Capitulo único.
Era una noche tranquila en el Nuevo Mundo, extraño contando lo peligroso que eran esas aguas. No se escuchaba nada, excepto las olas chochar en el casco del majestuoso Sunny. Cada uno de los miembros de Sombrero de Pajas dormía cada uno en su propia cama, excepto Nami que le tocaba el turno de vigilancia, extraño ya que siempre le tocaba a Zoro.
Todo esto sonaba tranquilidad, excepto por alguien.
En la habitación de los hombres. Todos dormían espatarraos mientras Luffy gritaba carne y mordía a Usopp pensado que era un enorme cacho de carne y a un Sanji gritando los nombres de Robin y Nami. A saber que estará soñando.
Excepto alquilen. El peliverde se encontraba sudando violentamente, no hacía mucho calor e iba sin camiseta, temblaba y se movía de un lado a otro como si estuviera huyendo de alguien mientras gritaba desesperado.
-No¡ NOOOOOOOO!-grito alterado levantándose rápidamente hasta estar sentado en la cama.
Le costaba respira, su respiración era pesada y agitada. Sus ojos transmitían terror, sintió una pequeña punzada en el corazón intentando relajar su pulso cardiaco, acaricio su pelo que estaba húmedo a causa del tanto sudar. Cuando noto que estaba más tranquilo se miró las manos que temblaban.
Parecía tan real su pesadilla, llevaba una semana entera teniendo la misma pesadilla impidiendo dormir y que por las mañanas tuviera un humor de perro. Por eso Nami acepto sustituirle para vigilar esa noche para que ninguno fuera víctima de su enfado.
Su único ojo estaba abierto como platos como si acabara de cometer un asesinato y sus manos, que las observaban, estuvieran cubiertas de sangre. ¿Por qué tenía la misma pesadilla una y otra vez?
Cada vez que cerraba los ojos, aunque fuera para meditar, imágenes de la pesadilla volvían a su mente, y cada vez parecía más real, podía sentir las sensaciones cada uno de sus sentidos. Nunca le había ocurrido una cosa así, como podía ser que Roronoa Zoro temblara como un niño asustado por solo una pesadilla. No lo entendía.
-¡CARNE!- el grito de Luffy babeando le interrumpió de sus pensamientos pero aun alterado.
Reconoció que se asustó por un segundo, pero se tranquilo al descubrir que era el estúpido de su capitán. Sin hacer ruido se colocó sus preciadas katanas y salió de la habitación sin despertar a nadie, pero no había ningún problema ya que tenían el sueño profundo.
Se dirigió directamente a la cubierta acompañado del cielo estrellado y una pequeña brisa cubierta por la oscuridad, que era su compañera en estos últimos días, muchas veces tenía ganas de llorar y consumir alcohol sus penas hasta perder el conocimiento, algunas veces maldecía su resistencia sobre el alcohol.
Observo las estrellas que brillaban cada noche con más fuerza, nunca se cansarías de observarlas pero por desgracias le traía malos recuerdos de su infancia. Imágenes de la pesadilla se hicieron presentes en su mente torturándolo sin piedad. Se colocó las manos en la cabeza como si le doliera la cabeza, pero la culpa era de los recuerdos que les golpeaban como una bola de demolición. No tenía consuelo, nunca lo había tenido excepto contar el alcohol.
-No lo soporto mas.- susurro entre dientes.
Empezó, sin darse cuenta, que sus pies andarán solos, seguro que directo a la cocina para en borrachearse a base de sake. Camino y camino que como siempre se perdió en el camino culpando a Franky por cambiar los pasillos. Iba con la cabeza baja, intentado olvidar por un segundo su pesadilla, pero era imposible, le golpeaba cada vez más fuerte, ni siquiera un medicamente de Chopper funcionaria.
Tan perdido estaba que cuando quiso levantar la mirada se dio cuenta de que estaba delante de la puerta de la habitación de las chicas, se sorprendió un poco, pero no sabía cómo siempre cuando se iba a despejar acababa en el mismo punto. Pero nunca llegaba a entrar. Se quedaba mirando la puerta como si fuera lo más asombroso del universo mientras luchaba mentalmente consigo mismo. Entrar o no entrar esa es la cuestión.
Sabía lo que necesita, pero su orgullo no le permitía dar el paso. Agacho la cabeza derrotado, nunca se atrevería a dar ese paso. Se quedó paralizado luchando como la décima vez contra su mente en esta semana.
Tan concentrado estaba que no percato que la puerta se abría lentamente demostrando a la morena somnolienta con una camiseta larga enorme revelando su hombro izquierdo.
Se frotaba los ojos demostrando que se acaba de levantar.-Zoro.- llamo somnolienta, pero rápidamente se despertó cuando vio sus ojos rojos por el cansancio. –Zoro.-volvió a repetir preocupada y más cuando no recibió respuesta, sino un escalofriante silencio.
El peliverde seguía paralizado mirándola a los ojos de la morena, pensando que decir o que hacer, pero ninguna solución aparecía. Ella lo entendió. Le cogió de la mano intentando que mostrara una reacción o un movimiento pero no consiguió nada más que un simple movimiento de cabeza enfocando sus manos.
Ella percato el problema de Zoro desde el primer momento y quería ayudarlo, porque ella entendía a la perfección la situación del peliverde, ella desde hace poco no podía dormir a causa de las pesadillas, pero gracias a ellos poco a poco esas pesadillas cedieron hasta tener la pesadilla de perderlos a ellos, a sus nakamas.
Coloco su mano en la mejilla sin recibir ninguna respuesta, observando sus ojeras, sabía perfectamente el sufrimiento que estaba pasando, tanto como que todas las noches se quedaba enfrente de su puerta durante unos minutos sin atreverse a tocar antes de desaparecer entre las sombras.
Le obligo a entrar antes de cerrar la puesta detrás de él, parecía una marioneta, como un niño asustado. Cerro lentamente la puerta observando cada musculo de su espalda que si te fijabas veías como temblaba cada uno de ellos.
Se asustó, nunca había visto temblar a Zoro y al punto del llanto, sí que tenía que ser terrorífica su pesadilla. Pero antes necesitaba el origen de sus pesadillas.
-Zoro…- camino hacia el antes de asegurarse de poner el pestillo. Al oír su nombre dio un pequeño respingón por los nervios que no fue casi percatarle, pero estamos hablando de ella. -¿Qué te ocurre?- intento sonsacarle algo de información. El no respondió. –Has estado de mal humor esta semana más de lo habitual. – seguía sin soltar prenda. – ¿Cuéntame tu pesadilla, Zoro?-el aparto la mirada avergonzado de ser descubierto. –No tienes que vergonzante. Los sueños representan sentimientos reprimidos: miedo, tristeza, culpabilidad…
-¡ESTAS INSINUANDO DE QUE SOY CULPABLE DE LA MUERTE DE ELLA!
-No yo no he dicho eso.-retrocedió un tanto asustada. Había conseguido lo que quería y sabía que iba actuar de esa forma, pero lo que no sabía era su continuación.
-Es lo que has dicho mujer.-como he dicho antes tenía un humor de perro que a la mínima se lanzaba a cualquiera. Ella mantuvo la calma, necesitaba que sacara su dolor a fuera, descubrir su miedo.
-Zoro… tranquilízate, me has malinterpretado.
-Claro que si.- contemos de que Zoro estaba alterado por la pesadilla, más que estos días ha estado todo el rato malhumorado, el resultado es que Zoro detonara en cualquier momento y fuera destrozando cualquier cosa que se pusiera en el camino. – Y por desgracia tienes razón.- sus recuerdos le golpeaban con más fuerzas. Estaba viviendo exactamente su pesadilla.
Robin por tanto retroceder choco contra su cama cayendo en ella, Zoro provecho para lanzarse encima de ella y atraparla. Ella opuso resistencia pero por desgracias la sujeto de las manos inmovilizándola, había conseguido su propósito. Revelar sus miedos.
La agarro de las muñecas haciendo fuerza casi dejando la marcas de sus dedos. Pero abandono de poner resistencia cuando vio una pequeña lagrima procedente de él que cayó en la mejilla de ella. Estaba reprimiendo las ganas de llorar y esto era una verdadera sorpresa, nunca le había visto llorar nunca, pero sabía, que aunque intentara demostrar lo contrario, pero era un ser humano después de todo.
-Fue mi culpa, fue mi culpa…- repito son la voz temblorosa. Al darse cuenta de sus acciones y la mirada asustadiza de Robin la libero sentándose en el borde de la cama con las manos ocultando su rostro. Una pequeña imagen de la pesadilla fue revivida en el rostro de ella.
Lo que estaba viendo era a un Zoro asustadizo como si fuera un niño pequeño que acaba de tener una pesadilla.
-Zoro…-le abrazo por detrás mientras se incorporaba.-No es tu culpa.
-Claro que es mi culpa. Si yo no… ella seguiría viva. – sus oraciones no tenía ningún sentido. Pero sentía su culpabilidad, aunque no supiera exactamente lo que le ocurriera.
Le agarro del mentón obligándole a que la mirara y que pudiera analizar sus ojos oscuros que tanto atraía. Esta vez el, la abrazo por la cintura mientras ocultaba su rostro en su hombro. Tenía tantas ganas de llorar en ese momento, pero su orgullo no le permitía.
-Ahora mismo estás cansado y no piensas con claridad.-hundió sus dedos en su cabellera verde intentando tranquilizarle como hacia muchas veces con Chopper.
Él la abrazo más fuerte contra su cuerpo, porque la necesitaba tanto tenerla entre sus brazos. Lentamente fue tumbándose arrastrando al chico hasta que el estuviera encima y su cabeza entre sus pechos. Temblaba repetidamente y con violencia. Seguía acariciando su cabellara que poco a poco disminuía sus temblores. Con unas manos fluer los cubrió a ambos con una manta para que no pasara frio.
No entendía como esa mujer le hacía olvidar por un segundo sus temores. El temor de perderla a ella como a Kuina, por su culpa.
Se quedaron así durante unos minutos en un completo silencio cómodo. Ninguno de los dos podían cerrar los ojos y el por una vez en su vida no le importaba que se les erizasen las cejas o que le llamaran pervertido, ella era su droga para olvidar.
Quería preguntarle en ese momento tantas cosas, pero no se atrevía ir de frente, ya que no predecía su reacción, era tan increíblemente impredecible, un rompecabezas imposible de resolver. Pero el silencio fue interrumpido por un pequeño sollozo que intento reprimir pero poco éxito lo conseguí.
-¿Por qué tuvo que morir? –Estrujo la sabana de forma de mostrar frustración.-Debería a ver muerto yo.- ella permanecía en silencio, no entendía nada y necesitaba más información, aunque se hacía una leve idea y si era esa no sabría que responder.-Si no la hubiera retado ella no hubiera tropezado por las escaleras y ahora estaría aquí viva conmigo.- lo dijo de una forma tan triste que le rompió el corazón.
-Zoro…-se incorporó apartando un poco para ver su cara, él lo tomo como rechazo y la abrazo para que no se apartara de él. Esto le provoco ternura.-Tu no tienes culpa de nada, no sabías que iba a pasar.
-Pero sino hubiera sido tan imbécil ella estaría aquí conmigo. –sus ojos empezaban a cristalizarse pero no se permitía llorar.
-Tú la quieras. – porque le dolía tanta decir esa pregunta. Estaba enamorada de él y aunque fuera pensar que estaba con otra le rompía el corazón, pero si él era feliz se apartaría.
El asintió y ahora quería ella llorar.-Pues seguro donde ella este, estará orgullosa de ti.
-Le debo mi sueño y mi promesa.
-Seguro que lo conseguirás y ella lo vera de lo más allá. –le acaricio.-Ella seguramente te quería tanto como tú. –en ese momento recordó a su madre que aun muerta y la vio durante un segundo, la seguía queriendo después de tanto años.
-Pero no puedo parar de sentirme culpable.
-Fue un accidente. No tenías ninguna oportunidad de salvarla aunque estuvieras ahí o no la hubieras retado como tú dices. Sé que es duro ese sentimiento, lo sé pero piensa que siempre ella estará aquí, orgullosa de ver lo que has conseguido y lo fuerte que te has convertido. – apoyo su mano en donde se encontraba su corazón que iba cada vez más lento tranquilizándose.
-Hoy hace un año más de su muerte y cada año el hecho más de menos.
Se apartó de ella para mirarla a los ojos, desde hace unos minutos la notaba tensa y pensó que le había hecho daño por su peso o había dicho algo que le recordara a su triste pasado. Pero ahora se encontró con una seriedad y frialdad que antes. Los dos se incorporaron, Robin medio sentada y Zoro encima de ella solo que había elevado para no aplastarla.
-Yo podría hacer que olvidaras ese sentimiento.- su voz seria le preocupo. Se acercó a ella hasta tocar su mejilla, pero la parto antes de que la tocara. –Olvida lo que he dicho, es una estupidez.-no pudo continuar su reproche por que Zoro la abrazo sorprendiéndola totalmente.
-Me encantaría. –ella reprimió las ganas de llorar.- En el sueño siempre salías tu.-esto alarmo para que se apartara lo suficiente pero el aprovecho para colocar su cabeza en su pecho, necesitaba escucha su corazón cuando le dijera lo siguiente.- En el sueño…Yo estaba allí cuando Kuina se cayó de las escaleras y moría.- esto sería un gran paso para los dos y esto no lo venía venir. –Corría hacia ella para ver que estaba en buen estado, pero al cogerla en brazos y comprobar si seguía viva… pero de ver de ser que estaba ella muertas aprecias tu desangrándote en mis brazos. –esto realmente la sorprendió de una manera sobrenatural. –No quiero perderte a ti, Robin.-ahora sí que las lágrimas fueron liberadas abrazándola hasta casi sin dejarla sin respiración.
No sabía que decir, porque podía ser que se lo dijera como nakamas o por algo mas pero había mucha posibilidad de que sucediera de solo somos nakamas.
-Duerme, Zoro. – se tumbó para no mirarle la cara. Zoro se lo tomo como negativa, de que realmente no le correspondía su sentimiento, y se marchó de allí. Pero antes de marcharse por la puerta le respondió una duda que tenía desde hace tiempo.
-Gracias…Robin.-sonrió de medio lado antes de marcharse, casi nunca le llamaba por su nombre siempre la nombraba como mujer y nunca por su nombre.
-Zoro…- corrió tras él, le vio delante de su puerta como hace unos minutos atrás.-Cuando tengas una pesadillas puedes venir aquí.- le abrazo unos segundos después le correspondió hundiéndose en su aroma y su piel, nunca se cansaba de ese aroma.
-No puede salvar a Kuina, pero contigo será diferente. – pensó para que no escuchara nada.
Desde ese día entre ellos dos cambio. Cada día que Zoro tenía una pesadilla iba a su habitación para poder olvidar su sufrimiento de culpabilidad. Era la uncía que podía conseguir aliviar este sentimiento. Cada noche era lo que le llenaba de paz y todos lo notaba más tranquilo, desde que dormía con la morena entre sus brazos, todo era diferente.
Era unos simples nakamas que se defendía por un sentimiento común que por desgracia ninguno se atrevía a confesar por miedo a no ser correspondido. Que ironía es la vida, pero se conformaba por dormir una vez a la semana, juntos o cuando podían.
Fin.
Review.
Review.
Review.
Review?
Continuara…
Hola, hace tiempo que no público la verdad, pero por esto no público porque luego los fic se me van de las manos y luego escribo una tontería como esta, mierda. Un día entero para escribir esto, no, es mentiría he tardado como dos horas, así que no pasa nada, tenía ganas de escribir un fic de esta pareja ya que mi imaginación esta desbordada. Tengo un cuaderno que escribo todas las ideas para los fic y estaba hasta ayer por la mitad y ahora casi no tiene hojas. Que me pasa dios.
Espero que os haya gustado mucho este fic porque tardare en publicar uno de los fic que sigo escribiendo, pero por lo menos me agrada que autores estén volviendo por aquí. Así que mi misión ha acabado. Y ahora me piro y lo siento mucho por las faltas de ortografías y no hay continuación que luego me lías y acabo como en adicción.
Y espero que os haya gustado esta perspectiva, por que la mayorías de los fic son que Robin tiene pesadillas y el la consuela y por qué no puede ser al revés ya que él también ha tenido una infancia difícil.
Bss y abrazos a todos lo que me estéis leyendo ahora mismo.
