Hola espero que todos se encuentren bien bueno antes que nada les agradesco que se tomen el tiempo de leer mi historis es la primera que escribo de ella en esta ademas de colocar a los personajes que son cnosidos tambien e puesto a dos mas uno deellosmurio en historia original de las chicas y el otro es un personaje inbentado por mi solo espero que les guste y si es asì aganmelo saberpor el momento es todo pronto subire el cap 2 asta luego.

Capítulo 1: Libertad.

-¡De prisa¡Cierren todas las entradas, no permitan que escape! -Se escuchaba la voz de una mujer quien corría tan rápido como podía. La situación en el laboratorio era crítica: uno de sus mejores y más peligrosos experimentos se había rebelado contra ellos; se había cansado de tanto sufrimiento, tanta tortura o, como dirían todos aquellos de bata blanca, las pruebas. Pero no eran nada de eso. Poner a un niño que comenzaba a caminar ante situaciones tan peligrosas que ningún ser normal podría imaginarse -ser golpeado con bloques que destruirían a trenes o ser expuesto a temperaturas que quemarían a cualquier ser o congelarlo en segundos- no, eso no eran "pruebas", pero fue todo lo que vivió por largos nueve años hasta que se hartó y cuando supo cómo dominar todo su poder… todo lo que esos hombres y mujeres temían tanto se volvió realidad.

Todo ese poder se volvió contra ellos, aun cuando fue encerrado en aquella habitación diseñada por el profesor Utonio quien aseguró que ni siquiera sus cuatro niñas podrían destruirla. Hay quien dice que la destrucción de un imperio no viene de afuera sino de adentro. Aquella noche, destruyendo todos sus miedos, aquel muchacho tomó lo que tanto deseaba: ser libre y lo consiguió. La habitación simplemente fue destruida; inútilmente intentaron cerrar todas las salidas pero no funcionó, las grandes puertas de acero de mas de ocho pulgadas de grosor era simplemente hechas pedazos y en el mejor de los casos volaban por los pasillos. El ejército se movilizaba lo más rápido posible pero todo era un caos. La "Dama" -como era mejor conocida la directora de todo el laboratorio- había ordenado que lo detuvieran, pero fue el general quien ordenó que fuera a cualquier costo, aun si implicaba matarlo. Esto traería consigo que todos eso nueve años de investigación se vendrían abajo.

-¡De prisa, si escapa todos nuestros esfuerzos habrán fracasado¡Deténgalo antes de que el general lo encuentre!- Les gritaba la Dama a sus asistentes quienes hacían lo mejor posible. Para ese momento, el niño ya había subido ocho de los diez niveles del laboratorio; dos más y su tan anhelada libertad llegaría.

-¡Un poco más, un poco más! -Se decía así mismo y una sonrisa en sus labios se mostró, pero justo cuando llegó al segundo piso el ejército ya lo esperaba.

-Disparen. -Ordenó el general. Todos dispararon al mismo tiempo; de inmediato el chico se protegió, con un domo rojo que él mismo creó. Los láser no lo tocaban, el niño los miró con enojo.

-No me detendrán, no me negaran mi libertad.- En ese momento el niño levantó su brazo derecho, extendió su palma y de forma sorpresiva lanzó uno de sus poderes sobre ellos. La Dama llegaba justo en el momento en que el poder lo lanzaba por los aires a todos aquellos que estaban en su camino, incluyéndola. Poco después el pasillo estaba casi destruido, de no ser por su excelente fortificación este se habría derrumbado sobre ellos. Una nube de humo impedía ver lo que sucedía, la Dama sólo pudo ver cómo el niño se impulsaba y se alejaba rápidamente, totalmente enfurecido.

-Por dios, qué poder tiene, en nueve años jamás mostró tal energía. -Se dijo la Dama mientras intentaba ponerse de pie; una vez que lo consiguió y sujetándose el brazo derecho, miró aterrada el pasillo y comprendió que ese niño se había convertido en su propia destrucción. Los soldados que se encontraban es ese lugar ahora yacían inconcientes e incluso algunos estaban muertos; en uno de los radios se escuchaba la voz del general, pero no se le podía entender. De pronto el radio se apagó y todo fue silencio. Un momento después se escucharon unas pisadas: se trataba de uno de sus asistentes.

-Directora. -Le habló desesperado ella lo miró aun aturdida.

-¿Qué sucede? -Le preguntó mientras se recargaba en una de las paredes.

-El niño ha llegado al último nivel. -Al oír esto la sangre se le heló; a pesar de sus heridas se apresuró a llegar a lo que parecía una simple pared, pero al presionar un botón escondido se mostró una puerta que daba a un elevador. Ambos entraron y de inmediato el asistente accionó una palanca para ascender. Rápidamente llegaron al último piso donde ya la esperaban sus asistentes. Cuando la vieron todos se sorprendieron por lo lastimada que estaba.

-Vaya, me veo peor de lo que creía. –Comentó, pero pronto sus heridas se olvidaron ya que justo en ese momento la puerta principal salía volando por los aires, el niño se presentó de inmediato y el ejercitó se colocó en sus posiciones. Al ver esto la Dama se acercó al general que se encontraba junto a uno de los tanques; la cantidad de soldados que se reunidos así como armamento eran impresionantes, nadie creería que todos ellos servían para un solo propósito: detenerlo. El general, con su típica mirada fría, lo observó, alzó su brazo derecho y lo señaló.

-Destrúyanlo. -Ordenó con voz firma. Los soldados comenzaron a atacar y el niño contraatacó. Pero esta vez era diferente a la batalla en el piso inferior: las armas que disparaban no eran láser normales, éstos eran de color dorado y más letales. El niño se percató cuando uno de ellos atravesó su domo y lo hirió en el brazo derecho; esto lo asombro pues ninguna arma lo había podido si quiera rasgar, pero estas armas eran más poderosas. Una sola herida fue suficiente para que retrocediera y se resguardara tras las paredes.

-Alto. -Ordenó el general y todas las armas dejaron de disparar; de inmediato tomó un altavoz y se dirigió al chico.

-Es mejor que te rindas, no hay forma de que escapes. -Hizo una pausa esperando respuesta pero al no obtenerla la Dama tomó el altavoz y le habló.

-Sé que deseas salir e irte pero entiende, el mundo exterior no es bueno, hay mucha maldad. Irte sólo hará que te dañes y dañes a otros. Es mejor que te quedes aquí, te prometo que no habrá más pruebas. -Al oír esta última palabra el niño se sorprendió.

-Pruebas. -Dijo en voz alta. A su mente vinieron los recuerdos de las pruebas que no eran sino torturas disfrazadas. El niño quitó su mano de la herida y miró su sangre. ¿Acaso regresaría a todo aquello que le hizo daño? Miró cómo la sangre comenzaba a secarse.

-¿Éste es mi destino¿Quedarme aquí hasta que mi vida se seque? -Pero algo en él le decía que no, que en su destino había más que esto, más que esa vida de sufrimiento. Sin más, apretando su puño izquierdo, salio nuevamente.

-Parece que se rindió. -Dijo contenta la Dama.

-¿Pruebas¿Acaso crees que soy un estúpido¿Aun piensas que esto es mi vida¡Pues te diré ahora ya soy libre y no volveré a sufrir esto¡Esta vez mi vida será mía, así que escúchenme! Si no lo logro y muero, sé que no será en vano. ¡De una u otra manera seré libre! -En ese momento sus manos comenzaron a brillar. El general le quitó el altavoz a la mujer e hizo que retrocediera.

-Bien, hizo lo que pudo. Ahora esto está en mis manos, él debe morir. -Y de nuevo levantó su mano. El niño extendió sus brazos en dirección de ellos, con una mirada de total odio.

-Esta vez todo terminará aquí. -Se dijo así mismo.

-¡Ataquen! -Y se reinició de nuevo el ataque. Todo el lugar se convirtió en un campo de batalla. Los soldados intentaban en vano acertarle pero él se movía muy rápido y mientras lo hacía, tanques y soldados salían volando. El niño no sólo tenía un gran poder, también poseía un enorme conocimiento en defensa personal, lo que lo hacía más peligroso que cualquier arma que los soldados dispararan. Además, cuando sus poderes impactaban en su objetivo, dañaban a los que se encontraban a su alrededor pero también a sí mismo ya que provocaban una onda de choque a todo alrededor. Los soldados comenzaron a ser derrotados de forma rápida.

-¡No podemos detenerlo! –Gritó uno de los soldados. El general, por su parte, aparentemente sólo observaba pero mientras lo hacía, analizaba la situación. Era algo que sabían muy bien quienes lo conocían desde tiempo atrás: era frío y calculador; analizaba a su enemigo, buscando y encontrando su debilidad, como en estos momentos. No le importaban los escombros que pasaban volando a su lado, no se movería en absoluto. La Dama, por su parte, se protegía lo mejor que podía: Ella también analizaba la situación y llegó a la conclusión de que todo se le había escapado de las manos, aquel niño que prácticamente había criado desde que era un bebé y que vio crecer ahora los atacaba.

-¿Acaso todo lo que he hecho está equivocado¿Es que sólo he cometido errores en vez de aciertos? Y si es así, entonces he cometido el mayor de los errores en la vida: la muerte de quien considero como mi hijo. -Se dijo así misma cuando de pronto el grito del general la alertó.

-¡Liberen a los cazadores! -Al oír esto, de inmediato se acercó a él.

-¡No, General, no lo haga¡Se lo suplico! -Pero el hombre sólo la miró con enojo.

-Lamento decirle que no lo haré, ahora esta es mi prioridad: destruirlo. Es mejor que se retire, mis soldados la sacaran de aquí igual que a los demás civiles. ¡Largo de aquí y esto no es una petición, sino una orden! –Por su expresión, el General supo que ella se negaría a obedecerlo, lo que lo hizo enfurecer.- ¡He dicho que largo! -Le dijo nuevamente.

-No lo haré. -Le gritó, pero en ese momento un fuerte golpe en la cabeza la hizo que cayera inconciente.

-Llévensela y pónganla a salvo con los demás. -Uno de los soldados la cargó y junto con otros cuatro se retiraron. Mientras tanto, la batalla de pronto se calmó. Esto sorprendió al niño quien miró en todas direcciones completamente desconcertado, buscaba la razón del comportamiento pero lo único que podía ver era humo.

-¿Pero qué sucede? -Se preguntó. Su pregunta fue respondida cuando de pronto comenzaron a abrirse ocho compuertas ubicadas en el suelo. Poco a poco comenzaron a surgir una figura humana de cada una de las compuertas, pero el niño notó que eran demasiado grandes, quizás entre cuatro y cinco metros de alto.- ¿Qué es eso? -Dijo en voz alta. Los ocho seres volaron hasta rodearlo pero el niño no se movió, los miró sin comprender lo que eran cuando la respuesta se mostró ante él. Ahora lo recuerdo –pensó-, la Dama me comentó de un proyecto llamado "Cazador"; dijo que fue creado por ella y por un científico llamado Utonio, pero fue todo lo que me dijo. Los cuatro Cazadores levantaron su brazo derecho hacia él. -Y ahora sé por qué no me contó más.

Fue lo único que alcanzó a decir pues antes de que pudiera reaccionar los ocho seres dispararon. El niño gritó ante el insoportable dolor.

-Señor, el objetivo fue impactado. -Le informó uno de los soldados mientras le señalaba el lugar.

-Que continúen así, no dejen de disparar. -El soldado asintió con la cabeza y tomó un radio.

-Continúen, repito, continúen. -Les indicó.

-Enterado. -Le contestaron. Mientras esto sucedía, algo lejos de la isla la Dama despertaba al fin. Lo primero que vio fue a uno de sus asistentes.

-Que fue lo que sucedió. -Le preguntó a la joven; esta le sonrió.

-Ya estamos a salvo, hemos comenzado a alejarnos de la isla. -Le explicó. La Dama aun estaba aturdida pero cuando recordó todo se puso de pie de inmediato y notó que se encontraba en un barco que se alejaba rápidamente de la isla. La Dama corrió hacia la parte trasera del barco y miró con asombro lo que estaba sucediendo. A lo lejos se alzaban grandes cantidades de humo.

-¿Qué ocurrió¡Díganme! -Les preguntó casi gritándoles. La joven que se encontraba junto a ella cuando despertó la miró con miedo y desconcierto¡cualquiera estaría feliz de irse! Pero era como si ella no quisiera alejarse de la isla.

-El general ordenó que lo atacaran con los golpes solares, señora, creo que es el fin de ese niño… lo siento. -La dama la miró y después volvió la vista a la isla, no pudo contener las lágrimas y cayó hincada sujetándose el rostro con ambas manos.

-Perdóname. –Murmuró mientras el barco continuaba su camino.

Mientras tanto, en la isla, los Cazadores continuaban disparando al niño quien gritaba de dolor; el general sólo lo miraba y sonreía, disfrutando del dolor que le provocaba.

-Bien, es mejor terminar con esto ahora que ya no es un peligro. Ordenen que terminen con él. -Al recibir la orden el soldado saludó y tomó su radio.

-El general les ordena que terminen con él.

-Entendido. -En ese momento, los cazadores levantaron su brazo izquierdo en el que comenzó a formarse una luz de color azul. El niño sólo podía mirar sin moverse pues el dolor esa insoportable.

-Duele mucho... –Murmuró para así mismo, sorprendentemente había más tristeza que miedo en su corazón. -¿Este es mi fin¿Es que no podré ser libre? -De sus ojos comenzaron a salir lágrimas, poco a poco cerró los ojos mientras comenzaba a darse por vencido. Pero una voz en su interior lo hizo reaccionar.

¡Vamos, continúa luchando, no te des por vencido¡El dolor es sólo un pretexto para rendirte y tú no eres de ésos¡Véncelo y consigue lo que más anhelas: tu libertad!

El niño miro al cielo, se vio así mismo y sonrió. -Es cierto no me daré por vencido.- Fue lo último que dijo, en ese momento y soportando el dolor, el niño comenzó a levitar. Esto sorprendió a todos.

-General, algo esta sucediendo. -Informó por radio uno de los cazadores al general, quien tomó el radio.

-Infórmame qué está pasando. -Y presintiendo algo en verdad malo sólo espero la respuesta.

-El niño ha comenzado a levitar; increíblemente está soportando el daño que hacemos, general. –Dicho esto el soldado guardó silencio.

-Continúen con el ataque y aumenten el poder, el niño no podrá soportarlo por mucho tiempo.

-Entendido. –De inmediato los ocho cazadores alcanzaron al niño empezado quien ya había alcanzado unos los veinte metros de altura.

-Escúchenme con atención: comiencen a juntar toda la energía en el brazo izquierdo y cuando se los ordene, disparen. -El general sabía que no tendría otra oportunidad, esto sólo dejaba dos opciones: o el niño se liberaba pronto o ellos acababan con él; en ese momento el niño cruzó sus brazos hasta que sus manos tocaban sus hombros.

-Pero qué hace. –Se pregunto el general; sus ojos se dilataron de asombro.- ¡Ese maldito…¡Aumente la intensidad de los rayos! –ordenó por radio, pero justo en ese momento el niño lanzó un fuerte grito a la vez que extendía los brazos. Una gran explosión surgió y los brazos de los cazadores estallaron. -¡No puede ser!- Dijo el General con rabia. Los ocho Cazadores comenzaron a caer mientras sus pilotos abandonaban los vehículos.- ¡Cúbranse! -Les gritó el General. Todos corrieron para evitar la lluvia de acero ardiente que se precipitó hacia ellos.

Sólo el sonido de las llamas se escuchaba. El general consiguió salir de entre los escombros, con el rostro ardiendo de cólera. De inmediato corrió hacia un árbol donde presionó un botón y del suelo surgió una cápsula. Dentro se encontraba un traje que al tocarlo se adhirió a él. El traje era simplemente de color negro, aparentemente sin ninguna cosa particular, pero de pronto el general comenzó a levitar hasta quedar frente al niño. Ambos se miraron por un momento.

-¿Por qué me hace esto¿Por qué no me deja libre? –Le reprochó el niño.

-Por que eres un peligro para la humanidad. –Le respondió secamente. Pero luego sonrió y continúo. -Si fueras como esas niñas… pero no, tú eres diferente, tú posees demasiado poder, es por eso que no debes sobrevivir. Y por mi parte te aseguro algo: hoy morirás. Esto es algo que debí hacer hace mucho tiempo, pero todos esos ingenuos científicos, empezando por esa mujer, me lo impidieron, y ahora éstas son las consecuencias.

La explicación del general, o al menos eso parecía, solo generó más preguntas en el niño, pero sobre todo una en especial.

-¿Por qué no lo hizo si siempre lo deseó? Tuvo muchas oportunidades, sólo usted y la Dama eran los únicos que tenían acceso a mi habitación. En varias ocasiones que ella entraba, sólo sentaba en aquella silla y se quedaba mirándome por horas. Dígame¿Por qué? -El General lo miró por un momento y como si le recordara a alguien de nuevo sonrió.

-Tienes razón, y ¿sabes? Ahora que lo analizo fue una estupidez de mi parte no hacerlo cuando tuve la oportunidad, pero no lo hice por un motivo particular, o mejor dicho, por alguien que tu nunca conociste… cuando miré la forma que era alejada aquella noche, me hice la promesa que nunca dejaría que nadie te dañaría, sin embargo, también prometí que solamente yo seria quien te daría fin. Y hoy es ese día. Con el paso del tiempo comprendí que tu poder crecería enormemente, así que con ayuda de varios científicos que me apoyaban se diseñó este traje que fue bautizado con el nombre de 'juez'. -El General presionó un botón y el traje comenzó a brillar.

-Esto es extraño, a pesar de que el traje está hecho de tecnología puedo sentir la energía como si este fuera parte de él. -Por su mirada, el General se dio cuenta de que ya se había percatado de lo que era el traje.

-Despegare tus dudas, este traje esta hecho de nano-tecnología; los nano-robots están diseñados para adherirse a mi cuerpo, haciendo que mi energía se eleve más allá de un humano normal. En pocas palabras, poseo el mismo poder que tú y si lo deseo podré aumentarlo aun más. Pero ya basta de plática, es momento de terminar con esto. -De pronto el general desapareció; el niño estaba mudo de asombro, en vano intentó un golpe el abdomen le indicó que estaba más cerca de lo que le gustaría. El general se hizo visible y de inmediato lo sujetó del cuello y coloco su mano en el abdomen del niño, disparando su poder. El cuerpo del chico salió disparado pero antes de que se estrellara el general se movilizó a gran velocidad, apareciendo frente al niño y lo detuvo con su cuerpo. El niño apenas si podía sostenerse en el aire, el aturdimiento y el dolor no le permitían moverse.

Tiene un gran poder… debo hacer hasta lo imposible para vencerlo, pero ¿cómo? Los nano-robots están dentro de su cuerpo y si el traje lo protege, entonces ningunos de los poderes que le lancé podrían hacerle daño a menos… quizás combatiéndolo cuerpo a cuerpo pueda al menos comprobar si le hago algún daño. El niño se disponía a hacerlo cuando se percató de que el general ya no se encontraba frente a él, sino a su espalda.

-La primera regla de una pelea es no perder a tu oponente. -El niño giró rápidamente, pero el general se le adelantó; lo abrazó y comenzó a presionarlo; el niño gritó de dolor y el general presionó más y más.

No puedo hacer nada, no me puedo mover... –Pensó y nuevamente lo embargó la tristeza y la desesperación. Quizás era el dolor, pero de pronto vio ante él una mujer. Él conocía a todos los científicos, pero a ella nunca la había visto.

-¡Debes seguir! Sé que el camino será difícil y lo que te espera afuera será más difícil, pero dentro de ese basto mundo habrá gente que te apoye y te quiera, pero deberás encontrarlos. ¡Continua luchando, puedes hacerlo! -Era extraño, pero las palabras de aquella mujer hicieron que el niño se sintiera bien. De forma sorpresiva, el niño lanzó un grito seguido por una explosión de energía que separó de inmediato al General.

-¡Ya es tiempo de terminar con esto, General, ahora me toca a mi! –La situación dio un giro total, el General se percató de esto. La expresión del niño había cambiado: el temor desapareció, ahora se mostraba decidido a todo con tal de obtener lo que quería. El hombre no estaba preparado, y extrañamente sucedió algo que jamás se había imaginado: comenzó a sentir miedo. Él, quien se enorgullecía de su valor, él, quien había luchado en guerras y había estado en situaciones que ningún otro habría intentado siquiera pensar; pero ahora, en esta ocasión, sintió por primera vez el miedo y eso hizo que se confundiera. Así que sólo hizo lo que sabía hacer bien: pelear. De inmediato se lanzó contra el niño directo al rostro, todo indicaba que asestaría el golpe pero esta vez se llevó una sorpresa. Cuando estaba apunto de impactar el niño se agachó y de inmediato lo golpeó en el abdomen; el golpe fue tal que el general se sujetó con ambos brazos, doblándose del dolor.

-No es posible... –Murmuró apenas con aliento; levantó el rostro y lo miró con enojo. -¿Cómo es posible que lograras hacerme daño si este traje es impenetrable? -La respuesta que recibió fue una sonrisa del niño.

-Es cierto, el traje es impenetrable. Sin embargo, descubrí como hacerlo vulnerable: cuando usted ataca el traje pierde su brillo. Eso quiere decir que el brillo que lo protege deja de funcionar por un momento, y ese es el momento de atacar. -El general se incorporó poco a poco.

-Bien, te felicitó, pero aun no termina esta pelea.

-Lamento decirle que ya terminó. -Y antes de que el General pudiera reaccionar, el niño atacó de nuevo y esta vez más rápido que antes. De todos lados recibía ataques, no podía ni defenderse.

Mientras tanto, los soldados miraban lo que sucedía. El segundo a cargo se mantenía pendiente pero sin intentar intervenir.

-Señor¿qué debemos hacer? El general está perdiendo. -Le preguntó uno de los soldados. El hombre lo miro serio.

-Quiero que preparen la última arma: el láser Andrómeda; si el general no lo logra dispararemos el láser aun cuando matemos al General¿entendido? -El soldado se asombró de la orden. El láser Andrómeda, quizás el arma más poderosa que existía, poseía el poder de destruir lo que fuera. La Dama lo había diseñado y afirmaba que era tan potente que podía fundir cualquier cosa. Era su propia versión del sol. El soldado se dirigió a varios de sus compañeros y después de hablarles, todos ellos lo siguieron.

Mientras tanto, en el cielo, parte del traje del general ya estaba inservible e incluso éste e sujetaba el brazo izquierdo.

-¡Maldito seas! -Le dijo a la vez que respiraba con dificultad; el niño se mostraba tranquilo.

-Es mejor que esto termine aquí, General, no deseo que muera nadie más. -Pero el general movió la cabeza, negando.

-Lamento decirte que esto no terminara hasta que uno de los dos muera. -El niño no pudo sentir lástima por él, sin embargo, si esa era su decisión entonces así sería.

-Como quiera. -En ese momento el general levantó su brazo y disparo otro de sus poderes. El niño contestó de igual manera y ambos poderes impactaron. Una nube de humo se levantó rápidamente y aprovechando esto, el General atacó pero el niño ya se le había adelantado y lo golpeó en las piernas. El traje se desgarró y al igual que ambas piernas, haciendo que el General lanzara un fuerte grito. Justo en ese momento los soldados preparaban el cañón, pero al oír el grito todos voltearon y vieron como descendía rápidamente; el niño se acercaba a él.

-¡Listos¡A mi orden disparen! –Gritó el segundo al mando. La mira seguía al niño listo para disparar en cuanto estuviera junto al General. Y justo cuando se encontraba a menos de un cuerpo de distancia, se gritó la orden. -¡Disparen!

Un rayo de color negro salió en dirección a los dos.

Ese maldito disparo el rayo desobedeciéndome. Pensó el General al percatarse de lo que estaba pasando, pero antes de que pudiera hacer algo tanto él como el niño fueron impactados por el rayo. Una gran explosión y una nube de humo inundaron el lugar. El teniente, quien observaba con detenimiento, se dio cuenta de que alguien surgía de entre el humo. En el fondo deseaba que fuera el niño, pero se aterró cuando a quien vio fue al General, pero su terror aumentó cuando observó que ya no tenía ni el brazo derecho ni la pierna izquierda. También había perdido parte de la pierna derecha. El cuerpo del General -o lo que quedaba de él- cayó al suelo. De inmediato, los soldados corrieron para auxiliarlo, en el fondo seguros de que debía estar muerto. Pero al llegar su sorpresa fue mayor ya que aun se encontraba con vida, aun continuaba luchando.

-¿Dónde está? –Preguntó con dolorida voz, apenas audible, mientras se sujetaba del hombre que había ordenado disparar el arma.

-General, no debe moverse, su cuerpo esta muy dañado. -La respuesta que recibió fue una mirada de cólera que le heló hasta los huesos.

-No… no le pedí s-su opinión… así q-que responda a… a mi pregunta o le juro que… con un… solo bra-brazo le… le romperé el cuello. –Dijo en medio de los estertores de dolor. El soldado tragó saliva y de inmediato miró al cielo pero la nube de humo continuaba.

-¡Rápido! Escaneen la nube y infórmeme si hay alguien con vida. -Uno de los soldados dirigió una antena al lugar. En un principio no detectó nada, pero en ese momento el soldado se paralizó ya que en el radar comenzó mostrarse algo. Al mismo tiempo la nube se disipaba y al igual que este soldado, todos se quedaron inmóviles: el niño había sobrevivido.

-¡No es posible! -De pronto, el niño estiró los brazos a los lados; el General, quien comenzaba a perder el conocimiento, sabía lo que pasaría sino salían pronto de ahí. Todos morirían. Las manos del niño comenzaron a resplandecer con un brillo de color rojo sangre.

-¡Váyanse de aquí todos¡Huyan¡Corran! -Les gritó. Fue como si todos despertaran de un sueño, pues a la orden todos comenzaron a correr tan rápido como podían. El general, al igual que el teniente, eran ayudados por otros dos soldados. Mientras tanto, el niño juntó sus brazos al frente hasta que sus muñecas quedaron pegadas, sus manos formaron una especie de domo y el niño miro el laboratorio con furia.

- ¡No regresaré! – Gritó y su poder salió disparado, por lo menos seis veces más grande; era como ver un comenta de cerca. La esfera impactó en el laboratorio y al instante destruyo los diez niveles; aún cuando los soldados intentaron escapar la onda de impacto los lanzó por los aires como muñecos. Fue tal el poder destructivo que incluso en el barco en el que huía la Dama se pudo sentir. La gente miraba aterrada la escena, parecía que un volcán había echo erupción. La Dama no comentó nada, nada había que comentar.

El niño, quien miraba lo que quedaba del laboratorio, respiraba agitadamente –Lo logré –se dijo con voz cansada, pero con un tinte de alegría en ella.- Ahora lo entiendo, ellos temen lo que no conocen.

En el fondo, el niño comprendía que usar su poder para beneficio propio sólo traía malas consecuencias, y él no quería eso. Lo que ahora deseaba era ver este mundo con sus propios ojos, no a través de un libro. Ver si la gente es mala o buena, probar cada rincón de este mundo, en pocas palabras, vivir libremente. Y con este deseo en mente, el niño se alejo de su viejo "hogar".

De entre los escombros, el General agonizante surgió.

-¡Madito, maldito seas! Te juro que te buscaré y te destruiré.