Mi hermana - la promotora inicial del fic que escribí anteriormente "Un Héroe en Slytherin" - le acaba de dar luz verde a estos cortos fragmentos que escribí, siguiendo a los personajes principales de mi fic anterior desde el fin de la guerra hasta el epílogo.

Espero que los disfruten, tanto si han leido el fic anterior como si no. Saludos! :)


"El cambio es la ley de la vida. Y aquellos que miran sólo hacia el pasado o el presente ciertamente se perderán el futuro" John F. Kennedy


Un año después.

Algunas personas amaban la atención, como Draco, y probablemente también Ginny. Otras, se había acostumbrado a ella con el paso de los años, como Harry. Y luego estaba Hermione, que odiaba todo eso y dudaba, sinceramente, poder acostumbrarse nunca.

Haber regresado a Hogwarts parecía haber sido una mala idea desde el primer día, porque ni Draco ni ella parecían poder escapar de las miradas de los demás, o de las preguntas. Como los mejores amigos de Harry Potter, siempre parecían estar en el foco de atención de todo mundo. Draco lo llevaba bastante bien, a decir verdad. Pero Hermione había estado a punto de perder la paciencia en más de una ocasión, especialmente con las niñas de su casa. Era una suerte poder estar empacando para volver a casa por fin.

Acabó de guardar los libros, las túnicas del colegio, las plumas y tinteros, y antes de salir del dormitorio que había ocupado por siete años de su vida, le dio un último vistazo al lugar. No se entristecía por marcharse, aunque sentía un deje de nostalgia, al pensar en los años pasados. Había crecido en las paredes de ese colegio, había conocido a sus amigos, y se había enamorado. Pero nada de lo que amaba permanecería ahora en Hogwarts, la vida la esperaba fuera de los portones del castillo.

Ya había decidido, luego de varias conversaciones con Kingsley, que lo que quería hacer era seguir una carrera de Leyes en el Ministerio, de esa manera podría continuar con sus esfuerzos con la P.E.D.D.O. Draco ya apoyaba en esa decisión, de hecho él también pensaba unirse al ministerio, aunque en el departamento de Cooperación Mágica Internacional. Tenía la leve sospecha de que sería imposible conseguir un trabajo en Gringotts después de haberlo asaltado.

Era una suerte que ofertas de trabajo no les faltaran. Fuera de Gringotts, no les faltaba ofertas de trabajo, una ventaja al ser parte del cuarteto dorado (asi era como se referían a ellos la prensa).

- ¿Todo listo? – preguntó Draco, esbozando una sonrisa cuando la vio aparecer por el vestíbulo.

- Más que listo.

Tomó de su mano, y cruzaron la entrada del castillo, al igual que el resto de los alumnos, para encaminarse al que sería su último viaje en el Expreso de Hogwarts.

El tren no estaba tan lleno de gente como solía estar antes, muchos alumnos no habían vuelto al colegio o… bueno, habían muerto en la batalla. De todos modos, en lugar de buscar un compartimiento para los dos solos, Hermione y Draco se unieron a sus compañeros: Neville, Luna, las hermanas Greengrass, Blaise, Theo Nott y Susan Bones.

Luna estaba, como siempre, concentrada en leer su ejemplar del Quisquilloso, y sólo levantó la vista para decir "hola" con una sonrisa. Blaise y Theo jugaban una partida de ajedrez mágico, Neville y Daphne estaban leyendo el periódico, y Susan y Astoria cuchicheaban en voz baja. Todos les saludaron en el momento en que abrieron la puerta del compartimiento.

- Nos preguntábamos donde se habían metido – dijo Neville, haciendo espacio a un lado para que la pareja se sentara.

- No teníamos tanta prisa como ustedes, me parece- dijo Draco, y tomó unas ranas de chocolate que Susan le ofrecía.

- Estábamos hablando sobre lo que dice El Profeta el día de hoy – dijo Neville, pasándole el periódico a Hermione.

Ella leyó uno de los encabezados, que Neville le estaba señalando.

"SEVERUS SNAPE: ¿PATÁN O SANTO?"

- Rita Skeeter… - dijo Draco entredientes, al ver quién era la autora del artículo. – No me sorprende.

- Está escribiendo un libro sobre él, de hecho – dijo Daphne, y hubo una mueca de disgusto colectiva entre todos los alumnos de Slytherin.

A Harry aquello no le gustaría, después de que se había esforzado tanto en que el profesor Snape recibiera el reconocimiento que merecía. ¿Acaso Skeeter no entendía que era mejor no meter las narices en aquellos asuntos? Harry la había dejado en la miseria, si un solo knut, luego de demandarla por todas las calumnias que había levantado sobre él en la biografía de Dumbledore y sus otros artículos.

- Me sorprende que todavía haya gente que la lea – dijo Blaise – algunos nunca dejan de ser unos estúpidos.

- Cambiemos de tema – dijo Astoria enseguida - ¿Qué saben de Harry y Ginny? – preguntó, mirando a Draco y a Hermione.

- A Harry le va bien, está muy ocupado ahora que la oficina recluta nuevos aurores. – dijo Hermione.

Desde que el ministerio había dejado de usar Dementores, los aurores eran los encargados de vigilar la prisión de magos, un trabajo demasiado importante y de cuidado, para el que lamentablemente no existían suficientes cabezas.

- Estoy pensando presentarme para las pruebas – dijo entonces Neville.

- ¿En serio? – preguntó Draco, sorprendido.

- Bueno, en principio pensé en que me gustaría enseñar en Hogwarts, escuché que la profesora Sprout piensa retirarse pronto pero… bueno, la profesora McGonagall dice que soy muy joven aún, así que pensé que ser auror sería una buena opción.

- Eso sería excelente, Neville – dijo Hermione con una sonrisa – Creo que Ron también comenzó hace poco…

Siguieron hablando durante el resto del trayecto de lo que cada uno haría con su vida después de Hogwarts. Daphne, que no tenía necesidad de trabajar, pensaba seguir con sus estudios en casa, y Astoria tenía pensado seguir una carrera como Sanadora en San Mungo. Blaise y Theo, pues… bueno, ellos tenían dinero suficiente para dedicarse a viajar y descansar por mucho tiempo, aunque este último también estaba interesado en asuntos diplomáticos. Y en cuanto a Luna, ella emprendería - ¡por fin! – su búsqueda de los Snornacks de Cuernos Arrugados.

Cuando llegaron al andén nueve y tres cuartos, Hermione y Draco se despidieron de sus compañeros y cruzaron juntos la barrera. Algunas personas los señalaban con el dedo, sin ninguna vergüenza, pero ellos simplemente hicieron como si el resto del mundo fuera invisible.

- ¡Hermione, querida!

Sus padres la estaban esperando para llevarla a casa, y en cuanto los vieron agitaron los brazos en su dirección.

- Hola mamá, hola papá – dijo ella, abrazando primero a su madre.

Era curioso. No hace mucho que había recuperado a sus padres, y de nuevo sus días en el hogar familiar, el lugar donde había crecido, estaban contados. Aunque la diferencia era grande: la próxima vez que saliera de casa no lo haría con tristeza, no lo haría con el sentimiento de estar enfrentando la muerte y la oscuridad. Sería un momento feliz, un momento que llevaban tiempo planeando, el paso natural para seguir con sus vidas.

- Ha pasado tiempo, Draco – dijo su padre, estirando el brazo para estrechar la mano del muchacho.

- ¿Cómo está, señor Granger? – saludó Draco, esbozando una sonrisa y estrechando la mano del hombre.

Draco miró alrededor. Al principio no la vio, pero estaba parada no muy lejos de ellos, digna y elegante como siempre.

- Espera un momento – dijo él, dándole un beso en la mejilla a Hermione antes de alejarse.

Hermione vio, nerviosa, como él se acercaba a su madre. Habían discutido acerca de esto antes: ella creí que era mejor esperar, él que debían comenzar poco a poco – y llevaba todo el año hablando del tema con su madre, tratando de llegar a un acuerdo –y al final Draco acabó ganando.

Si iban a formar una vida juntos, esos dos mundos totalmente distintos tenían que encontrarse alguna vez. Y ellos habían decidido, hace mucho tiempo ya, que formarían una vida juntos.

- Mamá, papá – dijo Hermione, tomando aire – Draco quiere presentarles a alguien…

Draco y su madre se acercaron. Narcisa estaba seria y tensa, se podía ver desde la distancia. La expresión en su rostro, sin embargo, no denotaba ningún disgusto. Hermione debía admitir, que la madre de su novio era muy buena fingiendo y ocultando: después de todo, ella había logrado engañar al mismo Lord Voldemort.

- Señor Granger, Señora Granger, quiero presentarles a mi madre, Narcisa Malfoy.

- Encantada de conocerla, señora Malfoy – dijo la madre de Hermione con una sonrisa, extendiendo la mano.

Hubo una fracción de segundo en la cual pareció que el saludo no sería devuelto, pero entonces, para sorpresa de Hermione, Narcisa también extendió la mano en un saludo.

- Un placer, señora Granger.

Hermione suspiró. Así, poco a poco, las cosas cambian cuando uno se esfuerza en conseguir algo.