Disclaimer: Nada de lo aquí escrito me pertenece, excepto la idea.

Harry no escucha. Y no es porque no quiera, pero no escucha.

Cuando llega al andén 9 y ¾ con Hermione, Ron y sus hijos, los ve mover sus bocas emocionados y tristes. Les entiende, pero no les escucha.

En quidditch, mientras sigue la snitch dorada con la selección, sabe que la gente anima y aplaude, pero él no presta atención, porque no les escucha.

En parte, lo agradece, no tiene que aguantar los odiosos discursos sobre la guerra del ministro. Además, tampoco tiene que escuchar los gritos de fans histéricos ante su presencia, ni los gritos de la señora Weasley a sus hijos. Nada, solo silencio.

Su única tristeza es no escucharle. A él y su maravillosa voz. No escucharle gemir cuando hacen el amor, ni escucharle reñirle cuando causa algún desastre en la casa por su despiste. Tampoco le escucha cuando tararea en la ducha o cuando protesta contra la antigua y arcaica sociedad mágica. Ni siquiera le escucha cuando le ve llorando por él y por su pérdida de la audición.

Sin embargo, lo que él no sabe es que sí escucha algo en especial. Cuando Draco toca el piano para liberar sus emociones, Harry se sienta cerca para escucharle sin que él se de cuenta. Le observa poner ese gesto de concentración, acariciar con delicadeza las teclas antes de arrancar ningún sonido y por último le oye.

Escucha sus melodías tristes, sus melodías alegres, enfadadas, ... le escucha desahogarse ante su instrumento mientras cree que nadie le oye. Porque Harry está sordo y no hay nadie más en casa.

En silencio, Harry le consigue escuchar y con alegría disfruta de las melodías sin perturbarle, haciéndose "el sordo" mientras sonríe.

Porque solo a Draco es capaz de oír cuando muestra su corazón. Solo a él.