Lluvia

El agua resbalaba por sus mejillas, luego por su cuello hasta quedar atrapada en la tela de su remera. Llovía y ella estaba atrapada bajo ese estúpido árbol que no le brindaba más protección que las sombrillitas que le ponen en su limonada. Bufó molesta. Odiaba la lluvia, pero más que nada odiaba ser sorprendida por esta. Era frustrante para ella. Cansada se sentó en el piso, recogiendo sus piernas y abrazándolas. Soltó un suspiro. Pero entonces oyó una voz llamarla. Alzó la mirada, casi esperanzada y lo que vio ante ella fue un sonriente pelirrojo con una sombrilla amarilla.