-¿Que… que estaba haciendo?- Me cuestiono mientras observo a mi alrededor, me encuentro en la galería de arte, pero no logro recordar algo que siento que es muy importante.

Al girarme lo veo, es un gran cuadro, su nombre es "Mundo…", pero una de las palabras no logro leerla, siento que ya la he oído, pero no puedo recordarlo, está en la punta de mi lengua junto a varias imágenes borrosas.

Desorientada me dirijo hacia donde mis pies me llevan mientras observo desinteresadamente las obras que se exponen, todas me parecen extremadamente familiares, pero no recuerdo haberlas visto más de una vez en mi vida.

Sin darme cuenta he llegado frente a una gran escultura, es una muy familiar rosa roja, irremediablemente me pierdo en sus pétalos y en una sensación que me carcome el pecho de que necesito protegerla como a mi propia vida, pero no le encuentro sentido ni a mis propios sentimientos. Intentando desviar mi atención es que lo veo, es un hombre que no estoy segura de clasificar como tal, tal vez sería mejor decir que es un joven un poco… ¿cómo se diría?... ¿afeminado tal vez? No puedo evitar darme una reprimenda, es de muy mala educación definir de esa manera a las personas, aún más si no las conoces.

Me acerco a él y le cuestiono que es lo que ve y mientras escucho su respuesta siento que un sentimiento muy familiar y cálido se esparce por mi pecho, siento que si fuera necesario le entregaría mi vida de ser necesario pero, ¿de dónde viene este sentimiento?

Estoy tan perdida que apenas me doy cuenta de que te estas yendo, deseo detenerte pero no hace falta, parece que hay algo en tu bolsillo que te impide continuar con tu camino. Es un pañuelo, pero no cualquiera, sino que es el mío, aquel que mi madre me dio en mi cumpleaños y que tanto me ha pedido que cuide. Te noto sorprendido cuando te he contestado a tu pregunta, la verdad es que ni yo misma recuerdo porque te lo he dado, ni cuándo.

Esto comienza a marearme, pero las imágenes que tan borrosas se encontraban en mi mente comienzan a tener más nitidez y esos recuerdos que había perdido vuelven a mi memoria. Todo está claro ahora, cada uno de estos sentimientos cobran sentido y me obligan a verte. Tu estas igual, eso es obvio, me vez como si nos conociéramos de toda la vida.

-Ib… eres… ¿eres tú?- No puedo evitar que me embargue la felicidad y correr en tu encuentro, sin meditarlo demasiado me precipito hacia ti mientras las lágrimas recorren mis mejillas.- Ib…- Escucho que mi nombre escapa de tus labios mientras tus manos se aferran a mi cuerpo, no puedo ser más feliz, por fin te recuerdo, y tú a mí.