Disclaimer: Nada es de mi autoría, excepto la idea que leerán a continuación. Personajes (a excepción de los originales), pertenecen a JK Rowling y a la mágica saga de Harry Potter. No pretendo obtener algún tipo de ganancia por este fan fic.
Summary: Una fría noche de invierno, Severus Snape hace lo impensable y asesina a un muggle, en defensa de Hermione Granger. Acosada en un callejón, la joven bruja queda indefensa y una extraña ira ante el pasado y los recuerdos de su padre, maltratando a su madre, se apoderan del profesor de pociones, para así terminar utilizando su magia sobre su atacante.
Un juicio se lleva a cabo y gracias a los ruegos de Hermione, el jefe de Slytherin se salva de terminar en Azkaban, pero es desterrado de la comunidad mágica, con su varita rota y un hechizo para hacerle doloroso y difícil, el uso de su magia.
Tras la muerte de Voldemort, el profesor Snape pensaba tener una vida tranquila. ¿Este nuevo dilema, habrá cambiado en algo, sus planes de vida?
Prólogo
A pesar de que intentaba dejar de pensar en lo mismo, por su propio bien, todavía podía escuchar el sonido de su varita quebrándose en pedazos y, por las noches, los gritos desgarradores de Hermione Granger.
Mantenía los dientes apretados mientras intentaba servirse un poco de té en una vieja taza, pero sus manos temblaban tanto que le estaba costando más de lo que debiera.
Una fría noche de invierno como cualquier otra, tras una pequeña visita a Hogsmeade por nuevos ingredientes, se convirtió entonces en una de sus peores pesadillas.
Voldemort finalmente había muerto y a pesar de que simplemente pudo haberse aparecido de vuelta en casa o haber regresado por cualquier otro método, sintió una curiosa libertad que no había experimentado antes y había decidido caminar un poco.
Un terrible error, sin duda alguna.
A pesar de que no disfrutaba la compañía de los muggles, se sentía extrañamente capaz de soportar cualquier cosa. Después de todo, había vivido por muchos años bajo el yugo del señor tenebroso y comenzaba a pensar que un par de transeúntes "no magos", no representaban un obstáculo.
Había sufrido de ataques de pánico, uno que otro, que se los adjudicaba al hecho de estar vivo. Seguro que el haber seguido órdenes por tanto tiempo, no era sano, y se había convertido en la paranoia en persona, buscándole un sentido a su nueva vida, tras haber sobrevivido a duras penas. Como fuera, aquella noche había encontrado el valor necesario para caminar fuera de su zona de confort, lo que había cambiado su vida para siempre.
Las coincidencias de la vida, extrañas por demás, pero coincidencias. En una de las calles por las que caminaba, sus agudos oídos detectaron un sonido muy atípico. Una especie de forcejeo.
No tenía ni idea de por qué había tomado la decisión de involucrarse, pero supuso que era una condición de todo ser humano. El primitivo deseo de proteger a los demás, a pesar de que él no era precisamente como el resto.
Y lo había aprendido con Lily. Quizá también con su madre.
Como fuera, aquella noche en particular, todo el pasado que había estado intentando olvidar durante años y años de esfuerzo y auto determinación, prácticamente se fueron al caño. Un muggle, probablemente en estado de ebriedad o tal vez simplemente en un estado de locura, discutía con una mujer en un callejón apenas iluminado.
De a momento no podía reconocer la voz femenina, pero la conversación se agitaba más y más. Pudo haber caminado de largo y no haberse involucrado, pero la escena removía esos desagradables recuerdos que tanto le había tomado olvidar.
Su madre. El sufrimiento del que había sido víctima, gracias al imbécil de su padre.
Ya había pensado que la parte más primitiva de él, había respondido y decidido caminar hasta descubrir la fuente del problema, así que supuso que otra parte, aún más primitiva que la anterior, le obligó a hacer lo que hizo.
Especialmente en cuanto supo que aquella joven era bruja y que había intentado sacar su varita para defenderse, en el mismo momento en el que el muggle había decidido abofetearla y sostener sus muñecas con una fuerza descomunal, obligándola a soltar la varita, cuyo ruido retumbó en sus oídos y tomó cierto tiempo detener su eco dentro de su cabeza.
La sangre le hervía como no lo había hecho en mucho tiempo. Se desconocía, jamás se había alterado de la misma forma, como en aquella noche. Apenas y podía ver, pero sus sentidos trabajaban a toda máquina para procesar la información que tenían en frente.
"Un muggle intenta propasarse, lastimar a una mujer".
¡Y no a cualquier mujer! ¡A una bruja!
¡Tal cual el imbécil de tu padre, quiso hacerlo con tu madre!
¿Te quedarás allí, de pie, simplemente mirando?
No podía decir con certeza, si Hermione hubiese podido hacer algo más y haberle evitado el problema de raíz, pero en aquel momento no parecía posible. El muggle simplemente no dejaba de atacarla, no había respiro entre cada uno de sus insultos y maltratos.
Su mano parecía tener vida propia, lentamente bajando hasta uno de los bolsillos de su gabardina negra, donde sabía que se encontraba su varita y pensando tomarla cuanto antes. Todo su cuerpo temblaba y había comenzado a sudar, a pesar del frío clima en el que se encontraba. Su visión comenzaba a tornarse borrosa de a momentos y un desagradable dolor de cabeza ante la vista que tenía en frente, hacía palpitar su sien de una forma muy incómoda. Sólo tenía una idea en mente y simplemente necesitaba de un pequeño incentivo para hacerlo.
A pesar de que estaba en contra de las leyes y de los principios de la comunidad a la que pertenecía.
Intentó mantener la calma lo más que pudo, pero los angustiosos sollozos de Hermione en aquel callejón, se convirtieron en un verdadero tormento. Para el momento en el que aquel muggle había decidido sostenerla por el cuello e intentar ahorcarla, decidió que ya había sido suficiente e hizo lo impensable.
Una ira que de seguro hubiese sido capaz de quemar a cualquiera que estuviera cerca, de pronto tomó posesión de su cuerpo. No dudaba que Hermione Granger fuese capaz de defenderse por sí misma, pero aquellas condiciones eran totalmente distintas a cualquier agresor.
Una brillante luz verde que iluminó el callejón por completo. No lo pensó bien, la verdad, y toda la rabia que sintió alguna vez por su padre y la forma en cómo maltrataba a su madre, se convirtió en el hechizo que impactó de lleno con la espalda del atacante y el cual cayó sin vida al suelo, como una marioneta cuyas cuerdas hubiesen sido cortadas, frente a los aterrados ojos de la joven bruja.
Sólo contó con un par de segundos para analizar lo ocurrido y darse cuenta de lo que había sucedido. Ambos respiraban agitadamente, mientras el silencio en los alrededores, ahora era roto por sus jadeos por recuperar el aliento y los maullidos de los gatos callejeros, ante el susto que les había causado aquel hechizo. No pudo dar ni un paso al frente y verificar el estado de la joven, puesto que enseguida, una gran cantidad de sombras se arremolinaron a su alrededor, marcando el inicio de su fin.
Un juicio por haber utilizado una maldición imperdonable sobre un muggle. Un deshonroso artículo de prensa, escrito por la detestable Rita Sketter y la humillación frente a todos sus colegas de Hogwarts, a pesar de que ellos creían en la versión de Hermione de todos modos.
Al jurado tomó más tiempo convencerlo y a pesar de que no le gustaba la idea del todo, tenía que agradecerle a Hermione Granger que hubiese intercedido por él y que en vez de terminar pudriéndose en Azkaban, que simplemente le revocaran su derecho de utilizar magia y que hubiesen roto su varita, conjurando un hechizo para que, de alguna forma, se sellara su magia y hacer doloroso y prácticamente imposible, su uso.
Pero estaba vivo... al menos no tenía a los dementores encima de él, succionando sus recuerdos más tristes.
Aunque continuase escuchando el sonido de su varita rompiéndose y aunque también continuara cuestionándose el verdadero motivo por el cual le hubiese salvado la vida a Hermione Granger, esa noche en el callejón…
Té..
A veces, muchos decían que era muy útil para calmar los nervios alterados.
