Era una tarde normal en el 221 de la calle Baker, bueno dentro del margen Holmes de normalidad, lo que para cualquier persona significaría gritar horrorizados.

John tuvo que dejar a la pequeña Rosie con su novio, si bien confiaba plenamente en él, no lo veía tan capaz de cuidar a una pequeña niña que estaba comenzando a dar sus primeros pasos. Lamentablemente tanto Molly como la señora Hudson estaban ocupadas, por lo tanto, no tuvo más opción que sonreír y dejar a Sherlock a cargo, lo que en realidad le generaba uno que otro escalofrío.

Trabajo rápido y arduamente para estar cuanto antes con su familia, paso por algunos muffins de frambuesa, la nueva obsesión de su pequeñita y que contra todo pronóstico, al parecer a Sherlock también le agradaban, ya que incluso cuando estaban en un caso y en plan de no comer, le daba una que otras mordidas.

No sentía ruido, lo que le hizo preocuparse un poco más, apurando el paso, quedó estático en la puerta de su hogar. Sherlock estaba sumido en su palacio mental, ajeno a toda realidad, ni siquiera pestañó cuando él se hizo presente.

Rápidamente buscó a Rosie, la cual estaba jugando peligrosamente cerca de algunos químicos o quizás que sustancias, dejando las bolsas sobre la mesa, en un segundo tuvo a la pequeña entre sus brazos, quien contenta le dedico un par de besos baboseados.

- Sherlock, Sherlock, ¡SHERLOCK! – no logrando su cometido con aquellos gritos no tuvo más opción que jalarlo fuertemente del hombro y ante la nula respuesta le derramo un vaso de agua en la cabeza.

- Dios John ¿Qué pasa? – le gritó exasperado Sherlock, mientras refunfuñaba yendo a su habitación por un cambio de ropa, odiaba estar mojado con el frío que hacía aquella tarde en Londres, John le siguió el paso.

-¿Cómo qué pasa?, estabas al cuidado de Rosie, por primera vez te la dejo y al llegar la encuentro jugando con tus peligrosos experimentos y tú muy aislado en tu palacio mental, acaso, ¿no sabes lo que pudo haber pasado? –

- Ella pudo haber echado a perder mis experimentos, eso pudo haber pasado – y dando grandes zancadas se dirigió al salón, soltando un suspiro al ver que todo estaba en orden.

- Es que no lo puedo creer, te importan más tus mierdas que lo que le pudo haber pasado a Rosie –

- No seas un exagerado, estaba atento, aunque no lo creas, y no había nada peligroso ¡no seas idiota! –

Sabes Sherlock, me aburrí. Me voy de este lugar, con Rosie no merecemos pasar por esto -

- Vete, nadie te invitó a volver, mucho menos a venir con esa mocosa – grave error, Sherlock en apenas unos segundos proceso lo que acababa de decir. El realmente amaba a John y mucho más a Rosie quien la consideraba como una hija, pero su boca habló antes que su cerebro, obviamente hasta Sherlock Holmes puede ser un imbécil.

Pero Sherlock se quedo sentado en su sillón sin hacer nada, no podía con todo lo que sentía y quería decir en esos momentos. Rápidamente se inmiscuyó en su palacio mental para ver las posibles alternativas y aunque no lo quisiera admitir, se moría de miedo al ver las probables reacciones de su novio.

John le ignoró, ni siquiera quiso gritarle o golpearlo, ¿para qué? Si Sherlock estaba en otra realidad y la verdad, no se sentía de ánimos en esos momentos. Tampoco quería compartir espacio con el menor de los Holmes, necesitaba calmarse antes de arrancarle la cabeza o decir algo de lo que después se podía arrepentir.

Fue a su habitación y empacó un poco de ropa, también lo hizo con las cosas de su hija, incluyendo sus juguetes favoritos. Con equipaje en mano, le dedicó una última mirada a su novio, quien seguía absorto en su mundo, cerro suavemente la puerta y salió del lugar, estaba anocheciendo y necesitaba descansar, sobre todo, meditar.

Mycroft o Lestrade no eran opciones, si iba a la casa de ese par, en un par de horas Sherlock lo estaría manipulando para volver con él, cuando lo que debía hacer en estos momentos era pensar y cuestionarse todo, como nunca lo había hecho antes.

Molly o Sara tampoco eran opciones válidas, no quería molestar a las muchachas, y mucho menos lo era su hermana Harry, después de todo necesitaba paz.

Apagó su móvil y se fue por calles poco concurridas de la ciudad, no quería que el gobierno británico tuviera acceso a su destino, así que sacó efectivo y rápidamente tomo un bus hacía "Bourton-on-the-Water" una pintoresca villa a unos 140 kilómetros de Londres, por lo tanto, cerca de las nueve de la noche estaría arribando al lugar.

Por suerte el clima estaba calmado, si bien la tarde esta fresca no había indicios de lluvia, además llevaba ropa suficiente para arropar a su pequeña, quien durmió gran parte del camino.

Se hospedo en una linda y agradable hostal, con un aire antiguo y reconfortante. Pidió algo de servicio a la habitación, recostó a Rosie y luego se dedicó a comer en silencio, su cabeza no dejaba de pensar en Sherlock, pero a fin de cuentas para eso estaba en esa linda villa, para tomar un par de decisiones respecto a su noviazgo, ya no era un adolescente y, además, tenía una hermosa hija a cuestas.

Ignoró su móvil que estaba apagado y con la batería suelta, si bien no tenía idea de como diablos funcionaban esas cosas, confiaba en que de esa forma no funcionara el estúpido GPS, aunque Holmes quizá había puesto rastreador en alguna de sus cosas.

Su cabeza comenzó a funcionar, conocía muy bien a Sherlock para confiar o desconfiar de sus acciones, se sintió iluminado y tomó rápidamente el oso de felpa favorito de Rosie. Lo palpó un con extremo cuidado hasta que notó un pequeño y duro bulto, con ayuda de un cuchillo hizo una pequeña incisión como si de una cirugía se tratará, logrando que sus ojos brillaran al ver un reluciente chip de rastreo, el cual quebró en ese instante.

Pensó un par de posibilidades más, encontrando otros cuatro, en el chupete y la sonaba de Rosie. Mientras que de él, tenían rastreador su llavero y billetera. Confiaba en que con las pocas cosas que había cargado, no tuviera más de esos odiosos chips, ya tendría una seria conversación respecto al tema con Sherlock.

Cuando el menor de los Holmes reaccionó ya habían pasado un par de horas, pues en Londres ya estaba de noche. Con ágiles movimientos busco a su novio y su hija por toda la casa, pero no los encontró, se intentó calmar con un té – de desagradable sabor, pues su paladar estaba acostumbrado al que hacía su novio – y luego se sentó en su sillón favorito con las piernas levantadas y su mirada fija en la puerta, esperaría toda la noche su era necesaria, con tal de ver a su hombre atravesar esa puerta.

Con el frío que hacía no tardaría mucho en llegar, pues no era sensato estar hasta esas horas en la calle con la pequeña niña. Sherlock no entendía muy bien que le estaba pasando, pero sentía su pecho apretado, sus manos no paraban de temblar y sus ojos ardían, se sentía perdido.

John giraba en la cama, no podía conciliar el sueño ya que estaba desconsolado, sentía frío y sus brazos picaban por tocar aquella blanquecina piel que tanto extrañaba, sin proponérselo soltó unas silenciosas lágrimas, estaba en una horrible, hermosa y desolada disyuntiva llamada Sherlock Holmes. . .


Primera vez escribiendo en este fandom, así que estoy algo asustada de haberlo hecho bien.

Me encantaría saber que opinan de esta historia, acepto toda crítica y comentario.

Les aviso que serán capítulos cortos y la historia no tendrá más de cinco capítulos.

Un gran abrazo y nos leemos!