¡Hola mundo fanfiction!

Hacía mucho tiempo que rondaba en mi cabeza este fanfic, y hace unas tres semanas me lancé de cabeza a escribirlo, porque no he hecho nada productivo este verano, y eso no podía ser.

No quiero desvelar la trama más de lo que ya he hecho en el resumen, así que os pido que leáis y le deis una oportunidad. No es mi mejor historia, pero es un intento de algo.

Disclaimer: Glee no me pertenece y hago esto por pura diversión.


PRÓLOGO

El despacho estaba casi a oscuras. El reposapantallas del ordenador era lo único que permitía a Sebastian ver lo que le rodeaba, pero tampoco lo necesitaba. Le dolía la cabeza por las migrañas, y lo que menos necesitaba ahora era luz.

Alguien llamó al telefonillo, y el detective tuvo que agradecer que la persona que no le permitía acostarse al menos había sido puntual.

- ¿Cooper Anderson? - preguntó y abrió tras recibir una respuesta afirmativa - Quinto izquierda, suba.

El hombre que llegó no era exactamente lo que Sebastian se esperaba. Era un chico que rondaría la treintena, apuesto y bien vestido. No tuvo ni que invitarle a entrar, y no le aceptó una copa. Parecía que iba con prisa. Jugaba nervioso con su móvil. Desde su asiento, Sebastian le observaba esperando a que rompiera el silencio.

- Buenas noches, señor Smythe - intentó empezar, pero no consiguió vocalizar más palabras.

- ¿Qué le trae aquí? - preguntó el detective intentando ayudar.

Normalmente todos los clientes intentaban explicar su problema por teléfono y era él el que tenía que frenarlos pidiéndoles una cita en el despacho, pero Anderson solo había dicho: "Prefiero contárselo en persona", así que ambos habían convenido una cita para hablar del asunto. Habían pasado ya tres días desde la llamada y Sebastian debía reconocer que por primera vez en mucho tiempo, le picaba la curiosidad.

- Es mi cuñado, lleva casi un mes desaparecido.

- ¿Su cuñado? - preguntó confundido. La gente solía venir para saber de parejas, amigos... pero en general, no de familia política.

- El marido de mi hermano. Bueno, en realidad sigue siendo su prometido. Desapareció el día antes de la boda.

Sebastian asintió, la verdad es que el asunto parecía bastante claro.

- ¿No piensa que simplemente pudo arrepentirse de su boda en el último momento? - preguntó sin mucho entusiasmo.

Anderson negó convencido y abrió su bandolera para sacar una carpeta. La dejó sobre la mesa que le separaba del detective y esperó a que la cogiera.

Sebastian observó la carpeta. Era roja y sobria. Se veían todavía los rastros de una pegatina que probablemente había tenido escrito el contenido de la carpeta. Dudó antes de abrirla.

- Es todo lo que me ha dado mi hermano, son papeles del hospital, y de la preparación de la boda... Creo que esos papeles demuestran que Kurt no pudo irse.

Los papeles eran de todo tipo. Desde menús de bodas de restaurantes hasta el certificado de nacimiento de Kurt Elisabeth Hummel.

- Kurt nació con los dos aparatos reproductores, masculino y femenino. Es un caso raro, y sus padres decidieron operarle, pero algo debió de salir mal, porque...

Sebastian vio a lo que se refería en ese mismo instante: unas pruebas en el hospital confirmaban un embarazo.

- La noticia precipitó los preparativos de la boda, pero no cambió en ningún momento la relación entre mi hermano y Kurt. Bueno, tal vez cambió un poco, pero para mejor. Se querían muchísimo y Blaine estaba emocionado con la idea de tener un hijo biológico. Ni siquiera se tomó mal que Kurt no le hubiera dicho nada, en realidad...

- ¿Y Hummel? ¿Él no estaba emocionado?

Cooper suspiró. No había dejado de jugar con su móvil en ningún momento.

- Kurt estaba asustado. No estaba ni de tres meses y se sentía hecho mierda, casi sin poder salir de casa. Culpaba al bebé y se culpaba a si mismo, pero nunca a Blaine. Le quería con locura, y nunca hacía cosas que pudieran molestarle, por eso ni se planteó el aborto.

Smythe tragó saliva, revisando de nuevo los papeles de la carpeta. Se dio cuenta de que Anderson hablaba de su cuñado siempre en pasado, como con pocas esperanzas, o pensando que ya era demasiado tarde.

- De acuerdo, o sea que tenemos a un chico de 25 años desaparecido y embarazado de 15 semanas. ¿Exacto?

El cliente asintió.

- ¿Y su hermano piensa colaborar con la investigación?

- ¡Claro! Fue él el que me pidió que hablara con usted. Él ya tiene suficiente con la policía, dice que quiere resultados reales y no gente que le diga que su marido huyó y que va a ser imposible encontrarle porque probablemente ya se haya ido del país.

- De acuerdo, acepto el caso. Son quinientos dolares por semana que tenga el caso y otros quinientos de avance por cogerlo.

Cooper entendió y sacó su cartera. De ahí, los primeros quinientos dolares en billetes de 20 y 50.
La dirección de su hermano y su número de teléfono fue lo último que le pidió antes de cerrar la puerta detrás de él. Necesitó unos minutos en la puerta para conseguir asimilar toda la información, y después hizo lo primero para empezar bien un caso: acostarse.

* * *