El cuerpo corrupto

El sudor se pega a mis sábanas y los hombres (o las mujeres) se han ido casi siempre que despierto, turbados por la vista de mis cicatrices y aunque duermo difícilmente entre seda, me siento fuera de lugar por varios motivos. Mi cama debería estar hecha con huesos humanos y mis mantas con pieles de niños. Eso es lo que este cuerpo pide y no agua caliente y con olor a perfume de flores extrañas, sino sangre tibia y sin coagular, recientemente manada de una garganta cortada con mis dientes. Sonrío a medias, con ironía, con amargura. Jarrones que debieran ser cráneos, velas apagadas porque yo veo perfectamente en la oscuridad, como si fuera el mediodía bajo el fulminante calor de la luz solar. Y deseo hacer que aquellos que me hicieron esto, paguen.