¡Hola! Tenemos tiempo que la vida no nos saluda. Ya saben, el trabajo, la facultad, falta de ideas e inspiración. Pero ya llegó algo nuevo que presumir, asdasdasd este universo alterno que nació de mi cacabroh para poder escribirlo.
¡Sin más que decirlo se los dejo! No sin antes dejar unas cuantas advertencias:
Advertencia: Los personajes no me pertenecen, sus derechos de Autor son de sus respectivos dueños y creadores. Fic hecho sin fines de lucro para solo complaciencia personal del fandom y mi cacabroh. Este es un universo alterno dónde Miguel es un maestro de Danza y Hiro como su alumno pendejo. Cambio de edades para más comidad y una bonita BROTP que nace con Karmi. Quizá un poco de OC y muchas mallas apretadas, viva Miguel en mallas apretadas.
¡Sin más que dejar les dejo para disfrutar!
Mallas apretadas
Hiro Hamada sentìa que en su vida pasado debió ser algún asesino serial, algún genocida en plena guerra mundial o simplemente algún tirano que provocó la muerte de su pueblo. Lo que sea que haya sido, debió ser la suficiente condena para poder llevarlo a su otro vida, para poder sufrir en carne propia el poder del castigo celestial a este grado de su vida.
Se preguntaba si dios existía, y si era así, seguramente le agarró alguna especie de gusto culposo por verlo así, con el orgullo triturado y sus manos temblando del coraje venenoso que mataba la paciencia de su cuerpo.
Apretó sus labios frustrados e intentó aguantar un jadeo cuàndo su pierna sintiò el elástico apretarle alrededor del muslo. Hiro uso de toda su fuerza de voluntad para no agarrar su mochila e irse corriendo, dejando a su amiga sola.
—Admite que se ten ven lindas.
—Cállate Karmi.— escupió en contra de ella, entrecerrando los ojos y observando a la pared de enfrente, qué, detrás de ella, se encontraba la culpable del resentimiento guardado en él.
Porque por el momento solo había una persona sospechosa de todos los cargos de su rencor y odio.
Y esa era la morena.
Escuchó la risa Karmi a lo lejos, el sonido suave de esa carcajada prepotente mientras ella salia de la puerta del vestidor y la cerraba en lo que él terminaba de subirse las mallas y lo que restaba de su prenda. Hiro miró a sus pantalones abandonados y tirados lejos de su mochila, jamás había sentido tanta añoranza por un objeto.
¿Esto era lo que llamaban la melancolía del genio? De ser así, ya no quería sufrirla, regresenle su pantalón y quitenle ésto.
Hiro al final, decidió darse por la valentía que tenía y salió a arrostrar a su presunta culpable, la observó con rabia y frustración. Otra risa de Karmi, pero más traviesa, el genio no necesitaba saber que Karmi ahora sacaba más que su botella de agua, podía escuchar el click de la cámara, su celular se había vuelto su cómplice de este atroz crimen.
Mierda, en serio, en su vida pasado debió ser alguien absolutamente cruel y despiadado.
—Te odio maldita sea —Hiro golpeò uno de los casilleros frustrados y Karmi siguiò con esa sonrisa felina en lo que él se descargaba.
—Yo no haría eso —le recomendó al escuchar la patada de Hiro contra una de las bancas de metal del vestidor —, tendrás que pagarle a los dueños por lo que dañes —le advirtió y Hiro paró, ahora la idea de vaciar su billetera por una rabieta no era tan tentadora.
El Hamada miró mejor su escenario a su alrededor, los casilleros, las mochilas esparcidas, las ropas desarregladas y las risas afuera del estudio. Maldijo a Karmi millones de veces en ese sentimiento que enervaba en sus entrañas.
Observó su propia mochila con tristeza, con su ropa desarreglada, y sus libros universitarios. Luego miró sus propias prendas puestas y en serio supo que no estaba bien.
Era un genio científico, no un artista empedernido.
¡Diablos Karmi!
—Una apuesta es una apuesta —ella se defendiò, vigilando la puerta del vestidor para que no entrarà alguna alma desafortunada y viera a su amigo en estas condiciones. Karmi era desgraciada, pero no tanto.
Solo gustaba de hacer sufrir a Hiro, pero solo un poquito.
—Aún así te odio —bufó, moviendo la holgada sudadera de un lado a otro para agitarla con ambas manos y quitarse esa incomoda sensación de parecer un vagabundo — Detestó esta condición más que nada en la vida.
La risa de Karmi era tan fastidiosa como la de cualquier supervillano, es más Karmi debería audicionar para ser compañero de alguno, ¡tanta maldad no podia ser explicarse!
—¡Odio esta apuesta Karmi! —gritó desesperado, quería regresar a casa, encerrarse con Baymax y volver a sus proyectos universitarios.
—Un trato es un trato —ella masculló, levantando el dedo con elegancia — Harís lo que yo quisiera —le recordó, deleitándose con el berrinche de Hiro mientras pisoteaba con fuerza el suelo —Bien, este es mi deseo, acompáñame a mis clases de danza, Hiro.
Hiro no necesito saber más porque su propio orgullo lo impulso hasta acá. En sus entrañas, los vestigios de su inminente discusión con Karmi llegaron. El y ella elevando el tono, un problema impuesto por un profesor, el orgulloso Hamada sin ceder y la segura Karmi llevándole lo contraria, una muy animada Honey actuando como mediadora y al final, dos apuestas por escrito en donde el perdedor haría lo que hiciera el ganador.
Lo que Hiro no sabía, es que Karmi ya llevaba la respuesta por que había visto este tema con anterioridad.
Casi se le cae la mandibula cuando el profesor se declino hacia su morena compañera, dandole la razòn.
Ahora estaban aquì, en el estudio de Danza despuès de sus clases, Hiro con una maleta extra donde tenia ropa ligera y una de las mallas de Tadashi, como dato extra, se adueño de ellas sin tener el previo consentimiento de su hermano para su uso y explotación.
Muchos le decían robar, él le llama préstamo involuntario de hermanos.
¡No podian culparlo! ¡Esto era culpa de Karmi!
—¡De haber sabido que tú tenías la respuesta a ese problema jamás la hubiera aceptado en primer lugar!
Recordar esto le trajo escalofríos a su vida. Al día siguiente de la apuesta conclusa, Karmi vino con una sonrisa grande y fastidiosa, le pasó una dirección desde su celular y antes de que Hiro pudiera replicar, le recordó la apuesta, su orgullo de hombre que estaba en juego y, que también, debía llevar mallas para las clases.
Grata fue su sorpresa al asimilar que tipo de mallas hablaba Karmi al reconocer la dirección de su celular.
—Perdiste por prepotente y confiado, Hamada. —hablò Karmi a lo que Hiro le gruñò — Ahora, me acompañaràs a mi clase de danza, veràs que seràn muy divertidas —le recordò ella animada, de solo pensar en Hiro tropezandos varias veces para poder seguir el ritmo, ah, que bella es la vida.
—¿Y LAS MALLAS? —gimió Hiro, poniendo una mueca desagradable y sus manos fueron a la licra negra, estirandolas desesperado al paso que abría más las piernas. Sentìa tan sofocante y caluroso de su cintura para abajo.
¡Maldita sea!
—Son obligatorias en la danza —ella le respondiò, sin dejar de echarle una vistazo al refunfuñón Hamada.
Otra carcajada se le escurriò y Hiro la detectò a tiempo para soltar su malla estirada y apuntandola acusadoramente en el acto.
—¡Eso es mentira! —protestó indignado, todavía estirando la licra con la otra que no señalaba a la castaña — Quiero hablarle a mi megabot para destruya este adefesio de la humanidad —sonriò ante la idea de su invento haciendo trizas esta maldita prenda.
Luego se arrepintiò de pensar en Tadashi cobràndole èstas.
—¿Te harás para atrás? —ella colocó las manos en la cadera muy ofendida, Hiro le tomaría la importancia que se debía si no fuera porqué parecía una jarra de agua gigante, más con los colores de su atuendo —Eso no es de hombres, Hiro —acusó.
Hiro no quiso decir que lo último señaló su orgullo. Karmi tenía razón, un Hamada tiene que cumplir su palabra. Hay tenía un Tadashi moral recordándole la importancia de cumplir la promesa a sus amigos, por mas ridículos que sean los caprichosos de su dueña.
—Como sea —le restó importancia, y calló mentalmente al Tadashi angelical y moral — acabemos esta estúpida clase, entre más rápido vayamos, mas rápido termina y mas rápido podré quitarme estas cosas.
Karmi por fin decidió darle un vistazo a esas mallas de tono negro que envolvían las piernas de su amigo, llevó una mano a su boca para evitar que su risa se escuchará fuerte. Entendida porqué tanto descontento de su amigo hacia éstas. Las piernas de Hiro se veían muy graciosas así, se preguntaba si su profesor Marco le regalaría algún apodo o un indicio de burla. Esperaba que si.
—Yo siento que se te ven divinas, Hiro.
—¡ESTA MALDITA COSA ES COMO UNA SERPIENTE! —las apuntó de nuevo como si éstas le quemarán a fuego lento —¡ME COME LA PIERNA!
Volvió a jadear. Karmi rodò los ojos por las expresiones tan exageradas que estaba soltando el Hamada. Iba a protestar algún comentario directo, no de ser por la interrupción innecesaria de un tercero ajeno al problema.
—¡Karmi!
Hiro saltó a lado de su amiga, sin contener un grito con el corazón bajado hasta su estómago, Karmi rodó los ojos por lo asustadizo que era. Ella saludó y Hiro decidió imitar la acción de ella con el mismo movimiento, ahí es dónde se da cuenta que a quién le está ofreciendo su cordial gesto.
Lo primero que Hiro pensó es que este tipo era guapo, se veía bien, musculoso y que diablos, ¿no se sentía incomodo con esas mallas? El Hamada ahora entrecerraba los ojos en dirección a él, mirándole con sospecha como si el no tuviera la misma sensación sofocante en sus pelotas, ¿sera inmune? ¿acaso todos los que practican danza desarrollan una especie de inmunidad a la incomodidad?
Karmi, a su lado, no tenía las mismas disputas mentales que el Hamada. Puesto que ella le mostró una dulce sonrisa a su maestro, atrapó a Hiro con una mano, y de un jalón lo tiró para que estuviera a su lado, Hiro apenas y recuperó el equilibrio por eso, pero maldijo a su amiga con ternura en el proceso.
—¡Hola profesor Miguel!—saludó animada y ese tono dulce que a Hiro hace querer vomitar —Mire, este es mi amigo Hiro —le presentó, Hiro se sintió un poco avergonzado por la mirada cafè que se pasaba en él y perdió la capacidad del habla —Se unirá a la clase por una semanas, ¿no es genial?
El guapo chico, que al parecer era denominado con el nombre de Miguel, le observò, primero a èl, con la ceja arqueada y luego lo demás, dandole una sonrisa genuina.
—Así que eres nuevo, ¿eh? —Hiro quiso responderle con sarcasmo de que por supuesto que no —Parecen que las mallas no te van —concluyó.
—En serio profesor, me sorprende su capacidad de deducción —le respondió, una sonrisa inquietante y altanera le surcó el rostro —¿Como lo supo? ¿Por su capacidad de leer mentes? ¿O mi dolor emocional palpable en mi rostro?
Miguel se rió por la sarta de ponzoña que soltaba el Hamada.
—Te estaré esperando en las clases, Hiro. —le comentó, despidiéndose de Karmi que estaba igual de feliz.
Luego, caminó de regreso entre los pasillos hacia la puerta del salón principal, no obstante, antes de entrar se detiene abruptamente.
—Por cierto, las mallas se ten ven bien, flaquito —comentó casual, Hiro se sintió avergonzado por la palabra lindo en una oracion dirigida hacia èl.
Volteò a Karmi que estaba igual de confundida que él.
—¿Flaco? —preguntó, esperando una respuesta afirmativa.
—Se nos hace tarde, Hiro —pero no obtuvo una que le fuera convincente.
Hamada descubrió después que su Karma a su vida pasada estaba empeorando.
—Bien Hiro, ¿cuál es tu nombre completo?
Hiro tuvo que aprender un par de cosas por Karmi antes de iniciar clases. La primera, que el guapo profesor, era su profesor de danza oficial de Karmi y él, que al parecer, era mexicano, alegre, divertido y gustaba de bailar y tocar música, además de poseer un buen cuerpo por todo el ejercicio físico (No entendía muy bien para que usar el ultimo pedazo de información). La segunda, que él tenía un mejor amigo que se llamaba Marco, que era juguetón, pesado y gustaba de hacerle bromas, que igual vendría siendo su maestro, y al parecer también poseía las mismas capacidades físicas de Miguel (insistía en que no entendía para que le servía ésta información) Y, la tercera, que ahora parecían que habían adquirido un gusto preciso por humillarlo a él.
Ya que se encontraban los cuatro encerrados en un salón privado del estudio, sobre el piso de madera y la música sin todavía sonar. Hiro se preguntaba a que se debía todo ésto, Karmi sonreía, el profesor guapo también sonreía y el otro imbécil igual. Esto no era un buen presagio.
Karmi sonriendo, Miguel igual y Marco mostrándole un gesto altanero mientras cruzaba los brazos, los tres observándole de pies a cabeza dejaban en él una duda impregnaba en la cabeza que se disfrazaba de indiferencia.
Hiro empezaba a sentirse incomodo por la atenciòn no requerida.
—Mi nombre es Hiro, Hiro Hamada. —contestò no muy seguro.
Karmi a su lado lo golpeò con el codo, cosa que el correspondió e iba a empezar una riña de lesiones físicas de no ser por la interrupción de Marco.
—¿Es tu primera vez aquì en el estudio pollo? —preguntò alguien, no era el guapo profesor, era diferente.
Marco, creo que asi le llamaba Karmi.
Hiro se cruzò de brazos por el rapido apodo de confianza que le habìan dado. Miró de nuevo la puerta y el salón sólo habitado por ellos tres.
—Sì, algo asì.
Decidió darle la mitad de la verdad. Puesto que, ya había venido varias veces al estudio, pero solo por afuera a recoger a su hermano Tadashi, Hiro no pasaba de la puerta y solo saludaba a Tadashi cuando salía con sus amigos. Jamas le interesó ver más allá de la puerta de vidrio.
Claro, hasta que Karmi apuestas locas quiso obligarlo a entrar de lleno al oficio.
Aunque, tenia que admitir que el estudio es muy bonito, era elegante y el suelo de madera con el abanico de fondo se sentía muy fresco el ambiente, así no sentía el calor sofocante de las mallas comiéndole la pierna. Le hacia ver un poco sofisticado y decente.
—¿Has practicado algo de danza? —el que le preguntó, fue el tal Miguel, quién le había dicho flaco.
—No. —Pues Hiro aun tenia presente las multiples veces en que habia rechazado a su hermano cuando lo invitaba a bailar el Ballroom de Honey o su danza moderna.
No, Hiro no tenia la habilidad de ellos, él era como un simio con patines. Muy poca coordinación y equilibrio.
—¿Amigos? —tanteo Miguel —¿Hermanos?
—Mi amiga Karmi ...—Hiro apuntò a la femina que saludó a los otros dos —y mi hermano Tadashi practican aquí.
—¡Wow! —exclamò el castaño, llamando la atenciòn a Hiro — ¿Tadashi es tu hermano? —preguntó, el azabache asintió —Me encanta su estilo de baile, esperemos que tú tengas las misma flexibilidad que él —le expresó animado.
—En realidad creo que no soy tan bueno...—bajó un poco de su orgullo y decidió confesarlo.
Miguel no pareció sorprendido.
—Bien, empecemos con calentamiento entonces.
El novato asintió mientras se le inyectaba un pensamiento suave en su mente, ¿que tan mal podría terminar?
Hiro se arrepintió toda su vida de haber tenido mala condición física o haberse negado a los entrenamientos de Tadashi aunque solo fueran temporales.
FUE UN TOTAL INFIERNO, desde la perspectiva de los estiramientos que creo que le rompieron sus ligaduras hasta el hecho de pensar que le fracturaron las piernas o la espalda. Aún se quejaba mientras Karmi ponía presión obligando a sus manos a tocar la punta de sus pies.
Ahora el Hamada jadeaba mientras su espalda gemia del dolor al tratar de alcanzar el la punta de sus pies y un poco más. Escuchaba las quejas de Karmi de que era demasiado rigido, pero el no podia pensar mas allá que no sea levantarse y reclamarle a ella.
Al final, esa hora paso rapido, entre parloteos, los consejos de sus profesores y una Karmi muy frustrada por no hacer sus ejercicios correctamente por ayudarle a él. Hiro tuvo que aguantarse sus sermones de la mala condición física.
—Bien —escuchò a lo lejos y Karmi dejo de hacer presion a su espalda, lo que le permitió respirar y a sus pulmones recuperar su orden natural — Eso sería todo para finalizar. —agregó el profesor Marco, consecuencia del que Hamada rodarálos ojos —Recuerden practicar los ejercicios en casa.
Por supuesto que no lo harìa, ESTOS EJERCICIOS ERAN TORTURAS.
Karmi se levantó de su lugar, estiró un poco los músculos y vio a su rigido amigo que no podía levantarse. De inmediato, la morena recordó sus primeros días en la academia y casi siente lastima por Hiro de pensar que el pasaría con el dolor en sus piernas por lo menos a una semana.
Y dice casi, porque en realidad no lo siente.
—¿Te encuentras bien Hiro? —preguntó por educación. Seguía enojada con él porque por su culpa perdió minutos de clases.
Este, aun orgulloso, intenta parecer fuerte frente a ella.
—Excelente Karmi, me encuentro de maravilla. —hablò con sarcasmo y veneno — Es glorioso sentir como se me fracturan las piernas mientras las engullen unas mallas apretadas. —se burlò de nuevo, Karmi negò, pero Hiro, por estar agachado no vio a los demàs integrantes fijos en él —Definitivamente una de las sensaciones que quería probar en mi loca juventud, Tadashi se sentirá orgulloso de ésto.
—¿Tadashi sabe que tomaste su ropa? —preguntò ella curiosa por ese dato del que ya no hablaron en los vestidores.
—Digamos que será de las cosas que le falten en su cajón una vez llegué a casa. —le contestò èl, mientras se levantaba, batallò un poco por el equilibrio, pero el decidiò echarle la culpa a ese equipo de tortura de la era medieval, o sea las telas apretadas del demonio — En serio, detesto estas mallas, son muy incómodas, ¿cómo le haces para aguantarlas? —le pregunto para que ella le pasará la formula de su éxito —¡Es solo una hora de entrenamiento y siento que ya he sudado bastante! —pues el calor de los ejercicios hacia efecto y el Hamada sentía gotas de sudor resbalando de su frente y costado de la cabeza.
—Practica. Te acostumbrarás a medidas que pasen las semanas.
—Si, pero ...—Hiro comenzó, siguiendo su idea de reprocharle hasta que los engranajes dieron sus vueltas completas y las conecto a las advertencia de Karmi — ¿qué? ¡¿SEMANAS?! —ella asintió y Hiro se palmeó la frente con horror —¿ESTAS LOCA? ¡ME NIEGO A VOLVER A VENIR EN ESTO! ¡No usaré las mallas apretadas nunca más! —le indicò —¡Se ven ridículos todos en ellas!
—Así son las condiciones de las clases, Hiro. —le respondio ella, aguantando la risa —Te acostumbras después de tu primera semana. —
—¡Pero esta cosa parece un agujero negro! —volviò a reclamar, Karmi quiere decirle reina del drama por tanta exageración — ¡Succiona mi pierna!
—Te acostumbrarás luego de que pase una semana. —le volviò a recordar.
—Sí, pero esto parece de princesa, no es muy masculino usar ...
—Hiro...
—¿Los profes están atrás de mì? ¿Verdad?
La expresiòn de Karmi era incomoda, pero asintió, Hiro no necesitaba saber mas para ver esa advertencia en sus ojos. El sintió un suspiro derrotado y otro escalofrío pasarle cuando los ojos de tono amarillo de su profesor marco le devoraron con cierta altanería.
—Bueno, eso sería todo, pollo. —la voz de Marco le dio otra dosis de desconfianza al Hamada, quien se puso a lado de Karmi — Espero que hayas disfrutado de tu primera clase. Para ser tu primera vez, estuvo muy bien. Los pollos no saben bailar.
Hiro iba a responder con un pozoñoso comentario en su favor de no ser por la magia de la distracción que le atrajo la atención a otro punto.
—¿Pollo? —preguntò curioso.
—Deberìas solucionar tu problema de piernas flacas —le recomendò con esa sonrisa gatuna — con estas mallas se te ven exageradas tus piernas de pollo, pollo. —se burlò.
—¡Mi nombre es Hiro Hamada! —reclamò — ¡Y no tengo piernas de pollo! —despues se defendio a el y sus largas piernas.
Hiro tuvo un tick en el ojo, Karmi y Marco empezaron a carcajearse. Miguel sonriò apenado.
—Y por cierto, no eran necesarias las mallas en esta clase.
Notas finales.
Asdasda la verdad me moria de ganas para escribir este AU. Terminará como una serie de One-shots cortos que irán desarollandose en headcanon, algo así como el Hiro Fanboy para que no tenga pierdo.
Espero que la Cacabroh lo haya disfrutado como yo de escribirlo.
Y espero que ustedes también les agrade la idea de Hiro y Miguel en mallas.
