Miércoles 17 de Mayo.

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Cada vez faltaba menos para el inicio de vacaciones, exactamente tres semanas. De las cuales en algunas clases no se hacía mucho; incluso en algunas sólo bastaba con tu presencia. Vacaciones de verano eran las que estaban próximas, así que cada vez hacía más y más calor. Eran las 6:14 a.m. del miércoles y Gilbert sorprendentemente ya estaba despierto, o más bien, ya estaba despertando. Era muy raro de él, pues como vivía a dos cuadras de la escuela, siempre se despertaba y llegaba tarde.
Hasta el mismo parecía sorprenderse de eso, se enderezó un poco mientras se rascaba la nuca alborotando un poco el cabello. Abrió sus ojos un poco desorientado, los cuales empezaron a parpadear más rápido confundido, ¿era posible que no reconociera su propia habitación? No parecía suya, las paredes eran de otro color, la ventana estaba cerca de la cama, su habitación estaba hecha un desastre, más de lo normal. Confundido se acercó a la orilla de la cama sentándose, ¿a qué hora se cambió de ropa? ¿O se quitó la ropa? Pues solamente llevaba unos bóxers y una camisa de tirantes blanca; el bóxer ni siquiera parecía ser suyo. Sacudió su cabeza, estaba delirando, tenía que ser eso. Se levantó al baño que también parecía estar en otra dirección. Y cuando entró, fue cuando se dio cuenta que realmente si estaba delirando.

— ¡¿EHHHHHHHH?! —Dijo antes de quedarse estático completamente admirando su reflejo en el espejo. Oficialmente estaba delirando. Era más bajo, su piel más morena, tenía ojos verdes, era castaño y tenía una cosa rara que salía por su cabeza, una especie de, ¿rulo? ¿Mechón? Además tenía cara de niño malcriado y estaba todo escuálido. "Estoy soñando, estoy soñando, estoy soñando... ¿Estoy soñando? ¡ESTOY SOÑANDO!".

— ¡¿Estás bien, fratello?!

Una voz aguda lo sacó de sus pensamientos, ¿qué carajo significaba "fratello"? ¿Era una grosería? La voz que estaba fuera del baño parecía preocupada, así que no creía que lo estuviera insultando. — Ahhh… ¡S-sí, es… estoy bien! — "Ugh, hasta voz de niño malcriado tengo". Decirle que se fuera, ¿estaría bien?. — Ahhh… ¡Déjame solo!

Dijo en desesperación al no saber qué decir, esperaba que el que estuviera del otro lado de la puerta no se enfadara. Se quedó callado unos segundos al no escuchar respuesta, hasta que finalmente escuchó que la puerta de la habitación se cerraba. Eso le dejó en claro que no estaba solo. Ahora, ¿cómo salía de esto? Salió del baño, mirando la habitación en busca de alguna respuesta. Hasta que su vista se detuvo en el armario donde había un uniforme colgado; conocía ese uniforme, era el mismo uniforme que él llevaba. Se acercó para verlo mejor, definitivamente era su uniforme, sólo que más pequeño.

— ¡Lovino, apúrate y ven a desayunar!

Gritó un ¿señor? ¿Anciano? Tal vez era para él. Decidió ponerse el uniforme, siendo honesto nunca se había puesto el suéter de la escuela, prefería llevarse una sudadera, pues le resultaba más cómodo. No supo si la credencial salió volando de cuando se estaba poniendo el suéter o ya estaba en el piso, pero era una credencial escolar. Todos tenían una, pero nadie la llevaba. La tomó para ver que se podía encontrar. Vio que la credencial era suya, bueno, de quien miró en el espejo cuando se levantó.

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"Lovino Vargas".

"Hasta nombre de niño malcriado tiene".

"Grupo: 2-D".

"Con razón no te conozco".

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Sólo tomó la credencial para ver eso, el nombre y el grupo. O mejor dicho; su nombre y su grupo. Trataba de hacer memoria, pero nunca en su vida había visto a un chico así, eran grados y grupos diferentes en una escuela gigante, porque esa escuela era realmente grande. Además, cuántas personas no veía a diario y ni prestaba atención. Tomó la mochila y el celular que estaba a un lado y salió de la habitación, se le estaba olvidando que alguien lo había llamado. Más se sorprendió mucho al salir de la habitación y ver a alguien idéntico a él, bueno a Lovino. Había algunas diferencias, pero en sí era idéntico.

— Vee~ ¿estás mejor, fratello? Parecías que algo te había asustado.

"Así que él era el de hace rato cuando estaba en el baño". — Ah… Sí…

Ya no le dijo nada sólo le sonrió y comenzó a caminar, en cuanto vio que se alejaba lo siguió, pues no conocía aún la casa.

— ¡Buenos días, nietos míos! Hoy les hice un desayuno especial. — "Así que es el abuelo". — ¡Waffles!

¿Quién no adoraba los waffles? Se sentó a un lado de su hermano, porque era obvio que era su hermano. Sintió que hizo algo mal, pues cuando se sentó, aquellos dos lo miraron sorprendidos. ¿Acaso Lovino no desayunaba? Pero luego sonrieron orgullosos.

— Sólo por eso te daré un waffle extra, Lovino. "Pero, ¿qué hice? Sólo me senté, ¿acaso no comía sentado Lovino? ".

No hubo mucha conversación en la mesa, pero a pesar de eso, se sentía un buen ambiente. Al terminar de desayunar, el hermano de Lovino el cual no tenía ni idea de su nombre, se despidió del abuelo, él igual se despidió pero más discreto, pues no sabía cómo se despedía Lovino.
Al salir miró el reloj, apenas eran las 7:05 a.m. ¿por qué salían tan temprano de casa? A pesar de que tenía duda no dijo nada, sólo procuraba seguir al otro con discreción.

— ¿A dónde vas, fratello?

Se detuvo de inmediato cuando escuchó eso, volteó y vio que estaba en la parada de autobús. "¡¿Lovino toma el autobús?! ¡No tengo dinero! ". Se espantó, pero caminó a donde estaba. Empezó a revisar en los bolsillos esperando que hubiera algo. "Basura, basura, basura… Basura… ¡Sí! ". Su rostro se iluminó cuando encontró unas monedas en esos bolsillos que estaban llenos de basura. Pasaron aproximadamente cinco o siete minutos y llegó el autobús. Ambos lo abordaron, Lovino nuevamente se volvió a sentar a un lado de él; no entendía porque, pero el otro parecía que se desbordaba de felicidad.
Pero aun así decidió ignorarle; sacó el celular de Lovino, rogaba para que no tuviera contraseña de desbloqueo. Tuvo que contener el suspiro que le provocó de felicidad al ver que no tenía contraseña. Pero también tuvo que contenerse de revisarlo, su "hermano" estaba aún lado de él.

— Ya casi son vacaciones, ¿ya tienes planes? —Mencionó de la nada el otro. Claramente él si tenía planes, pero no sabía si Lovino los tenía.

— Aún no estoy seguro… —Respondió muy inseguro, pues no sabía que responder.

— Oh, bueno… Lo que pasa es que… Estaba pensando… ¿No te gustaría ver a mamá estas vacaciones… ? —No tartamudeó en ningún momento, pero parecía muy nervioso.

— ¿Qué? —Se quedó algo confundido cuando escuchó eso. "¿Su madre no vive con ellos?".

— ¡Olvídalo! No importa… Olvida lo que dije… —Empezó a reír nervioso haciendo que tuviera aún más dudas.

Durante el camino ya no dijo nada, estuvieron en silencio. El autobús se detuvo y parecía que ya era momento de bajar, el otro lo hacía. Estaban a dos calles de la escuela, al igual que el transcurso del autobús, iban en completo silencio. A él no le importaba; era la primera vez que veía a varios estudiantes caminar a la escuela, siempre llegaba tarde y cuando pasaba ya estaba completamente sola toda la entrada de la escuela. Faltaban como 15 minutos para que tocara la campana así que había muchos estudiantes de camino y vaya que no reconocía muchas caras, bueno, eso pasaba por siempre llegar tarde.
Sabía en qué lugar estaba el grupo 2-D conocía todos los salones porque siempre estaba vagueando en la escuela, pero no conocía a nadie de ese grupo, curioso. No supo en qué momento se fue, pero el que le decía "fratello" ya no estaba con él, ni siquiera supo si se despidió o algo, iba muy distraído.

Y otro gran problema se planteó, ¿quiénes se suponía que eran sus amigos? ¿O era un marginado? Porque si lo era, no le sorprendía.

— De lo lejos se miraba la cara de aborrecimiento a tu propio hermano. —Giró la cabeza al escuchar que esa voz parecía realmente cerca, no parecía, estaba. Se encontró con un chico rubio de ojos esmeralda, un poco más alto con grandes cejas, grandes cejas, vaya que tenía cejas. — No te culpo, creo que yo miro igual o peor a mis hermanos. —Ni siquiera había prestado atención a lo que había dicho, no podía dejar de mirar sus cejas. Parecía que era amigo de Lovino, pues comenzó a caminar a un lado de él y al mismo salón. Eso le alegró un poco, ya sabía que Lovino por lo menos tenía un amigo. Dejó que el rubio entrara primero al salón para ver donde se sentaba. — ¿No te piensas sentar?

Le preguntó con burla ver que se había quedado parado sin hacer nada. El de cejas gruesas se había sentado en la fila que estaba cerca de la puerta y ventanas. Se reincorporó sentándose en el pupitre frente al otro, esperaba que ese fuera su lugar, el otro no dijo nada ni lo miro raro, así que había acertado.

— ¿Lovino? —Le llamó de nuevo, se giró con todo y el torso para estar más cómodo. No contestó al oír que lo llamó por dos razones; no sabía que responder y no sabía cómo se llamaba. — ¿Ya pensaste en lo que te dije? Ya falta poco para que empiecen las vacaciones y enserio no quiero ir solo, moriré si voy solo.

— Ah… Emm… Uh… Sí… —Gilbert hasta sudó en frío. Se lamentaba de no haber leído o revisado algo en el celular.

— ¡Mentiroso! Apuesto a que ni le has dicho nada a tu abuelo. —Parecía enfadado pero luego se calmó soltando un suspiro. Ah, Lovino. Ya sé que odias salir, yo también lo odio; pero estoy obligado, eres mi última esperanza ya que Lukas dijo que no podía.

"¿Quién carajo es Lukas?". Gilbert empezaba a llorar internamente al no saber qué hacer.

— Escuché mi nombre, ¿de qué hablan? —Por suerte de Gilbert, un chico igual rubio pero más claro y con una cruz en la cabeza apareció, debía ser Lukas.

— Lovino no ha dicho nada sobre acompañarme en las vacaciones y tú no puedes.

Y así esos dos tipos empezaron a hablar sobre vacaciones, que Lukas quería pasar más tiempo con su hermano pequeño; hasta que finalmente tocó la campana anunciando que ya comenzaba la clase.

Gilbert se sorprendió mucho, Lovino tenía exactamente los mismos profesores que él cuando estaba en segundo grado, hasta las clases las daban exactamente igual. Repetiría el segundo grado con otro cuerpo, al menos ya sabía cuándo contestar y cuándo no, que contestar y que no.
Volvió a tocar la campana, pero ahora avisando el descanso. Rápidamente guardó sus cosas esperando salir para encontrar a Lovino que se suponía que era él. Pero eso no sucedió ya que Lukas acercó una silla hacia donde estaban ellos.

Eso significaba que Lovino y esos dos, no salían en el descanso. "Con razón nunca lo había visto". Otra razón más por lo cual no lo conocía, siempre se la pasaba en el salón, en cambio él, siempre estaba afuera.

— Lovino, estás muy serio. —De la nada soltó el chico con la cruz en el cabello, lo dijo tan serio y monótono que le dio escalofríos.

— Es cierto… No me digas que… —Gilbert empezó a sudar en seco, aunque era imposible que supiera lo que realmente pasaba. Pero aún no dejaba de ponerse nervioso cuando hacían preguntas, pues no sabía que responder, no sabía cómo era Lovino. — ¿Irás a visitar a… "La señora "? —Hizo un tono raro cuando dijo "señora".

"¿Quién se supone que es esa "señora"?". — No.

Negó, era la primera cosa que decía sin sonar inseguro o dudoso, pero fue muy simple. Los otros dos sólo se miraron de reojo. — Okay… En ese caso, dile a tu abuelo del "campamento".

— ¿Qué campamento? —Se le escapó, no quería decirlo en voz alta, Lovino sabía del campamento, pero Gilbert no. No debió decirlo en voz alta, pues el de cejas gruesas lo miró furioso y lo golpeó en la cabeza. — ¡Oye! ¡¿Qué te pasa?!

— ¡¿Qué te pasa a ti?! Te dije de esta especie de campamento desde que supe. —Arthur no parecía molesto, fue como si el verdadero Lovino lo hubiera dicho. — Como sea… Sólo dile a tu abuelo, en serio necesito que vayas. —Lo sujetó por los hombros, lo dijo serio mirándolo directamente.

"Vaya, sí que debe ser importante". — Sí… Le diré.

Le agradeció mientras lo soltaba.
En cuanto menos lo pensó el descanso ya había terminado. Las clases se le pasaron increíblemente rápido, pues aunque había cosas de las que no se acordara, con el sólo hecho de ver a los mismos profesores de hace un año le aburría. Las clases terminaron, guardó sus cosas rápido, era raro de decir, pero tenía que encontrarse. Por desgracia su salón estaba a la otra orilla de la escuela, iba a medio camino, pero se topó con alguien.

¡Fratello, vamos a casa! — Necesitaba saber que significaba eso, luego lo buscaría. Por ahora ya daba por perdido que se encontraría con Lovino que se suponía que era Gilbert. Escuchó unas cuantas risas, que vio que provenían del cejotas y del chico con la cruz. No tuvo más remedio que ir a donde se suponía que era su casa.

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Ya en casa, específicamente en la habitación. Decidió que podía investigar un poco si revisaba el celular, escuchó el sonido de un celular, se sobresaltó y se dio cuenta que era un mensaje de "su" celular. "Número desconocido… ".
Miró el número de teléfono que se suponía era desconocido ya que sentía que probablemente podría ser el suyo… Y como lo pensó, si era el suyo. ¿Por qué no había pensado en enviar un mensaje a su celular? Como sea, ya no importaba, tenía que leerlo.

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"No sé quién eres y en realidad no me importa. Creo que ya te diste cuenta de algunas, como que soy un año menor que tú, vivo con mi gemelo y mi abuelo. No preguntes por papá y mucho menos por mamá. Siéntate al lado izquierdo del abuelo frente a Feliciano y por favor, por favor, no digas que quieres ver a mamá. Pronto llamará el abuelo para comer, por eso te lo digo".

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"¡Vaya! Lovino sí que eres un cretino". Se dijo a sí mismo, volvió a leer el mensaje y al fin supo que se llamaba Feliciano su supuesto hermano. Agendó su número al celular de Lovino, se quedó pensando en que nombre ponerle, decidió dejarlo como Gilbert. "Un momento… Mi celular tiene contraseña de bloqueo". No sólo eso, tenía más dudas y curiosidades.

— ¡Lovino! ¡La comida esta lista!

Vaya, sí que fue rápida lo de que comería pronto. Ya sabía el camino a la cocina, se sentó como decía en el mensaje; no le gustaba seguir órdenes, pero en este caso era mejor seguirlas. Sacó el celular para seguir con el mensaje.

— Ya te he dicho que no me gusta que estés con el celular mientras estamos en la mesa. —No supo si fue regaño, pues le habló muy calmado. Dejó a un lado el celular. En la mesa había espagueti, hace mucho que no comía espagueti.

— ¿Abuelo? —Llamó Feliciano a su abuelo, el cual sólo lo miró dando a entender que tenía su atención. — ¿Puedo ir a visitar a mamá en las vacaciones? —Dijo serio y un poco nervioso.

Gilbert seguía comiendo quería acabar pronto para ir a "su" habitación.

— Ya hablamos de esto, Feliciano. No irás solo hasta allá. Bien sabes que yo ya estoy viejo para hacer viajes tan lejos y Lovino ya tiene planes con su amigo. Lo siento, pero es por seguridad. —El abuelo parecía muy triste por decirle que no podía. Feliciano le sonrió diciendo que estaba bien y que no importaba.

¿Ya tenía planes con un amigo? Recordó al cejas y su "campamento" así que iría con él. ¡No quería ir con él! Tenía que hablar con Lovino. Terminó de comer y se levantó de prisa.

— ¡Lovino, recoge tu plato!

— ¡Ah, sí!

Llevó su plato y vaso hasta el fregadero y ahora sí fue a su habitación. Tenía muchas preguntas pero no sabía por dónde empezar. No podía preguntar algo como: ¿quién eres?

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"¿Irás a un campamento en vacaciones? ¿Quién es la "señora"? ¿No vives con tu madre? ".

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Fueron las tres primeras cosas que se le vinieron a la mente. Era raro preguntar cosas así a alguien que apenas y sabía su nombre. No separó su vista del celular en ningún momento. Lovino ya lo había visto, ¿por qué no le respondía?

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"No te diré ya nada. De seguro para mañana estaremos de vuelta".

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Bueno, ya no podía hacer mucho, esperaba que así fuera. Se acostó en la cama mirando el techo. ¿Esto fue un sueño? Si lo era parecía muy real. Ahora que recordaba, él no le había dicho nada respecto a su familia, bueno, él no tenía secretos.


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Hetalia y todos sus personajes son propiedad de: Hidekaz Himaruya.

¡Volví con más PruMano! Siempre quise hacer un historia con esta temática, sé que es cliché, pero quería hacerla(?) Espero que les haya gustado este capítulo~

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