"Un nuevo comienzo"

Capítulo 1

"Recuerdos"

En una grande habitación, cuyas paredes estaban pintadas de un naranja pálido como el atardecer, en un rincón había una mesa y encima de ella libros y libretas cubrían la madera, a su lado, una cama, donde en ella estaba estirada una muchacha, tenía el pelo largo por el hombro de color rojizo con algunos mechones marrones, vestía una camiseta y unos pantalones estrechos muy cortos, que contemplaba por la ventana todo a su alrededor, mirando la luz que entraba en la habitación, y recordando… recordando viejos recuerdos dolorosos, los cuales nunca jamás podría olvidar. Quería huir, salir de ese lugar que la estaba enloqueciendo. No sabía que hacer. Estaba confundida. Le vino a la memoria un recuerdo… una imagen del pasado… una niña gritaba mientras un hombre la agarraba del hombro, más allá había una mujer joven, la cual miraba la niña con cara de desconocida, más allá un hombre con un frasco en la mano derramado por su líquido azulado…, la imagen se desvaneció de su mente e hizo que en sus ojos brotara una pequeña lágrima transparente y brillante que resbaló por su rostro. Solo se sentía bien al lado de su mascota, y le hacía olvidar todas sus penas. El rostro de la chica se volvió triste.

El ruido de la puerta la sacó de sus pensamientos pero no miró hacia donde provenía el ruido. En la habitación entró un muchacho el cual llevaba gafas, una coleta y parecía tener el pelo largo, era bastante alto y acto seguido entró en la habitación y dijo:

- El jefe te espera, Sora – y salió de la habitación.

Sora no se movió. No le apetecía hablar con su jefe. Le detestaba. Pero se levantó de un salto y se dirigió a la puerta.

- Volveré en seguida, Kirara – dijo a su mascota, y salió.

A fuera, en el pasillo le esperaba el ayudante del "jefe". Empezaron a caminar por el húmedo pasillo, cuyas paredes tenían pintadas diferentes dibujos, que Sora, nunca se había percatado en eso. Al salir al exterior, una cálido viento de primavera le tocó en la cara, se sentía nueva. Pasaron por unos grandes y majestuosos patios, donde ella siempre había estado. Llegaron a una inmensa puerta, donde entraron y continuaron por una ancho pasillo que conducía a una amplia habitación en el fondo de éste. Tsatsuki le dejó pasar a Sora. Ella entró y lo pimero que vió fue a un hombre rubio de pelo un poco largo, pero no pasaba más de la nuca. Al entrar, la miró con desconfianza y acto seguido miró hacia la ventana que daba a los jardines.

Sora estaba confundida y miró a todo su alrededor… habían estanterías por todas partes con grandes decoraciones. En el centro había una inmensa mesa que estaba repleta de papeles y dosieres. En una esquina se encontraba un montón de carteles de la Marina… de las personas que se buscaban. Y se paró en dos de ellas. Esas imágenes…

El dolor y el odio se apoderó de ella. Sentía tanta ira en su interior que no pudo soportarlo más.

- ¿Porqué aun tienes esos malditos carteles colgados ahí eh!? – chilló – ¿Qué te crees que vas a poder acabar con todo? Pues estás muy equivocado!! Deja a mi familia en paz!!

El hombre rubio que había estado mirando por la ventana, no se había inmutado, auque la había oído. Y de repente, echó a reír.

- ¿Familia¿Desde cuando tu proteges a tus familiares? o – y dejó de reír – ¿es que acaso tienes?

Sora se quedó sorprendida, sin saber que decir y entró en un mar de pensamientos oscuros… ¿Era verdad lo que le había dicho? No podía ser que él…

- ¡No! – gritó – ¡eso no es verdad¡Cállate!

Él hizo una sonrisa malévola y la miró a los ojos y le dijo con voz calmada.

- Déjate de estupideces. Ahora tengo que hablar de un tema mucho más importante – y se giró dándole la espalda – quiero que salgas de la isla y llegues a hacer una misión – y acto seguido, la miró de reojo para ver su reacción.

Sora no sabía si había oído bien o no, pero creía que sí, y lo más importante era que saldría de una vez de ese lugar. Pero lo malo… estaba en la "misión" que le quería dar. Dedujo que era mejor poner cara de desconcertada. Su jefe siguió.

- Vas a ir a una ciudad al sur-oeste del continente, allí se encuentra una ciudad llamada Altador. Quiero que busques a un comerciante y le vendas unos productos a cambio de polvo de krawk. Quiero que te dé cinco botecitos bien llenos.

Sora entrecerró los ojos mirándole. "Maldita organización…" pensó. Pero acto seguido dijo.

- No te preocupes, todo irá bien.

- Eso ya lo veremos. La anterior vez… me fallaste.

Él se giró y la miró directamente a los ojos. Sora aun no comprendía porque era así. El hombre que tenía delante de las narices siempre se limpiaba las manos y las faenas sucias las hacían los demás. "Al menos me podré escapar por una temporada… y si puedo… no volveré" pensó. El jefe la miró con una sonrisa malévola.

- Ni se te ocurra pensar que no volverás… - dijo él como si le hubiera leído el pensamiento – Ya te puedes retirar. Recuerda que mañana por la mañana saldrás de aquí.

- Maldita sea… - susurró ella.

Al volver a su cuarto, ya era de noche y le contó todo a Kirara. Ella era su única salvación, porque podía hablar con ella.

- Mañana saldré de aquí.

Y se tumbó en la cama y acto seguido se le dibujó una sonrisa en los labios. Antes de dormirse, miró hacia la mesita que tenía a su lado y se fijó en la fotografía. En ella salían una mujer con el pelo largo marrón, llevaba un vestido largo azulado, a su lado estaba un hombre que apoyaba un brazo por encima del hombro de su mujer tenía el pelo rojizo con una gran sonrisa en su rostro y con una camisa medio desabrochada, en la cabeza llevaba un sombrero amarillo con una línea roja y al medio de ellos dos estaba una niña pequeña de unos tres años que miraba hacia la cámara con una gran sonrisa, tenía el pelo rojizo y sus ojos eran brillantes… Parecía ser feliz.

"Es que lo era" pensó Sora.

Y acto seguido se quedó dormida.

To be continued…