¡Hola de nuevo! sí, he vuelto con más líos. ¡Espero que no os aburráis de mí!
Tendréis que tener paciencia porque ahora que soy una mujer ocupada (xD) subiré capítulo lo más a menudo que pueda.
No sé cuánto durará esta temporada, pero lo que sí es seguro es que definitivamente, será la última que escriba sobre April, Liz, Summer, Nick, Joe y Kevin. ¡Espero que os guste!
Oh, y por si acaso os lo estáis preguntando, "Living in Paradise" es una canción de Elvis Costello.
(Ya sabréis que "Behind Enemy Lines" es de Demi Lovato, y "A Little More Personal" es de Lindsay Lohan)
Decidme qué os parece este primer capítulo en un review, twitter, etc. Have fun! :)
LIVING IN PARADISE
CAPÍTULO 1. VACACIONES
-NARRA LIZ-
-Buenos días –susurró en voz baja Joe, directo a mi oído. Entreabrí los ojos con calma.
-Bue-buenos días –murmuré, al encontrármelo tan cerca. Podía ver cada una de sus pequeñas pecas esparcidas por su cara. Sonreía -¿qué pasa?
Su sonrisa se ensanchó aún más.
-Eres la última en despertarse, y yo debería estar abajo, acabando la de preparar la comida –respondió –; no me puedo creer que haya dejado a Kevin y a Summer a cargo.
De pronto, me sentía despejada del todo: ¡ese día celebrábamos el compromiso de April y Nick! La noche anterior, nos habíamos acostado tarde, hablando hasta la madrugada. Y sí, estábamos en casa de los Jonas, con sus padres y el resto de la familia incluidos.
-¿Por qué no me has despertado antes? –pregunté alarmada. Seguro que era la única que no estaba preparada para la comida familiar. Se oyeron unas risas desde la parte de abajo –¿ya está todo el mundo aquí?
-Tranquila, Galletita –dijo Joe, cogiéndome de la mano y sacándome de la cama –primero déjame que te dé tu primer beso del día.
Acto seguido, su mano fue a parar en mi cintura, apretándome contra sí con fuerza, juntando sus labios con los míos. El suelo se tambaleó (¿o eran mis piernas que se sentían débiles?), así que envolví mis brazos alrededor de su cuello, para evitar caerme.
-Ejem, creo que podéis soltaros ya –espetó alguien desde la puerta. Ambos nos giramos para ver a Kevin, tras el cual estaba Summer, riéndose disimuladamente.
-Ah, ¡hola hermano! –respondió Joe, con demasiada ligereza y comodidad. Me aparté rápidamente de él, algo colorada; puede que a él no le importara que su hermano mayor nos pillara besándonos, pero a mí sí –. ¿Se puede saber qué haces aquí? Creía haberte encomendado una misión.
Kevin puso los ojos en blanco, aún divirtiéndose con toda la escena.
-La comida puede hacerse sola, Joe. Está en el horno, no hay más que hacer –respondió el mayor.
Joe le miró como si estuviera cometiendo sacrilegio o algo así, juraría que se iba a tirar contra él y le iba a obligar a retirar sus palabras.
-¿Lo has dejado encendido? –preguntó Joseph, escandalizado.
Inmediatamente, salió de la habitación casi corriendo, supuse que hacia la cocina. Me quedé parada durante un segundo, para empezar a reírme después.
-Buenos días a los dos –saludé por fin a la parejita. Kevin y Sum me sonrieron.
-Buenos días, dormilona –dijo Summer –. Quizá deberías empezar a vestirte, no creo que la comida tarde mucho en hacerse.
-¿Está todo el mundo abajo? –pregunté de nuevo, más nerviosa que antes. Ellos simplemente asintieron, como dejándolo en suspense. Luego, salieron de la habitación cerrando la puerta tras de sí.
Mientras descolgaba el vestido que iba a ponerme, no pude evitar pensar en que esa iba a ser nuestra primera comida familiar. Me preguntaba si April estaría ya abajo.
-NARRA APRIL-
La mañana estaba siendo… interesante.
-Entonces, ¿crees que podría funcionar? –insistió Nick a su padre, con la mirada brillante. Llevaba toda la mañana con la guitarra en la mano, enseñándole a todo aquel que mostrara un poco de interés su última canción, recién salida del horno.
El señor Jonas me miró de soslayo, esbozando una pequeña sonrisa.
-Sí, Nicholas, está muy bien –luego añadió en voz baja –: pero creo que deberías hacerle más caso a tu prometida.
A continuación, me guiñó un ojo y salió en dirección al salón, con el resto de la familia. Nick se giró para mirarme, con expresión de disculpa.
-¿Te estás aburriendo? –preguntó, acercándose rápidamente, colgándose la guitarra a la espalda en un gesto matador. Aún no me podía creer que ese hombre fuera a ser mi marido.
Negué con la cabeza.
-Me parece fascinante con qué insistencia tocas esa canción una y otra vez –contesté, cogiéndole de la mano y mirándole a los ojos, con una expresión divertida. Él bajó la cabeza, algo avergonzado.
-Lo siento, April.
-¡No tienes que disculparte! –aseguré, obligándole a mirarme –pero hoy es tu día libre, deberías estar espachurrado en el sofá sin hacer nada, viendo la tele y besándome.
Nick se rió ligeramente.
-Ya sabes que yo no soy así –contestó. Esbocé una sonrisa más amplia aún.
-Y por eso te quiero tanto –respondí. Nick pareció animarse más.
-Ya sé qué haremos: después de comer, nos iremos a mi habitación, nos acostaremos en la cama y no haremos nada hasta que sea la hora de cenar. Entonces, te llevaré a algún sitio bonito.
-Me parece bien la primera parte, pero no la segunda –le dije –no sé si me apetece salir hoy. Al fin y al cabo, es un día para estar con la familia, ¿no?
-Entonces, ¿qué te apetece hacer? –preguntó. Alcé la ceja, mordiéndome la lengua para no soltar alguna bestialidad. Nick se empezó a reír a carcajadas.
-Ya sé lo que estás pensando… -empecé a ponerme colorada –pero creía que eso lo reservaríamos para la noche.
Intenté componerme como pude.
-Pueeees… no me importaría que fuera antes… y después –balbuceé. Inconscientemente, empecé a jugar con mi anillo de compromiso, que brillaba ya perpetuamente en mi dedo anular.
-¿Te das cuenta de que dentro de poco podremos hacerlo a todas horas? –susurró él. Di gracias a que el estudio estaba insonorizado.
-Eh, sí –contesté, muerta de la vergüenza –pero lo dices como si ahora no lo hiciéramos cada vez que queremos.
Básicamente, habíamos "celebrado" nuestro compromiso muchas y variadas veces. No hacía falta entrar en detalles… ¿o sí?
-Ah claro. Pero siempre está el problema de la privacidad –contestó Nick –cuando seas mi esposa, no tendremos que ir a escondidas a mi habitación, o a la buhardilla.
-O a tu coche, o a mi casa, o incluso a la piscina –proseguí con la lista. Ahora el que se puso colorado fue él.
-Sí bueno… que las cosas serán diferentes –respondió, entrelazando sus dedos con los míos y dándome un tierno beso.
De pronto, caí en la cuenta de que en esa comida familiar lo que se pretendía era asentar nuestro compromiso, como una especie de "hola mundo, Nick y April se casan". Incluso lo publicarían en la página oficial. Mis piernas empezaron a temblar, haciendo que Nick se diera cuenta.
-¿Estás nerviosa? –preguntó, mirándome emocionado.
-Estoy… histérica. ¿Sabes qué pasará cuando todas tus fans sepan que nos vamos a casar? Aparecerán en tropel delante de mi casa, con ametralladoras y granadas de mano –respondí mientras que él se empezaba a reír.
-No harán eso –me dijo, acariciándome la cara con delicadeza, como intentando calmarme. Se quedó callado un segundo –bueno, quizá si que lleven alguna jabalina.
Me aparté de él rápidamente, mirándole acusadora.
-¿Ves? –exclamé alarmada y más asustada que antes –quizá no deberíamos decir nada hasta que nos mudemos juntos… y tengamos a Big Rob para protegernos.
Nick soltó unas carcajadas, pletórico.
-Todo va a ir bien, April –respondió –. Ellas saben cuánto te quiero y lo importante que eres para mí, así que no te va a pasar nada.
Eso esperaba.
Si el resto de fans era como yo (antes de conocer a Nick), estaba segura de que más de una querría matarme después de enterarse de la noticia. Que tu ídolo (y amor platónico) se case o salga con otra, duele.
-Creo que deberíamos ir ya al comedor, con el resto de la familia, ¿no crees? –pregunté, intentando apartar la imagen de un ejército de chicas cabreadas atacándome.
Nick asintió quedamente, entrelazando sus dedos con los míos y tirando hacia fuera del estudio.
Los abuelos habían venido de Texas especialmente para la comida, Maya estaba pululando con su nuevo novio al que había conocido en la universidad; Frankie jugaba un videojuego con Liz, mientras que Joe animaba a su novia, que iba perdiendo; Kevin y Summer ayudaban a Denise a poner la mesa, mientras que el Señor Jonas hablaba con el tío Josh y su mujer. Sí, estaban todos allí.
En cuanto Nick y yo pusimos un pie en el salón, se nos quedaron mirando. Denise se detuvo y cogió una copa de champán, alzándola en alto:
-¡Por mi precioso hijo Nicholas y su futura mujer, April!
Todos parecían tener una copa a mano, porque se unieron a su brindis y repitieron sus palabras, para beber un trago después. Me giré para mirar a Nick con los ojos vidriosos.
-Te quiero –susurró él, dándome un beso breve en los labios y apretándome contra sí.
Podía sentir la mirada de todos en nosotros, pero tampoco me importaba mucho. Ellos iban a ser mi familia a partir de ese momento. La mejor familia a la que se puede pertenecer.
-Poneos ahí un momento –nos indicó Kevin –quiero hacer una foto para la posteridad.
-Y para la página web –añadí yo entre dientes. Él se rió ligeramente, mientras que yo me agarraba aún más a Nicholas.
-April está asustada por la reacción de nuestras fans al saber que nos vamos a casar –dijo mi prometido con tono de burla (qué bien sonaba).
-No te preocupes, querida –me dijo la abuela Jonas –; seguro que te quieren tanto como te queremos nosotros.
Le dirigí una sonrisa sincera, agradeciéndole sus palabras.
-Venga, Nicholas, sonríe un poco, que es el día de tu compromiso –insistió Kevin, aún intentando hacer la foto.
En vez de sonreír, Nick me envolvió con su brazo y me miró con cariño. Alcé la vista para mirarle también.
Los flashes empezaron a dispararse. Pensaba que sólo había una cámara, pero al parecer, todos querían inmortalizar el momento.
-¡Vamos a comer! –anunció Joe, como cocinero que era. Apareció con una bandeja llena de a saber qué cosa deliciosa había cocinado.
Todos empezaron a murmurar, impacientes por probar la comida que Joe tanto se había esmerado en preparar. Liz salió corriendo de la sala, mientras que Kevin seguía trasteando en su móvil, supuse que subiendo la foto a la web. Sin embargo, antes de que yo pudiera dirigirme a la mesa con el resto de la gente, Nick tiró de mí hacia él.
-¿Adónde vas? –preguntó en voz baja. Le miré confundida.
-A la mesa, a comer –contesté, como si fuera obvio. Él sacudió la cabeza.
-Nosotros no vamos a comer aquí –dijo él. Fruncí el ceño.
-¿Cómo que no? Nicholas, tu hermano ha hecho algo delicioso, lo huelo desde aquí –respondí. Volvió a sacudir la cabeza.
-Tenemos un avión que coger –me dijo. Ahora sí que estaba completamente perdida.
-¿Un avión…? –balbuceé. Nick se acercó a mi oído, para susurrar algo.
-Nos vamos a Nueva York. Una semana tú y yo, solos. Aún tenemos pendiente ese viaje a solas.
Nueva York. Con Nick. Sentí que me iba a desmayar.
-¿Bromeas? –pregunté, cada vez más emocionada. Él sacudió la cabeza.
-Claro que no –metió la mano en el bolsillo interior de su chaqueta, sacando dos billetes de avión en primera clase. Solté un gritito, alarmando a toda la sala.
-¡Estás loco! –me colgué de su cuello, apartándome sólo un segundo para mirarle a la cara –pero te quiero. Te quiero, Nicholas Jonas.
Le di un beso largo en los labios, olvidándome de que estábamos con más gente.
-Ejem… esto… creo que deberíais iros ya o perderéis el avión –carraspeó Liz, que había vuelto junto a nosotros. Llevaba una maleta en la mano, que me tendió. La miré sorprendida.
-¿Tú lo sabías? –pregunté. Ella sonrió.
-Lo sabíamos todos, April –intervino el señor Jonas. Todos se rieron en voz baja, incluido Nick.
Me hice la ofendida.
-¡¿Y nadie me había dicho nada? –exclamé. Las carcajadas se intensificaron.
-¡Sorpresa! –gritó Kevin, como si acabara de descubrir el pastel de una fiesta de cumpleaños.
-La verdad es que Liz tiene razón –añadió Nick –deberíamos irnos ya o perderemos el avión.
La familia entera en masa vino para darnos abrazos de despedida, antes de acompañarnos hasta la puerta, donde un coche esperaba para llevarnos al aeropuerto.
Como siempre, los paparazzi estaban a la salida de la casa, aguardando pacientemente para empezar a disparar sus flashes. Pero me dio igual, porque una sonrisa enorme se había dibujado en mi cara y estaba segura de que no se borraría nunca.
Iba a estar casada con Nick, el hombre más perfecto del mundo. Si eso no hacía que me sonrisa durara, no sabía qué podía hacerlo.
-Cuando lleguemos a Nueva York, te daré el regalo que te mereces por hacer todo esto –le dije a Nick, esbozando una sonrisa pícara. Él me miró fijamente, como asustado por lo que podía estar pensando.
Y debía estarlo.
-NARRA JOE-
¿Nadie pensaba que Nick y April eran un poco jóvenes para casarse? Al parecer, no.
La familia entera comía tranquilamente, soltando de vez en cuando comentarios sobre lo buena que estaba mi comida. Me sentía orgulloso… y pletórico. Tenía a Galletita a mi lado, a mis hermanos contentos. Por fin todo se había arreglado y no podía ser más feliz. Entonces, ¿por qué dos ideas no podían desaparecer de mi mente?
La primera, ¿por qué mis padres no se habían escandalizado cuando mi hermano de 18 años les había dicho que se iba a casar? Y la segunda, ¿cuánto tiempo estarían los Jonas Brothers sin sacar otro disco? Tenía que hablar con Kevin en cuanto pudiera.
-Entonces, ¿qué vais a hacer por vacaciones? –preguntó mi padre, mirándonos a mi hermano y a mí. Kevin bebió un poco de agua antes de contestar.
-Summer y yo vamos a ir a París dos semanas –contestó, cogiendo de la mano a su novia. Ella sonrió.
-¡Me muero de ganas! –exclamó la rubia, mirando con ojos tiernos a mi hermano.
Liz se movió en su silla, como incómoda.
-¡Qué bien! No sabía que os ibais… ni que teníais vacaciones –replicó.
Galleta me miró por el rabillo del ojo, al parecer confusa porque yo no le había propuesto hacer ningún viaje. Pero es que era una sorpresa.
-Sí… eh, tenemos un mes libre. Bueno, en realidad está todo en el aire a partir de ahora –respondió Kevin. Me quedé callado, mientras que a Liz parecía que le fuera a dar un pasmo nervioso.
-¿Quieres decir que no tenéis planes… como grupo? –preguntó, con terror en la voz.
Mi padre, como siempre, apareció para apaciguar el ambiente.
-Ya se verá –respondió –. Con la boda de Nicholas, y el difícil proceso de separación de Disney… va a ser complicado.
-¿Vais a separaros de Disney? –insistió Galleta, asombrada. Me miró con reproche – ¿por qué no me cuentas nada, Joseph? Se supone que una de las ventajas de salir con un miembro de mi grupo favorito es que las noticias me lleguen antes.
Sonreí, algo agobiado.
-Es que no hay nada seguro, Liz. Por eso no quería decir algo y luego meter la pata –respondí.
Ella asintió brevemente, para luego seguir con su plato. Un silencio incómodo recorrió la mesa.
-¿Vosotros dónde vais a ir, Joseph? –preguntó mi madre. Le lancé una mirada alarmada.
-Eh… no sé si nos iremos –contesté. Miré por el rabillo del ojo a Galleta, que intentaba parecer serena.
Estaba seguro de que mil ideas descabelladas le estaban pasando por la cabeza, pero no podía revelarle el secreto… aún.
El resto de la comida transcurrió sin sobresaltos, a pesar de un poco de incomodidad por el tema peliagudo que acabábamos de tratar. Después, Kevin se excusó diciendo que tenía que acompañar a Summer a su casa, pero yo sabía que iban a disfrutar de su intimidad.
Después de ayudar a recoger la mesa, Liz me pidió en susurros que la llevara a su casa. Estaba molesta, y yo lo sabía, así que no me negué.
-Ahora vuelvo –le dije a mi madre. Ella asintió, como si sospechara lo que estaba pasando.
Liz estuvo callada durante el viaje hasta su casa, y eso que lo hicimos andando. Las chicas seguían viviendo a unas calles de distancia de la nuestra, y aún seguíamos escapándonos allí siempre que podíamos.
-Galleta, ¿qué te pasa? –le pregunté por fin, cuando llegamos a la verja de entrada. Ella giró la cara, colorada.
-No me pasa nada, Joe –respondió. Estaba claro que mentía.
Le cogí de la mano, intentando hacer que me mirara a la cara. Alzó por fin sus ojos, con timidez. No estaba enfadada… sino dolida.
-¿Estás molesta porque no te he contado nada de nuestro descanso como grupo? –insistí. Ella bajó la cabeza.
-Un poco –murmuró.
-Liz… es que no hay nada seguro, y no quería alarmarte. Ya tenemos suficientes con las fans fatalistas diciendo que el grupo se ha acabado, y con la prensa y sitios de cotilleo diciendo que ese chico nuevo va a robarnos la fama.
El nuevo chico de moda estaba arrasando con su pelo y sus canciones. Pero no era competencia para nosotros.
-No me importa, Joe. Se supone que soy tu novia, y que deberías contarme las cosas que te preocupan –dijo. Galleta cada vez estaba más segura de sí misma cuando estaba conmigo, sin perder ese toque de inocencia que me volvía loco.
-Nunca… nunca antes he tenido que hacerlo, y ahora se me hace extraño –confesé –. Nunca había tenido una novia real así que estoy acostumbrado a hablar las cosas con mis hermanos o a guardármelas para mí. Perdóname, Liz.
Ella me miró fijamente.
-Está bien, no pasa nada, Joe –me dijo, sonriendo tímidamente –pero a partir de ahora quiero que recuerdes que tienes una novia verdadera a la que le puedes contar lo que quieras.
-¿Ah, sí? –bromeé – ¿dónde? Dile que venga esta noche a mi casa.
Liz se rió en voz baja, para luego darme un golpe, como si estuviera ofendida.
-¿Qué vas a hacer hoy? –preguntó, dirigiéndose hacia la puerta de entrada de la casa. Yo la seguí.
-Coger un avión –dije como quien no quiere la cosa. Se giró de golpe.
-¿Cómo?
Sonreí, sacando del bolsillo de mi chaqueta dos billetes de avión para Tokio, su ciudad favorita. Ella los miró, en shock aún. Una sonrisa invadió su cara; estaba exultante.
-¿Nos vamos a Tokio? –preguntó, conteniendo un gritito. Asentí -¡estás loco! ¡Joe, siempre he soñado con ir a Tokio! ¿Cómo… cómo lo sabías?
-Bueno, cierto pajarito me lo dijo –respondí, recordando como April me lo había contado cuando les expresé a ella y a Nicholas que no tenía ni idea de dónde llevar a Galleta por vacaciones.
-¡Gracias, gracias, gracias, Joe! –gritó ella, empezando a dar saltitos alrededor mío, colgándose de mi cuello y cubriéndome la cara de besos.
-¡Si lo sé te lo digo antes! –dije, más que complacido por su reacción. Liz se rió.
-Nos lo vamos a pasar genial, ya verás. Hay tantas cosas que tenemos que ver…
La rodeé con mis brazos y le di un beso largo en los labios, contento por haberla hecho feliz. Galleta era ahora mi mundo, y debía empezar a comportarme como tal.
-NARRA APRIL-
La llegada al aeropuerto fue… demasiado. La gente ya estaba estresada incluso allí, abriéndose paso a empujones para poder llegar a la salida, arrastrando maletas pesadas o simplemente pequeños maletines. Nueva York era alucinante, y sólo estaba en el aeropuerto.
-El coche nos espera en la puerta –dijo Nick, cogiéndome de la mano. Un hombre se encargaba de llevar nuestras maletas detrás de nosotros.
Y, como siempre, los inevitables paparazzi esperaban en la entrada, disparando los flashes para capturar el momento en el que "la pareja feliz llegaba a la ciudad que nunca duerme".
-¿No ha venido Big Rob con nosotros? –pregunté, extrañándome de que no lleváramos seguridad. Nick negó con la cabeza.
-Somos unos simples turistas en Nueva York, eso es todo –respondió, sin soltarme la mano ni siquiera en el coche. Sonreí, pegando mi nariz a la ventanilla y actuando como cualquier persona que está por primera vez en una ciudad nueva.
Nick sonreía ante mis comentarios y me aseguró que no nos iríamos hasta que me hubiera enseñado todos y cada uno de los rincones del lugar.
Éramos turistas "normales" que habían alquilado un ático de lujo con vistas a Central Park. Me giré a mirarle, asombrada, cuando el coche paró delante del edificio más exquisito que había visto nunca.
-¿No vamos al Trump, como siempre? –pregunté, recordando que ese era su hotel favorito en la ciudad. Él negó con la cabeza.
-Aquí tendremos la privacidad que nos merecemos –contestó, arrastrándome dentro del bonito hall.
El portero (bastante joven, en realidad) nos acompañó hasta la puerta del ascensor y nos explicó que para llegar a nuestro piso teníamos que utilizar una llave especial.
Todo era demasiado para mí, así que desconecté y me centré en observar todo con curiosidad, boquiabierta. Intenté calcular mentalmente cuánto debía de costar alojarse en aquel sitio durante un mes (el tiempo que íbamos a estar allí), pero tanto cero me mareó y decidí dejarlo.
Un mes en Nueva York, mi ciudad favorita, con Nick, mi chico favorito, mi prometido.
Mi prometido, ¡qué bien sonaba!
-¡Bienvenida a nuestro nuevo hogar! –me dijo Nicholas cuando llegamos al ático. Le miré confusa.
-Quieres decir nuestro hogar durante el siguiente mes, ¿no?
Él sonrió, pasando sus brazos alrededor de mi cintura y mirándome fijamente a los ojos.
-Nuestro hogar neoyorquino –susurró –es nuestro. Lo he comprado.
Espera un momento mientras me desmayo.
