¡Todo esto es por y dedicado a mi hermosa waifu!


El mundo era un completo caos. Ya no había paz ni sonrisas.

Familias enteras habían sido asesinadas, pueblos enteros arrasados, bosques quemados, vidas cambiadas.

No podías pasear libremente como antes, debías estar en completo guardia, atento al peligro, a lo que te acechara.

Porque siempre, siempre te están acechando.

Los extraterrestres desde el comienzo fueron más inteligentes y estuvieron más desarrollados que los humanos. Hartos de observar tanta injusticia desde el espacio, habían decidido dar una lección a éstos.

No todos, porque había criaturas del espacio que tenían una naturaleza compasiva, pero la mayoría era más dura de pensamiento y más influyente en estos casos.

Sin embargo, los humanos tampoco se quedaron atrás. Si podían renunciar a su humanidad contra su propia especie, entonces podían hacer lo mismo y más fácilmente con una raza desconocida. Y aún más: que los amenazaba.

Así fue que se formaron escuadrones, ejércitos, grupos de comando y más pequeños equipos y organizaciones que se encargaban de borrar a cualquier alienígena en suelo terrestre. No había piedad de ninguno de los dos bandos. Extraterrestres asesinaban a cualquiera de la raza humana, fuera niño, anciano, hombre o mujer y los humanos hacían lo mismo con ellos. Cualquiera que osara traicionar a su propia especie dando refugio a uno de los enemigos sería ejecutado sin piedad.

De esa manera vivían hacia ya diez años y no había siquiera una mínima muestra posible de paz.

La muerte y el miedo solo sembraban el odio. Muy pocos recordaban lo que era el amor.

Habían transformado el sentimiento de tristeza al perder a alguien, en uno de absoluta venganza. Y ésta se alimentaba y vivía gracias al odio. Al deseo de matar para dejar, quizás, de sentirse vacío al haber sido incapaz de proteger a quienes se amaba.

Ichimatsu era un caso especial. Le habían quitado a su mellizo menor, Todomatsu, en una emboscada alienígena a su pueblo dos años atrás.

Lo había perdido en medio de la noche, cuando toda la gente había salido despavorida de sus casas al haber sido incendiadas y solo pudo encontrar su cuerpo degollado en la tierra cuando la desesperación cesó. Solo un perfecto corte en su cuello; sus ojitos abiertos, con una mirada de horror, sus labios apenas separados en un grito que jamás había nacido, implorando el rescate de su hermano.

Ichimatsu había caído de rodillas, llorando desconsolado, sin importarle si lo mataban al oírlo en el caso de que los enemigos aún merodearan por los alrededores. De hecho, eso aliviaría su dolor. Dejaría de sentirlo. Lo único que lo mantenía fuerte en la vida era su hermanito pues sus padres los habían abandonado de muy pequeños. Solo se tenían el uno al otro.

Y Todomatsu ya no estaba.

Estaba solo.

Se lo habían arrebatado.

Y ahora no tenía nada.

Lloró un día entero, sin moverse de ese lugar, sin despegar sus brazos del cuerpo de su hermano. Imploró su perdón, acarició sus mejillas, cerró sus ojos y besó su frente repetidas veces hasta que las lágrimas, mágicamente, dejaron de brotar.

Se había quedado seco. El brillo de sus ojos se extinguió, transformando su mirada violácea en dos piedras opacas del mismo color.

Había aceptado que Todomatsu no regresaría y su corazón se apagó con ese pensamiento.

Latía, pero solamente por inercia.

De repente, escuchó el sonido de unas pisadas apresuradas detrás de él, pero no se movió de su lugar.

—¡Busca sobrevivientes, Karamatsu!—gritó una voz que parecía estar cargada de ansiedad y pánico—Tsk ¡Maldición! ¡¿Por qué nunca llegamos a tiempo?!—exclamó de golpe con pura frustración. Ichimatsu entonces ladeó apenas la cabeza, un pequeño movimiento y descubrió a un par de humanos vestidos con uniforme militar.

No sintió nada, ni siquiera cuando la mirada carmesí se encontró con la suya. Ni siquiera cuando se acercó a él y le ofreció su ayuda, su apoyo. No quería nada de su parte.

No habían llegado a tiempo.

Él no había hecho lo suficiente.

Pero ellos no habían llegado a tiempo.

No le respondió en ningún momento y tampoco le devolvió la mirada que había regresado al rostro pálido de su hermano. Aunque el otro se interesara por saber de él y el fallecido, simplemente… había colocado una barrera entre los dos.

—¡Osomatsu! No he encontrado a nadie, creo que… Oh—El recién llegado cortó de golpe su oración al ver como su compañero se hallaba al lado de un muchacho, que a su vez sostenía a otro entre sus brazos. No había que ser muy inteligente para comprender la escena, por lo que se acercó a ellos y los imitó—. Lo… lamentamos mucho—musitó, sabiendo que ese chico los estaba culpando internamente. No esperaba que les respondiera, pues de seguro los odiaba.

Siempre era lo mismo.

—Era mi hermanito—La voz salió como un susurro rendido, sorprendiendo a ambos—. Le prometí que lo iba a proteger de los alienígenas y lo perdí en medio del caos. Soy una basura.

—¿Qué? No, claro que no. Tú no… Hiciste lo que pudiste, ¿verdad?

—Debí haber hecho más. Debí partirme las piernas corriendo de ser necesario con tal de encontrarlo a tiempo. Debí, debí, ¡debí hacer algo, maldita sea!—gritó, apretándolo contra su pecho. No podía llorar, sus ojos estaban hinchados y rojos, le escocían, pero el pecho empezaba a retumbarle fuerte.

Venganza.

Eso quería.

Venganza.

Quería matar con sus propias manos a aquellas cosas ajenas a su mundo. Ellos los habían invadido.

Ellos iban a pagar.

—O-Oye… c-cálmate…—murmuró Karamatsu al ver como comenzaba a temblar. Conocía ese patrón después de observarlo tantos años: Primero se sufría por la pérdida, luego se secaban, después la ira volvía a llenarlos y ahora en el corazón ajeno debía estar penetrando el deseo de pura venganza.

—Quiero vengarlo—Las palabras fueron precisas, secas, convencidas. Su voz perdió todo rastro de emoción.

—Oye…

Osomatsu colocó un brazo delante de su compañero, impidiendo que siguiera hablando.

—Puedes vengarlo si te unes a nosotros.

—¡O-Osomatsu!—reprendió Karamatsu, mirándolo con reproche ¿Acaso no podía respetar el dolor de ese chico? Acababa de perder a su hermanito. Pero… entendía su deseo. Cuanto más fueran en el ejército y más sanguinarios, mejor.

En una guerra de esa magnitud no se podía permitir la piedad.

Ichimatsu abrazó una última vez a su hermano para después recostarlo en el suelo con suavidad, le quitó un pañuelo que llevaba siempre en su cuello y se incorporó, sin despegar en ningún momento su mirada de su cuerpo.

—Me uniré, pero no pelearé por ustedes. Pelearé por mi hermano.

Osomatsu sonrió con satisfacción, observándolo colocarse el pañuelo en su muñeca.

—Bienvenido al ejército, entonces.

En la actualidad.

—Tsk. Ese estúpido de Osomatsu… Desde que lo ascendieron se piensa que puede ordenarme todo lo que quiera—Karamatsu respiró profundo al escuchar nuevamente una queja de su compañero.

Estaban en una misión de expedición en medio de un bosque que no parecía haber sido descubierto por los extraterrestres hasta el momento y se les había sido encomendado buscar humanos para llevarlos a uno de los tantos refugios construidos bajo tierra desde que se había desatado la guerra.

El único lugar seguro era el subterráneo. No era agradable, pero era mejor a ser descuartizado vivo.

—Nos ordena a todos, Ichimatsu. Y está en su derecho de hacerlo porque se ha convertido en nuestro sargento gracias a sus méritos y…

—Sí, sí. Los dos siguen siendo unos inútiles para mí de todas formas—interrumpió de pronto, logrando que los ojos azules rodaran. Antes luchaba por tener un lugar en el corazón del menor así como con sus demás compañeros, pero se había rendido hacia tiempo al notar que Ichimatsu no se abría ni le interesaba.

Estaba enfocado en su venganza. Todavía llevaba ese paño rosado en su brazo derecho, recordando por quién o qué seguía vivo y no podía perecer. No aún.

Karamatsu suspiró.

—Al menos tennos respeto, ¿quieres? Somos mayores que tú y hemos vivido más cosas en esta maldita guerra.

—¿Perdieron a su hermano menor también?—preguntó con sarcasmo sin siquiera voltearlo a ver.

—Ichimatsu.

—¿Qué? Solo preguntaba.

—Agh… Ya no sé qué hacer contigo.

—No hagas nada. Y no te pedí que vinieras conmigo.

—Osomatsu sí.

—Cierto, olvidaba que eres su perrito faldero.

—¡Ichimatsu!

El aludido se volteó a él, mirándolo con odio.

—Ahora, ¿qué? ¿Te molesto? Si lo hago entonces vete—Lo desafió. Karamatsu apretó los dientes. Solía ser compasivo pero tantos meses de maltrato más la presión de mantener su rudeza por la naturaleza de soldado comenzaban a ganarle.

—Debemos permanecer juntos, ¿qué harás si aparece un extraterrestre?

—Matarlo ¿o acaso debo recordarte que ya he exterminado a más de cincuenta?

Karamatsu gruñó y se acercó a él. Estaba harto.

—¿Te crees que cincuenta es un gran número, huh? Eres solo un niño. Los alienígenas son millones, ¿entiendes? Millones. Te falta mucho por aprender y vivir en esta guerra, Ichimatsu. Así que, si realmente te interesa vengar a tu hermano, muestra un poco de consciencia. No estás en condiciones de hacerte el superado porque lo único que conseguirás será hacer que te maten.

Ichimatsu había fruncido el ceño y ahora apretaba fuertemente el puño de su mano libre para no mover la otra que cargaba con su arma. Podía dispararle en el pecho y callarlo para siempre, sin embargo sabía que si atentaba contra uno de "los suyos" lo ejecutarían y adiós venganza.

Respiró profundo, calmándose.

—Solo completemos esto—pidió Karamatsu con un tono de voz más suave. Ichimatsu asintió y continuaron la marcha unos minutos más hasta que el menor se detuvo—. ¿Qué pasa?

Ichimatsu volteó, mirándolo seriamente.

—Creo que quizás sea mejor si nos separamos. Terminará más rápido.

—¿Qué parte de que debemos permanecer juntos no enti-…?

—Puedo cuidarme solo. Cuando Osomatsu y tú me encontraron se habían separado.

—¡Porque el ataque ya había pasado!

—¡Y esta mierda de bosque está demasiado pacífico!

—¡Entonces con más razón debemos permanecer unidos!

—¡Agh!

—¡Agh!

—Tsk… idiota.

—Ah… en serio, Ichimatsu. Esto es peligroso—Karamatsu no lograba descubrir de dónde sacaba tanta paciencia. Tal vez era un don. El menor respiró profundo.

—¿Y no se te ocurre que, quizás, mientras estamos siempre en una misma parte del bosque, en otra podría haber un ataque? Y nosotros aquí, sin poder detenerlo… ¡Porque ni siquiera inspeccionamos otro maldito rincón!—gritó, reprochando tal actitud. Osomatsu les había encomendado la misión, sí, pero jamás ordenó que estuvieran ambos siempre en el mismo lugar. Karamatsu entonces cerró los ojos, bajando su arma. Suspiró.

—Me rindo, ¿quieres que me vaya? Entonces me iré. Solo procura que no te maten. Recuerda que en unas tres horas debemos estar de nuevo en la base. Seguiré buscando gente—Ni siquiera esperó a que le respondiera, simplemente se marchó. Ichimatsu no podía creer que en serio lo había conseguido, sin embargo no se arrepentía.

Le gustaba estar solo.

Comenzó a caminar de nuevo, en dirección contraria a Karamatsu hasta que llegó a un pequeño río en el bosque. Inspeccionó el entorno de lado a lado, asegurándose de que no había nada ni nadie también con su sentido auditivo y al confirmarlo, se agachó un momento para lavarse la cara con un poco de agua fresca.

A Totty le gustaría estar aquí.

Apenas se le cruzó ese pensamiento abrió grandes los ojos y sacudió la cabeza. No. No podía recordar. No ahora.

—Ah… maldición…—Miró el pañuelo que tenía atado a su brazo y se refregó el ojo derecho al sentir que comenzaba a punzarle—Te extraño, pero te prometo que pronto te vengaré… solo espera un poco más…—pidió a la nada.

De pronto escuchó un ruido, como si algo se moviera entre las plantas. Se levantó de golpe, olvidando su dolor por la ausencia de su hermano y se volteó, con el arma en alto y preparada para disparar. No había nada, pero él no era tonto. Agudizó la mirada y dio un paso, prestando mucha atención también a cada sonido que lo rodeara.

Nada.

Apretó los dientes, ¿se estaban burlando de él? ¿O acaso esperaban a que bajara la guardia para atacarlo? Al parecer les era divertido el sufrimiento en los humanos. De repente pudo oír algo e inmediatamente por su cabeza se cruzó la imagen de Totty muerto en el suelo.

—Los mataré… uno por uno…—murmuró, terminando por juntar todo ese odio en su corazón para transformarlo en puro impulso de correr. Atravesó los árboles, ignorando las ramas que podían hacerle daño y se internó en el bosque, persiguiendo ese ligero sonido de movimiento.

Corría como si se le fuera la vida en ello, aunque prácticamente así era pues él vivía por venganza. Y matar a uno más de todos esos monstruos entonces lo ayudaría a desahogar su culpa, además de dejarlo un paso más cerca de completar su única meta de su existencia.

Luego de unos minutos de persecución notó que se acercaba a un árbol gigante, que prácticamente no dejaba escapatoria. Atravesó los arbustos que lo separaban de su presa y cuando estuvo del otro lado se encontró a un alienígena totalmente aterrado. Estaba apoyado en el tronco del árbol y se sostenía el pecho con desesperación, mirándolo con sus ojos llenos de pánico. Era totalmente amarillo, tenía unas antenas que terminaban en dos pequeñas esferas color anaranjadas y sus ropas eran de la misma tonalidad. Parecían trapos, no como los que usaban los escuadrones de su ejército para asesinar humanos. Parecía de su edad, aunque estaba más delgado y desorientado. Indefenso.

—¡N-No! ¡No lo hagas! ¡Q-Quiero vivir! ¡No quiero luchar! ¡Quiero vivir!—Su voz era sumisa, cargaba con suavidad y ruego. Le estaba implorando por su vida. Ichimatsu lo sabía al ver esas lágrimas acumularse en sus ojos.

Pero no.

¿Acaso su raza había tenido compasión de Totty cuando lo habían interceptado aquella fatídica noche?

No tenían perdón.

Ninguno de ellos.

Apuntó directo a su cabeza, cerrando un ojo para tener mejor precisión e hizo hacia atrás el gatillo lentamente…

El extraterrestre apretó fuerte sus párpados al notar que el humano no lo escucharía e intentando luchar contra su desesperación para poder concentrarse, rebuscó con su capacidad lo más preciado en el corazón ajeno. Sus antenas se movieron imperceptiblemente al tiempo que hondaba en aquel desconocido.

Encontró a un niño en los recuerdos más secretos de aquel ser. Era pequeño, con una linda mirada rosada y sus mejillas parecían de porcelana. Analizó su figura y lo más importante: Su voz. Robó la información para salvar su vida y entonces comenzó a manipularla lo más rápido que su cabeza en funcionamiento bajo presión le permitía.

—Muere.

¡No lo hagas, Ichimatsu-niisan!

Ichimatsu retrocedió de golpe, abrumado al haber escuchado la voz de su hermano. Bajó el arma, la cual apuntó al suelo y pestañeó, lleno de confusión. Parecía haber recibido una bofetada.

—T…Todomatsu…—jadeó, deformando su expresión en una de puro sufrimiento. El extraterrestre tragó saliva, acurrucándose contra el tronco. No le gustaba hacer esto, no le gustaba usar esa capacidad horrible y cruel por la cual había sido creado y hasta escapado, pero era la única manera de salvar su vida.

Tranquilo, Ichimatsu-niisan. No lo mates.

—Totty… ¿qué…? ¿dónde…?

Deja que te explique las cosas. Déjalo explicar. Por favor, Ichimatsu-niisan.

Fue en ese momento en que los ojos violáceos, aún opacos por tanto dolor en esos años, se encontraron con los dorados llenos de brillo a causa de las lágrimas. Frunció el ceño, apretando los dientes al comprender la artimaña en la que había caído.

—Tú… ¿Estás utilizando la voz… de mi hermano muerto… para salvarte?—Los labios le temblaron. De repente sintió que toda esa muralla que había construido con esfuerzo y odio alrededor de su corazón esa noche, era derrumbada de la nada por esa…cosa. Sus ojos brillaron también, llenándose de lágrimas de aquel río que había intentando mantener seco todo ese tiempo. Se había negado a llorar tantas veces y ahora ese maldito extraterrestre lo obligaba a recordar, a enfrentar la realidad de su soledad—G-Gah… ¿Qué tan…crueles…pueden ser…? U-Usando… el recuerdo de alguien q-querido para salvar su pellejo… Es tan… nh… doloroso… —Ichimatsu cayó de rodillas, llevándose las manos al rostro para llorar en ellas, dejando a un lado su arma. El alíen sintió como su pecho se apretaba con fuerzas.

No quería eso.

—No quise… lastimarte…—susurró, sintiendo como su propio dolor se deslizaba por sus mejillas en forma de gotas de agua. Se quedó viendo al humano, torturándose a sí mismo con esa imagen. Un ser indefenso llorando de rodillas ante él, quien podía matarlo como si nada. O así lo habían educado.

Pero… no quería. No quería estar sobre él.

Él sabía que eran iguales. Los dos estaban llorando… ¿Por qué no podían entonces sonreír juntos también?

¿Por qué debía haber una guerra?

¿Por qué… él tenía un papel tan fundamental en aquel tormento?

—Te lo… te lo explicaré todo… te prometo que te explicaré todo… pero no me mates… yo solo quiero… vivir y… lograr la paz…

Ichimatsu levantó la mirada, observando su rostro. Tragó saliva al observar que estaba igual o más afectado que él. Sonrió con ironía al recordar su última oración.

—¿Paz? Realmente… ¿crees que puede existir algo como la paz entre tu raza y la mía? ¿Acaso sabes a todos los que ha matado tu gente? Gente… ni siquiera son gente… son monstruos…

—Pero yo no te he matado.

—…

—Tú quisiste hacerlo.

—…

—Pero entiendo por qué lo intentaste—Se levantó con cuidado de su lugar, caminando hacia él muy despacio, casi con cautela. Ichimatsu lo observó con odio pero a la vez expectativa. Tenía su arma al alcance de la mano, sin embargo por alguna razón no la tomó. El extraterrestre se arrodilló frente a él y colocó una de sus manos sobre las suyas. Ichimatsu abrió los ojos: Estaba temblando.

—Yo creo… que ya ha sido demasiado dolor… y que… podríamos… intentar cambiar las cosas…

Ichimatsu permaneció en silencio unos segundos. Se preguntó qué haría Totty y encontró la respuesta en una calidez repentina en su pecho que hacía mucho no sentía.

Confía en que todo estará bien, Ichimatsu-niisan.

Esa vez no fue el extraterrestre quien provocó esa voz que tanto añoraba. Respiró profundo.

El rumbo de dolor y destrucción empezaba a cambiar.


Espero les haya gustado. No será muy largo, quizás cuatro o cinco partes. También espero no decepcionarlos (aunque siendo sinceros la palabra importante acá es la de mi waifu y solo me basta con que ella quede satisfecha x'D) así que muchas gracias si llegan a seguir este proyecto a pesar de todo :)

Mi waifu adora la temática extraterrestre y su OTP suprema es Suuji, así que aquí me ven consintiéndola un poco uwu

¡Nos leemos!

Bel