Llévame
Corrí a todo lo que dieron mis piernas por el bosque. Las ramas de los árboles y arbustos se atravesaban en mi camino, arañándome, pero no me detendrían. No ahora que mi mente se había aclarado. Mi cuerpo ya se sentía sobre exigido y quería parar, pero mi mente no se podía sentir más viva y activa. Desechando el pensamiento de que jamás sería lo suficientemente rápida para alcanzarte, seguí corriendo. Porque sabía que me escucharías ir tras de ti.
Porque sabía que si te detenías, te tendría para siempre.
No me di cuenta de que estaba llorando hasta que te vi. Estabas al otro lado de aquél claro en medio del bosque, dándome la espalda, como siempre. Entonces aquella convicción que tenía se tambaleó un poco en mi cabeza, ¿y si te habías detenido sólo para decirme adiós, para alejarme de ti?
No pude decir nada. Di dos pasos con los puños tan apretados que tenía los nudillos blancos. Ante mi silencio, comenzaste a caminar lejos de mí. Te estabas alejando.
—No me dejes. —Alcancé a decir.
Te detuviste y, por primera vez en ese rato, te diste la vuelta y clavaste tus fríos ojos dorados en mí.
—Por favor —susurré—, no me dejes.
No sabía qué pasaba por tu cabeza, por que no decías nada, sólo me mirabas. Yo era consciente de la situación entre nosotros. Habíamos tenido una serie de encuentros furtivos que, si bien comenzaron como simples casualidades, pronto se fueron repitiendo y no pude evitar los sentimientos que afloraron en mí. Me sacaste de esa oscuridad en la que estaba sumida, de esa tristeza constante que mis sentimientos por Inuyasha me provocaban. Con pocas palabras, me sanaste completamente.
Pero era tu actitud fría la que me confundía. Era imposible vislumbrar tus sentimientos. Sin embargo, cuando estábamos juntos, cuando me tocabas, toda duda se desvanecía. Era un lenguaje que sólo nosotros dos comprendíamos, poder decirnos cosas sin realmente decirlas. Era por eso que ahora estaba frente a ti, por que quería que eso nunca se perdiera.
Caminé decidida hacia ti, deteniéndome a sólo unos centímetros. Nuestras mirabas se fundieron la una en la otra.
—Llévame contigo —supliqué, aunque sonó casi como una exigencia.
—Si te llevo, renunciarás a cosas importantes para ti, humana. —Me dijiste con tu profunda voz ronca.
Hablabas de mis amigos, de mi familia… de Inuyasha. Tenías razón, si me iba contigo no los vería nunca y, por supuesto, aquello me dolía. Sin embargo, la única forma en que podía ser feliz era a tu lado.
—Quiero estar contigo.
Podría jurar que por un segundo, sólo por un segundo, la frialdad de tus ojos desapareció. No sabría decirlo con certeza, ya que una milésima de segundo después, nuestros labios estaban unidos.
Y no hizo falta que lo dijeras, porque en esa especial forma que teníamos de comunicarnos, supe perfectamente lo que me decías con ese beso.
Yo también te amo, Sesshomaru.
Bueno, espero que les haya gustado. Hacía mucho que no escribía nada, pero hoy me he inspirado. Ya estoy continuando con Perdidos y Viviendo En Las Sombras, así que tendrán alguna actualización bastante pronto.
¡Gracias por leer y saludos! :D
