrisa me deja pensando y más aún sus palabras… ¿De cada tripulante?

Si antes estaba extraviado, ahora estaba completamente perdido en el fondo de un remolino sin salida alguna. La noche cae totalmente y los gritos del capitán en busca de comida me despierta del trance. Robin ya no está para seguir confundiendo mi mente, en cambio encuentro a Nami vigilar constantemente desde el punto más alto del Sunny.

Allí estaba ella, tratando de contener al máximo sus lágrimas, tratando de no dejarse llevar por los sentimientos que había jurado, nunca le harían llorar. Pero no podía seguir negándolo, lo amaba en realidad, hacía lo que fuere para captar su atención, y lo lograba, pero no de la manera en que ella esperaba.

Podía besarlo cada vez que se le venía en gana, porque en ese aspecto era un facilón de mierda que se dejaba llevar por los labios de cualquier fémina que se le atravesara en el camino, era eso, o solamente le pasaba con ella… ¡Cómo no lo había pensado antes! Robin era alguien demasiado inalcanzable para él, así que cuando la necesidad llamaba, quien mejor que ella para calmarle las ansias. Todo estaba en evidencia; las razones de Sanji para esconderse de los demás cuando estaba con ella, ya sea que solo estuviesen conversando o llevando a cabo un acto normal de pareja, y no hablaba precisamente de sexo, inclusive para los besos castos que quería ella darle, hasta eso parecía un tabú para el Casanova Sanji.

Las lágrimas le traicionaron recorriéndole el rostro, sus gimoteos tampoco se hicieron esperar, cerró el puño tratando de encontrar una fuerza que era evidente, no poseía.

-Te digo que es un idiota.- La abrazaba Zoro por la espalda.- Ni siquiera una mujer como tú debería llorar por un hombre así.

Generalmente Zoro hacía comentarios de ese estilo para sacarla de su letargo, y aunque le costara varios golpes, tenía la certeza de que eso la liberaba totalmente, pero esta vez, todo era distinto.

-Por ser la mujer que soy, no me ama.- Se dejó caer de rodillas contra la madera del Sunny que hasta la fecha, muchas lágrimas ya había recibido.- Mírame, no le llego a los talones a Robin ni a Vivi, ¿Qué puedo tener yo a mi favor? Tu mismo lo has dicho, ni siquiera alguien como yo debería llorarlo, pero aquí me tienes, maldiciéndolo por amarlo tanto.

Zoro, en lo cabezotas que era, se había dado cuenta de que en esta ocasión su táctica le había salido por la culata. Sin saber cómo responder, recordó aquella ocasión cuando Robin había llorado abrazada a su pecho, sin pensarlo dos veces, la abrazó.

-No digas eso Nami, a pesar de todo.- Las siguientes palabras no eran nada fáciles para el espadachín, pero de alguna forma, debía reparar el daño que, sin querer, había hecho.- Eres hermosa, inteligente, un poco salvaje pero divertida… No entiendo por qué te preocupas tanto.

-Pero tu amas a Robin, ¿No es cierto?- Dijo en un tono de voz elevado, para luego aumentar en un susurro- Al igual que él.

Y es allí cuando precisamente, Sanji entraba al puesto de vigía, escuchando solamente lo que Nami había dicho audiblemente.

-Marimo de mierda.- Lo llamaba Sanji.- ¿Quién te crees para hacerla llorar de esa manera? ¿Acaso no te das por servido con Robin?

Antes de que el espadachín pudiera reaccionar, ya tenía sobre sus hombros a un evidentemente molesto Sanji y lo peor de todo, es que no podía hacer un movimiento para defenderse, ya que eso implicaba, por lo menos, dañar levemente a Nami por el hecho de que ésta, aún se encontraba aferrada al pecho del peli verde.

-Idiota ¿Podrías calmarte un poco?- Trataba de reprochar Zoro.- Vamos a herir a Nami.

Con esas palabras pudo detenerse, soltando toda la energía que había acumulado de repente.

Sanji agachó la cabeza y la luz escaza de la noche hizo que su rostro se ensombreciera, prendió un cigarrillo que a la primera pitada le dio mal sabor de boca; lo tiró por la ventana.

-Si no la amas, deja de jugar con ella.- Le gritó al fin el furioso Roronoa.- Se supone que somos amigos ¿No? Entonces deja de aprovecharte de sus sentimientos.

Sanji levantó su rostro, incrédulo de lo que estaba escuchando, para ese entonces Zoro ya estaba bajando del puesto de vigía y Nami se había girado para seguir contemplando las estrellas.

-Supongo que el juego habrá terminado ahora que sabes que para mí… No era solo un juego.- Se giró sin darle la cara y se dispuso a bajar mientras que un Sanji aún aturdido no podía hacer que sus músculos reaccionasen.

El descenso de Nami dio comienzo para luego perderse totalmente de la vista del atontado cocinero.

-Sanji, comida.- Gritaba el Capitán desde la cubierta verde.

Sanji, por fin se movió, sus músculos parecían haber despertado de un sueño de más de un siglo, se sentía pesado, ajeno al cuerpo que ahora estaba moviendo.

CONTINUARÁ

Vamos, cada vez me siento mejor, este será el primer fic por capítulos que escribo así que ya se imaginarán como ando de feliz.

En verdad es que me senté a escribir este fic que tenía pensado hacerlo de unas 1000 palabras aproximadamente, no era tan largo hasta que empecé a divagar y pues, ya serán dos capítulos (Si, creo que solo dos).

Bueno, al punto, este fic nació de una tarde que venía escuchando el aleatorio en mi celular, y como allí ponen de todo pues… Estaba yo, escuchando el OST de Saikano cuando de repente me aparece una canción de reggaetón, "Ella se contradice" de "Plan B" y me imaginé a Nami seduciendo al pobre de Sanji (Como que no tuviera suficiente), y la inspiración nació.

Espero les esté gustando.

Nos leemos en esta misma página, no sé si a la misma hora pero si en el mismo perfil de usuario n.n.

Por cierto, directo para 10pairings.

Ahora sí.

Suerte!