Capítulo 1: La invasión

Corrían tiempos de paz en la Tierra, la batalla contra los dioses del Olimpo había llegado a su fin. Sin embargo, aún seguían entrenando gente en el santuario.

Yo era uno de esos niños, sin familia ni hogar desde mi nacimiento, robando y huyendo para sobrevivir desde que tenía memoria, había sido acogido dentro del Santuario y puesto a las órdenes del ejército de Atena. No había tenido elección alguna, puesto que mis opciones eran intentar escapar o unirme, lo cual significaba comidas diarias.

El mundo era consciente de la existencia de los santos de Atena, por lo que lo que pertenecer a sus filas representaba un honor y símbolo de status, grandes cantidades de dinero habían ingresado al Santuario así como también un gran número de reclutas, en mi interior no entendía como alguien podía elegir esa vida, teniendo la posibilidad de otra, el entrenamiento era riguroso y a diario nos hablaban del cosmos, algo que ni siquiera la mayoría de los instructores dominaban.

Con el tiempo había empezado a dominar el combate cuerpo a cuerpo y logrado pasar a un grupo avanzado, allí teníamos un nuevo maestro. Se trataba de un caballero con una armadura anaranjada, con apariencia de león. Mi primer día con ellos me invitó a atacarlo, lo cual hice queriendo demostrar mi poder, pero me encontré con una gran energía emanando de su cuerpo, un poder tan abrumador que me hizo bajar el puño y caer de rodillas. Ese día aprendí realmente que era el cosmos.

-¡Vamos corre!- escuché gritar a mi compañero.

Escapábamos entre las ruinas de Roma, la gran capital italiana ahora era un conjunto de escombros humeantes.

Los soldados enemigos nos perseguían, habíamos acabado con varios de ellos pero nos superaban en número. Agotados y heridos seguimos nuestro camino, pelear no era una opción para nosotros, aquella situación, corriendo, escapando, sobreviviendo un día más me recordaba mi niñez, y me hacía preguntarme qué había pasado con mis compañeros del santuario.

Ni siquiera los doce santos dorados habían podido parar la invasión, me preguntaba cuántos de ellos estaban vivos, luego de El Desafío siete habían perdido la vida.

Luego de aquella batalla, todos los soldados habíamos sido citados para el combate, el cual duró poco, el enemigo estaba organizado y al parecer sabía dónde atacar, con tan solo cinco caballeros dorados de nuestro lado no hubo forma de detener a los doce caballeros sagrados rivales, ni a las unidades que comandaban.

Seguíamos corriendo, evitando las batallas. Nuestro refugio había sido destruido y nos dirigíamos al próximo, solo nosotros dos quedábamos vivos. Había un gran descampado en nuestro camino, decidimos avanzar, pues no teníamos otra alternativa.

De pronto una figura oscureció el cielo, cayendo una figura frente a nosotros. Se sintió un gran cosmos emanando de esa persona. Poseía una armadura color celeste, con una granja que cruzaba desde su cuello hasta el fin de la armadura color naranja. Su casco asemejaba la forma de la cabeza de un dragón y los brazos y piernas de la armadura acababan en llamas anaranjadas.

-¿Q…Quién eres?- dijo mi compañero.

-Soy Jiao, El séptimo dragón a las órdenes del caballero sagrado de Dragón- respondió dando un paso adelante, mientras nosotros retrocedíamos lo propio.

Su cosmos comenzó a elevarse,formándose una aura marrón a su alrededor que dio vida a una figura incorporea detrás de él. No había escapatoria.