Hola! Soy Mitsuki-Wing y aquí vengo con mi trigésima (ya 30!? O.o) historia! Y es la tercera que hago de Naruto!

La verdad es que hace mucho que no escribo en general (falta de tiempo libre para escribir, y la vida real en general XD), y mucho menos de Naruto. Mis anteriores fics de este fandom fueron "Los chicos del orfanato", y su continuación, "Los jóvenes del orfanato". Cuando acabé este último (parece que fue ayer a pesar del tiempo que ha pasado XD), comenté que tenía ideas para un posible nuevo fic para este fandom, y aquí está. En realidad, eran como un montón de ideas sueltas, y no sé cómo quedará, pero era algo que quería escribir :)

Es un long-fic, que se centra en los tipos de amor: amor fraternal, amor parental, amor romántico, amor de amistad, pero yo diría que, sobre todo, en el amor como obsesión, para bien o para mal *risa malvada* XD

No sé cómo de largo será (si a alguien le interesa que lo continúe, claro jajaja), pero no creo que mucho, aunque no me atrevo a afirmar nada dado que luego todo se me tiende a alargar jajaja

Para los que ya me conocen en este fandom por mis dos anteriores fics, ¡nos volvemos a ver! Y para los que no, ¡encantada de conoceros!^^

Espero que le den una oportunidad a mí y a mí historia.

Y sin más dilación, dentro el primer capi!

Disfruten leyendo!^^

**..**

NUESTRA FAMILIA

Capítulo I: Preludio. Todo comenzó en un día de tormenta.

La conocí en un día de tormenta.

Más allá de las ventanas, en el exterior, diluviaba sin remisión; gotas de lluvia chocando contra los cristales. El cielo estaba oscurecido, a pesar de la temprana hora, por lo que apenas entraba luz en la estancia. De vez en cuando, tronaba a lo lejos, haciendo que me preguntara si la tormenta aún duraría horas.

No podía importarme menos la lluvia. Pero no a ella.

Parecía tan pequeña, ahí encogida, medio oculta tras papá y mamá, llevándose las manos a los oídos cada vez que se escuchaba un relámpago. Y cuando no, me pregunté si, aparte de la tormenta, tenía miedo de nosotros.

Yo era incapaz de dejar de mirarla, ahí frente a mí, con cuerpo tembloroso y ojos brillantes, protegida por mis padres. Sin necesidad de mirarle, sabía que mi hermano mayor estaba sonriendo, en un intento de apaciguar a la niña.

-Vamos, vamos-dijo entonces mi madre, mirando a la niña; hoy tenía bastante buen aspecto, a pesar del mal día que hacía-No hay que temer, mi niña. ¿Ves a esos dos chicos tan guapos? A partir de ahora, van a ser tus hermanos. Mira, el mayor, es Itachi. Y el pequeño, Sasuke.

Itachi amplió la sonrisa. Yo fruncí el ceño.

-¿Por qué no te acercas a saludarles?-habló mi padre-Vamos, ve y preséntate.

Tenía un nudo en el estómago. No sabía exactamente qué era. Pero sí sabía que papá y mamá, especialmente papá, nunca me habían hablado con esa suavidad, con esa adoración. Y aquella niña, seguía siendo una extraña. Entonces, ¿por qué…?

Con pasos titubeantes, la niña soltó la falda de mi madre y salió de detrás de ella. Era tan…distinta a nosotros. No podía evitar pensar que, por mucho que mis padres me quisieran hacer pensar lo contrario, ella no encajaría aquí.

Dio unos pasos al frente, hacia nosotros.

Llevaba una venda alrededor del brazo derecho.

Se irguió un poco antes de hablar. Pude ver que teníamos más o menos la misma altura.

-S-soy…-empezó a decir-Soy Sakura…-hizo una pausa. Miró hacia atrás, hacia mis padres, como buscando algún tipo de respuesta o aprobación por su parte-Tengo…tengo ocho años. A partir de hoy, seré parte de la familia Uchiha. Es…un placer conoceros. ¡Espero que nos llevemos bien!-alzó la voz, demasiado aguda, en sus últimas palabras, a la vez que hacía una reverencia demasiado exagerada.

Seguía temblando, como si estuviera fuera, empapándose bajo la lluvia.

Ninguno de los dos dijo nada.

Entonces Itachi acortó la distancia que le separaba de ella y la hizo alzar la cabeza. La sonrisa no abandonó el rostro de Itachi. El siempre comprensivo y amable Itachi.

-Bienvenida, Sakura. Me encantará tener una hermanita pequeña.

Ante aquellas palabras, los ojos de la niña parecieron brillar. Volvió a mirar hacia atrás, hacia mis padres, que sonreían y asentían con la cabeza.

Volvió a girar la cabeza y miró fijamente a Itachi.

-¡Gracias!-exclamó, sonriendo de oreja a oreja.

Lo supe en ese instante. En el momento en que sonrió como si fuera la persona más feliz del mundo, mientras mi hermano le acariciaba la cabeza, en gesto de cariño, mientras mis padres se acercaban a ellos, y sonreían también. Sonreían los cuatro. Y yo aún no me había movido de mi sitio.

Sí, lo supe en ese instante. Ella, una extraña a la que apenas conocíamos, ya tenía todo lo que quería en cuanto puso los pies en esta casa.

Por eso la odié.

*.*.*

Todo lo que la rodeaba era un misterio. Todo lo que la rodeaban eran mentiras.

Con el tiempo, según iba creciendo y siendo más consciente de las cosas a mi alrededor y de entender y poder buscar esa información, fui desgranando gran parte de ellas, pero no todas, estaba seguro.

No se llamaba Sakura. Cuando mis padres fueron al orfanato, en busca de una niña que adoptar, y la eligieron a ella entre todas las demás, no tenía nombre. Al parecer, la encontraron no hace mucho vagando por las calles, totalmente desorientada, desnutrida, herida y sin recuerdos previos. Aun a pesar de que para cuando mis padres la conocieron ya había estado bien atendida por el orfanato que la acogió, estaba casi seguro de que debía haber niñas más bonitas, más sonrientes, más agradecidas que ella. No sé si fue por pena o qué hizo para convencerles, pero el caso es que mis padres la eligieron a ella, aun a pesar de que nadie sabía mucho sobre ella. No tenía nombre, y los del orfanato, que debían llamarla de algún modo para dirigirse a la pobre niña, optaron por ponerle Sakura, por su color de pelo, rosa. Simple y llanamente.

No tenía ocho años. Bueno, en realidad, no sabía si eso era verdad. Nadie podía saberlo. No recordaba su nombre, mucho menos iba a recordar cuántos años tenía. Pero por su complexión, sus conocimientos, mis padres vieron que no distaba mucho de mi propia edad, y casi como si se estuvieran riendo de mí, decidieron que la niña tuviera ocho años, igual que yo. Quizás pensaron que así todo sería más fácil.

A fin de cuentas, después de Itachi, sé que mis padres siempre quisieron una niña, especialmente mamá, pero nací yo en su lugar. Por eso, en cierto sentido, no me extrañó cuando nos vinieron a Itachi y a mí con la proposición…no, más bien, con las noticias, ya que ya lo habían decidido y nadie podía contradecirles, de que planeaban adoptar a una niña, ampliar la familia Uchiha.

Era idea de mamá, estaba seguro. Y dado los problemas de salud de mamá, crecientes a cada año que pasaba, papá nunca le negaba nada. Tampoco es como si hubiera muchos problemas al respecto. Si bien no éramos ninguna eminencia, la familia Uchiha era dueña de varias sucursales, por lo que en un primer momento no tenían problemas de liquidez de dinero. Lo demostraba la gran casa que habitaban cada vez que se mudaban, el tratamiento médico de mamá, la educación que pagaban a sus hijos en las escuelas, y ahora, criar un niño más, con todos los gastos que pudieran derivar de ello, sin contar con los dos niños que ya tenían.

Una cosa que me molestaba mucho y que aun a día de hoy sigo sin saber es el origen de la cicatriz que recorre su brazo derecho. Dice que no sabe cómo se hizo una herida tal, y a tan temprana edad, como para que le dejara cicatriz. Al principio, no quería hablar de ello. Escondía la cicatriz siempre bajo la ropa. Se mostraba incómoda, igual que todo lo relacionado a un posible pasado que no recuerda y del que nadie sabe nada. Es como si quisiera empezar de cero, y eso, al menos, no podía negárselo, dada la situación. Con el tiempo, dejó de importarle dado que nadie de casa volvía a preguntar por el tema, y cuando hacía calor, llevaba manga corta o tirantes sin ningún tipo de complejo.

Hasta que empezó el curso escolar.

Los niños son curiosos, egoístas, demandantes, y crueles.

-Ey, ¿qué te pasó en el brazo?

-Ugh… Parece doloroso.

-¿Cómo te lo hiciste? ¿Fue al caerte de la bici o algo? Yo una vez me caí y…

-¡No seas tonto! ¿Cómo se va a hacer una cicatriz tan grande y fea por caerse de la bici?

-¿Puedo tocarla? ¿No? Venga, va, déjame…

-Oye, no será contagioso ni nada, ¿no?

-¡Claro que no! ¿…Verdad? ¡No es como si tuviera una enfermedad!

-Ah, ¡qué asco! Tiene un tacto muy raro…

El primer día de colegio de aquel curso escolar, me llevaron al despacho del director. Mi padre, que acudió a la llamada del colegio, se mostró muy consternado.

-Esto no es propio de ti, Sasuke-el gesto severo de su rostro me dolía, más que las manos-¿Qué ha pasado?

-Ha agredido a un par de compañeros de clase, señor Uchiha. Y en esta institución no toleramos ninguna clase de violencia.

-No habría pegado a nadie si esos idiotas hubieran dejado a Sakura en paz-mascullé entre dientes, mientras tiraba de los trocitos de piel que se me habían desprendido de los nudillos. Dolían

Después, muchas disculpas por parte de mi padre. Me obligó a disculparme también. Muchos "No volverá a ocurrir". Puede que incluso una pequeña donación monetaria al centro escolar. Me daba igual.

Al salir del despacho, ella estaba allí. Se la veía preocupada. Se acercó a mí, con paso titubeante.

-…Gracias. Por…ayudarme. Y…lo siento.

Desvié la mirada.

-…Hmp.

El dolor de los puños desapareció.

Desde ese día, ella siempre llevó cubierta su cicatriz, con lo que fuera. Y tras la conmoción inicial, los niños empezaron a querer jugar con nosotros. A fin de cuentas, son niños. Son muy volubles. Siempre es preferible jugar.

Desde ese día, ella se apegó más a mí. Tal vez le daba seguridad. O no. Daba igual. Por mucho que quisiera alejarla de mí, por mucho que la gritara, que la hablara mal, ella se encogía, algo intimidada, se mostraba dolida, pero aun así, seguía queriendo estar a mi lado y jugar conmigo.

No la entendía.

Ella siempre prefirió a Itachi, lo cual era perfectamente comprensible.

Era amable con ella. Paciente. Jugaba con ella. La concedía sus caprichos. La ayudaba con sus deberes. La sonreía. La quería.

Sin embargo, dado que Itachi era unos cuantos años mayor que nosotros, empezó a pasar más tiempo haciendo deberes más difíciles que los nuestros. A pasar más tiempo con sus amigos del colegio, con las actividades extraescolares. Empezó a alejarse. Y ella, como si de un cachorrillo abandonado se tratara, volvía a intentar acercarse a mí. Pero yo la echaba a un lado.

-Sasuke, tienes que ser más amable con tu hermana.

Dirigí la vista a mis zapatos.

-Pero no quiero jugar con ella.

-Sasuke…-voz amenazadora.

-…Está bien. Solo un rato.

Por poco que fuera… Por poca atención que cualquiera le diera, yo incluido, ella se mostraba profundamente agradecida, como si no pudiéramos haberle dado mayor regalo. En aquellas ocasiones, era cuando mostraba una sonrisa deslumbrante.

Al principio, ella se mostraba tímida. Muy tímida. No pedía nada, como si le diera miedo hacerlo. Pasaba tiempo sola. Apenas hablaba. Siempre con gesto serio o decaído. Pero con el tiempo, se fue abriendo a la familia Uchiha. Papá y mamá la bañaban en amor, así que era imposible que fuera de otra manera. Hasta Itachi pasaba más tiempo con ella que conmigo.

Por eso, la mayor parte del tiempo, los celos me cegaban y prefería no tenerla cerca. Era lo mejor.

En el colegio era difícil evitarla, dado que, no sé cómo (no me extrañaría que mis padres tuvieran algo que ver al respecto), acabábamos siempre en la misma clase. Pero también había otras personas con las que ella podía pasar más tiempo.

Yo tampoco tenía mucho interés en hacer amigos. Ya que, cuando menos me quisiera dar cuenta, nos estábamos mudando otra vez y cambiando de colegio nuevamente, debido al estado de salud de mamá, empeorando poco a poco, cambios de tratamientos, hospitalizaciones, haciendo que fuéramos de ciudad en ciudad, de hospital en hospital.

Al principio, ella sufría mucho cada vez que tenía que despedirse de los amigos que acababa de hacer en el colegio. Luego, después de tantas mudanzas, es algo que había asimilado. Como yo. Que las personas que conocía allí, los amigos que hacía, eran algo pasajero, con lo que pasar un rato agradable. Pero un rato que termina por acabarse.

Sin embargo, hay algo que siempre permanecería inmutable. La familia. Nuestra familia.

Yo soy una constante en su vida, y como tal, ella quiere estar cerca. Pero yo soy incapaz de tenerla cerca sin hablarle malhumorado o echarla a un lado con una excusa u otra. No me importa estar solo, pero para ella, estar sola parece casi un dolor físico. De niña lloraba por eso. Según crecía, me preguntaba si seguía haciéndolo, pero esta vez sin que nadie la viera.

Hoy también había tormenta.

Había amanecido nublado. Olía a lluvia antes incluso de que empezara a llover, a mediodía. Había una luz tenue constante en el exterior. Pero la tormenta en sí empezó por la tarde, cayendo una tromba de agua que hacía que se anegaran los parterres del jardín que rodeaba nuestra casa. Hoy no podría ir a esconderme al jardín en caso de que ella quisiera jugar conmigo.

Pero no la vi en todo el día, solo en las comidas, y aun entonces, apenas comía.

Mamá se desvelaba por ella, pero ella se empeñaba en decir que no pasaba nada.

-Estoy bien. Solo…no tengo hambre. Tengo el estómago…un poco revuelto.

Aun por la noche, seguía lloviendo con fuerza. Escuchaba las gotas chocar, furiosas, contra la ventana de mi habitación, aun sin verlo, tumbado en mi cama, con la luz apagada, intentando conciliar el sueño.

No me asustaba la tormenta, aun a pesar del estruendo de los rayos, pero sin duda, el ruido me era muy molesto para intentar dormir.

Entonces, en un momento dado, escuché un ruido distinto a la lluvia. Como un crujido de madera, en mitad de la oscuridad.

De un rápido movimiento, me senté en la cama, con el corazón acelerado, temiendo que la causa del ruido fuera algún monstruo, que se había colado en mi habitación desde debajo de mi cama.

Pero no tardé en dar con el origen del ruido.

Era ella, con la mano en el pomo de la puerta, con un pie fuera y otro dentro de mi habitación.

-L-lo siento-se apresuró a decir, en un susurro, dada la hora que era-No quería asustarte…

-¡N-no me has asustado!-repliqué, avergonzado y molesto-Ya no soy un niño-mentí, porque sí que lo era.

Intenté calmarme, mientras esperaba a que dijera algo, pero no lo hizo. Se quedó allí plantada, en el quicio de la puerta.

-¿Y bien? ¿Qué quieres?-dije, demandante, como siempre, con un tono demasiado duro para ella.

Una parte de mí creía saberlo, pero no quería admitirlo, porque, ¿qué implicaba eso?

-Mm… Yo…-un trueno apagó sus palabras, y cuando pasó, no volvió a hablar. Temblaba.

Apreté los dientes con fuerza. Por inercia, las palabras "Vete de aquí" estuvieron a punto de salir de mi boca, pero, aun a pesar de la escasa iluminación, podía ver el miedo, un miedo irracional poblando su cara, estremeciendo su cuerpo.

Me recordó tanto al día que la conocí…

Allí, en una noche tormentosa, con el miedo en el cuerpo, aun a pesar de nuestra extraña relación, ella había venido a .

No a mamá y papá. No a Itachi.

Mi parte más racional quiso decirme que quizás era porque mi habitación era la que estaba más cerca de la de ella. Y aun así…

-… ¿Te da miedo la tormenta?-pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

Ella asintió con la cabeza.

¿Y qué quería que hiciera? No es como si pudiera hacer que parara de llover…

-… ¿No puedes dormir?-insistí, tal vez esperando que ella diera media vuelta, cerrara la puerta, y fuera a buscar a Itachi. Dudaba que fuera a la habitación de papá y mamá, dado lo mal que solían dormir dada la situación de mamá. Pero eso, en parte, no me gustaba.

Negó con la cabeza.

Suspiré.

-…Vale. Puedes dormir conmigo.

Titubeó un instante.

-Venga, antes de que cambie de opinión.

Apresuradamente, entró en mi cuarto, cerró la puerta y se acercó a la cama. Hice hueco y levanté las sábanas para que pudiera meterse en el lado de la cama más alejado de la ventana.

La cama no era especialmente grande, pero los dos éramos pequeños. Como éramos casi de la misma estatura, diría que ella es un poquito (pero no mucho, eh) más alta que yo, nuestros pies se tocaban a la misma altura. Los tenía fríos, quizás de andar descalza por el pasillo.

Se pegó a mí. Notaba el calor que desprendía su cuerpo. Casi diría que podía olerla a esta distancia. Era…sofocante.

Iba a decirla que se apartara, que había cama de sobra para que durmiéramos sin estar tan pegados el uno al otro, pero entonces, ella habló.

-Gracias-no fue más que un susurro; no lo habría oído de no estar tan cerca-Gracias, Sasuke.

Tenía sentimientos contradictorios respecto a ella. Como siempre. Desde que la conocí.

Me giré y la di la espalda.

-Solo duérmete de una vez, miedica.

Escuché que hacía un sonido. Creo que fue un sollozo. Me pudo la culpa. Me giré. Pero no estaba llorando, estaba riendo.

-¿Qué? ¿Qué tiene tanta gracia?-exigí saber, avergonzado una vez más, sin saber por qué.

-Nada-contestó-Buenas noches, Sasuke.

Volví a darme la vuelta, dándole la espalda.

-Buenas noches… Sakura.

Sus pequeñas manos se agarraron en la parte de arriba de mi pijama. Cada vez que había un trueno, tiraba ligeramente más de la tela, y hundía la cabeza en mi nuca. Sentía un ligero hormigueo y hasta diría que cosquillas, pero fui incapaz de decirla que me soltara y dejara de hacerlo. Y cuando, no mucho después, escuché otro trueno, y no noté que tirara de mi pijama, supe que se había dormido. Notaba su respiración relajada y constante contra mi nuca. Hacía que se me pusieran los pelos de punta.

Me giré ligeramente para mirar por encima de mi hombro. Parecía dormir apaciblemente. Volví a girarme.

Aun a pesar del calor, del enredo de piernas, del cosquilleo en la nuca, de la tormenta más allá de la ventana de mi habitación, no tardé en quedarme dormido.

La siguiente noche que hubo tormenta, ella volvió a aparecer frente a mi puerta, y yo volví a levantar las sábanas de mi cama para ella.

Y así, aun cuando nuestra relación no era la mejor, porque yo no ponía de mi parte en que mejorara, y aun con el paso de los años, cada noche de tormenta, Sakura dormiría bajo el mismo enredo de sábanas que yo.

Ella, una extraña a la cual mis padres me obligaban a llamar hermana. Ella, con un nombre ajeno, una edad prestada, una cicatriz recorriéndole un brazo, y una sonrisa radiante, hambrienta de cariño.

Seguro que había niñas más bonitas, más sonrientes, más agradecidas que ella en el orfanato. Pero con el paso de los años, no podía evitar pensar que no podía haber alguien más bonita, sonriente y agradecida que ella. Y aun así, me veía incapaz de quererla como mis padres y mi hermano me pedían y ellos hacían.

Porque tenía envidia. Celos de ella. Porque creía que no era nada más que una usurpadora.

Porque ella tenía todo cuanto quería… Y ella era todo cuanto quería.

Quizás no la odiaba lo suficiente si me terminé enamorando de ella.

*.*.*

XX/YY/ZZ

(Querido diario)

Yume me ha regalado este cuaderno en blanco. Dice que es un diario. La pregunté que para qué iba a querer yo un diario. Dice que es para escribir mi día a día, o todo lo que se me pase por la cabeza.

(Me da pereza.) Yume dice que el diario me ayudará, así que por eso he empezado a escribir en él.

Aunque Yume solo tiene siete, y solo es un año mayor que yo, realmente actúa como una hermana mayor. Es genial. Siempre juega conmigo y siempre le gustan los dibujos que hago. ¡Incluso me dejó la caja de lápices de colores que la regalaran papá y mamá en su último cumpleaños!

Dice que le gusta mucho el dibujo de caracol que hice ayer. Se lo regalé. Le gustó todavía más.

Papá y mamá han vuelto a discutir. Gritan mucho.

Yume dice que no me preocupe. Se quedó conmigo en mi cuarto, y dibujamos juntos. Trajo a escondidas galletas de chocolate de la cocina para merendar, porque mamá se había olvidado de la merienda.

Las galletas estaban muy ricas. Yume terminó con la cara llena de chocolate. Yo también. Reímos.

Mi hermana Yume es la mejor. Y yo soy el hermano pequeño más feliz del mundo.

**..**

Espero que les haya gustado! Dejen sus reviews para que sepa su opinión!

Bien, este primer capítulo digamos que es más bien como un prólogo, así que supongo que no dice mucho de la trama, pero como suelo decir en mis fics, hay que fijarse en los detalles *guiño, guiño* XD

Narra Sasuke! Madre mía, hacía muchísimo que no escribía algo en primera persona. Espero que haya quedado bien :P También tengo pensado que narre Sakura, así que, en realidad, la historia transcurriría desde el punto de vista de ambos. Sin contar con la persona del diario…

Por si no se ha entendido, XX/YY/ZZ hace referencia a una fecha. No quería poner ninguna fecha concreta, ya que las entradas en el diario no tienen por qué ir en orden (aunque evidentemente ésta es la primera entrada del diario), por lo que he optado por esto ;)

Y, en las entradas de diario, lo que está (entre paréntesis) hace referencia a algo escrito, pero que ha sido tachado, algo que había escrito esa persona pero que ha querido quitarlo. Es que en el archivo Word podía tacharlo, pero al subir el documento a Fanfiction, no me salía tachado y no he sido capaz de ponerlo de otra forma :(

Soy débil ante el SasuSaku, por lo que quería volver a escribir sobre ellos XD Y cómo no, me encanta el romance y el drama, mucho drama, así que eso es lo que va a haber en este fic, avisados quedan jajajajaja XD

Si les ha picado la curiosidad y quieren saber más, ya saben, háganmelo saber en los comentarios! ;)

Muchas gracias por leer y comentar! Espero que nos veamos en el próximo capítulo!

Bye~!^^