Recuerdo la noche en la que me di cuenta que Grayson era mi destino.
Había olvidado fijar la fecha en el calendario, aún cuando padre y Alfred lo repetían constantemente. No quería depender de un estúpido trozo de papel que me recordara lo que ya sabía.
Nadie quiere a un omega gruñón que no desee ser tocado ni mimado.
En ese aspecto me parecía a mí padre. La diferencia era que él ya tenía a su destino, un alien demasiado cursi con disfraz ridículo.
Era amado y él se había dado el permiso de amarlo de la misma forma. Yo no me sentía capaz.
El punto en si es que esa noche, justamente, tocaba patrullar la ciudad y me había tocado con Dick. El idiota sonriente más pervertido de todos.
Hacia frío pasada la medianoche pero mi mente divagaba justamente en el celo. Tenía calor, sentir la fricción constante de la ropa en mi piel era placentero y me hacía sentir enfermo. Dick se dio cuenta.
Olía el aire y me miraba, repitió esa acción hasta estar seguro.
Finalmente su incomodidad lo superó.
Se sonrojó, trató de decir algo y moverse, para ese momento estaba recostado y trataba de cubrirme con la capa.
- Olvidé fijar la fecha. Lo siento - undi mi rostro entre mis brazos y rodillas, estaba quemándome.
- Debí darme cuenta, no te sientas mal.
Su amabilidad en ese momento me pareció dolorosa.
- Avisaré a Bruce, quédate ahí.
Me tomo del hombro tratando de animarme.
En ese momento lo sentí, una corriente eléctrica que recorre el cuerpo tan rápido que te dejaba aturdido.
Con esa misma velocidad apartó su mano.
Acepté el rechazo antes de que dijera algo, mis ojos querían liberar lágrimas y mi boca el sonido del llanto.
No deje salir ninguno de los dos.
Me levante, tambaleante como estaba por la excitación y me alejé absurdamente.
El rechazo dolería igual.
- Llamaré a Bruce.
Fue peor que el rechazo que esperaba.
Nadie me querrá nunca, no lo merezco, no lo necesito.
¿Pero por qué duele tanto?
Asentí despacio. Un largo y sonoro suspiro salió de sus labios.
Decepción
Lo entendía, también estaba decepcionado.
Batman llegó rápidamente.
Lo escuché murmurar una maldición hasta que me tuvo en sus brazos y me llevó al Batimovil.
- Lo siento.
Era todo lo que podía decir en esos momentos.
- Te lo dije, te dije que lo marcaras en el maldito calendario ¿qué acaso no puedes siquiera obedecer eso?
- Lo siento...
- Dick es tú alfa
Guardé silencio. Esa verdad estaba ahogándome.
- Va a rechazarme. Lo se, no es necesario que me lo diga.
- Hijo...
Ignoré su voz herida.
Dick era el favorito, yo apenas merecía vivir bajo su mismo techo.
No extrañaba el maltrato de mi madre, el desprecio de la liga, la decepción de mi abuelo, los azotes, la venda apretada sobre mis ojos durante el entrenamiento. Extrañaba la incencibilidad de mi cuerpo y de mi alma. Ahora estaba quebrandome, darme cuenta de mi inutilidad me hacía sentir merecedor de la muerte.
Me quedé dormido.
Horas más tarde el dolor en mi pecho no sería la causa de mi destrucción.
