Disclaimer: Dragon Ball le pertenece a Akira Toriyama.
"Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre dejan un poco de sí y se llevan un poco nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad".
Borges
A la Marron
-Casualidad-
I
Marron se pasó una mano por el cabello con cuidado de no arruinar el peinado que tanto trabajo le había costado a Bra, suspiró por enésima vez en la noche, la peluca comenzaba a picarle, se acomodó un poco el escote evitando pensar en la picazón. Pidió una copa de champan al muchacho del bar y sentada en la barra de aquel sofisticado club nocturno esperó el momento perfecto, vigiló de reojo su alrededor a través de sus maquilladas pestañas y sonrió viendo la oportunidad aproximarse a paso relajado por el pasillo junto a la barra.
Volteó exageradamente rápido para bajar del taburete provocando deliberadamente que todo el contenido de su copa terminara sobre el perfecto blanco de la camisa del hombre que pasaba justo junto a ella.
-Lo siento- se apresuró con las mejillas encendidas, intentando enmendar su torpeza al secar la camisa arruinada con una servilleta que le facilitó encantado el muchacho del bar.
-Está bien… no te preocupes- le animó el hombre entre divertido y maravillado por la hermosa sorpresa en vestido turquesa que le presentaba el destino, Marron negó con la cabeza aunque respondió a la sonrisa que le dedicó el perjudicado segura de que no la vería si estaba así de embobado mirando el generoso escote de su vestido- ¿Te gustaría tomar un trago?
La rubia dejó en paz la camisa empapada y sonrió con timidez.
-No bebo con desconocidos.
-Mi nombre es Héctor- se presentó estrechando suavemente una de sus manos- ¿Y tú eres?
-Mery- mintió sonriendo.
-¿Lo ves? Ya no somos extraños, ven siéntate conmigo- le invitó tirando de su mano para que le acompañara.
Marron lo siguió en silencio por entre el gentío bien vestido que se amontonaba en el local y se sentaron junto a los amigos de Héctor en los sillones de sector privado. Rió medio aburrida y compartió todo lo que pudo con los demás, soportó algunos chistes y varios piropos pero no se dio por aludida en ningún momento, ella tenía un objetivo y tenía que cumplir con él. Jamás le quitó los ojos de encima al hombre con la camisa arruinada.
-Vamos a un lugar más privado Mery- susurró Héctor luego de varias copas de vino, pegando sus labios al oído de la rubia. El aroma a alcohol encontró su camino hasta las fosas nasales de Marron provocándole un pequeño sentimiento de culpa. Toda su vida se había negado a ligar con desconocidos y aún menos borrachos pero tenía que hacerlo.
Finalmente soltó una risita y luego de dudar otro segundo asintió tímidamente con la cabeza. El hombre le ayudo a ponerse el abrigo manoseándola un poco más de lo necesario y luego salieron del lugar. Entre risas y besos en el cuello, manos traviesas perdidas bajo el borde de su vestido llegaron al departamento ubicado en el tercer piso de un bonito edificio, la rubia fingió arrepentimiento varias veces para no parecer muy fácil pero terminó por acompañarlo, a punta de efusivos mimos, hasta la puerta de todos modos.
Héctor giró el picaporte a duras penas y ni bien puso un pie dentro del apartamento que a vivas luces anunciaba ser familiar, la voz histérica de una mujer logró asustarlos a ambos. El rostro del hombre formó una mueca entre el espanto y el arrepentimiento, mientras la rubia daba un tranquilo paso atrás con el semblante completamente inexpresivo.
-¿Me puedes decir que significa esto?- la puerta se cerró en la narices de Marron, vano intento por parte de Héctor de esconder su engaño, dejándola momentáneamente fuera de la pelea campal que estaba por desatarse en el interior. De todos modos pegó la oreja a la puerta y tamborileó con las uñas en el borde del marco de metal mientras esperaba.
Estaba helando y el edificio era de esos –bonitos pero poco prácticos en invierno- que dejan las escaleras al aire libre, no había ventanas ni vidrios que pudiesen detener el gélido viento que se colaba por entre las hebillas de su grueso abrigo de piel. Suspiró ¿Demorarían demasiado? Tenía frio, hambre y sueño, quería largarse cuanto antes a su casa.
-Nada mi amor- alcanzó a oír que respondía con voz melosa el hombre que anteriormente había estado seduciéndola… tocándola y besándola con descaro- ¿No se suponía que estarías de viaje?
Respuestas secas, pasos molestos y algunos gritos se oyeron tras la puerta que pasados unos segundos se abrió dejando la bonita sonrisa de la rubia al descubierto.
-Hola Marron- le saludó la mujer más tranquila, sonriendo aunque la rubia bien podía notar ese deje de decepción en sus ojos, sintió pena y un pequeño manojo de remordimientos se removió en su estómago, pero era mejor así; esa mujer ahora sabía con quién estaba casada y ella conseguía dinero para comer. Correspondió el saludo con una ademán de cabeza- Aquí tienes linda gracias por todo.
-De nada- respondió recibiendo el cheque que anunciaba el fin de otro trabajo bien hecho. Un cabrón más descubierto, una nueva ralla con plumón en su ventana. Hizo el signo de paz con los dedos al pobre e inocente Héctor que le veía impávido desde el pasillo…bueno de pobre e inocente no tenía nada. Se marchó a casa.
A eso se dedicaba ella, cinco años de teatro y dos de especialización habían terminado así; sin trabajo, sin dinero. Sin importar a cuantos malditos castings asistiera, cuantas miles de veces sonriera cargando un libro, una caja de tampones, una botella de refresco, y de todo cuanto se les pudiese ocurrir. Por eso ahora se dedicaba a "eso" como ella solía llamarlo, que constaba básicamente en seducir hombres a pedido de esposas o novias insatisfechas para probar su fidelidad, en resumidas cuentas, ver si el varón en cuestión era o no un maldito cabrón.
¿Cómo comenzó todo?
Gracias a su mejor amiga. Hace algunos años se había mudado de casa de sus padres aunque sin mucha aprobación de su parte, para vivir con Bra, la millonaria heredera de la corporación cápsula. Se conocían de toda la vida y aunque ella era algunos años mayor y sus personalidades eran tan opuestas como los polos de una batería se llevaban increíblemente bien. ¡Eran el agua y el aceite! Pero no había unión más fuerte que la que ellas compartían, más que amigas Marron consideraba a Bra como la hermanita que nunca tuvo.
El apartamento en el que vivían era muy espacioso, demasiado a decir verdad, digno de la hija de la familia dueña de la prestigiosa corporación que se encargaba de hacer los más finos y modernos automóviles, naves y motocicletas, ordenadores, etc. Era grande, si, pero no demasiado ostentoso. Ubicado en el último piso de un edificio al norte de la ciudad a algunas cuadras de la universidad de Bra, lo habían amoblado juntas, ambas compartían un inmenso amor por la moda y la decoración, por lo que en menos de una tarde el apartamento se había convertido en la mejor de las combinaciones entre lo vintage y lo tecnológico. Entre la timidez innata de Marron y lo atrevido de Bra, con un pequeño y sobrio toque del estilo de la tercera de las amigas; Pan. Aunque ella no vivía allí. Pan era -como Bra solía llamarla- el cable tierra del grupo.
Una tarde primaveral de esas que a Bra le daban alergia, luego de una nueva ronda de audiciones y castings fallidos que no hacían más buscar modelos con exuberantes curvas que atrajeran las miradas y vendieran productos innecesarios a hombres que no veían nada más que culo y tetas. Marron abrió la puerta del apartamento y se cargó evidentemente abatida sobre ella al entrar.
-Hola- saludó la rubia mientras colgaba su chaquetón sobre la percha junto a la entrada. Bra levantó la vista de su laptop y le sonrió de medio lado.
-¿Cómo estuvo? ¿Cuantos corazones conquistaste en esos castings preciosa?- Marron sonrió ante el optimismo de su amiga, siempre era así, no importaba cuantas veces fracasara, Bra nunca perdía la fe en ella.
-Nada- respondió, Bra hizo un simpático puchero y luego se encogió de hombros.
-Ya lo intentaras luego cariño- una pausa para palmearle las mejillas con cariño, nuevamente como cada fracasada tarde, Bra, actuaba como la mayor y más madura de las dos. Nada más alejado de la realidad, pensó la rubia- Ellos se lo pierden.
Marron dejó caer su cuerpo cansado junto a su amiga en el sofá, se quitó los tacones que amenazaban peligrosamente con estrangularle los hinchados pies de tanto caminar y los aventó lejos. No quería tener que verlos un solo minuto, no, ¡ni un solo segundo más de su vida! Inspiró profundo y cerró los ojos para intentar relajarse.
-Ya volvió mi rubia favorita- abrió un ojo y observó cómo su mejor amigo se acercaba a ella cargado con una cerveza en una mano y un aperitivo en la otra que seguramente había sacado de su refrigerador.
-¡Goten!- chilló Bra a su lado- ¿Por qué no te vas de una vez a tu maldita casa?
Siempre era así, Goten venía, se paseaba por su apartamento y devoraba toda la comida que tenían en el desván. Como una bestia, en palabras de Bra –las más suaves- una ridícula bestia cómoda y sin fondo.
-Mi casa está demasiado lejos.
-Entonces cómprate un maldito apartamento más cerca y ya- chilló nuevamente la peli celeste- Has algo Goten pero lárgate de aquí.
El hombre se carcajeó con ganas y se dejó caer en el sofá junto a Marron. La rubia sonrió y apoyó su cabeza sobre el hombro de su amigo. Bra gruñó y cerró la laptop de golpe, al parecer su importante trabajo de la universidad tendría que esperar, una vez más su odio por Goten podía con sus ganas de estudiar.
-Si sigues aquí- murmuró Marron- Tendrás que comenzar a pagar el alquiler- su tono era dulce como todo lo que la rubia hacía, ser dulce era su esencia personal.
-Tu no pagas- le respondió el hombre dándole un desmedido codazo en las costillas.
-Pagaré cuando encuentre trabajo Goten- su tono cambió bruscamente de cariñoso a serio- Bra lo sabe.
-Claro que lo sé preciosa, no te preocupes- intervino la menor de los tres parada tras el mesón de la cocina tipo americana que había conectada a la sala- En cuanto a ti… pedazo de vago invade hogares ¿Por qué no te vas a molestar a Trunks? Él te quiere, la verdad no entiendo por qué motivo, pero lo hace.
Marron le lanzó un beso por el aire y Goten le sacó la lengua. Esos dos eran así, Bra y Goten se detestaban pero se toleraban medianamente el uno al otro solo por Marron, porque su amiga era muchísimo más importante que las diferencias, las infinitas diferencias que existían entre ellos. De todos modos, pensaba Marron, todo el crédito se lo llevaba Bra, pues Goten en vez de cooperar, se la pasaba de invasor devora todo lo que encuentres… en el apartamento que ellas compartían.
-Hablando de eso- nuevamente princesa se acercó a ellos trayendo consigo dos vasos de refrescos. Ofreció uno a Marron ignorando olímpicamente el hombre en el sofá- Quiero contratarte.
-¿Qué?
La cosa se puso tensa luego de aquella pregunta, Bra le explicó que necesitaba de su ayuda, hacía meses que salía con un tipo, blablablá, él era el prototipo de hombre que toda mujer promedio busca, Marron lo conocía pues se lo había cruzado muchas veces por las mañanas cuando él se iba luego de pasar la noche con la princesa, era guapo, agradable, romántico, adinerado y todas esas banalidades de las que Bra solía rodearse. Pero para la princesa no era suficiente, ella no confiaba en la gente así como así, no importaba cuantas veces se lo había llevado a la cama, la confianza de alguien como Bra se ganaba con muchísimo esfuerzo. Y ella no terminaba de fiarse del postulante a ocupar el puesto de novio en su vida. Usando todo el tacto y el encanto que le fue humanamente posible pidió, rogó e imploró a su amiga ayudarle con eso. Era simple solo debía ir y seducirlo, nada muy elaborado, una simple insinuación y ver como reaccionaba, no le pedía que se lo llevara a la cama, "aunque ya sabes cariño si quieres hacerlo no hay problema" Marron frunció el ceño ante aquella insinuación pero continuó escuchando, no era necesario que hiciera nada a lo que no estuviera dispuesta. Solo era una prueba. En palabras de Bra una suave e inocente pruebecilla.
-No- sentenció la rubia tajantemente cruzándose de brazos y viéndola a los ojos con decisión- Es una pésima idea Bra.
-En realidad- intervino Goten sonriente- Me parece genial.
Las dos mujeres le miraron con una ceja arqueada ¿Desde cuándo a Goten le parecía genial una idea de Bra? El hombre asintió rascándose la nuca y Marron volvió a negar con la cabeza, no tenía tiempo de ponerse a descifrar la locura del atolondrando Goten, suficiente tenía en aquel momento con el aparente desorden mental de su mejor amiga.
-Hasta este estúpido cree que es buena idea ¿lo ves?- insistió la peli celeste, pasando por alto lo extraño que resultaba el hecho de que estuviesen de acuerdo una vez en la vida- Por favor cariño, hazlo por mí.
Marron miró hacia un lado levantando la barbilla todo lo que podía, no sedería ante ese puchero demasiado ensayado que solía hacer Bra. La princesa era la reina de la manipulación y ella, con todos esos años de amistad y los últimos años de convivencia, se había vuelto inmune. La miró de reojo y vio como la mirada se le volvía cristalina y acuosa. Bueno, talvez no tan inmune después de todo. ¡No puede ser! Se dijo a si misma cuando la peli celeste dejó caer los hombros aparentemente abatida. "Te está engañando Marron, solo mírala, es solo un teatro de niña consentida" pero se veía tan triste…Peleó en su interior con el impulso de ayudarle. Gruño y maldijo en voz alta en todos los idiomas que conocía antes de acceder.
Goten y Bra chocaron palmas en el aire, una breve tregua entre el tormentoso mar de apatía en el que vivían.
-No te emociones bonita- le picó Goten.
Bra frunció el ceño tan profundamente que el hijo de Goku se estremeció al identificar ese increíble parecido entre la princesa y su padre Vegeta. Por un segundo hasta la rubia creyó ver esa implacable mirada del tío Vegeta caer como una maldición sobre ellos, como cuando eran pequeños y hacían desmanes en el laboratorio de la corporación. Segundos despues rió segura de que todo eso iba a terminar muy mal. Esa mirada siempre auguraba males terribles, desde un castigo hasta el peor de los suplicios.
Al siguiente día la rubia se reunió con el susodicho aspirante a novio de su amiga, a eso de las seis de la tarde y haciendo gala de sus impresionantes dotes de actriz lo sedujo. Se había puesto un sencillo conjunto de vaqueros y un top no demasiado sugerente, algo que usaría para salir con sus amigas. Ese tipo de ropa que Bra solía catalogar de insípida. Para su sorpresa –y pesar- solo le bastaron un par de insinuaciones, algunos suspiros y el típico truquito de la lengua sobre los labios y el tipo calló redondito en la trampa. ¡Es más! Había pasado la mano sobre su pierna, bajo la mesita del café donde se habían reunido cargando el ambiente de una ardiente lívido masculina y había insistido con demasiada efusividad que fuesen a su apartamento a cumplir de inmediato todas sus fantasías que supuestamente Marron tenía.
-Lo siento princesa- dijo tomando una de las manos de su amiga por sobre la mesa, esa misma noche en su apartamento- Te dije que era una mala idea.
Bra se secó la única lágrima que le cayó con el frio y para nada censurado relato de su amiga. Fuimos al café, yo te dije que esto terminaría mal princesa, blablablá, entonces intentó llevarme a su apartamento, los típicos regaños de hermana postiza mayor y los él no te merece, es un maldito estúpido y al final Bra sonrió con la furia destellando en sus pupilas. Peligro, leyó Marron en su sonrisa, mujer poderosa apunto de estallar.
-Fue la mejor idea cariño, aquí tienes tu merecida paga- arrastró un cheque por sobre el mesón y se puso de pie- Ahora tengo un par de cosas que arreglar con un cabrón de mierda- dijo mientras tomaba de la percha su bolso y las llaves del deportivo- ¡Ah! ¡Y dile a tu amiguito que se vaya de una puta de vez de nuestra casa!
Marron volteó a ver a Goten que yacía de pie bajo el enorme portal de madera en medio de la sala, atragantado con un emparedado que tenía más parecido a un tanque de mayonesa que a un aperitivo comestible.
-Tienes que irte- le dijo con voz grabe- Si no te vas, lo digo enserio Goten, tendrás que comenzar a pagar el alquiler.
-¿Cómo te fue?- preguntó el hombre ignorando sin esfuerzo las amenazas- ¿Funcionó?
Ella asintió. Entre feliz y triste. Feliz por ella porque por fin conseguía algo de dinero -aunque consideraba exagerada la suma que Bra había garabateado sobre el cheque- y triste por el resultado de su pequeño trabajito.
-Lo sabía- celebró sonriendo y dejando un rastro de mayonesa y quien sabe qué otra cosa cuando le acarició la mejilla- Esa niña no atrae más que tipos descerebrados. Y con esa actitud que tiene de reina del mundo… no me extraña.
-¡Goten!- Marron perdió la paciencia y terminó por echarlo de la casa a empujones. Él tenía la suya propia por una razón ¡Para vivir ahí! Y si no se marchaba antes del regreso de Bra, eso iba a terminar mal, muy mal, sin ninguna duda, en la tercera guerra mundial.
Después de eso todo marchaba viento en popa, Bra le había recomendado sus servicios a su grupo de amigas millonarias, demasiado huecas y estiradas con las que Bulma y las formalidades de la empresa le exigían relacionarse. Todas habían solicitado sus servicios y luego cada una la recomendaba a alguien más. Y así terminó por acostumbrarse a trabajar en eso, cada día un nombre y una peluca nuevas. Ropa para la ocasión, un vestido, vaqueros, o ropa de gimnasia según el tipo en cuestión. Siempre era diferente el proceso, aunque siempre obtenía el mismo resultado… Cabrones. Siempre excepto una vez. Cuando Bra convenció a Pan de poner a prueba al dulce Oob, resultó –como todos esperaban- que el moreno entrenador de mohicano y paciencia infinita no dudo ni un minuto en rechazar amablemente a la rubia y contárselo todo a Pan, aunque luego entre las tres le aclararon lo que había ocurrido. Definitivamente Oob era el galán favorito de las tres.
Una de las ventanas del apartamento de marco verde gastado a las que jamás habían querido ponerle cortinas por la hermosa vista que les regalaban, se había convertido en el contador de trabajitos de Bra, cada vez que volvía de una cita de trabajo marcaba con un plumón una nueva rayita, juntaba cuatro y luego las tachaba en medio. Según Bra parecía el conteo de un recluso de alguna cárcel de alta seguridad, esperando su salida o talvez la sentencia de muerte pero Marron insistía en que lo que ella esperaba era la salida. Y encontrar un buen trabajo. La rubia solía pararse frente a la ventana marcada a observar por las noches la ciudad y se juraba así misma que esta sería la última. "Nada más lo hago por ahora, encontraré un trabajo y terminaré con esto". Así cada noche al volver con un cheque y varios ceros.
Hasta ahí todo bien, llamaba "eso" o "la otra cosa" al trabajo que hacía para novias o mujeres celosas, incapaz de encontrarle un mejor nombre –el cual mantenía en secreto para el resto de la familia, solo Goten, Bra, Pan y Oob lo sabían- mientras seguía con su incansable búsqueda de una trabajo "real". Y cada maldita audición a la que asistía resultaba aun peor que la otra. Marron era hermosa, tenía un cuerpo precioso, pero a pesar de eso no cumplía con las expectativas exuberantes de los productores de tv. Según Bra, la rubia tenía el aspecto de un sensual angelito, con todo ese carácter tímido –muchas veces- y tan agradable; herencia de su padre Krillin, el hombre más amable que Bra había tenido la oportunidad de conocer y ese cuerpo y rostro preciosos y sensuales; herencia de la preciosa dieciocho, que si bien no era tan amable ni simpática como su esposo, sabía bien como hacer valer sus derechos y atraer las miradas.
Bra, a los ojos de su amiga, era la mezcla perfecta de las explosivas personalidades de sus padres, tenía la belleza y toda la increíble inteligencia de su madre, sumada a la fuerza, entereza, decisión y la exótica belleza de su padre. Marron pensaba en Bulma y Vegeta como los reyes de un gran reino, temidos y amados pero siempre atentos a todo. Por eso todos solían llamar princesa a Bra, y claro también estaba el príncipe… Trunks, hermano mayor de Bra y mejor amigo del alma de Goten. Pero para nada amigo de Marron, se habían criado juntos pero las cosas entre ellos jamás habían sido muy fluidas. No demostraban las asperezas entre ellos gritándose y peleando como lo hacían Goten y Bra, ninguno de ellos gustaba de lavar los trapos sucios el aire libre, simplemente se ignoraban. Un saludo cordial o un intercambio de palabras siempre posibilitado por el dulce y atolondrado amigo que compartían era todo lo que recordaba de su infancia junto a Trunks. Eso y algunas peleas de niños.
Los meses pasaron, y Marron insistía con las audiciones, Bra le animaba a seguir adelante, aunque el trabajito de los cabrones le parecía muy divertido también. Ese día en particular las amigas se sentían especialmente optimistas, la peli celeste luego de gritarle por milésima vez a Goten que se largara, dejase de ingerir su comida en cantidades industriales y dormir en su sofá, le había preparado un cappuccino a su mejor amiga y luego le había besado el rostro con cariño.
-Suerte preciosa- le sonrió- Hoy es el día… lo sé.
La audición era para el papel de una doctora desahuciada en un drama romántico que pasarían a media noche por uno de los canales más prestigiosos de la tv. Marron sentía que era su papel perfecto, estaba segura, repasó el guión un millón de veces hasta que por fin llegó su turno.
-No puede ser cierto- susurró Marron mientras una solitaria lágrima surcaba su mejilla- Pero sé que saldré adelante- hizo una pausa para secar la lágrima con la manga de la bata blanca de doctora- Esta enfermedad no podrá conmigo…
-Corte- se oyó en el estudio.
Los presentes rompieron en aplausos, el compañero de audición de Marron la abrazó con efusividad.
-Es perfecta- se escuchó la voz del director del área dramática a través del alto parlante sobre ellos. Marron sonrió nerviosa- Con eso es suficiente.
Una elegante y alta mujer se asomó tras la escenografía que simulaba la sala de operaciones de un hospital, con la mano llamó a Marron a su oficina. Aquella mujer era nada más y nada menos que Mai, una mujer alta y delgada, elegante y fiera en esencia con su brillante cabello negro siempre atado a una coleta pegada al cuero cabelludo como si quisiera demostrar que nada, ¡ni siquiera su cabello!, podía salírsele de las manos. Además era la dueña de la famosísima productora de televisión que estaba encargada de la emisión y trasmisión de la serie a la que Marron estaba postulando.
La rubia entró en la elegante oficina con las piernas como gelatina, a petición de Mai se dejó caer sobre uno de los sillones de tapizado negro frente al escritorio sobre el cual descansaba un gran ordenador de último modelo, por supuesto marca capsula. Marron observó de reojo el logo de la compañía de la familia de su mejor amiga y sonrió. Bra estaría muy contenta de estar allí con ella, seguramente diría algo como "Bien hecho hermosa" o "Siempre supe que estabas hecha para cosas grandes".
-Creo que eres perfecta para el papel Marron Jinzo- la aludida volvió a sonreír aunque esta vez con los ojos pegados en la mujer frente a ella, a sus ojos celestes y a la seguridad y confianza que destilaba esa mujer con cada movimiento, por cada poro de su piel- Todos te han adorado ¡Incluso yo!- añadió poniéndose de pie para estrecharle la mano- Si aceptas, dentro de poco tu contrato puede estar listo.
La rubia sintió la felicidad y la inseguridad bullir juntos en su interior, emociones contradictorias que en su particular caso bien podían ir de la mano. No sabía que decir ni hacer en un caso como ese, siempre había estado más preparada para no que para un sí.
-Claro- fue lo único que logró salir de entre sus labios acompañado de una irrefrenable sonrisa de las más sincera y pura emoción.
La mujer se carcajeó.
-Ahora- dijo rodeando el escritorio hasta quedar frente a la rubia y apoyó sus notoriamente trabajadas nalgas en el borde del mueble- Quiero que hablemos sobre el otro asuntito.
La rubia frunció el ceño sin entender realmente a que se refería la mujer.
-¿Perdón?
Mai sonrió comprensiva aunque a Marron le pareció que su sonrisa tenía un tinte macabro.
-No tienes porqué fingir conmigo Marron querida- su voz se volvió casual y su postura de mujer importante se relajó hasta el punto de parecer simplemente una mujer mayor con clase- Sé quién eres y a qué te dedicas linda.
La rubia dejó escapar el cúmulo de aire que había en su interior y se inclinó un poco hacia atrás en el asiento. No podía creerlo, por una maldita vez en su vida estaba a punto de conseguir un trabajo real ¡Un fantástico trabajo de verdad! Y la otra cosa… se interponía en su camino. Iba a matarse, no mejor mataría a Bra. Contemplo nuevamente el sello de la corporación capsula pero esta vez con el ceño profundamente fruncido.
-No quiero hablar sobre eso- respondió intentado sonar más tímida que molesta- Es algo que quiero dejar.
-Vamos linda- insistió la mujer sonriendo amablemente- Necesito de tus servicios, hazlo una última vez.
Marron se puso de pie y tomó su cartera del respaldo del sillón con aire sumamente ofendido.
-Lo siento Mai- se disculpó tomando el picaporte de la puerta para largarse- No quiero seguir con eso.
Giró la manecilla y amagó con salir de la oficina cuando la voz de la mujer la detuvo.
-Es una lástima- dijo caminando devuelta a su lugar tras el enorme escritorio de caoba tallada- Tu contrato podía haber estado listo en tan poco tiempo, eras perfecta para el papel linda- destilaba ironía, superioridad y ¿Maldad? ¿Enserio?
La rubia volvió a cerrar la puerta con los parpados apretados ¿Por qué tenían que pasarle ese tipo de cosas a ella? ¡Era la primera vez que podía conseguir un trabajo de verdad! Y "la otra cosa" se interponía. Maldición. Podría haber insultado su desgraciada suerte de mil formas, todas aprendidas del colorido vocabulario que manejaba su mejor amiga.
Cuando posó la mirada nuevamente en la mujer le pareció ver que el celeste de sus ojos se volvía de un perfecto y tenebroso negro. Como si el poder que sabía tenía se reflejara en su mirada, en su postura, en la forma en que alzaba la barbilla y tamborileaba con las uñas sobre la madera. Marron se estremeció imaginando que se encontraba frente a una villana y no en la oficina de una importante productora de televisión.
-Te escucho- articuló aun dudosa.
La mujer palmeó una vez superficialmente contenta y le tomó ambas manos a Marron que insegura le sonreía en silencio.
-Necesito que enamores a un hombre y luego le rompas el corazón- la rubia tensó todos los músculos del cuerpo hasta que sintió como se le agarrotaban las articulaciones, su rostro debía de demostrar mucha frustración o incluso miedo ya que la mujer se apresuró a aclarar "él se lo merece, eso tenlo por seguro"
El hombre en cuestión era un verdadero cabrón, presidente de una prestigiosa empresa, millonario, guapo y demás pero era un maldito desgraciado con las mujeres, las desechaba y cambiaba igual que hacía con su ropa sucia y por lo que Marron pudo concluir eso era precisamente lo que había hecho con aquella hermosa productora de Tv. Ahora ella le pedía que lo enamorara y luego le rompiera el corazón. Y cuando el tipo estuviese devastado ¡PUM! ella aparecería como la salvadora y le consolaría en sus días más tristes. Al parecer algunas mujeres no aprendían jamás.
Sintió unos incontrolables deseos de posar sus pequeñas manos sobre los elegantes hombros de la mujer y aconsejarle desde lo más hondo de su alma que no había razón para querer volver con él, que de ser así como ella decía, jamás iba a cambiar porque ella conocía a los tipos como ese ¡Por dios! Se encargaba de dejarlos al descubierto y estaba segura de que jamás, nunca de los nunca cambiaban. Intentó acercar su mano a la mujer pero al encontrarse con sus ojos vio nuevamente el negro y no el celeste que esperaba encontrar.
Tembló nuevamente. Se lamentó por milésima vez en la vida de ser tan dócil, odiaba esa parte suya que no sabía imponerse a los demás, aunque a veces muy de vez en cuando podía sentir como el carácter de su madre hacía mella en su interior y afloraba como una explosión hacía el mundo exterior. Un volcán dormido. Lamentablemente aunque lo deseó con todas sus fuerzas, no se trataba de una de esas veces.
Dudó y luchó algunos interminables minutos contra sus principios, someter a hombres al escrutinio de sus novias o esposas era una cosa, pero enamorar a un hombre para luego romperle el corazón era algo completamente distinto ¡Es terrible! además esa mujer ni siquiera era su novia ya. Pero estaba su posibilidad de un trabajo y de ser conocida en el medio. Necesitaba el maldito trabajo, con la obra para niños en la que participaba no era suficiente, ni por asomo. Suspiró. Bien, se dijo a si misma será esta vez y ya. Luego lo dejo.
-Está bien- aceptó estirando la mano para estrecharla con la enjoyada de Mai- Tenemos un trato.
-Te enviaré todos los datos por correo preciosa- respondió la mujer, pero Marron no la oía. Había aceptado un horrible trato, decir que se arrepentía era poco, extorsiones, amenazas y promesas habían pasado frente a sus ojos y ella como si nada ahora le estrechaba la mano a la mujer. -Tú haz tu trabajo y yo tendré listo tu contrato. Serás famosa entre las actrices en menos de lo que canta un gallo.
Levantó la vista y nuevamente creyó ver a la villana y no la productora, la veía allí de pie sonriendo con un revolver en la mano, con el flequillo revuelto sobre la frente llegando justo hasta sus fieros ojos de acero, rodeada de un feo y extraño mono verde y un perro demasiado humanizado. Sacudió la cabeza, a veces tenía demasiada imaginación.
Al llegar esa noche al departamento los sentimientos se arremolinaban en su interior provocándoles un vértigo insoportable pero se había auto convencido en el trayecto de que era lo mejor o al menos nada tan terrible. Y por lo que Mai había dicho ese desgraciado se tenía bien merecido lo que estaban por hacerle. Sí, no tenía nada de malo.
Bra le miró sumida en un extraño silencio cuando terminó de relatar lo sucedido con lujo de detalle, Goten negó con la cabeza e insistió en lo poco ético que le parecía ese nuevo trabajito que acababa de aceptar pero Goten era un hombre muy práctico y al sopesar la ética con la posibilidad de trabajo real que se le presentaba a su amiga terminó por apoyarla en su decisión. Bra en cambio parecía pensativa, la arruga entre las cejas sumada al denso aura que la rodeaba le hacía parecer demasiado mayor, demasiado madura para sus cortos veinte años. Marron tardó varias horas en convencerla y hasta se vio en la obligación de echar a la calle a Goten para ganar algunos puntos con su amiga.
-Bien, hazlo Marron- se rindió la princesa, su tono autoritario, las manos entrelazadas sobre la mesa- Pero ten cuidado.
-Lo tendré- le aseguró la rubia riendo por la forma en que Bra solía hablarle, como si fuese su madre, o por lo menos fuese mayor que ella cuando en realidad era varios años menor.
El día de comenzar con el plan llegó, los datos de cómo y cuándo encontrarlo estaban marcados con tinta indeleble en su mente, más la identidad del sujeto era un completo enigma para Marron, de todas formas se dijo, mientras menos supiera de él; mejor. Ese sería un trabajo difícil que le tomaría muchos días, semanas, no sabía realmente cuanto ¡Pero estaba lista! Lo daría todo por ese papel. Muy pronto, algunos sacrificios y un corazón de empresario petulante roto después, tendría su preciada oportunidad en televisión.
Encontró el automóvil del susodicho exactamente en el lugar en donde Mai le había indicado, estacionado afuera de un enorme edificio de finanzas. Miró en todas direcciones y puso en marcha su elaborado plan.
Levantó el capot del lujoso jeep, obviamente marca capsula, y desconecto el cable de trasmisión central. Había ensayado muchísimas veces aquella conexión con Bra, la princesa era experta en la mecánica de las máquinas de su familia, sabía exactamente cómo funcionaba y como podría averiarlo y arreglarlo en un momento. Se alejó del enorme vehículo trotando y esperó escondida en los alrededores, ataviada solamente con su conjunto deportivo, nada de pelucas esta vez había dicho Bra. Ahora solo le restaba fingir realizar sus ejercicios matutinos por aquella calle y topar de casualidad con aquel hombre en apuros.
Oyó el sonido el motor intentado arrancar y fallando varias veces en el intento. Para cuando llegó fingiendo trotar el hombre se hallaba con la cabeza metida bajo el capot del jeep plateado de gruesos cristales polarizados. Demasiado ostentoso para el gusto de Marron. Ella prefería los citycar pequeños y prácticos aunque Bra, caprichosa e insistente como ella sola le había trasmitido algo de su gusto por las naves más atrevidas, ¿Un jeep descapotable al más puro estilo playero? Definitivamente Marron diría ¡Sí!
-¿Necesita ayuda?- elevó la voz para hacerse oír por sobre el bullicio de la calle, retiró los audífonos deportivos de sus oídos y repitió la pregunta.
El hombre se echó dos pasos hacia atrás y saco la cabeza de su escondite. Su cabello lila quedó el descubierto brillando como las gemas violeta del vestido de Bra que tanto le gustaban. Marron se quedó de piedra los siguientes minutos, sin saber que decir en un momento como ese. ¿Enserio tenía que ser él? ¿Precisamente él? Tragó saliva y suspiró sutilmente. Tenía que ser un error.
-¿Marron?- la pregunta acompañada de esa seductora y arrolladora sonrisa que también bien conocía terminaron de sacarla de quicio. Ese hombre exudaba seguridad. ¡Pura petulancia! Según Marron.
De reojo comparó la patente del jeep con la que había memorizado. La misma. No existía tal error. Desastre.
-Hola Trunks- tuvo que sacarse las palabras de la boca casi con alicate y aun peor la sonrisa que se vio en la obligación de fingir. Quiso morir en ese mismo instante, bueno, talvez morir era exagerado pero habría dado todo por desaparecer de la faz de la tierra al menos durante unos minutos, horas… días completos talvez. Se miró el cuerpo y odió con todas sus fuerzas el estúpido top y las ajustadas calzas que Bra había insistido en ponerle, al menos –pensó- no me aparecí frente a él con una ridícula peluca de risos azabache. Quiso taparse y huir, eso era, huiría de inmediato- Supongo que no necesitas ayuda- murmuró con rapidez, el cuello sudando, las manos temblado escondidas tras su espalda- Adiós...
Nota autora.
¡Hola denuevo! ¿recuerdan que prometí un fic más largo? bien... charánnnn este es el comienzo, sé que dije que trataria de MarronxTrunks BraxGoten y PanxOob y lo juro tendrán de todo pero la pareja escogida para ser la principal y de quien tratara la trama central serán Marron y Trunks. ¿Porqué? pues simplemente amo al sensual y alocado hijo de Vegeta y Bulma, me fascina, en todas sus versiones. Y la rubia, bueno, ella es mi pareja perfecta para él, son tan distintos que me calzan a la perfección.
Tengo que aclaran que esta es una adaptación, SI! con infinitos cambios y modificaciones, ademas de agregarle muchos personajes y parentescos que no existen en la trama original jajaja en una película llamada: A la Mala.
A la mala, es una pélicula Méxicana (Buenisima) comedia romántica, protagonizada por el hermosisimo Mauricio Ochmann y la guapisima Aislinn Derbez. La ví hace muchisimo tiempo y la verdad me divertí bastante (tambien sufrí un poco) y eso que yo no soy muy fanática de este tipo de películas. Véanla si pueden.
El punto es que hace poco estaba comentándola con una amiga y ambas comenzamos a comparar al protagonista con Trunks (ella tambien es fanática de dbz) y de ahí nació la idea de adaptar dicha pelicula al mundo de Akira Toriyama. Y aquí estoy.
Estoy decidida a no volver a ver la pelicula hasta acabar con este fic, quiero basarme unica y exclusivamente en lo que recuerdo de la trama para que esto no se convierta en una copia fiel del guión original. cambiaré muchisimas cosas pero la escencia de la historia seguira su curso. alfinal espero que esto paresca más una inspiración que una adaptación en si misa. de todas formas es justo y necesario nombrar y aclarar el génesis de este fic.
Si llegaste hasta aquí leyendo, pues YUPI! jajaja háganme saber como va esto ¿Han visto la película? ¿Les gustan estas parejas? ¿alguna duda, apreciación, etc? Todo siempre es muy bienvenido. Espero pronto actualizar mi otro fic.
Les mando muchisimo amor desde chile y animos a quienes esten por comenzar un nuevo año estudiantil, escolar, universitario, de trabajo, etc.
Besos.
Atma.
Dragon Ball © Akira Toriyama
