Always yours....
Fanfic yaoi lemonAutora: Jackie O.
Pareja: MitxKO.
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Advertencia: Este es un fanfic del tipo yaoi lemon, lo que quiere decir relaciones chico-chico y algunos párrafos de relaciones explícitas; si no es de agrado este tipo de lectura, por favor no sigan. Homófobicos y similares, por favor abstenerse.
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CAPITULO 1: SENTIR.....
Frío.
Lo primero que sintió al despertar fue frío. Si bien afuera el clima era por demás de veraniego, por dentro se sentía como si estuviera en invierno.
Otro día de la semana. Otro día más de verano.
La misma rutina, la misma manera de hacer las cosas una y otra vez. Terminar un día y comenzar otro.
Ir a la escuela, luego las prácticas de basketball, después las clases y más tarde volver a su apartamento.
Solo.
Lentamente se desperezo quitándose el sueño con gestos enérgicos. Fue al baño y se dio una rápida ducha, pues el tiempo apremiaba aunque era temprano. Se peinó y se vistió de manera automática sin darse cuenta de lo que hacia. Desayunó normalmente, como todos los días, como cada día..
Cerró su apartamento mientras el viento despeinaba su cabello negro-azulado y se dirigió caminado hacia el gimnasio de la preparatoria Shohoku, pensando que tan solo tres semanas atrás había estado golpeando a sus compañeros en el mismo gimnasio en donde hoy iba a practicar. Su rostro aun tenia secuelas de ello: algunas banditas y una gasa en su mejilla izquierda.
Luego de aquel incidente se había disculpado personalmente con todos: con Rukawa, Sakuragi, Ayako, Ryota, el profesor Anzai y con Kogure.
Su disculpa ante Kogure dio el nacimiento a ese frío interior, a esa sensación de perdida que no podía superar.
Habló con él mientras se encontraban en un recreo en la escuela pero las palabras de entendimiento y de perdón por parte del joven de anteojos le sonaron huecas. Y dentro suyo algo se heló cuando Kogure alzó su mirada antes de seguir su camino dando por finalizada la charla: sus ojos marrones habían perdido su brillo de vida; se notaban como si estuvieran vacíos.
Y sabía porque estaban asi. Lo había traicionado. Había traicionado la confianza que su amigo había puesto en él aún años antes de que él dejara de jugar basketball. Kogure le había abierto la puerta de su vida haciéndose su mejor amigo y él se la cerró con un solo golpe, sin pensar que luego se arrepentiría como nunca.
Sin embargo ese frío intenso también se debía a que se había enamorado de su amigo. Lo amaba. Con todo su corazón. Y también sabia que Kogure había albergado sentimientos especiales hacia él, pues había visto el reflejo del amor muchas veces en su mirada. Pero ya no tenía oportunidad alguna. Había matado ese incipiente amor.
Maldición. Hasta le dolía respirar. Tenia que buscar la manera de lograr de que él le perdonara de verdad, para que vuelva a confiar en él y quizás, sólo quizás, volver a leer esos sentimientos en su mirada.
Casi todos en el equipo sentían la tensión fluir entre ellos cuando practicaban, pues sabían que entre ellos casi no se hablaban desde el incidente; creían que su amistad de muchos años había terminado y sabían que le iba a resultar difícil volver a empezar.
Suspiró profundamente al reconocer que con sus acciones había lastimado a quien jamás hubiera soñado lastimar.
Siguió caminando cabizbajo, sumido en sus pensamientos, cuando al entrar por el portón de la escuela se da de lleno con quien menos esperaba.
-Auchhh....Kogure!-
-M-Mitsui....-
-Gomen nasai, Kogure- dice Mitsui mientras retrocede y se inclina levemente- no te había visto.
-N-No importa... - dice Kogure ruborizándose ante la mirada algo curiosa de Mitsui. Retrocede unos pasos y se encamina apresurado hacia el gimnasio, pero es detenido por una mano que se aferra a su brazo.
Kogure alza sus ojos y se encuentra con aquel destello color azul que lo hace estremecer, que le pide perdón.
-Qué quieres?- le pregunta a Mitsui utilizando sin querer un tono algo brusco.
-Necesito hablar contigo- contesta Mitsui.
-Yo no tengo nada que hablar contigo- le dice Kogure mientras se libera bruscamente del agarre de Mitsui.- nada que hablar.
El helado tono de voz de Kogure lo paralizó, dejándolo inmóvil mientras mira la espalda de Kogure perderse entre el alumnado que entraba a la escuela. Una punzada de angustia atenazó su pecho al darse cuenta que quizás era demasiado tarde para empezar de nuevo; pero rogaba a Dios que no lo fuera.
~º~º~º~º~º~º~
La práctica se realizaba de manera normal. Los gritos del capitán resonaban en el gimnasio al igual que las carcajadas de Sakuragi y las recomendaciones de Ayako.
Pero algo falta y Mitsui sabe lo que es: la alegre risa de Kogure. Esa risa cristalina y contagiosa que a todos hace sentir bien. Se siente su falta. Se la extraña.
Mitsui avanza por un costado de la cancha haciendo picar el balón. Llama a Rukawa con un grito y , a pesar de la marca constante de Akagi, logra pasar el balón.
Rukawa lo recibe y se dirige rápidamente hacia el aro para encestar pero un veloz Kogure trata de detenerlo.
A él se le une Sakuragi, que motivado por el enojo de ver como el kitsune jugaba tan bien, trata de quitarle el balón desesperadamente. Rukawa busca pasarlos a ambos pero solamente logra eludir a Sakuragi, pues Kogure le roba el balón sin que pudiera evitarlo y observa como encesta un doble sin poderlo creer.
Rukawa se fija en sus movimientos y nota la carencia de fluidez en ellos; se da cuenta que Kogure juega por cumplir con lo que se espera de él y no por diversión. Vuelve su mirada hacia Mitsui y su asentimiento le confirma que él también lo sabe.
Minutos después, en las duchas, todos comentan lo bueno que estuvo el juego y la cantidad de puntos que anotó Kogure. Lo miran esperando su rubor de humildad y se encuentran con una rigidez impropia en él.
Kogure se ducha y se seca con rapidez. Se viste con ropa de calle: una remera gris, unos jeans azul oscuro y unas zapatillas sin cordones. Se pone sus anteojos y cierra su locker con un movimiento brusco y se retira de los vestidores con paso apurado.
Inmediatamente de su partida, todo el equipo respira aliviado. La tensión en el lugar era mucha y apenas se hacía imperceptible.
- Vaya con el chico- dijo Ryota mientras se secaba- se pone cada vez más denso.
- Si, no entiendo lo que le pasa a este cuatro-ojos- comenta Sakuragi abrochándose los pantalones.- Mitsui, tienes que hablar con él.
Mitsui lo mira con la boca abierta sintiendo como se ruboriza sin poder evitarlo. Se termina de vestir en silencio tratando de ignorar a Sakuragi y a sus comentarios.
- Si, Mitsui. Tienes que hacer que vuelva a ser el cuatro-ojos de siempre- continúa el pelirrojo ignorando las silenciosas advertencias de los demás.
- Cállate, tonto- le susurra Akagi, temiendo la reacción de Mitsui.
- Do`aho- murmura Rukawa- ya te metiste en lo que no te incumbe.-
-Que? Por decir lo que todos queremos?- dijo embarrando aún más la situación y agregó para terminar peor- Todos sabemos que está así por culpa del tonto de Mitsui-
Aquel último comentario lo lleno de rabia y sin decir nada, reaccionó con violencia tomando a Sakuragi del cuello y azotándolo contra su locker.
- Lo que suceda entre él y yo no te incumbe, entiendes?- rugió enfrentándolo con su mirada azul- No necesito que nadie me diga lo que tengo que hacer. Esta claro?-
Sakuragi no se dejó intimidar y tomó a Mitsui de su camisa con fuerza.
- Acaso no te importa él? Creí que eran amigos- dijo desafiándolo con la mirada.
-Aún somos amigos a pesar de todo- le espetó apretándolo con fuerza contra el locker para luego soltarlo con brusquedad .
- Creo que no. Ya acabaste con él.- murmuró Sakuragi – Ya no se ríe, ni juega como antes. Estás feliz ahora que lo convertiste en lo que tú fuiste alguna vez?-
Mitsui lo mira con rabia y desoyendo los gritos de sus compañeros levanta un puño contra el pelirrojo. Pero no le pega, sino que descarga su furia contra la puerta del locker de Sakuragi, lastimándose los nudillos.
-Él no es como yo. Nunca lo será. Lo juro- murmuró bajo. Tomó su mochila y se retiró de allí cerrando la puerta con fuerza.
-Fuiste demasiado lejos, Hana- susurró Rukawa acercándose al pelirrojo- Creí que te iba a matar.-
- Yo también lo pensé. Pero el riesgo valió la pena, no?- contestó friccionándose el cuello- Auchh... me apretó fuerte. Voy a necesitar que me curen- miró a Rukawa y le preguntó sonriendo con pereza- Quieres ser mi enfermero, Kae?.-
- Siempre- contestó con suavidad- Vamos a casa.-
~º~º~º~º~º~º~
Kogure se alejó rápido del gimnasio y sólo pudo volver a respirar con normalidad al llegar al parque que se encontraba cerca de la escuela.
No aguantaba más la situación. Estaba cansado de fingir. De sentirse tan mal...tan solo.
Recordó a sus padres.
Eran buenas personas, pero su nacimiento había trastocado sus ordenadas vidas de compromisos y continuos viajes, por lo que con el tiempo la paternidad se convirtió en dinero depositado mensualmente en una cuenta en un banco.
Recordó su vida.
Simple. Normal. Dolorosa. Con 17 años recién cumplidos vivía solo, en una casa para una familia tipo, que por su inmensidad era el reflejo perfecto de lo que le faltaba.
Recordó a su amor.
Hisashi Mitsui. Su mutua pasión por el basketball y pasados similares los habían unido de manera especial. Ambos entendían el perfecto significado de la palabra SOLEDAD, por lo que forjaron una hermosa amistad que con el tiempo se profundizó y, para Kogure, se convirtió en amor.
Hisashi se convirtió en el eje de su solitaria vida, en el fuego de su corazón.
Recordó el dolor.
La lesión de Hisashi. Su posterior alejamiento del basketball y de su vida. Su desprecio. Un golpe. Un solo golpe bastó para destruir su tierno corazón. Y con él, se fue la luz de su existencia.
Ahora el miedo.
Miedo profundo y frío. Toma control de su vida y lo asfixia. No quiere sufrir otra vez. No quiere salir lastimado. No puede confiar en nadie. Está solo otra vez.
