CACHORRO DE LEÓN:
DISCLAIMER: Toda la obra de canción de hielo y fuego pertenece a GRRM yo solo experimento.
AVISO: se suponía que este fic participaba en el reto 57 "Bastardía" del foro "Alas Negras Palabras Negras" pero por problemas de conexión no llegue a tiempo, de todas maneras lo subo. );
La entrañas deslizándose a través de sus manos, la sangre empapando sus dedos, las cuencas vacías y aterradas del gato cuyos maullidos de dolor y desesperación y trapiques de su cuerpo iban desapareciendo poco a poco hasta que solo perduraba un silencio sepulcral y un cuerpo inerte sulfurante de la misma sustancia viscosa y escarlata que empapaba su jubón.
Estaba mal, lo sabía. Ese no era un acto propio en los niños de su edad, pero él no era un niño, ni el venado coronado de su padre, él era un león. El león dorado de los Lannister, y no necesitaba ninguna pesada y molesta corona en la cabeza para demostrarlo. Ya portaba unos ligeros y suaves rizos dorados para coronarle.
Era un león. No un gatito miedoso como el débil de Tommen, un pequeño gatito asustado, rodeado de más gatos a los que ronronear y al que le gustaba jugar con las rosas sin tener ni idea de como sus espinas arañaban la piel.
No. Él era el león, el rey de la selva por derecho propio y si alguien se atrevía a desafiarle lo despedazaría con sus zarpas largas y afiladas. Le arrancaría la cabeza con sus colmillos de un solo mordisco y nadie nunca más se atrevería a replicar al gran rey de la selva. Nadie.
El resto de las bestias eran inferiores a él. Lobos con su camada, serpientes con su veneno, rosas con sus espinas e incluso el venado con su corona, eran inferiores a él. El león aplastaría a las rosas y serpientes por igual de un solo zarpazo, y no tardaría mucho en devorar tanto al lobo como el venado. Eran las presas y si alguna bestia tonta se interponía en su camino no tardarían mucho en probar el beso del acero afilado de las garras y colmillos del león dorado.
Y ese gato era la prueba de lo que el pequeño cachorro de león era capaz de hacer con sus enemigos: Con los Stark, los Martell, Tyrell e incluso con su padre.
Ese venado fofo y gordo, borracho y tonto, rodeado de cazadores preparados para la cacería, que no se daba cuenta de lo cerca que estaba de convertirse en la presa, de ser cazado.
Y se sentía seguro. Sabía que hiciese lo que hiciese, pasara lo que pasara mama leona siempre estaría allí para protegerle. No importaba lo malo que fuese, que mama leona nunca abandonaría a sus cachorros. Nunca.
Se sentía omnipotente.
Se sentía como un rey con el cuerpo ajado del pequeño Ser. Pelusa en sus manos infantiles. El olor de la sangre le excitaba, disfrutaba del tacto viscoso y escurridizo de los intestinos, pero lo que más le gustaba era la mirada de horror en las cuencas vacías de lo que antes había sido un gato y ya no era más que un juguete. Un juguete roto.
Pero poco le valió al pobre cachorro sus garras y colmillos cuando su pieza fue barrida del tablero, tan solo para desgarrarse la garganta mientras la muerte se lo llevaba. Y ahora su madre llora el recuerdo de su querido cachorro, un pequeño león al que le gustaba jugar al juego de tronos, pero del que ahora solo queda un juguete. Un juguete roto.
Y mientras rosas, serpientes, venados y lobos perduran en el tablero de ese juego que los leones creían dominar, pero al que parece que solo el pequeño e indefenso sinsonte sabe jugar.
