"El cielo nocturno de Hoenn es hermoso". Esa era una obviedad que por ratos olvidabas; a veces era que te perdías demasiado en las investigaciones y otras que el trabajo apremiaba tanto que cuando menos te dabas cuenta ya había amanecido.
"Igual que tu padre. Parece que no aprendiste nada bueno de él".
Pero esa noche no era para contemplar datos complejos en el monitor, ni de analizar estadísticas o de monitorear celosamente la posición de la última sonda espacial; aquella era una de celebración y júbilo porque el mundo estaba a salvo después de haber estado al borde de su desaparición. Aquella era una noche para volver a creer en los milagros tan ajenos a toda ciencia y atisbo de racionalidad, porque dos jovencitos junto con sus pokémon fueron capaces de llamar a Rayquaza y detener la colisión del asteroide… dos jovencitos que podías ver por la ventana a las afueras del centro espacial, mirando la lluvia de estrellas, tomados de la mano.
"¡Qué bellas son las noches en Hoenn!" te grita tu poeta reprimido, porque le creíste al tonto que te dijo que las letras y la ciencias no se pueden andar de novios. No puedes dejar de pensar que no tienes la culpa del todo por tener esa credulidad; ahora que sabes que los universos alternos han dejado de ser una mera hipótesis, la duda de si tus padres no se hubiesen divorciado te hubiese hecho cambiar de profesión te asaltaba tal cual lo había hecho esa muchacha de capa roída y sonrisa altanera. Pero ya fuera que la singularidad del tiempo y el espacio no hubiesen jugado a tu favor, no podías quejarte de la línea del tiempo que había sido tu vida. Eres lo que eras y nada cambiaría eso.
Miras nuevamente al firmamento y piensas que es casi mágico que toda la región esté contemplando el mismo cielo. No sabes si esa afirmación es del todo cierta pero por esa noche, no te molestaba creer algo por fé. Hasta te ríes un poco pensando en que ese pensamiento mágico hace crecer tu anhelo en el saber de la ciencia. De todos modos, estabas consiente que no requerías ejecutar un experimento complejo para determinar que el estar vivos, respirar, contemplar, soñar, amar… valía la pena.
—Profesor Cozmo, el señor Stone desea verle.
—Oh… dile que en un momento estaré con él.
Esa noche, era un buen momento para ser feliz.
