Harry Potter y la Sociedad de los Muertos Vivientes
Sumario: Draco Malfoy es secuestrado por una sociedad totalmente desconocida por el mundo muggle y el mágico también. Ahora se le ha dado otra oportunidad de vivir cumpliendo una nueva misión¿sabrá el Slytherin aprovecharla? NO SLASH
Aclaración: Los personajes no son míos, por supuesto. Pertenecen a J. K. Rowling, de lo contrario, cualquiera de nosotros hubiera modificado la historia a su parecer.
Dedicación: dedicado a Seirius por su apoyo incondicional. Debo decirte que maravillaste mis sentidos y mi corazón con tus palabras sinceras y firmes desde el primer momento. Muchísimas gracias por todo y tus recomendaciones. Éste fic va dedicado a ti, y sólo espero que te guste. Mil besos y abrazos.
A leer...
Capítulo 1: "¿Secuestro o rescate?"
Severus Snape estaba enfadado, muy enfadado. Y por qué no decirlo, también asustado. Aunque nunca lo admitiría frente a nadie que no sea un buen legeremántico.
Claro que cualquiera que lo viera de frente sólo notaría una inconfundible expresión de furia mezcla con impasibilidad.
Acababa de matar a uno de los más grandes magos de la historia, y de seguro ya estarían buscándole bajo el cargo de asesinato. Diablos, pero eso no era todo.
Arrastraba consigo al heredero de una de las familia más antiguas del mundo mágico y que, con el acostumbrado porte aristocrático y la belleza infalible, por generaciones habían formado parte de los seguidores del lado oscuro, más específicamente del Señor Oscuro.
Apellidado Malfoy, el joven que llevaba en sus manos estaba pasando por un momento crítico. Su figura, antes altiva y esbelta, ahora se cernía algo encorvada y nerviosa. Incontrolables temblores involuntarios guiaban su cuerpo a través de las espesas masas de arbustos y árboles frondosos. Aquel chico estaba más histérico que él mismo.
A pesar de ser su ahijado, estaba un tanto arrepentido porque acababa de poner las manos en el fuego por él, pero ya no volvería a tener esa osadía. Ya no.
Ahora, ambas vidas corrían peligro, y él más que nadie sabia qué les esperaba allí afuera.
La muerte nos acecha,... puedo sentirlo.
Un escalofrío recorrió su cuerpo al recibir como respuesta cruel de la naturaleza, una brisa fresca que hizo ondular los bordes de su túnica negra.
Draco por su parte no dejaba de lanzar miradas nerviosas y angustiadas en todas direcciones. Arrastrado sin consideración por su padrino, hasta que el siniestro hombre desistió en su cuidado. Dejó entonces que el joven se atrasara algunos cuantos pasos, pero no los suficientes como para perderlo de vista. De todos modos, Draco estaba alerta.
Recorría el paisaje con la mirada de punta a punta, esperando ver algo fuera de lo normal. Pero aquel paraje no parecía albergar nada peligroso, pues veía con claridad que unos metros más adelante el resto de los Mortífagos que encabezaban la fila, se abrían paso con total confianza entre la oscuridad.
Confianza ciega, pensó Draco.
La tranquilidad y el paso constante con el que el grupo avanzaba, sólo lograba que sus nervios fueran en aumento. Su cuerpo sufría una rara mezcla de temperaturas o sensaciones. Los temblores seguían, y no sólo eso. También sudaba, las manos y las axilas. Aún así podía sentir el frío helado de la noche colarse por entre los pliegues de su túnica. Se cubrió más con la capucha, intentando aplacar el frío que amenazaba con helarle los pulmones y dejarlo sin oídos. Oía de pronto el atroz silbido del viento a lo lejos, ráfagas fuertes que al momento siguiente llegaron allí, junto a él. La capucha cayó hacia atrás, presa de los vientos helados. Naturaleza despiadada que no ayudaba en nada.
Siguió con pasos pausados y forzosos. El lodo retenía sus zapatos con facilidad, lo que lo hacía más vulnerable a caer. Cada tanto trastabillaba y para no tocar el suelo con la cara, lo hacía con las manos, en busca de equilibrio alguno.
Un par de metros atrás no se había aferrado bien, y sus dedos resbalaron por el suelo embarrado. Terminó de rodillas, exhausto, y adolorido. Si no fuera porque su padrino lo había jalado por la túnica casi hasta ahorcarlo para que se levantara de una buena vez y continuara el camino, él hubiera permanecido más tiempo allí sentado.
Pero el camino era largo. Debían llegar a pequeño Hangleton. Él sabía que iban allí, a la Mansión Riddle, actual guarida del Lord.
Sumido en sus cavilaciones estaba cuando de repente un leve destello a lo lejos llamó su atención. Se detuvo al instante y giró bruscamente su cabeza, hacia la izquierda.
No vio nada.
Lentamente retomó su camino. Estaba quedándose rezagado, y Severus lo regañaría. Pero qué más daba, si luego moriría; desobedecer una simple orden no era comparación alguna contra lo que más tarde recibiría.
Pero la inquietud no se hizo esperar. Un escalofrío renovado y vigoroso recorrió su espina dorsal otra vez. No había sido su imaginación, estaba seguro. Acababa de advertir otro destello fugaz, pero ésta vez lo sintió tan fuerte que lo hizo estremecer.
¿Qué era aquello? Snape lo llamó desde más adelante. Él asintió sin mucha energía, mirando por el rabillo del ojo el lugar. Otra vez por la izquierda había sido, eso significaba que allí estaba el causante. Pero debía ser algo vivo, pues estaba moviéndose con ellos. Y eso hacía que Draco estuviera más nervioso, si se podía.
Otro llamado de Snape, y éste se acercó con pasos decididos hacia él. Pero en el momento en que el hombre se le acercaba, dos destellos desde el lado oeste se dieron a conocer. Cuando el hombre se le acercó Draco lo miró aterrado, era un mudo pedido de auxilio que el otro ignoró. ¿Qué demonios era aquello que brillaba en la oscuridad¿Acaso eran perseguidos por alguna criatura desde el Bosque Prohibido? Ante la idea, volvió a temblar.
Snape lo tomó nuevamente por la túnica y tiró de él para que se apurara. Oyó los murmullos apagados que provenían de los labios de su ex profesor, seguramente blasfemias, pero no podía concentrarse en ellas, no estaba realmente escuchándolo. Su atención estaba en aquello dos repentinos puntitos brillosos a lo lejos, entre los arbustos. Pero el hombre cetrino no parecía notarlos, y eso lo hacía aterrar más.
Siguió inspeccionándolos en silencio, y con horror descubrió que un movimiento rápido y sincronizado los desterraba de su brillo característico y al momento siguiente, volvían a brillar.
Un parpadeo.
Volvió a temblar con más ímpetu. ¡Aquellos eran dos ojos y lo miraban fijamente a él!
Estaba a punto de gritar, de alertar a Severus y a los demás, de decirles que algo los perseguía desde hacía metros atrás, de...
Fue suficiente el que el hombre volviera a dejarlo unos cuantos pasos por detrás, para que en un breve descuido de Draco con los ojos fijos en el rocoso camino, no viera lo que a su sombra se acercaba.
No atinó a hacer nada que no fuera abrir los ojos desmesuradamente por la sorpresa y empezar a agitar las manos frenéticamente en un torpe intento de liberarse de aquello que lo mantenía apresado. Sólo supo que alguien lo había tomado por la cintura, rodeándolo con un brazo, mientras una mano que tampoco lograba ver lo silenciaba por la boca.
Al momento siguiente, el brazo que rodeaba su estrecha cintura se elevó hasta donde él pudiera verlo, y la mano perteneciente a ese brazo tapó sus ojos también.
Oscuridad y nada más que oscuridad. Pudo sentir su respiración agitada, su corazón paralizado y después un silencio mortal.
Draco Malfoy se había desvanecido en manos de un desconocido.
N.A.: Bien, espero les haya gustado a todos, en especial a ti, Seirius. Cuídense.
Besitos... marcia.
