¡Maldita y preciosa rebeldía!

Eres un tornado al cual no puedo controlar. Eres la tormenta que mi vida esperaba.

¿Tachibana, acaso no vez lo que causas?, El desafío en tus ojos al verme. ¡Me enloquece!

Siempre he conseguido lo que quisiera, pero tú te opones. No dejas que mi control te tome. No dudas en revelarte en cualquier momento, no dudas en defender a quienes amas.

Eres justa y pura. Eres dulce y seria cuando la situación lo amerita.

Es curioso pensar que eres capaz de hacerme frente.

Siento alegría al saber que tú eres una digna oponente.

Mi preciosa y hermosa Shinigami. Mi deidad de muerte y dolor.

Los Shinigamis son elegantes e inteligentes, mortíferos y letales. Seducen a sus víctimas llevándolas a la locura.

Yo soy tu víctima. Estoy perdido ante ti.

Perdido ante tu fuerza.

Perdido ante tu bondad. Perdido ante tu voz.

Perdido ante tus ojos que me recuerdan un bosque inmenso iluminado por el sol.

Mi preciosa Shinigami. Ahora me tienes aquí en el suelo inmóvil. Haz ganado. Te subestime al pensar que seguías cometiendo los mismos errores de nuestro primer encuentro.

Una patada. Un disparo.- así inicio esto.

Fuimos certeros y precisos.

Cada vez me gustas más.

Shinigami-san llévame contigo.-es lo único que puedo decir.

Solo sonríes, de verdad que ese apodo te gusta.

Tu risa infantil es contagiosa.

-"Te llevare conmigo".-Dices en tono bromista.

Debido a tu inocencia no comprendes el significado de mis palabras o eso creo.

El tiempo paso lento, salimos del campo de batalla y ahí me despido de ti y de todos.

Y en medio de aquellas miradas aturdidas, saco un revolver y pongo fin a mi existencia.

Solo el sonido de un disparo sonó en aquel campo de batalla.

Nadie daba crédito a lo acontecido, Midori-Nagamasa se suicidó.

Gritos de horror resonaron en aquel lugar.

El cuerpo inerte del emperador-invicto estaba en aquel suelo.

Ichi, Fujimoto y Yukimura estaban en trance.

Matsuoka desmayo en un segundo.

Tachibana solo se arrodillo ante él y paso sus dedos sobre los parpados de aquel hombre que amo.

-Te he llevado conmigo, mi emperador-invicto.-Murmuro Hotaru, en voz baja. Sabía que aquello pasaría.

El tiempo paso lento, los recuerdos de Midori-Nagamasa quedaron en el olvido, al igual que la presencia de Tachibana-Hotaru. Nadie recordaba nada. ¿Quién era ella?, Ni siquiera sus amigos sabían responder.

Cuanta la leyenda que una Shinigami se enamoró de un humano y rompió las reglas más importantes.

Un Shinigami no puede intervenir en el mundo humano.

Un shinigami no puede amar.

De ser así, su existencia seria borrada de quienes se vieron afectados por su presencia.

Su recuerdo solo sería como una brisa de invierno, efímera y sin rumbo.

Pero una tercera ley se interponía.

Quienes llegan amar de verdad. El hilo rojo del destino los unirá por siempre.

En otra parte del mundo, muchos años en el futuro. Muchos para contarlos. Dos personas miraban el cielo nocturno, cada uno pensando en el otro. Pues su lazo permanecía tan fuerte como el día que sus almas fueron separadas.

-Mi-Shinigami de ojos verdes.

-Mi emperador-Invicto.

"Nos encontraremos de nuevo"

"Si Dios quiere"

Nota importante:

Es un fic-corto. y no me maten. Pero una parte mía quiere ver muerto Midori ajjajaj XD