+CLOSER TO YOU+
+STAGE 01: WHERE I WANNA BE...+
Desde un principio, había tenido esta fea sensación, de que algo andaba mal y que no me llevaba a ningún lado.
Todo eso estaba relacionado contigo, con la manera en que habías arruinado mi vida, la manera en que habías pisado mi cabeza.
La manera en que mi cabello se ensució, del lodo de tu mugre, de la basura que me tiraste encima.
Hasta que me cansé y tomé espacio, de la asfixia que me provocabas, de la manera en que te quedabas con mi aire.
Como lo hiciste en ese beso, cuando declaraste que salías con él, que lo habías elegido sobre mí.
Para borrar al desertor de tu corazón, ese que te traicionó y te abandonó, en un mundo que comenzó a despreciarte.
Y a pesar de que fui el único, a pesar de que fui el único que se preocupó por ti, a pesar de que sólo me tuviste a mí...
Al final del camino, no me valoraste, me hiciste a un lado y me tiraste a la basura.
Para que no me quejase, para que me bastase con lo que ya había tenido, para que los recuerdos hicieran de mí.
Esto que tú dejaste así, abandonado y maltratado, estropeado y golpeado.
Ametrallado por las balas de tu ausencia, ésa que yo me forzé a tener, para quitarte de mi cabeza.
Sin obtener resultado alguno, terminando por volver a recurrir a ti, a tu lugar.
Ése que dejé sin explicación alguna, ése que abandoné una madrugada, ése del que me escabullí en la oscuridad de la noche.
ÉSE QUE, ESA VEZ, LE CEDÍ A ÉL.
-Ve con Gaara. Él espera por ti-
Había dejado de dolerme, que siquiera lo hayas negado, que ciertamente aceptaras mi visión.
El asunto ya me tenía harto, tuve el valor una vez y lo aproveché, me fui apenas pude.
Sólo le prometí a ella que volvería, al menos a visitarla, no juré que regresaría a pasar mis días en este lugar.
Y así lo había hecho, sólo por una única vez, volví para verla.
Para devolverle todos los favores, para compensarla por todo lo que hizo, para darle la razón.
Que al fin lo había entendido, que tú no me merecías, que lo único que había hecho todo este tiempo había sido imaginarte.
Como algo que nunca fuiste, como algo que Sasuke dejó vagando, como algo que Gaara había tomado bajo su posesión.
COMO ALGO QUE YO NUNCA TUVE.
Tan pequeña y descuidada como siempre, estaba mi casa, cuando decidí primero pasar por ahí.
A dejar mi equipaje y mis otras cosas, antes de partir donde ella, donde ella me estaba esperando.
Dijo que no había problema, que me esperaría despierta la noche entera, que podía tomarme todo el tiempo que necesitase.
Por eso, creí y era mejor aclararme las ideas, antes de ir a verla y decir algo fuera de lugar.
Seguro tenía muchas cosas que contarme, algo interesante que le hubiese sucedido, mientras yo tomaba refugio de ti.
Y cuando preguntase como me había ido...
No quería arruinarlo, diciendo alguna cosa tuya, cómo que mis intentos por olvidarte fueron igual a no intentarlo.
Siquiera quería pensar en eso, en decir eso frente a sus narices, a arruinarle la noche con ese juego de palabras.
Tan gastadas y apagadas, como lo nuestro, como eso que tú me dejaste a mí y te despojaste de ello.
Para hacerle lugar a él, a ése intruso que te tendió la mano, que tomaste orgullosa y agradecida.
IGNORANDO LA QUE YO, HABÍA ESTADO TENDIENDOTE LA VIDA ENTERA.
Y así, subí las escaleras, casi con un paso pesado y bastante perezoso.
No estaba cansado ni nada, sólo me había traído algo de nostalgia, regresar al lugar dónde cada mañana te veía pasar.
Lenta y pausada, fija en un horizonte más allá de este lugar, donde residia tu deseo más lejano.
Ése que te torturaba en ausencia, ése que añorabas en sueños, ése que te soltó como nunca te tomó.
Y mil veces te vi perdida, en esos pies inmóviles y casi helados, por no saber para dónde correr.
Cuando lo sentías cerca, cuando creías que estaba a la vuelta de la esquina, cuando corrías a buscarlo y no lo encontrabas.
Ibas con un gesto tan ilusionado, hasta que doblabas, para ver sólo hojas desprendiendose de las ramas de ese árbol.
Sasuke había sido eso, algo que llegó como se fue, había sido una estación más del año.
En la que seguías atrapada, la que seguías viviendo en carne viva, la que no se te pasaba nunca y sufrías con tus propios días.
Un invierno sin fin, con la helada congelando tus cabellos, con la escarcha grabada en tus palmas.
Rosas de sus quemaduras, cuando él incendiaba tu piel, cuando no llegabas siquiera a rozarlo.
Cuando dejabas que el otro ocupase su lugar, que él te diese todo lo que no te dio Sasuke, que él te dijese todo lo que no te dijo Sasuke.
SIMPLEMENTE, LO USABAS DE CONSUELO.
Y cuando abrí la puerta, había cerrado los ojos por un impulso, porque me había cansado.
De pensar y de tu situación, de las cosas que decías y hacías, de lo que yo creía de ti.
Eso que había terminado por llevarme a ningún lado, estaba parado en el mismo punto, en el principio de ti.
Eso que ya no conocía, eso que habías abandonado, eso que dejaste que él se llevase.
Hasta que regresase, hasta que volviese a decirte que lo lamentaba, hasta que sus brazos te rodeasen.
En una disculpa que no pudo decir nunca, en la razón o la despedida que no te dio, que simplemente dejó flotando.
Cuando se burló de ti, cuando la hipocresía bañó sus labios, cuando los deseos de matar te pasaron por alto.
Cuando lo conociste realmente, cuando viste su verdadera identidad, cuando te diste cuenta que lo querías igual.
Así como yo esperaba encontrar esto hecho una mugre, lleno de polvo y las cosas tal como las había dejado, hechas un desastre.
Y mis ojos fueron testigos de tu imagen, tendida en mi cama y dormida profundamente, un ángel en toda regla.
Los bolsos se desprendieron de mis dedos, casi con dolor y un poco de delicadeza, me había quedado estupefacto.
Cuando las cosas dieron un giro inesperado, cuando siquiera hice ruido, cuando apenas tocaron el suelo.
Como si lo hubiesen planeado, para no despertarte, para contemplar esa imagen por lo que quedaba de la madrugada.
La madrugada que tan amablemente te había dejado aquí, para esperarme, para iluminar mis apagados diamantes.
Me tembló el cuerpo entero, fue una sensación de nada, fue una sensación de sentirme ajeno.
A lo que tú eras, a lo que yo era, a lo que nosotros eramos, a lo que alguna vez fuimos, a lo que yo creí que fuimos, a lo que tú jamás creíste que fuimos.
Sentía que estaba pero no estaba, como si estuviese mirando pero no te viese, como si fueras una especie de espejismo.
Que claramente yo dibujaba, solo y para mí, para aliviarme la pena que tenía dentro.
Desde que me fui cobardemente, desde que te ignoré, desde que entregé mi orgullo para ignorarte.
Para decir que me ibas y me venías, para decir que habías dejado de importarme, para decir que me saturaba el verte.
Cuando lo único que hice fue huir, huir de lo que sentía por ti, huir de lo que me aclaraste y tú no sentías.
Cuando pensé en mí y en lo que me haría mejor, cuando me preferí sobre ti, cuando te dije "BASTA".
Y lo mismo, quise decirle a mis pasos, cuando se movieron solos e hipnotizados por tu gesto.
Por la paz en tu rostro, que casi aniquiló mis sentidos y terminó por destruir mis ganas, de dar media vuelta e irme.
Siquiera puse resistencia, simplemente me dejé hacer, por cómo me llamabas inconsientemente y yo obedecía.
Dejando atrás todas mis promesas, todas las veces que te dije "NO", todas las veces en que mis lágrimas quisieron borrarte.
Del lugar que ahora ocupabas, haciendote dueña de mis sábanas y de mi reposo, que tan abiertamente tendí a compartir contigo.
Pero me quedé quieto, para caer de rodillas y quebrar mi voluntad en pedazos, para mirarte únicamente a ti.
Para que mis horas se fueran en ti, para que cada suspiro fuera tuyo, para que no hubiese nada más que tú.
En mi vista y en mi sonrisa, cuando inconsientemente me senté, casi pegado a tu estadía.
Que no me aburrí de contemplar, grato y satisfecho, por el cuidado que me dabas y lo mucho que me extrañabas.
Tanto que recurrías a esto, a urgar entre mis sábanas y buscar mi perfume, para sentir mi presencia.
Que había vuelto a llevar tu nombre, cada una de sus letras, grabadas a fuego ardiente.
Que duró todo lo que quedaba de oscuridad, todas las horas que restaban, para que el sol golpease contra tus ojos.
Para que me encontrases a mí, fijo en tu entera esencia, con una sonrisa que sólo tú me provocabas, porque tú eras dónde yo quería estar.
