Tu nombre es Roxy Lalonde, y te encuentras en tu habitación de Derse. Estás sentada sobre la cama, tomando una copa de ron. Te encanta el alcohol, es tu pasión.

Acercas tu portátil hacia ti y abres Pesterchum. Observas tu última conversación, la cual fue con Dirk. Rápidamente lo cierras, y de un fuerte empujón, lo tiras al suelo.

Algunos recuerdos vuelven a tu cabeza, y para evitarlo, vuelves a dar un largo trago a tu bebida.

¿A caso queda alguna razón para no hacerlo?

Ocultas la cara entre las piernas, cerrando con fuerza los ojos y temblando ligeramente.

Si no continuas vas a acabar recordando todas sus muertes.

Estás completamente sola. No queda nada. Ya no bebes para refugiarte en una falsa felicidad, ya que ahora es imposible que exista. No. Solo intentas alejarte de cualquier pensamiento o recuerdo que provoque ese sentimiento de culpa y dolor. Es lo único que te queda.

Pero poco a poco algunas imágenes van apareciendo en tu mente.

Un trago más.

Dirk. Sabes que está muerto. Hace días que no te responde. Desde que Jake se fue, estuvo vagando por el espacio, esperando a algún milagro para volverle a ver que nunca ocurrió. Estaba realmente enamorado de él. Quizás tanto como tú lo estabas de Dirk. Nunca tuviste una oportunidad, lo que hizo que te siguieras refugiando en el alcohol, como siempre.

Un trago más.

Viste morir a tu propia madre en tus manos. A penas tuvistes tiempo para conocerla. Ojalá hubieses sido mejor madre para ella en su universo de lo que eras siendo su hija en el tuyo.

Ella tuvo incluso alguien que le quería, cosa que tú nunca has pensado que tendrías, realmente la envidias.

Otro trago más.

Cada día te despiertas con tu vaso en la mano, tratando de olvidar toda esta mierda por completo, pero es imposible. Lo único que te queda es esperar a que el veneno llegue a matarte por completo.

Caes del cansancio sobre tu mullida almohada. Parece que tu ansiado deseo se empieza a cumplir. Tus ojos se van cerrando poco a poco, y sientes que te alejas de toda realidad.

Cuando los abres, ves una mano acercándose a a ti, ofreciéndote ayuda para levantarte. Cuando levantas la cabeza, puedes ver las gafas más irónicas que conoces, y debajo de estas, una familiar sonrisa.