oOoOoOoOoOoOoZona KonohaoOoOoOoOoOoOo
-El comienzo-

Las ruedas del coche chirriaron sobre el caliente asfalto. Un giro brusco izo que el conductor perdiera el control y el automóvil diera varias vueltas de campana debido a la velocidad. Quedó boca abajo en medio de la carretera, con los cristales destrozados y varios trozos de la carrocería desprendidos.
En la oscuridad de la noche, podía verse a un chico de complexión atlética salir arrastrándose desde el coche, cubierto de sangre que no era suya. Ayudándose de sus codos para salir de aquel revoltijo de chatarra al que había quedado reducido el coche. Su cara seria contraída por el dolor, sus cabellos negros con rastros de sangre de alguna herida provocada por el fuerte accidente…
Fijó sus ojos en la oscura carretera mientras agudizaba su oído. Escuchó el motor de varios coches deportivos… tres.
Con toda la rapidez que pudo, se levantó del suelo y corrió por la oscura carretera. No había ni un alma en la calle a aquellas horas de la madrugada y eso seria lo mejor. Era peligroso en aquellos tiempos salir por la noche. De un rápido vistazo, se ubicó e izo un mapa mental. Si cruzaba tres manzanas y un par de calles más, no podrían cogerlo…

Cada vez oía el sonido de los coches más cerca, mezclados con el sonido de algunas sirenas policíacas. Corrió con más ahínco, sintiendo los latidos de su corazón en su garganta, golpeándole como si quisiera asfixiarlo. Hacia tiempo que había dejado de sentir sus piernas y parte de su estomago. Los golpes que había recibido en el accidente lo habían anestesiado de una forma alarmante. Necesitaba un hospital…

No vio cuando aquel coche de patrulla se cruzó en su camino, cortándole el paso. Intentó saltarlo y casi lo habría echo de no ser porque sus reflejos estaban algo desorientados. No se dio cuenta cuando una mano salió de la ventanilla y le atrapó el pie, haciendo que trastabillada y cayera de cabeza al suelo. Su nariz se rompió por el impacto y comenzó a sangrar. Notó el dolor de su labia partido y como la sangre fluía por todo su rostro.

Ya no escuchó nada más, o al menos, no fue consciente de si alguien dijo algo. Lo último que escuchó fue una gruesa y vieja voz leerle sus derechos al tiempo que decía: "Uchiha Sasuke… queda usted detenido".


-No me gusta esto…
-A mi tampoco… - La ojiblanca le pasó la mano por los cabellos oscuros a aquel niño. – Pero es mejor que nada.

Tobi sacudió su cabeza de lado a lado, mirando con decepción la fachada en ruinas. Varias grietas recorrían la lisa y grisácea superficie, pareciendo un rió que se abría paso entre aquella pared. Observó como los balcones se caían a pedazos y las persianas de varias ventanas estaban descolgadas.
Mejor esto que nada… pensó.La peliazulada aseguró su equipaje sobre su hombro, agarrando la mochila con fuerza y subió los dos escalones de la entrada de aquel edificio. Escuchó el niño la seguía a paso lento y caminó mas despacio para que Tobi pudiese alcanzarla.
Subió varios pisos hasta llegar a una puerta vieja, medio descolgada y con señales de golpes en la madera. Tocó con los nudillos.

-¡Un momento! – Le gritaron desde dentro. A los pocos segundos la puerta se abrió, dejando ver a un hombre moreno de unos cincuenta años, con visibles arrugas en su rostro. - ¿En que puedo ayudarla?
-Verá… soy Hinata… - La chica sonrió. – Creo que antes hablé con usted…
-¡Oh! ¡La chica que preguntaba por el piso de alquiler! – El hombre la reconoció. – Déjeme que se lo muestre.

El hombre cogió unas llaves que había sobre una mesita de madera carcomida, cerca de la puerta. Salió de su piso y cerró dando un portazo, haciendo eco en toda la escalera. Por un momento Hinata temió por la estructura del edificio. Notó en sus costillas los golpes que Tobi le deba con el codo, pero decidió ignorarlo. Lo que menos necesitaba eran quejas…
Subieron hasta el último piso y el hombre abrió una puerta de aspecto tan viejo como las demás. La madera estaba semi rota y descolorida. La ojiblanca observó que necesitaba unas cuantas capas de barniz, pero lo que más le impresionó, fue ver el interior de la vivienda. Una cocina-salón lo suficientemente sucias como para necesitar semanas de lavado. Una pequeña habitación, demasiado como para caber algo más que una cama… y un baño, con una minúscula ducha y un retrete. Ni espejos, ni armarios, ni muebles…

-¿Y bien? – El hombre los miró sonriente.

-¿Sinceramente? – El menor fingió una sonrisa. Sabía que ese hombre trataba de ayudarlas, pero salir de un agujero para meterse en otro… No era su idea de supervivencia. Hinata le tapó la boca con una de sus manos libres.
-Nos lo quedamos. – Sonrió de una forma nerviosa la mayor.
-¡Bien! – El casero sonrió exageradamente. – Por cierto, su vecino es abogado, puede ayudarla con la custodia…

La chica se sonrojó violentamente. ¡Tobi no era su hijo! Sacudió la cabeza de un lado a otro de una forma frenética y el pequeño la miró con una ceja levantada. Suspiró resignado.

-No es mi madre… ella me recogió de la calle.
-Oh… - El hombre intentó rectificar su error. – Lo siento… De todas maneras, les aviso de que no haga demasiado ruido… las personas que viven en este edificio… tienen los nervios descontrolados.
-Etto… no se a que se refiere - La chica lo miró confusa.
-Si… desde que Akatsuki se hizo con el comercio… esto se llenó de personas importantes que habían caído… - Se recargó sobre la pared. – La mayoría se pasan el día llorando y tomando pastillas para los nervios, otros, se suicidan por todo el dolor… y otros, simplemente, se dan a la mala vida. Roban… estafan… ya me entiende señorita. – Caminó hacia la puerta y salió de la vivienda. – Espero que su estancia aquí sea de su agrado.

La puerta se cerró, dando por terminada la conversación.

-Esto es una mierda… - El pelinegro pasó un dedo por la pared y lo miró. La yema de este ya no era blanca, si no negra. - Deprimente…

La mayor sabia que su situación era todo eso y más, pero era mejor eso que nada. En otras circunstancias, no le habría molestado dormir en la calle o incluso bajo un puente de los de la ciudad, pero en aquellos momentos no… Tobi había aparecido en su vida como un pequeño revoltoso que no tenia ningún sitio al que ir. Toda su familia había muerto a manos de Akatsuki y ahora lo buscaban a él… como le pasaba a ella. Se consideraban a si mismos un trabajo mal realizado por parte de aquellos asesinos. Si… Akatsuki los quería muertos, y no se detendría hasta conseguirlo. Después de todo, el trabajo de aquellos hombres era acabar con todas las familias influyentes, y aunque ella solo fuese una niña de 17 años y aquel noño 12… seguían siendo una amenaza. Akatsuki había destruido a sus familia… y en lo más hondo de su interior… se prometieron una dulce venganza.


Sasuke se sentó en la silla de la habitación que gastaban los de la comisaría para los interrogatorios. Dejó caer sus manos sobre la metálica mesa, haciendo que el ruido de las esposas repiqueteara en el ambiente.
Miró el enorme espejo. Sabía que detrás de él, unas dos personas o tres lo miraban y analizaban sus movimientos. Fijó su mirada en su reflejo, endureciendo su expresión fría e intimidante. Su cara seguía cubierta de sangre y en sus ropas oscuras había un brillo rojizo de la misma. La puerta se abrió y entró un hombre alto, de pelo plateado y con mitad de la cara tapada por una tela. Observó que su apariencia no era para nada como la de los demás agentes que lo habían traído hasta allí.

-Uchiha, ¿No? – El hombre miró una carpeta anaranjada.
-Hmp… - Se limitó a gruñir.
-Obstrucción a la justicia… actos violentos… conducción temeraria… destrucción de la propiedad privada… robo… - El hombre lo miró. – Buen historial. Solo falta añadir asesinato.
-Hmp… solo es el primero de una larga lista.
-¿Qué tienes en contra de Akatsuki? – Preguntó.
-¿Qué quiere? – El moreno lo miró con odio, eludiendo la pregunta de aquel tipo.
-Presentarme. – El peliplata se sentó enfrente del chico. – Hatake Kakashi.

El hombre le tendió la mano, pero el ojinegro la ignoró. Se repantigó en la silla, adoptando una postura más cómoda. Nunca le habían gustado los policías… mentían, utilizaban a las personas para sus propósitos, embaucadores y manipuladores… corruptos.

-No eres muy hablador, por lo que veo…
-Hmp…
-Bueno, tampoco es que quiera que hables… - Sonrió. – Solo que escuches mi propuesta.

Aquel tono no le gustó nada a Sasuke. Comprendió que más que una propuesta, aquello iba a ser una especie de negociación, donde seguramente, él saldría perdiendo. Fulminó con su gélida mirada al hombre, avisándolo de alguna manera de que no accedería a su propuesta…

-Soy de asuntos internos. – Continuó el hombre, ignorando aquella mirada gélida. – Sabemos quien eres… y la relación que te une a Akatsuki…
-No hay nada que me una con esos bastardos. – Le cortó.
-Bueno… nosotros pensábamos que…
-¡Mataron a mi familia! – Levantó la voz, cargada de ira, rabia y dolor. – No hay nada que me una a ellos.
-Pensé que no ibas a hablar. – Kakashi sonrió, lo que hizo que el Uchiha volviese a gruñir. Ese hombre comenzaba a molestarlo. – Los de asuntos internos estamos intentando atrapar a los de Akatsuki.
-Suerte. – Rió Sasuke. – La necesitarán…
-El caso… es que tenemos un plan. – El pelinegro lo miró de reojo. – Un plan tan retorcido que puede que funcione. ¿Te interesa mi propuesta?

La curiosidad le invadió, aunque lo disimuló lo mejor que pudo. Atrapar a los de Akatsuki… sonaba tan bien… delicioso. Podía disfrutar ya de la venganza. Podía imaginarse su disfrute personal al vengar a su familia… y lo más importante, veía que rumbo tomaba aquella conversación. Sabia que tarde o temprano se arrepentirá de aquello, pero después de todo, él era impulsivo y no pensaba nunca las cosas antes de hacerlas. "Me interesa." Afirmó.
La sonrisa del agente se ensancho al tiempo que miró el espejo de la habitación haciendo una señal con la cabeza.


La peliazul se pasó el brazo por la frente, quitándose los restos de sudor. Hacia horas que había empezado a limpiar aquel tugurio en el que iba a vivir. Había intentado dejarlo más decente, y se había dado cuenta que, en limpio, tampoco tenia tan mal aspecto. La cocina y el salón estaban presentables. No había nada que hacer con los armarios para colocar los botes de comida o los platos y vasos, estaban demasiado rotos o viejos como para tener arreglo. Había descolgado las puestas, convirtiendo los armarios en estanterías y en ellos había apilado la poca ropa que traía. Si… ropa en la cocina. Deprimente.
Había limpiado el baño lo mejor que había podido, y casi había gritado cuando descubrió aquel nido de cucarachas en la ducha. Seguramente, se ducharía con zapatillas… solo por si las moscas.

-¡Hina! – Chilló el niño. - ¡Ven! ¡Rápido!

La Hyuga dejó de acomodar la ropa en los estantes improvisados y corrió al diminuto baño, asomándose por el marco de la puerta y Tobi con los ojos desorbitados mirando al retrete.

-¿Qué pasa? – preguntó.
-Sale agua caliente del retrete…
-¡¿Qué?! – La chica se situó junto a él y miró lo que el pequeño miraba.

Tenía razón. El vapor caliente salía del retrete y vio como el agua hervía ligeramente. Por un momento le entraron ganas de llorar de la rabia. Estaba intentando que aquel lugar pareciese normal, una casa como otra cualquiera, pero Kami-sama se empeñaba en recordarle que estaban metidas en una espiral de desastre.

-Las tuberías deben de estar cruzadas… Esto es malo…
-Hombre… bueno no es. – El moreno puso una mueca de disgusto.
-Se lo diré al casero.
-Nos dirá que nos apañemos. – Sentenció el chico. – Y no tenemos dinero para arreglarlo...
-Vamos… - Lo cogió de los hombros. – Aun nos queda por limpiar el dormitorio.
-Solo hay uno. – Apuntó Tobi. – ¿Donde dormiré yo?
-En la cama… - La ojiblanca lo miró divertida.
-¿Y tu?
-No te preocupes… - Le pasó la mano por los cabellos, desordenándoselos y ganándose un codazo en el vientre por parte del chico. – Yo me las apañaré…

El dormitorio había sido mucho más fácil, después de limpiar el suelo, las paredes y el colchón roto, había quedado mejor que el resto de la casa. Tobi salió a buscar algo de comer mientras Hinata corría a su bolsa de viaje y comenzaron a sacar los varios cuchillos que traía, cualquier tipo de arma era bueno para defenderse, eso lo sabía. Era algo que había aprendido de su padre…
Después de acomodar las armas por toda la casa, escondiéndolas de forma disimulada, de forma que solo ella supiese donde estaban, se permitió dejarse caer en el suelo y descansar.
La ojiblanca sonrió satisfecha consigo misma. Ahora lo que faltaba era conseguir dinero para decorar la casa y arreglar el problema del baño…
La puerta de la casa se abrió y apareció Tobi con un par de peras en sus manos y un trozo de pan. Se lo lanzó a la chica que lo cogió al vuelo.

-Yo me comí mi parte de camino.
-¿Lo robaste? – Quiso saber la chica.
-¿Me ves con cara de llevar dinero? – El chico sonrió en tono burlón mientras ella lo miraba amenazante. – No te preocupes… nadie me vio…


Sasuke pasó las manos por sus muñecas, libres de las esposas que hacia tiempo que le había quitado Kakashi. Había escuchado el plan que tenían los de asuntos internos. Utilizar a personas callejeras como él para atrapar a aquellos asesinos. El plan no era tan descabellado como parecía, solo había un problema. Pocas personas enemigas de Akatsuki seguían con vida. Ellos se estaban encargando de eliminarlos uno a uno… Que él conociera, solo estaban un par de personas y Naruto… un chico de su edad con el que coincidía muchas veces y que se había convertido en su amigo. De él, sabia que su familia había sido asesinada como lo había sido la suya y como tantas otras…

Observó como Kakashi volvía a entrar con un montón de papeles en sus brazos y los dejaba encima de la metálica mesa. Esparció los papeles en los que figuraban los nombres de familias importantes, o que en su momento lo habían sido. Varias fotos acompañaban algunos de los documentos.

-Lo primero que aremos será organizar un equipo. – Siguió el hombre.
-¿Y si no quiero? – Sasuke clavó su mirada en él. – Yo trabajo solo…
-No tienes opción. – Le recordó. – Es esto… o pasar el resto de tu vida encerrado en la cárcel. La lista de tus delitos es bastante extensa…
-Hmp…
-Si nos haces el favor… tu historial podría desaparecer en interés de la justicia…

En ese momento, sus pensamientos sobre la policía volvieron a su mente. Cínicos… embaucadores, corruptos… Hacían aquello por propio interés. Por eso su elección de coger a personas de la calle. ¿Quién los echaría en falta si el plan fracasaba? Nadie… no tenían familia… lo único que les quedaba era la des de venganza contra Akatsuki… Sonrió. Los policías eran más listos de lo que había pensado. Sobre todo los de asuntos internos…

-¿Qué es eso? – Señaló con su cabeza el montón de papeles.
-Estas… son las personas que hemos seleccionado para ayudarte. Agentes con capacidad para…
-¿Agentes? ¿De la pasma? – El chico levantó una ceja. – Ni de coña…
-Sasuke… estas personas están especializadas en su trabajo.
-No puedo aceptarlo… - El ojinegro cerró los ojos y se recostó en la silla. – Si no tienes nada mejor… prefiero jugármela en la cárcel.
-Te buscaré otro equipo… - Suspiró Kakashi.
-Escucha… - El Uchiha se acercó al peliplata, mirando fijamente a los ojos. – Akatsuki es una mafia callejera, y solo con gente de su mismo nivel vas a poder cogerlos.
-¿En quien has pensado?
-En varias personas… todas ellas con motivos para odiar a Akatsuki…
-Necesitas a 2 corredores, 2 expertos en motores, 2 expertos en electrónica y ordenadores, un auxiliar de enfermería, algún experto en lucha y una persona con... manos ligeras.
-¿Manos ligeras? – Levantó una ceja.
-Para robar los objetos personales de los Akatsuki. –Sonrió. - Necesitamos pruebas...
-Entonces… - Se levantó de la silla. – Déjalo a mi elección.

El Uchiha caminó hacia la puerta, dando por terminada la conversación que los había tenido toda la mañana. "Dame dos días…" le dijo antes de salir. A lo lejos vio una cabina, junto al mostrador de información en el que había una chica castaña haciendo pompas con un chicle mientras hacia círculos en una hoja de papel. Tendría que llamar a Naruto para que lo recogiera… después de todo, su coche había quedado destrozado.


Hinata paseó por varias calles. Se fijó en las tiendas que habrían sus pequeños negocios; Ropa, verduras, fruta… Se relamió cuando vio un par de fresas expuestas en una caja. Hacia tanto que no las comía… Pasó la lengua por sus labios de una forma inconsciente y se obligó a dejar de mirar. Volvió a hacer lo que había estado haciendo.
Buscaba con la mirada algo de valor, algo que valiese la pena robar y poder venderlo en el mercado negro… si, necesitaba el dinero.
Un hombre la golpeó con el hombro al pasar.

-Gomen… fue mi culpa. – Susurró ella.

No desaprovechó la oportunidad. Metió una de sus pequeñas manos dentro de uno de los bolsillos de la chaqueta de aquel hombre, palpando una cartera de una tela muy fina. Con la misma rapidez la sacó y la escondió en una de las mangas de su chaqueta. Cuando el hombre estuvo lo suficientemente lejos, se permitió sacarla y mirar cuanto había dentro. No era mucho… pero por algo se empezaba.

Guardó el dinero en uno de los bolsillos de su pantalón pesquero y tiró la cartera a una papelera. Siguió buscando con la mirada. Las tiendas habían quedado atrás, ahora el silencio reinaba en las calles y en todos los negocios había un cartel que decía: "Local abandonado."
Se dio cuenta de que había llegado a lo que todos llamaban La zona cero.

Aquel lugar donde antes los negocios prosperaban y las familias más ricas controlaban sus negocios. Suspiró. Estar ahí le traía malos recuerdos…
Levantó la mirada, mirando al cielo. Las nubes amenazaban con una tarde lluviosa. Odiaba la lluvia. No es que le tuviese miedo, sino que le parecía una forma de lamento, como si el propio cielo llorase por tantas desgracias…

Fue entonces cuando la vio. Una pequeña figurita egipcia, la diosa Bast. El brillo la deslumbró. Esa figurita valdría mucho dinero… recorrió con su mirada el edificio. Piso numero doce… no seria fácil llegar… aunque no imposible.


-¡Teme! ¡Te ves horrible!

El rubio sacó el brazo desde la ventanilla de aquel mercedes benz anaranjado. Sasuke se preguntó por un momento si una persona tan llamativa como él, pretendía pasar de verdad inadvertido en la ciudad. Suspiró agotado. Hacia casi un día que no dormía y el cansancio comenzaba a pasarle factura. Se levantó de los escalones que daban a la comisaría y se metió en el coche, sentándose en el asiento del copiloto.
El coche arrancó, haciendo chirriar las ruedas sobre el asfalto y que varios policías se giraran a verlos con caras de pocos amigos.

-Nunca me ha gustado la pasma… - Rió el ojiazul.
-…A mi tampoco.
-Me extraña que te suelten tan rápido… - Sonrió sin apartar la vista de la carretera. – Teniendo en cuenta tu historial…
-A diferencia de ti, yo se negociar. – El ojinegro sonrió de medio lado de una forma orgullosa.
-Pro lo menos sabes hacer algo… - Rió. – Porque lo que es conducir…
-Dobe. – Lo miró de una forma asesina.
-No te preocupes… se que no fue tu culpa. ¿Quién te perseguía?
-Creo que Deidara y Zetsu… aunque creí haber visto el coche de Sasori.
-Y sigues vivo… no está mal. – Apuntó. - ¿Y Kisame?
-Muerto… - Suspiró. - ¿Sabes algo de los demás?
-Supongo que estarán con sus negocios… - Se encogió de hombros. - ¿A que viene el interés?
-Tengo algo en mente… - Sonrió divertido. – Algo grande…
-¿Y cuanto costara? – El ojiazul lo miró de reojo.
-Puede que bastante. – El pelinegro miró por la ventanilla. Los edificios abandonados se alzaban sobre su cabeza. - ¿Has visto algo que merezca la pena?
-¡Puedes apostar! – El coche dio un giró brusco y a los pocos segundos paró frente a un edificio en ruinas. – Mira en el piso numero doce.

El Uchiha levantó su mirada, escrutando todas las ventanas. Vio a lo que su amigo se refería. Una preciosa estatuilla bañada en oro de la diosa egipcia Bast. Cuerpo de mujer y cabeza de gato. Un enorme diamante sobre su frente sirvió para cerciorarse de que aquel objeto era más que caro.

-No va a ser fácil llegar hasta ahí arriba… - El rubio salió del coche y Sasuke lo siguió. – Pero seguro que Kiba nos echa una mano.
-Eso espero…

El chico se pasó las manos por el oscuro cabello, aun manchado de sangre seca. Vio la estructura del edificio, intentando descubrir el sistema de ventilación o la entrada al sótano-garaje. Vio un guardia algo corpulento en una de las ventanas. Así que después de todo… ahí vivía alguien…
Llenó de aire sus pulmones, sintiendo el sabor de la sangre en su garganta.

-Llévame a casa. – Ordenó. – Necesito una ducha…

Volvió a meterse en el coche, esperando que Naruto hiciese lo mismo, pero el chico solo se quedó mirando algo, como extrañado.

-¿Qué mirad Dobe? – Preguntó fastidiado el pelinegro.
-Pensé que no había gente por aquí… - Señaló con su cabeza en una dirección.

Sasuke fijó su mirada en el punto que su amigo miraba. Una chica pálida, con ropas rotas y algo sucias. Su pelo oscuro le caía brillante por la espalda, como una cascada de agua azul marina. Le llamó la atención que mirase los edificios, como si buscase algo o alguien…

-Será una vagabunda. – Dedujo. – Vamos.

Odiaba repetir las cosas. Él no era un hombre que se caracterizara por su paciencia, más bien todo lo contrario. Cuando algo le molestaba, simplemente se deshacía de ello…


Hinata entró en aquel pequeño departamento. Vio a Tobi tirado en el suelo, sentado con las piernas cruzadas y rodeado de desentornilladotes por todas partes. Junto a él, un pequeño radiocasete estaba siendo descuartizado. ¿De donde lo había sacado? ¿Robado? Se enfadó.

-Tobi. – Llamó su atención. – Devuelve eso.
-Pero…
-No Tobi. – La chica se arrodilló en el suelo, quedando a su altura. – ¡Robar está mal!
-¡Lo he encontrado en la basura! – El chico se enfurruñó. – Sabes de sobra que yo solo robo comida…
-Gomen… - La chica dejó caer su cabeza. – Es que… yo…
-Si… lo se… - El pequeño la rodeó con los brazos, abrazándola. – Nos buscan y tenemos que pasar desapercibidos si queremos seguir con vida… - Imitó las palabras que ella tanto le había dicho día tras día. – No te preocupes…
-Gomen… - A la chica se le escapó una lagrima que manchó la camisa negra del menor. – A veces… me derrumbo… - Lo abrazó con fuerza.
-Parece mentira que seas la mayor… - Se burló. – ¡Nada más mira tu ropa! Podrías comprarte algo…
-Prefiero gastar el dinero en comida para los dos. – Le limpió las mejillas con el dorso de la mano.
-Oh… claro… - El menor la empujó con cariño. – Y yo si puedo llevar ropa nueva… ¿No? – Sonrió de medio lado. – Me obligaras a robar algo para ti…
-Si… seguro. – Se rió de él.

La Hyuga se levantó y caminó a su cuarto. La noche comenzaba a hacer acto de presencia, y si quería conseguir dinero, tenía que prepararse.

-¡No te rías! – Tobi infló sus mofletes. – Sabes que podría hacerlo.
-Tobi… - La chica entró a la cocina y buscó su ropa negra por los estantes. – La última vez que quisiste robarme algo fue un listón para el cabello y te pillaron.
-¡Eh! – Se quejó. - ¿Quién iba a pensar que me vigilarían por estar en la sección femenina?

No pudo evitar reír ante el comportamiento del menor. Cogió un conjunto de tela negra. Una camisa de cuello alto y manga larga que cubría al máximo su pálida piel, confundiéndola con la oscuridad de la noche, un pantalón de malla negra que se amoldaba a sus piernas, al igual que la camisa. Los cogió y se metió en el baño, cerrando la puerta.
Mientras se cambiaba escuchó como el chico le decía que podía robar algo para la cena, o que tal vez intentaría conseguir otro colchón para ella. También dijo que arreglaría el radiocasete para que pudiesen entretenerse cuando estuviesen en la casa y que miraría si los vecinos le podían dar algún libro para combatir el aburrimiento.

Cuando la Hyuga acabó de cambiarse, salió y buscó a Tobi. Dio una vuelta delante de él, enseñándole su vestimenta y preguntándole que tal se veía. El chico solo sonrió, diciendo que se veía muy oscura. Hinata fue a la entrada y se puso unas deportivas negras que gastaba para esas ocasiones.
Notó los brazos de Tobi rodearla por el cuello.

-¿Cuándo volverás?
-Mañana. – Sonrió. – Pero volveré con dinero.
-Hmp… - Gruñó.
-Lo que me recuerda… - La chica se separó de él y corrió al baño, sacando de uno de los bolsillos del pantalón unos cuantos billetes. – Paga al casero el primer mes. Lo que sobre quédatelo. – Le sonrió.
-Te compraré algo. – El niño cogió el dinero.
-Procura no entrar en la sección femenina. – Se rió de él. Cogió una mochila oscura de Tobi y se la puso al hombro. Necesitaría algo donde meter la figurita egipcia.
-Ja ja. – El menor remarcó cada una de las palabras. – Muy graciosa…
-Lo se. Deja la puerta de la terraza abierta.

Le dio un beso en la frente y salió de la casa. Lo último que vio de Tobi fueron sus ojos color miel con un deje de preocupación. Si… el menor siempre se preocupaba cuando ella salía. Tenía miedo, se lo había dicho. Temía que ella nunca volviese como lo hicieron sus padres…


Sasuke golpeó con el puño la rejilla de la ventilación. Naruto se metió en aquel agujero detrás de él, serpenteando por aquel conducto estrecho para llegar al piso numero doce. Kiba les esperaría fuera mientras controlaba con el ordenador el sistema de seguridad y lo pirateaba para que no tuviesen problemas. Los tres se mantenían en contacto por el pequeño auricular que el castaño les había dado.

-¿Qué tal todo por ahí dentro? – La voz del Inozuka sonó en sus oídos.
-Tranquilo… - Susurró el rubio.
-¿Y los guardias? – Preguntó el ojinegro.
-Dentro de unos minutos cambiaran la guardia y yo cegaré las cámaras. Si seguís a este ritmo estaréis arriba cuando eso pase.

Ninguno dijo nada más. Continuaron por aquel laberinto de túneles hasta llegar al piso que buscaban. Sasuke volvió a golpear con el puño la rejilla de ventilación, y antes de que cayera al suelo, la atrapó y se la pasó a Naruto, que tras salir del sistema de aire la volvió a colocar en su sitio. Una vez ahí, Kiba los guió.

-A vuestra derecha se supone que debe de haber una cocina. – Los dos chicos miraron. – Entrar y salid por la otra puerta.

Así lo hicieron. La casa parecía de lujo, o lo que más bien se podía llamar asó en aquellos tiempos. Unos cuantos cuadros por los pasillos, una alfombra en el suelo del salón… La cocina con bancos de madera vieja y una enorme nevera… Al otro lado había una puerta, como había dicho Kiba. Los dos la cruzaron y llegaron a un comedor.

-Veréis un pasillo. – Les indicó. – Al final del todo se supone que llegareis a una especie de biblioteca donde está el "premio gordo". – Así lo había bautizado el castaño.

Los dos hombres hicieron lo que Kiba había dicho y llegaron a la biblioteca. No era muy grande, pero en ella se podía apreciar la enorme cantidad de libros. Todos colocados uno junto al otro de una forma impecable. Sasuke se fijó en uno en concreto. Filosofía.
Volvió a centrarse en aquella preciosa figurita que se alzaba frente a una de las ventanas. Pudo apreciarla con todos sus detalles. No era muy grande, ni siquiera pasaba de los 20 centímetros… pero el oro que la cubría y el diamante en su frente… la hacían hermosa.

-¿A que esperas? – El rubio le metió prisa.
-Tsk…

Abrió la mochila azul marino de Naruto y metió la figura en ella, procurando que estuviese protegida ante futuros golpes. La cerró y le hizo una señal con la cabeza al rubiales para que saliesen de ahí cuanto antes. Volvió a pasear su vista por la estantería, se debatió entre coger el libro que le había llamado la atención o no. Finalmente, ignoró su pensamiento y cruzó el pasillo seguido del rubio. Pasaron el salón y llegaron a la cocina.

-¡Espera! – Naruto dejó la mochila en el suelo, cerca de la puerta y avanzó hacia la nevera. Sacó una botella de agua y se puso a beber a grandes tragos.
-¿Qué crees que haces? – El Uchiha lo miró con ira.
-Beber… - Respondió de lo más natural.
-Si quieres te sirvo un café. – Lo miró amenazante. – Deja eso ahora mismo.

El chico dejó la botella de agua en la nevera y la cerró. Volvió sobre sus paso para coger la mochila y tiró de ella, provocando que alguien cállese a sus pies…


Hinata había visto su oportunidad y había metido la mano en aquella mochila, palpando el contenido. No la sacó cuando vio a aquel rubio coger la mochila y tirar de ella, provocando que perdiera el equilibrio y cayera a sus pies. Se levantó de un salto y aun con la mochila de los chicos en sus manos y la figurita en la otra. Se puso detrás de la mesa de la cocina, protegiéndose.
Los dos chicos la miraron alarmados, como si hubiesen visto al dueño de la casa y se hubiesen sentido descubiertos. Sasuke paseó sus ojos por la Hyuga. Le sorprendieron sus ojos blancos, nunca antes los había visto de ese color. Se entretuvo admirando las ropas femeninas, viendo como se apegaban a su cuerpo y haciendo que fuera casi imposible verla en la oscuridad, entonces lo comprendió todo.

-¿Querías robar? – La miró desconcertado.
-Una tiene q-que sobrevivir… - Hinata seguía mirándolos fijamente, esperando cualquier movimiento para echar a correr.
-Tienes buen gusto. – Naruto señaló la figurita. – Es del siglo XIX…
-Me da igual. – Se encogió de hombros, haciendo que su pelo se removiera.
-Oh… - Sasuke se cruzó de brazos. – Entonces te ha gustado porque brillaba.

Hinata notó el sarcasmo en sus palabras. Sabía que el chico estaba insinuando su total ignorancia, como si fuese una vulgar ladrona que se guiaba por la brillantez de las cosas para robarlas. No iba a permitirle eso… y entonces decidió todo lo que iba a hacer para salir de ahí con la figurita.

-No. – Miró al moreno fijamente. – Me gusta porque es Bast. La que cuida a todos los dioses… el ojo de Ra, protectora, vengativa, destructora…
-No es tonta Sasuke. – Naruto rió.
-Hmp… - El chico contrajo sus músculos. – También era la diosa de la fertilidad y la actividad sexual... - Observó como las mejillas de la chica se tornaban de un gracioso color rosado. Casi le dieron ganas de reírse de ella. – Veras… me gustaría quedarme a hablar sobre arte… pero nosotros también necesitamos sobrevivir.

Sasuke rodeó la mesa por un lado y Naruto por el otro, atrapando a la chica entre la mesa y la pared. Naruto la aprisionó y el ojinegro la arrancó la mochila de las manos, guardando la pequeña estatua dentro y cerrándola. El ojiazul soltó a la chica y volvió junto a su compañero.

-Un placer conocerte. – El Uchiha se rió de ella.
-Lo mismo dijo. – La chica se rió. – Y gracias por la figura.

Ambos chicos se giraron. En las manos de la chica, estaba la pequeña figurita, entrelazada a sus dedos. La vieron echar a correr y romper un cristal de una patada. Las alarmas empezaron a sonar emitido un pitido estridente que los ensordeció.
Sasuke intentó abalanzarse sobre ella para arrebatarle aquel objeto pero Naruto lo cogió por la espalda, tirando de él.

-¡Vamos! – Le gritó.
-¡¿Qué coño hacéis?! – Kiba gritó histérico al otro lado del audífono. - ¡Los guardias están subiendo!

Vieron como la chica desaparecía por el pasillo, metiendo la figurita en una mochila y saliendo por la ventana. Parecía que había subido hasta aquel piso escalando…
Los dos jóvenes corrieron hacia el conducto de ventilación por el que habían entrado y corrieron por él. Naruto no se atrevió a abrir la boca, sabia que su amigo Sasuke lo mataría sin ningún remordimiento si lo hacia…


Hinata se dejó caer al suelo cuando llegó al primer piso. Aterrizó de con una rodilla hincada en el duro suelo y sintió una punzada de dolor al hacerlo. Observó como un chico castaño la miraba desde lejos y miraba el edificio. Tal vez estuviese con esos dos a los que había robado…

Sonrió. Había sido sumamente fácil hacerlo. Un pequeño cambio de bolsas sin que se diesen cuenta y… ¡BINGO! Los años de práctica en las calles habían servido de algo. Suerte que Kurenai le enseñó a que tener las manos rápidas…

Salió corriendo de allí, sintiendo la adrenalina recorrer todo su cuerpo y hacer que corriese con más rapidez. Todo lo había planeado desde que los vio coger aquella pequeña diosa. Vio como el chico miraba aquel libro, como se entretenía admirando aquella reliquia… y cuando el otro paró para beber, lo vio como una oportunidad. Cuando la acorralaron simplemente cambió de posiciones las bolsas y ellos mismos cogieron la equivocada…

Ya había salido de aquella zona y siguió corriendo hasta que vio el piso en el que vivía con Tobi. Decidió dar un pequeño rodeo por si alguien la seguía. Tenia que ser cuidadosa…
Se metió por uno de los callejones y por la escalera de incendios, subió al piso vecino. Saltó de terraza a terraza y entró en su piso por una puerta metálica que Tobi había dejado abierta para cuando volviese.
No le costó mucho llegar a la entrada del piso y abrir de una forma nerviosa. Cerró dando un pequeño golpe y se apoyó en la puerta, dejándose caer al suelo y permitiéndose respirar.

-¡Hina! – El chico la vio más pálida que nunca. - ¿Qué te pasa? – corrió hacia ella y empezó a hacerle aire.
-N… na… n-ada… - Le costaba respirar.

De un movimiento cansado, dejó caer la mochila en el suelo, provocando un sonido metálico. El niño se apresuró a mirar dentro y sus ojos brillaron cuando lo hicieron.
Sacó con cuidado aquel precioso tesoro y miró a la chica.

-Esto…
-H-hai… - Levantó su cabeza hacia el techo. – Lo he robado…


El sol comenzaba a salir cuando Sasuke entró en aquel garaje que los chicos utilizaban para hacer sus trabajos. Vio a Temari sentada frente a un ordenador y riendo con Shikamaru. Ino trabajaba en arreglar en deportivo negro de Sasuke, que después del accidente havia quedado destrozado.

-¡Sai! – Gritó.
-¿Qué le pasa? – Ino asomó la cabeza de debajo del coche, con la mejilla manchada de grasa.
-Le ha robado una mujer… - Kiba rió.
-¿Qué? – la chica empezó a reír como una histeria. - ¡Quiero conocerla! – Exclamó. - ¿Es buena? ¿Profesional?
-Es una mujer muerta… - Masticó el Uchiha. - ¡Sai!
-No grites… - El chico se sobó la cabeza. – Estaba durmiendo… - Un bloc de dibujo se estampó en su cara adormilada. – Quiero que dibujes lo que te diga.

El chico de piel pálida se dejó caer e uno de los sillones y apoyó el bloc en sus piernas. Cogió el lápiz que traía en su oreja y miró con los ojos semi cerrados a Sasuke por el sueño.

-Una chica, pálida, cara redondeada… - El chico comenzó a dibujar. – Rasgos finos… ojos grandes. – Sai deslizó el lápiz sobre el papel. Realmente, dibujaba muy bien. – cabello largo, oscuro y con flequillo hasta los ojos. –Ino y Kiba fueron acercándose por detrás para ver el dibujo. – Labios carnosos, turgentes… ojos grandes, blancos y con unas largas pestañas…
-Valla Sasuke… si que te fijaste. – Lo picó Ino. Una mirada del ojinegro bastó para callarla. Sai siguió dibujando según las indicaciones del chico. El dibujo rápidamente comenzó a tomar la forma de Hinata y Kiba se quedó boquiabierto.
-Wow… - Una sonrisa idiota se formó en su rostro. – Quiero su numero de teléfono… - Dijo con cara de pervertido.

Sasuke arrancó el dibujo y lo guardó en el bolsillo de su pantalón. Volvió a salir por la puerta, cruzando la calle corriendo y aun con la rabia y la furia en su rostro. Esa chica se había burlado de él en su cara… y lo iba a pagar caro. La encontraría y desearía no haber nacido.


Bueno, ¿Qué decir? Solo es una idea… Puede que no le guste a nadie (Como espero) o puede que me equivoque… de todos modos, la he subido después de pensarlo mucho.
Mañana por la mañana me iré al hospital y probablemente tarde en volver a colgar algo… así que me pareció bien colgar esto.
Espero que les guste y espero sus reviews.

Cuídense n.n