Disclaimer: Bleach y sus personajes le pertencen a Tite Kubo, la historia sí es mía.


Una, dos, tres... había perdido la cuenta después de mil. Había estado llorando toda la noche.

"Las lágrimas son la sangre del alma"

El que haya dicho eso tenía toda la razón, sentía un dolor intenso en el pecho, un dolor desgarrante que la consumía poco a poco.

Angustia, desespero, rabia, impotencia, una bomba de emociones que en cualquier momento iba a estallar, y no podría controlarlo.

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Le habían informado que el hollow había sido destrozado por un débil ataque de Ishida, sin embargo, todos, incluyéndolo, estaban muy malheridos. El 4to escuadrón estaba haciendo todo lo posible para salvarlos, salvar a Renji, a Chad, a Ishida y a... Ichigo.

Sabía que en cualquier momento se derrumbaria, estaba tan preocupada por sus amigos, por él, sentía terror, ya había perdido a Kaien-dono, no quería perder a su novio, no quería perder a Ichigo.

Orihime estaba devastada - no tanto como ella- lloraba desconsoladamente a su lado, incluso Kon estaba mal, estaba callado, no había hablado desde que les habían anunciado el estado de sus amigos.

Luego de 5 eternas horas, les habían anunciado que todos estaban estableces, no podría explicar la felicidad que sintió en ese momento, la dicha de su ser.

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Entró en la habitación en la que se encontraba el shinigami sustituto, estaba mirando un punto en el blanco techo. Trató de cerrar la puerta lo más silenciosamente posible, pero el oji-miel se percató de su presencia, al verla, le dedicó una sonrisa de oreja a oreja. No puedo evitarlo y se lanzó sobre él.

-Idiota, te dije que no fueras.- susurró débilmente antes de comenzar a sollozar nuevamente, la sola idea de perderlo era...

-¡Maldición! ¡Ten cuidado, estúpida, aún estoy herido!- le gritó Kurosaki, haciendo raras muecas de dolor, al percatarse que su novia estaba llorando, sus facciones se suavizaron.

Lentamente la tomó del mentón y la obligó a que lo mirara. Sus ojos rojos e hinchados la delataban.

-Eres una maldita enana llorona, Rukia.- le dijo divertido

- Y tú eres un maldito insensible, yo... creí que no te volvería a ver.- su voz se fue apagando a medida que terminaba de pronunciar aquellas palabras.

- Tu eres una idiota no sé como pudiste pensar que te dejaría. Además, recuerdo haberte dicho que no derramaras más lágrimas por mí, enana.

- Yo puedo llorar cuando quiera, estúpido.- le dió una bofetada, estaba furiosa.

¡Era el colmo! Ella se preocupaba por él y aún así...

-También te amo, deforme.- le dijo mientras comenzaba a reírse.

Sonrío.

-Te amo más, fresita-kun.- usó el tono empalagoso que Ichigo tanto odiaba

-¡Hey!- reclamó haciendo un divertido mohín.

Sus miradas se encontraron y comenzaron a carcajearse. Sus rostros se acercaron lentamente y se besaron tiernamente. Se recostó sobre su pecho y lo abrazó suavemente, luego de unos minutos, ambos se durmieron, juntos, abrazados, con ese simple gesto profesándose todo el amor que se sentían.


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