Hola, gracias por leerme. Espero les guste mi nueva historia. Aclaro que Naruto ni ninguno de sus personajes me pertenece y son de Masashi Kishimoto.

Gracias :)


Algo más

Al segundo sonido de la alarma decidí finalmente levantarme de la cama. 04:00 a.m.

Probablemente se preguntarán, ¿Quién diablos se levanta a esa hora?

Sí, esa soy yo. Sakura Haruno

Me acerqué a la cocina lentamente y preparé avena cocida, al principio no me gustaba comer eso, pero a lo largo del tiempo no sé si me había acostumbrado a su sabor o ya no me importaba, probablemente ambas.

Cuarenta minutos de cardio y una fría ducha fue lo que terminó de despertarme. Ajusté un vestido blanco en mi cuerpo y me coloqué unos zapatos de tacón alto. 06:00 a.m.

El tráfico era mínimo, por eso llegaba siempre temprano al trabajo para evitar la congestión de las siete.

-Sakura, Sakura- ¿me escuchas?- Hinata me miraba algo preocupada.

Sonreí con la confianza necesaria para que me creyera. Hinata era una de mis compañeras de trabajo, la que mejor me caía a decir verdad, era tranquila y siempre estaba pendiente de poder ayudar a los demás. Toda una dulzura.

-Te decía que Naruto trajo unos nuevos documentos para editar- la nota de preocupación desapareció de su voz- puedes escoger el que quieras.

Ambas éramos editoras en una prestigiosa cadena de editoriales, así que siempre estábamos llenas de solicitudes de escritores nuevos o manuscritos de aquellos con los que habíamos trabajado previamente.

-Vale- dije tomando uno al azar- me quedaré con éste.

Ella asintió, tomó otro y dejó los restantes en la papelera de pendientes. Ambas somos bastantes organizadas, así que el trabajo se lleva con armonía y sin problemas.

A la hora del almuerzo Naruto aparece, él es un excelente fotógrafo que ayuda a la empresa de vez en cuando y novio de Hinata. Son una verdadera ternura de pareja, desbordan paz y felicidad. Tanto es así, que mi pequeña Sakura romántica siente envidia de ellos.

Mi Sakura cínica me hace salir de lugar antes de que corazones imaginarios desborden el lugar con la presencia de ese par, voy al restaurant y me sirven mi pechuga asada con ensalada de siempre. Abro el libro de Katzenbach que comencé el lunes por la noche y no me detengo ni cuando el mesero trae mi orden ni tampoco cuando éste se va con su propina.

Soy una cliente frecuente desde hace dos años cuando me mudé a la gran ciudad, he estado ahí tantas veces que siempre tengo la misma mesa a la hora del almuerzo, el mismo plato de comida y la misma estación de radio de fondo. Desde hace mucho tiempo se acostumbraron a no interrumpirme con conversaciones triviales o vacías y esa era una de las cosas que apreciaba del lugar.

Regresé de vuelta a la oficina y continué leyendo el escrito que había escogido, era una historia romántica acerca de dos mejores amigos, donde el chico se había enamorado de ella pero ella al parecer tenía sus ojos puestos en el hermano de él.

Continué leyendo el resto de la tarde hasta que me levanté por mi bebida regular de té helado con limón y regresé a mi puesto.

A las siete en punto salí del trabajo y regresé a casa, tomé mi té caliente, leí un poco de Katzenbach, mi copa de vino en la bañera y finalmente mi sueño reparador.

¿Crees que soy aburrida? No me importa lo que creas.

04:00 a.m. Apago la alarma al segundo sonido, sí, es mi rutina, nunca lo apago al primero.

Cocino mi avena, cuarenta minutos de cardio y mi ducha fría. Lista para el trabajo de nuevo. Poco tráfico, temprano de nuevo.

Hinata a su llegada me saluda con una gran sonrisa y le respondo igual, cuando recién nos conocimos preguntaba las razones por las que llegaba tan temprano pero con el tiempo se había acostumbrado.

-¿Planes para esta noche?- pregunta Hinata cuando me ve escribiendo en el teléfono.

-Lo de siempre- respondo- me encontraré con una amiga en un bar- ¿y tú?

-Cena con Naruto, hoy cumplimos cuatro años.

-Eso es genial- la felicito sinceramente.

Nunca he estado en una relación que durara tanto, mi listón no pasaba de los seis meses en realidad, pero era bueno saber de parejas como Naruto y Hinata que podían pasar tanto tiempo juntos sin aburrirse.

Mi padre había dejado a mi mamá un poco antes de que ella supiera que me esperaba, pero mi madre no creía en segundas oportunidades, así que nunca lo buscó y solo se marchó a la ciudad vecina para crearme sola. Sus respuestas a lo largo de mi curiosidad adolescente siempre habían sido bastante puntuales, ella lo había amado demasiado, él le había roto el corazón, ella había desistido de amor para siempre.

Así que yo crecí rodeada de libros porque mamá pasaba mucho tiempo trabajando para darme lo mejor y yo no planeaba romper su corazón también. Sí, yo era la clase de chica colegial y universitaria aburrida que nunca había probado droga en su vida, que no salía a fiestas, que no amanecía en la cama de ningún chico, la de promedios sobresalientes y la que si moría cualquier día de esos, nadie echaría de menos su pérdida.

¿Te estoy dando algo de pena? No la sientas, las cosas son justo como las deseo. Mi vida pacífica es perfecta para mí, no necesito nada más que eso.

O eso es lo que creía.

Estaba en el bar de siempre con mi bebida de siempre, Ino estaba retrasada con 20 minutos, como siempre.

Ino era la única amiga que había hecho en la universidad, había sido mi compañera asignada de habitación y era lo que los chicos deseaban en una mujer, era alta, con piernas largas, cutis perfecto y un largo y sensual cabello rubio. Ella es el alma de las fiestas, siempre fue así, no podía entrar a ningún sitio sin que todos notaran realmente su presencia.

¿Qué por qué es mi amiga? Digamos que ella también es de esas amigas que aman hacer amigos aunque tú evites que eso suceda, ella realmente tiene poder en los demás. Después de semanas enteras en que solo esperaba que fingiera ignorar mi existencia ella realmente se dedicaba a comenzar conversaciones o preguntar por mi vida. Siempre intentó hacer mi vida más divertida, pero yo siempre creía que con lo que me contaba de la de ella era suficiente para mí.

Ahora, muchos años después, aún nos encontrábamos una vez al mes en un club en el que habíamos quedado nunca perder contacto cuando la universidad terminó.

Treinta minutos tardes, esto era demasiado incluso para ella, pero supongo que podía extender su límite.

-¿Por qué tan triste?- dijo la voz de un hombre sentándose a mi lado.

Era alto, probablemente un metro ochenta y cinco, quizás un poco más. Su piel era blanca, pero no pálida como para comparar con algún personaje de Crepúsculo. Su cabello era negro, pero sus ojos lo eran aún más, realmente profundos, como si fuera un pozo donde caer. Diablos, tanta literatura me estaba haciendo daño.

-¿Te molesta?- la Sakura cínica había dado su saludo- creo que merezco pasar mi bebida en total silencio.

-No me digas, ésta me la sé- dijo riendo, mostrándome su blanca dentadura- ¿esperando a una amiga que está tardando más de la cuenta?

Había dado en el clavo pero no planeaba decírselo.

-Creo que no es de tu incumbencia- bebí de mi ron.

-He adivinado- me volvió a mostrar sus blancos dientes.

-¿Te doy un premio por ello?- dije con dureza, el hombre era guapo pero yo estaba esperando a Ino y no me interesaba entablar conversación con él esta noche, ninguna noche en realidad.

-Una respuesta honesta- pidió.

-Hay decenas de mujeres aquí- dije señalando con mi bebida a la pista de baile- anda, muéstrale esa sonrisa tuya a alguien más.

-Pero te quiero a ti- respondió aún con la sonrisa en su cara.

-¿Y lo que yo quiero? -Alcé mi ceja.

-Pongámoslo así- dijo tomando del ron que el camarero había puesto a su lado- me pagas esa pregunta y yo te respondo una acerca de mí. No molestaré más, prometido.

El mensaje de Ino llegó en ese momento, estaba realmente apenada de no poder ir y me pidió encarecidamente que cambiáramos nuestra cita para el fin de semana entrante.

-No estoy de humor para preguntas- dije levantándome pero él tomó mi brazo suavemente.

-¿Por favor?- me dedicó esa sonrisa de venta comercial de pasta de diente y dentífrico de nuevo.

Tenía dos opciones: Ir a casa, servir mi copa de vino mientras me daba mi baño de burbujas, leer a Katzenbatch y dormir o quedarme aquí con un completo desconocido y entablar alguna estúpida conversación. La respuesta era bastante clara para mí.

-Tengo cosas importantes que hacer- dije poniendo un billete en la mesa para el camarero.

-Está bien, está bien- dijo tomando suavemente mi hombro de vuelta- no haré preguntas personales y no tendrás que preguntar nada de mí. Pero entonces, déjame hacer una proposición.

Separé mi brazo de su mano y asentí, esperando que dijera lo que sea que necesitaba proponer e irme a casa pronto.

-Déjame hacerte feliz