KONISHIWA~

¿CÓMO HAN ESTADO? YO ESTOY RENOVADA ;D EN EL BUEN Y SANO SENTIDO DE LA PALABRA (:

YA SÉ QUE DIJE QUE ESTE FIC SE QUEDARÍA COMO ONE-SHOT, PERO ALGUNAS ME INSISTEN E INSISTEN EN QUE DEBE HABER ACTUALIZACIÓN, MÁS ACCIÓN... ETC. BUENO QUISE EDITARLO, LA FORMA EN LA QUE ESCRIBO ACTUALMENTE ES... DIFERENTE.

ESPERO DISFRUTEN LA ACTUALIZACIÓN. ESTARÉ COLGANDO EL OTRO CAPÍTULO EL OTRO SÁBADO O TAL VEZ ANTES :D DISFRÚTENLO


DATO: LO DE SIEMPRE... Shugo Chara NO ME PERTENCE... BLAH, BLAH, BLAH... IKUTO ES SENSUAL... BLAH, BLAH, BLAH... VIVA EL AMUTO... ETC.


ADVERTENCIA: CONTENIDO DE LENGUAJE OBSCENO... SI TIENES MENOS DE 11 Y NO HABLAS ESTE TIPO DE LENGUAJE TE PIDO QUE SALGAS DE AQUÍ, NO TENDRÉ LA CULPA SI NO... NO LO PUSE COMO 'M' PORQUE... SÓLO ESTE CAPÍTULO TIENE CONTENIDO LIME... TIENES EL SUFICIENTE USO DE RAZÓN PARA PODER DEJAR DE LEERLO SI NO... ¡TE JODES Y QUEDAS TRAUMADA! DEBES SABER QUE: LIME=CONTENIDO SEXUAL, YA ESTÁN ADVERTIDAS.


Sumisa.
-Capítulo I: Deuda, trabajo, frustración y atracción.

— ¿Te gusta?—preguntó el chico que llevaba encima.

—S-si—dijo entrecortadamente.

— ¿Quieres que siga?—preguntó él deteniendo su movimiento.

—P-Por... favor-r...—dijo mientras con sus dos manos tomaba su rostro y le estampaba un beso.

Él siguió con su misma tarea, pellizcar y estrujar los pequeños montículos. Mientras ella no paraba de ahogar gemidos en el beso. Estaba dejándose llevar por el momento y ella misma sabía que estaba mal, pero su deseo era más fuerte que su razón. Era la primera vez que experimentaba este tipo de sensaciones, aunque no era la mejor ocasión... Acostarse con un desconocido de hecho que no estaba en sus planes. Su mente había comenzado a divagar hacia ya un buen rato, gracias a las expertas manos que viajaban por su cuerpo.

¿Cómo es que habían llegado a ese estado? La peli-rosa nunca pensó hacer esto con un completo desconocido, porque si, ya lo había dicho antes... era un desconocido, completamente. Si no hubiera sido por el pequeño accidente de la mañana, nunca lo hubiera visto en su vida.

Cierto por eso estaba aquí.


.Flashback.
*Hace muchas horas*


/Amu/

—Lo siento mucho—dije muy asustada.

El joven de cabellos índigos se encontraba mirando el suelo

—Joder... era nueva—dijo con un deje de amargura en su voz, mirando el aparato que yacía en el suelo.

—Te lo pagaré—dije intentando acabar con el asunto, sin darme cuenta –del todo- de lo que estaba diciendo.

—Si que me lo vas a pagar—dijo mirándome fijamente, fulminándome con sus ojos zafiro, provocando que me estremeciera asustada—. Y espero tengas...—dijo de forma brusca, como escupiendo el numero de varias cifras.

La cantidad de dinero que le costó provocó que me mareara ligeramente... ¿tanto había costado? Yo ni siquiera tengo eso... ¿Ahora cómo hago para pagárselo? No tengo esa cantidad en mis manos y ciertamente la que tenía... pensaba ahorrarla.

Pestañeé varias, intentando pensar en una respuesta para darle, una que no sonara a escusa. Sentía que faltaba muy poco para que comenzara a hiperventilar, soy muy propensa a esas cosas.

Cerré mis ojos y me armé de valor para enfrentar la realidad.

—Lo siento, pero no voy a poder pagarte eso—dije más asustada que antes, apretando mis manos.

—Ya me lo esperaba—dijo recogiendo el objeto—, pero lo rompiste-

— ¿No hay otra manera de poder pagarte?—pregunté sin ser consciente del doble sentido de mis palabras, es más lo del doble sentido no se me pasó por la cabeza en ese instante.

Enarcó una ceja y me miró irónico.

—Otra manera—repitió meditándolo, suspiró amargamente y luego una sonrisa ladina surcó su rostro—. Si que la hay—dijo de una manera que no pude identificar... era algo así como... ¿seductora?—, te espero después de tus clases aquí mismo—dijo mientras tomaba su mochila que se encontraba en el suelo.

Por un momento creí que se voltearía, pero no fue así. Todo lo contrario a mis suposiciones se acercó a mí. Me tomó por la cintura y me susurro un: "—Nos vemos luego." en el oído. Su respiración –todo lo contrario a la mía- se notaba calmada y lenta. Y su aroma masculino me llenó en un instante.

No sé por cuanto tiempo estuve parada como una estatua, una tonta estatua por supuesto. Debo adivinar que mi rostro era todo un poema, mis expresiones siempre me han delatado en situaciones como estas. Así que supongo que mi mueca de confusión sería un buen chiste para cualquiera.

Procesando información... Procesando información... Un chico, muy atractivo, me acababa de decir que nos veríamos luego, para poder pagar mi deuda...

¿¡PERO QUÉ CARAJOS LE PASA A ESTE MUNDO!?

Sentí como algo en mi bolsillo vibraba. Lo saqué y descubrí que era la alarma de mi clase. Me acomodé la mochila como pude y comencé a correr en dirección al aula. Gracias a Kami el profesor no había llegado, pero los mejores asientos estaban ocupados. Me senté en uno de los sitios que estaban libres y saqué mi cuaderno de apuntes junto con un lapicero.

No esperé ni un minuto cuando el profesor cruzó la puerta de entrada. Saludó cordialmente como lo solía hacer cada día, para luego comenzar con su clase. Advirtiéndonos que prestásemos la mayor atención, pues el examen de la próxima semana estaría complicado.

No los aburriré contándoles como estuvo la clase ni mucho menos lo que dijo el profesor de matemáticas. Tampoco es algo que me gustaría describir.

Comenzaré con la presentación formal. Mi nombre es Hinamori Amu, tengo 17 años, curso el primer año en la Universidad. Entré aquí aproximadamente... hace dos meses y... quince días. Vamos al físico... Soy de contextura delgada y, en mi opinión, nada desarrollada. Mi cabello es de color rosa pastel o palo-rosa, como gusten llamarlo, y me llega un poco más debajo de los hombros. Tengo un par de ojos miel... o topacios, como quieran ustedes. Respecto a mi vida social... no es que no tenga muchos amigos, pero no salgo muy a menudo de mi casa. Me cuestan un poco más de lo normal las matemáticas y arquitectura es lo que estoy estudiando. Así que para ser una de las mejores y que mi promedio no baje... pues no salgo a divertirme, como dicen mis amigos.

Las clases de matemáticas se pasaron rápidamente, al igual que las demás. Eso fue lo que sentí y es que el no salir de mi casa, provoca que me emocione más de lo debido cuando alguien se ofrece a hacerlo.

Tomé mis apuntes y los guardé en mi mochila.

Comencé a caminar a la entrada principal donde había dicho que esperara y... Lo había olvidado por completo, no podía verlo, necesitaba irme. No quería llegar tarde.

/Ikuto/

De los mejores accidentes que he tenido, el de la mañana ha sido el mejor. No voy a negar que me molesta el hecho de que se halla roto mi ***** por su culpa, pero de hecho que es la mejor idea que se me hubiese ocurrido jamás. Acostarme con una chica sin ir a una fiesta, ni estar borracho ni mucho menos porque está obsesionada conmigo. Realmente era estresante tener que soportar locas estúpidas pisando el suelo por donde tú vas o fingiendo saber quien eres, acosándote día y noche sin descanso. No es que odie a las mujeres, claro que no, simplemente no me gusta que estén colgando de mi cuello. A mi no me gusta, sé que hay chicos que si, la única razón por la que las soporto es porque me acompañan en la noches de aburrimiento.

Terminadas las clases, el profesor salió del aula y todos nos fuimos retirando. Me escabullí como pude hacia el punto de encuentro, pero por más raro que sonase ella no estaba. La esperé unos minutos, podría haberse retrasado. Salían algunos chicos, no muchos salen por la puerta principal, la mayoría suele salir por las otras puertas.

— ¡Ikuto!—gritó alguien detrás de mí.

La voz energética de Kukai provocó que me volteara a encararlo. Venía junto a Fuyuki, quien se veía extrañamente animado.

— ¿Adivina quién tiene 3 cupones gratis para un Maid Café?—preguntó sonriendo.

Torcí el gesto, ya sabía a donde llevaba esto.

— ¿Vienes?

—No soy tan pervertido—dije volteándome, intentando buscar una cabellera rosada.

Si les soy sincero... no estaría mal, pero no se me antoja verle la cara a Utau. No es que no la quiera ni mucho menos, sólo que no hablamos mucho e ir a donde trabaja no es buena idea. Siempre que se nos ocurre cruzar miradas, terminamos peleando. Aunque ella tiene parte de culpa por ocurrírsele trabajar en ese tipo de lugares.

Ciertamente no entiendo como es que tengo una hermana que pueda trabajar en ese lugar, claro que dudo que nos atienda si estamos ahí. En especial si esta Kukai.

—Vamos—insistió—, tengo hambre y estos cupones vencen mañana.

Di una rápida mirada al interior de la universidad pero no encontré señales de ella.

Suspire rendido y acepté a la propuesta de Kukai.

—Esa es Tsukiyomi—dijo sonriendo.

No soy bueno con las presentaciones, pero no está de más intentar... Me llamo Ikuto, Tsukiyomi Ikuto, tengo 18 años. Mido... un metro setenta y ocho... –creo-. Mi cabello es azul índigo –para ser exactos- y tengo ojos color zafiro -ojos que por cierto derriten a cualquier chica-. Voy en mi segundo año en la universidad, estudio medicina. Tengo por amigos a un par de idiotas, Souma Kukai y Kirishima Fuyuki, uno más idiota y pervertido que el otro, pero amigos después de todo.

Caminábamos por calles desconocidas para mí, nunca he ido a ese Maid Café. Si quieren sinceridad pues... estaba algo aburrido, era la única razón para ir.

— ¿Cuánto falta para llegar a ese condenado café?—pregunté algo molesto.

Ambos me miraron.

—Estás raro—dijo Fuyuki—, ¿te pasa algo?

—Nada—dije aún con mi mirada fija en el frente.

El otro se me quedó mirando un pronto soltó una risa entre maliciosa y divertida.

—Ohh~ Yo sé lo que te pasa...

Miré al castaño con una ceja levantada y él sólo sonrió.

—...al chico lo dejaron plantado~—le dijo Kukai a Fuyuki canturreando.

Ambos se carcajearon durante un rato, pero dejaron de hacerlo al ver la expresión de mi rostro. Claro que eso no implicó que me dejaran de molestar.

—Estás perdiendo tu toque~—dijo el otro idiota de la misma manera.

—Tsk.

Caminamos por un rato más, doblamos unas dos esquinas y cruzamos una que otra calle.

—Llegamos—dijo Fuyuki feliz, deteniéndose frente a un par de puertas.

¿Ya se dieron cuenta quién es el más pervertido?

Kukai se animó a abrirla, acto seguido entramos al lugar. Un aroma agradable lo inundaba. Enseguida una joven nos hizo una reverencia, bueno a mí, porque yo estaba unos pasos delante de los dos.

—Irashaimase Goshijin-sama—dijo, con un tono de voz que se me hizo familiar, aún inclinada.

Se incorporó quedando frente a mí, mirando ligeramente hacia arriba por la diferencia de estatura.

Su rostro, a diferencia del mío se encontraba alegre y... como decirlo... se veía linda. No es que me pareciera fea, no en lo más mínimo me pareció desagradable cuando la conocí. Sólo que estaba diferente, MUY diferente. A diferencia de la ropa holgada que usaba en la universidad, el maid que usaba se entallaba a su fina cintura, por lo que me daba cuenta de que era algo plana. No tenía puesto los lentes y su cabello estaba suelto, encima tenía una tiara blanca. Debo habérmela quedado mirando por un buen rato, pues se notaba algo sonroja.

Desvió su mirada avergonzada y yo sólo quise reír por aquel gesto.

—Hola—dijo energético como siempre Kukai—, tengo estos cupones.

—Oh claro—dijo recuperándose—. Síganme por favor—dijo sonriendo al mismo tiempo que caminaba delante de nosotros y nos llevaba a una mesa—. Los cupones incluyen dos comidas y un postre—dijo mientras dejaba una cartilla.

—Hmm... Entonces quiero un omuraisu—dijo sonriente.

—Yo sólo quiero helado—dije sin mirarla—de chocolate.

—Entonces yo también quiero un omuraisu—dijo Fuyuki al final, entregándola la cartilla.

—Enseguida mis amos—respondió yéndose en dirección a lo que suponía era la cocina.

Sonreí inconscientemente. De hecho no me había tocado tan mala suerte.

— ¿Y a ti qué te pasa?—preguntó el oji-esmeralda—. Creí que estabas amargo hace unos segundos.

—Quién sabe.

Él soltó una risa divertida a la que Fuyuki se unió.

—Lo sabía—dijo de repente el de ojos avellana.

Kukai y yo lo miramos.

—Tarde o temprano caerías a los pies de una chica.

—Ajá.

Apoyé mi cabeza en una de mis manos y mi vista se fijo por donde ella se había ido minutos antes. Se veía una cabellera rubia. Sonreí. Era obvio quien estaba mirando por allí.

—Eso va a pasar cuando mi hermana le haga caso a Kukai—dije con superioridad.

Fuyuki rió nuevamente y Kukai se sonrojó ligeramente.

La chica de cabellos rosados volvió con una bandeja en una de sus manos. Les dejó servilletas, y su respectivo plato a cada uno. Me dejó a mí una cucharita y una copa de helado de chocolate.

—Que lo aprovechen—dijo sonriente.

—Gracias—dijeron ambos.

—Hmp.

—Por cierto—agregó Souma llamando su atención—, ¿cómo te llamas?

—Amu—respondió.

Ahora tenía una mejor idea para que Amu pagara su deuda.

/Amu/

El castaño me sonrió, entendí que fue una forma de decir gracias.

Me interné en la cocina nuevamente, donde Utau estaba sentada con los ojos cerrados.

—...gracias—dijo fríamente.

Negué con mi cabeza.

—No te preocupes—desestimé sonriendo.

No iba salir la verdad, pero Utau me pidió que por favor atendiera a esos chicos. No voy a negar que me pusiera nerviosa el hecho de que aquel extraño estuviera allí, pero lo hacía por una buena causa. Ella estaba en una peor situación, no me imaginaba estar atendiendo al chico que me gusta junto a mi hermano mayor.

Aunque ahora al menos sabía su apellido.

— ¿Incómodo?—pregunté mirando como suspiraba.

—...mucho—admitió al mismo tiempo que volvía a cerrar sus ojos—. Voy a tener que salir de todos modos, pero prefiero que sea tarde—dijo divertida.

Reí.

—No te rías—reclamó, tratando de ocultarse tras sus brazos.

Estuvimos hablando, hasta que noté que ellos ya habían terminado y estaban conversando. Salí a su mesa y el chico que antes me preguntó mi nombre, me entregó los cupones. Los recibí sonriente, ellos se pararon y se fueron, claro que antes agradecieron. Sentí una extraña decepción, sinceramente creí que Tsukiyomi me hablaría o me miraría o algo. Pero para mi buena o mala suerte no fue así.

El día en el trabajo se pasó como cualquier otro día, atendíamos a grupos de chicos, a una que otra chica. Algunos niños que venían con sus madres. Se terminó el día y como siempre fui la primera en cambiarme. Dejé el maid en mi casillero y me puse casaca encima del polo que tenía, tomando mi mochila al cerrar el casillero. Una vez cambiada, salí por la parte de atrás, por donde sale el personal. Me despedí de Utau y de mi jefa. Al cerrar la puerta detrás de mi, suspiré. Al final no me había pasado nada interesante en el día.

Me apoyé en la puerta y me quedé pensando en todas las cosas que me habían pasado en este día. ¿Curioso no? Nunca había estado así de cerca de un chico, nunca. Y ahora que había tenido la vaga oportunidad de estar cerca de uno... la había dejado ir. Sujeté bien la mochila en mi espalda, me acomodé los lentes y cubrí mi cabello con la capucha de la casaca.

Caminé saliendo del callejón y al final de este me sorprendió encontrarme con Tsukiyomi.

—Creí que nunca saldrías.

—Salgo temprano...—me excusé—...tu hermana sale más tarde—dije intentando cortar la tensión -que sentía- se estaba comenzando a formar.

—Lo sé—reconoció tan inexpresivo como antes—. ¿Lista para pagar tu deuda?—preguntó picaronamente.

Sentí que mis mejillas ardían, desvié mi mirada. No era tan inocente, sabía el doble sentido de sus palabras. No voy a negar que estuviera nerviosa, porque de hecho lo estaba, y mucho.

Me sujetó la mano y me guió hasta un auto negro, con lunas polarizadas.

—Sube—exigió mientras abría la puerta del copiloto, yo obedecí y el cerró la puerta cuando había subido.

Me acomodé en el asiento, poniendo mi mochila encima de mis piernas. Estuve sola unos cinco minutos, minutos en los cuales la piel se me erizó. Miraba paranoica a todos lados, sabiendo que podía ver todo afuera y nadie podía ver hacia donde yo me encontraba. Suspiré pesadamente e intenté concentrarme en algo más... Todos mis pensamientos se fueron cuando sentí la puerta del conductor abrirse.

Él entró y cerró la puerta.

—Ten—dijo entregándome una bolsa pequeña—, no sé las cosas que te gustan... pero puedes coger algo de ahí. El camino a mi casa no es corto.

Asentí y tomé la bolsa. Él mientras tanto se ponía el cinturón y encendía el auto.

Saqué un taiyaki... me encantaban estos peces. Es mas, este era uno de mis favoritos: estaban rellenos de chocolate. Mas no dije nada, temía decir algo estúpido. ¿O a él también le gustarán de estos?

Estuvimos en silencio todo el trayecto. No me atrevía a voltear y mirarlo, mas sentía que él si lo hacía. Mi corazón querría salirse en cualquier momento y no podría evitarlo. Durante todo el trayecto me aburrí pensando en la tarea que debía hacer, en el trabajo del día siguiente. El trayecto me resultaba bastante incómodo por como ninguno de los dos hablaba, ni siquiera se animó a encender la radio o poner algo de música. Me fijé en el panorama intentando saber cómo había accedido tan fácilmente a entrar al auto de un -casi- desconocido, después de tantos traumas del pasado. Dejé de pensar cuando el auto comenzó a bajar la velocidad, parecía que estábamos en nuestro destino ya.

Estacionó el auto y se bajó. Hice lo mismo, sacando mi mochila y la bolsa que me había entregado minutos antes. Cerré la puerta al igual que él lo había hecho segundos antes.

—Al entrar—dijo mientras iba a la parte trasera del carro—, vas a cualquier habitación—explicó abriendo la maletera y de esta sacó una bolsa negra—. Te pones esto—indicó mientras cerraba la maletera y me entregaba la bolsa—. Si no lo haces, yo personalmente me encargaré de cambiarte—adviritió sin mirarme, subiéndose al auto nuevamente, para arrancar y ponerlo en marcha hacia el lado derecho de su casa... donde lo perdí de vista nuevamente.

Sólo en ese momento me percaté del lugar en donde estaba. Atrás mío había una reja gigantesca, que se abría de dos en dos; claro que en este momento estaban cerradas. Había un muro a cada lado de la reja, estaban hechos de ladrillos por donde crecían vellos rosales. Y en frente de mi estaba una gran mansión. No sé si fue por la sorpresa o tal vez fue envidia... retrocedí un poco y casi me caigo al agua. Había dos piletas a ambos lados del pasadizo central, el que llevaba a la casa, se iban todo el largo y habían chorros que se levantaban. Estaban separados cada chorro –aproximadamente- un metro y medio. Las luces estaban en el suelo por lo que podía caminar tranquilamente por el lugar. El lugar se veía inmenso, me hizo dudar de si seguíamos en Tokio.

Miraba a mí alrededor sin poder dejar mi asombro. ¿Utau trabajaba en ese Maid Café aún teniendo todo esto?

De no ser porque me acordé por qué estaba en ese lugar, me hubiese quedado mirando a mis alrededores durante un largo rato.

Corrí por aquel piso de mármol y subí las escaleras de salto en salto hacia la puerta principal. Abrí la puerta y la cerré cuando estuve dentro. No perdí un segundo y me dirigí a la gran escalera central, la suave alfombra color rojo escarlata, que bajaba con los escalones, hizo que mis pies se sintieran cómodos. Una vez que estuve en el segundo piso, me adentré lo más lejos posible. Giré y giré varios pasadizo, quedando lo suficientemente lejos de las escaleras. Me detuve en una de las puertas y adentré en el cuarto. Cerré la puerta y me apoyé en esta cuando estuve dentro.

¿En qué te has metido Amu?

No lo sé.

Pulsé el interruptor de luz y esta se encendió, dejándome ver la bella habitación en la que me encontraba. El piso era de losa blanca y las paredes estaban pintadas de un tenue celeste, se asemejaba al color blanco. Había una cómoda a mi costado, encima de esta no había nada más que un espejo. La cama de dos plazas –tal vez-, estaba situada en el centro de la habitación y al lado izquierdo de esta estaba una mesita de noche con una lámpara. Al frente de la cama había un gran armario y en una de las puertas de este un espejo de tamaño completo.

Agité mi cabeza ligeramente y puse la bolsa boca abajo. Cayó otra bolsa, pero esta vez era transparente, por lo que pude ver el contenido.

—E-Esto no es en seri-o...—dije sorprendida.

Sin perder más tiempo abrí la bolsa transparente para ver el modelo de...

Era un maid, claro que no como el que uso, este era atrevido, demasiado. Era un vestido negro strapless, tenía detalles blancos en la parte de arriba y en la abertura del corset. La falda se abría en la parte de adelante, era de color blanco y al frente sólo tapaba mis bragas, dejando la parte de atrás larga. Me lo puse como pude, dejando mi demás ropa en mi mochila, junto con mi liga y mis lentes. Me puse la tiara blanca y me miré frente al espejo, me sentía extraña... nunca había usado ropa tan provocativa. Me veía hasta menos plana, era gracias a ese corset. Ni siquiera sabía porque hacía todo esto, podre deberle bastante dinero pero... ¿En qué rayos estoy metida?

Dejé la bolsa de dulces en la mesita de noche, tomando un regaliz del interior para calmar mis nervios y me animé a mirar por el gran ventanal, descubriendo así que era un balcón. Corrí uno de los ventanales y me apoyé en el balcón quedándome con la boca abierta. Abajo había una enorme piscina, se veía profunda y el tobogán estaba funcionando por lo que se escuchaba como el agua caía. Rodeándola habían sillas y sombrillas. Me hubiese quedado así por mucho tiempo, pero... sentí que todo el color del rostro se me iba cuando lo vi mirándome. Su mirada me transmitió escalofríos que recorrieron mi espina dorsal, me sentía como un pedazo de carne siendo observado por un depredador. Su mirada pasaba por mi y haciéndome sentir desnuda y al aire libre. Distinguí como sonrió para después comenzar a caminar.

Retrocedí torpemente, casi cayendo al suelo sentada de no ser porque mis manos reaccionaron antes. ¿Cómo es posible que haya sido tan fácil para él? ¿Cómo es posible que yo hubiese dejado de usar la cabeza? Debía admitir que parecía el tipo de conseguía lo que quería, tenía de alguna manera la palabra peligro tatuada en la frente. Y esta casa me aseguraba que estaba acostumbrado a tener todo lo que quería sin mucho esfuerzo, envidiaba ese detalle.

No obstante, era increíble que con cada palabra me hubiese logrado manejar como marioneta, ¿Qué hubiese hecho una chica cuerda en mi lugar?

Suspiré rendida y me dirigí al balcón nuevamente, dudaba que las cosas llegaran a terminar como el quería que terminaran. Aún así, tenía bastante miedo en este momento, porque había aceptado por voluntad propia.

Apoyé mis brazos en la baranda y miré el agua, debido a algunos faroles que estaban por allí se veía claramente. Hubiese seguido fijándome en cada detalle pero escuché el sonido de la puerta abriéndose.

No tuve la valentía de encararlo, simplemente me quedé escuchando como cerraba la puerta.

Sentí en pocos minutos después sus brazos enroscándose en mi cintura, pegándome a él. Su boca se posó en mi cabello y comenzó a bajar lentamente hasta quedar detrás de mi oreja, la cual lamió... provocando que mi piel se erizara.

—No estás nada mal—susurró en mi oído.

Sentí que en cualquier momento me derretiría, ¿cómo es que un solo chico puede causar ese efecto en mí?

Su boca siguió bajando hasta llegar a mi cuello, llevó mi cabello hacia un lado con una de sus manos, mientras la otra me mantenía sujeta de la cintura. Besó mi cuello y siguió así llegando a uno de mis hombros, el cual mordió ligeramente. Sentía como mi vista se nublaba, me sentía tan bien en esa posición. Pero...

—A... Es-pera... tengo que decirte... a-algo—dije tratando de no entrecortar mi oración, lo que me resultó imposible con el pasando su lengua por mi cuello.

Me removí algo inquieta y logré quedar enfrente de él, mirando levemente hacia arriba por las diferencias de estaturas.

—La verdad es que yo...

No podía hablar bien con esa fiera mirada en mí, me sentía tan frágil ante esa mirada.

—Yo soy...

—Tú...—dijo él—...eres hermosa—dijo mientras tomaba mi rostro entre sus manos.

Junto sus labios con los míos y me besó de manera suave, mis manos que se encontraban en su pecho se fueron –inconscientemente- a enredarse en sus suaves cabellos azules. Sentí como sus expertos labios, que seguro habían besado a más de una chica, se movían sobre los míos.

Pronto ese beso suave desapareció, se volvió más rápido, más exigente, ¿salvaje? Sentí como su lengua se pasaba por mis labios, intentando abrirla. Yo abrí mi boca y su lengua entro, explorando cada centímetro de esta. Se separó cuando sintió como me quedaba sin aire. Un hilo de saliva se escurrió por mi quijada. Él sonrió divertido, provocando que me sonrojase –o al menos eso sentí-.

Me elevó un poco, sentándome en el balcón, y separó mis piernas quedando una a cada lado de él. Sentí su creciente erección en mi entrepierna.

—Ahh...

El gemido que se escapó de mi boca, provocó que el sonriera de una manera diferente. Más lujuriosa, sus ojos se habían oscurecido un poco. Sujeto mi cintura más fuerte que antes, elevándome un poco, comenzó a caminar al centro de la habitación. Mi respiración se agitó más cuando el me dejó caer en el colchón, suave colchón debo admitir. Me miró de arriba abajo y yo junte mis piernas involuntariamente, mirando hacia otro lado. Puso una de sus manos –como apoyo- a un lado de mi cabeza, algo que hizo que yo lo mirara a los ojos. Sus profundos ojos zafiros se encontraban cerca de los míos y juro que por un momento me perdí en ellos. Junto nuestros labios nuevamente en un corto beso. Comenzó a bajar por mi cuello, dejando un camino de besos, soltaba suspiros cada vez que sentía sus labios en mi piel. Con otra de sus manos fue subiendo por mis piernas, separándolas un poco. Me estremecí cuando sentí dos de sus dedos pasando por mis bragas. Su mano siguió subiendo hasta llegar al nudo del corset, mientras que su boca había dejado de hacer contacto con mi piel. Sentí la punta de su nariz en el comienzo del corset, me removí incómoda... eso me provocaba cosquillas.

Jaló lentamente la cuerda blanca y el nudo se deshizo. Lo sacó cuidadosamente y cuando estuvo en el suelo pasó su mano por mi cintura, deshaciéndose de la tela que antes me cubría. Él desabotonó un botón de su camisa y se la quitó como si fuera un polo, la tiró a quién sabe donde. Tomó un de mis manos y la jaló, posicionándola en su cuello, esto provocó que mi su pecho rozara levemente con mis... pequeños pechos. Cerré mis ojos, disfrutando del simple contacto. Quitó la tela del corset de la cama y la lanzó a donde suponía había caído también su camisa. Se inclinó nuevamente, quedando otra vez yo recostada y él encima de mi. Antes de que me diera cuenta, una de sus manos se encontraba masajeando uno de mis pechos.

—Ahh...

Masajeaba uno de mis montículos, jugando con mi pezón. Provocando que comenzara a gemir incontrolablemente.

Amu... esto esta mal.


.Fin del Flashback.


Y así llegamos a donde empezamos...

— ¿Te gusta?—preguntó el chico que llevaba encima.

—S-si—dijo entrecortadamente.

— ¿Quieres que siga?—preguntó él deteniendo su movimiento.

—P-Por... favor-r...—dijo mientras con sus dos manos tomaba su rostro y le estampaba un beso.

Él siguió con su misma tarea, pellizcar y estrujar los pequeños montículos. Mientras ella no paraba de ahogar gemidos en el beso. Estaba dejándose llevar por el momento y ella misma sabía que estaba mal, pero su deseo era más fuerte que su razón. Era la primera vez que experimentaba este tipo de sensaciones, aunque no era la mejor ocasión... Acostarse con un desconocido de hecho que no estaba en sus planes. Su mente había comenzado a divagar hacia ya un buen rato, gracias a las expertas manos que viajaban por su cuerpo.

El peli azul comenzó a bajar, dejando un camino de besos desde su boca hasta el comienzo de sus pechos. Pasó suavemente su lengua por su piel, contorneando el primero, para después comenzar a succionarlo. La joven se sintió tocar el cielo cuando él mordisqueó su pequeño botoncito rosado, su espalda se había arqueado haciendo que su seno se adentrara más en la boca del mayor. Siguió mordisqueando su montículo hasta dejarlo duro. Hizo lo mismo con el segundo y ella sólo pudo agradecerle dejando suaves caricias en su espalda descubierta. Comenzó a bajar, dejando mordidas en su camino, pequeños rastros de saliva. Pronto llegó a la pequeña falda, se alejó un poco para ver lo que tenía debajo de él. Se relamió los labios al ver a la chica retorciéndose de placer, sus mejillas estaban rojas y sus párpados no dejaban ver sus ojos topacio. Sonrió con satisfacción y bajó su mano a su cadera, para poder quitar ambos botones que sujetaban aquella falda blanca. Cuando estuvo en el suelo al igual que las demás prendas, descubrió las bragas de tela blanca con un pequeño lazo rosado en el centro. Sonrió divertido y un pensamiento inundó su cabeza:

No durará mucho tiempo.

El oji-zafiro hizo presión con uno de sus dedos en la cavidad de la chica por encima de su ropa interior, lo cual provocó que se arqueara y dejara salir un sonoro gemido.

—...al parecer alguien esta muy húmeda—susurró divertido.

Bajo la última prenda con su boca lentamente y la tiró a algún lugar de la habitación. Introdujo uno de sus dedos, lo que hizo que cerrara fuertemente los ojos y que sus manos tomaran las sábanas con fuerza, sin dejar de gemir sonoramente. Su vista esta nublada, sentía que podía tocar el mismo cielo. El mayor fue bajando su cabeza a la cavidad de la chica y metió su lengua.

—Ahhh...

La peli rosada no sabía que más hacer, no paraba de soltar gemidos y al parecer eso a él lo excitaba más y más. Cierta zona le comenzase a ajustar y mucho.


INVITO A DEJAR REVIEW A LAS CHICAS QUE NO LO HAN HECHO AÚN ;D

GRACIAS A LAS QUE SI HAN DEJADO.

TAKE CARE DARLINGS~

Actualizado: 20/04/2012 - 7:42 p.m.