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Lentamente la veo caminar a toda prisa hacia su escondite, sus 6 pequeñas patitas se mueven a una velocidad impresionante. Sus antenas sabes dónde está su refugio, saben dónde se encuentra su hogar, su familia, saben dónde están las demás hormigas. "Trabajan de sol a sol" pienso, mientras observo a la pequeña hormiga entrar en el agujero, "justo como lo hacemos nosotros…"
-¡Hey! ¡Ya va a ser hora de que vayas a vender ésos huevos!—Dice Delia, mi hermana, sacándome de mi transe de observación de hormigas –Son más pocos ésta semana, espero que podamos conseguir algo de dinero—Me entrega la canasta con huevos de gallina.
-Seguro podremos cambiarlos por un buen flete de res—Respondo algo optimista. –Después de todo, mamá quiere que cenemos rico hoy…- Ambas sonreímos.
Salgo del gallinero cerrando por fuera la puerta. Delia hace un movimiento extraño, me arroja algo y como reflejo lo atrapo. Es delgado y brillante, un hermoso brazalete hecho de hilo azulado con una pequeña piedra verde pasto amarrada en el medio. Me vuelvo hacia con algo se asombro, un brazalete tan lindo no lo encuentras en los mercados del distrito 10.
-¡Feliz cumpleaños!—Esboza una media sonrisa, tan cálida y tranquila como siempre.
Me queda a la perfección, es como si lo hubieran hecho a mi medida. Tal vez Delia lo hizo con sus propias manos pero aún así es difícil de creer que haya conseguido tan hermosa piedrecilla verde.
El mercado es el mismo de siempre, la mayoría de la gente que tiene animales en sus casas que puedan producir lo suficiente como para cubrir la cuota de producto para el capitolio y tener un poco de sobra para venderlo y mantener a su familia está en éste lugar. La carne es lo principal del mercado del distrito, ya que nuestro distrito es el centro de ganadería de Panem. Res, puerco y pollo es lo esencial, mi familia produce huevo y carne de pollo de nuestras gallinas y vengo cada semana al mercado a ganarles un poco de dinero y poder darles de comer a mi hermana y mis padres. A veces no vendemos ni un solo huevo y tenemos que comerlos nosotros, es lo que ha pasado los últimos meses a causa de la crisis y del aumento de la cuota de producto.
-Noelia, ¿qué nos traes hoy? ¿Huevos de nuevo?—Pregunta el viejo Sam de la tienda de vegetales. Él es el único del distrito que nos provee de vegetales, no me imagino qué seríamos todos aquí sin sus vegetales. A veces no están en muy buen estado, pero todos necesitamos verduras en nuestra dieta de vez en cuando.
-Si, me gustaría intercambiarlos por algunos tomates— Saco dos de la canasta y el riendo me ofrece dos pequeños tomates.
Una vez intercambiados los escasos huevos sólo consigo un par de pequeños tomates, un puñado de manteca de puerco y un jugoso filete de res, a mamá le encantará ya que me dijo que celebraríamos con un banquete en mi honor esta noche y aunque no me emocione mucho cumplir 17 años no le haré mala cara al estofado que mamá hace con la carne de res, además de el hecho de tener un nuevo brazalete de alguna manera me da un poco de felicidad. No todos podemos darnos el lujo de accesorios costosos a menos que tengas relación con la familia del alcalde y sus hijos.
De camino a casa al lado del sendero paso por la pequeña casa de los Corwin. Veo a Camelia tejiendo alguna prenda con esmero, sus rizos desordenados me dicen que lleva trabajando en ella por horas. Decido pasar a saludarla ya que los Corwin son muy amigos de nuestra familia desde que Camelia y yo éramos muy pequeñas.
-Tu madre te dejó a cargo del taller de nuevo, ¿no?—Digo recargándome en su pequeña cerca. Camelia descubre una sonrisa de pena al oír mi voz.
-Algún día el taller será mío, debo aprender para que el distrito no se quede desnudo—Dice levantando la mirada hacia mí. La señora Corwin es la única costurera de los alrededores, aunque no gana mucho confeccionando ropa y cosiendo pantalones, Camelia tendría la razón: todas las personas del distrito estarían desnudas sin ella.
Siento un poco de pena por ésta familia, por mi amiga Camelia. Hace aproximadamente 8 años el padre de su familia murió en un accidente en los campos de ganado, él era el pilar y sustento y cuando se fue la madre tuvo que hacer su mejor esfuerzo para sacar a los niños adelante; Y además de eso, hace algunos años el hijo mayor de la familia fue tomado por el capitolio al ser elegido en la cosecha para los juegos muriendo cruelmente a través de televisión nacional. La madre se deprimió desde entonces enfermándose cada par de meses dejando el taller de costura a Camelia y mandando a Danniel a los campos de ganado desde que cumplió los 18 para poder ganar algo de comida para mantenerse con vida, aún así admiro demasiado que mi amiga sea tan optimista y pueda sonreír de vez en cuando al verme pasar de visita a su casa.
Al desviar la mirada me encuentro con él. Tan varonil como siempre, cortando la leña que se usará para los días fríos, con su camisa algo sucia por trabajar tanto, su cabello marrón casi rojizo algo alborotado y sus mejillas rojas del esfuerzo. Es demasiado guapo, tanto como para que tenga un club de seguidoras alrededor de todo el distrito y tanto como para odiarme a mi misma por tener sentimientos algo especiales hacia él. Se percata de mi mirada bajando el hacha que cortaba la leña, pasarse la manga de la camisa por la frente y dedicarme una cálida y encantadora sonrisa ligada a un auténtico "Hola". He de parecer una estúpida al darme cuenta de la sonrisa enorme que me cargo en la cara y por el hecho de que Camelia me mira con cara de burla por mi reacción, ella es la única persona que le he contado que gusto de su hermano, aunque sea algo incómodo.
-¿No has ido a los campos de ganado hoy, Danniel?—y en realidad me preocupa, ya que los chicos jóvenes y fuertes como él son los encargados de las tareas más pesadas en los campos. El hecho de que faltes un par de días es considerado por los agentes de la paz como un grave incumplimiento del servicio al capitolio que pueden llegar a ser castigados fuertemente quitándoles su pequeña ración de comida y productos que les toca al trabajar ahí.
-No pasará nada, Noelia—intenta tranquilizarme –Nuestra madre ha enfermado de nuevo y necesitamos prepararnos para el tiempo frío, así que prefiero tener segura a mi familia—Lo dice tan confiado. Y yo soy tan protectora con ellos por conocerlos desde siempre.
-Prométeme que mañana irás a los campos, temo que te castiguen por eso—y lo digo en serio.
-Eso mismo le digo yo—Le reclama Camelia –ésos agentes de la paz se aprovechan de cualquiera y sólo buscan una excusa para hacer el mal a alguien—la preocupación salta de ella también.
-Está bien, chicas. Lo prometo—Dice entre risas burlonas haciendo que me calme por completo y que recuerde que mi madre me espera en casa para preparar mi festín.
-¡Debo irme!, mamá me espera en casa—digo retrocediendo.
Danniel extiende du brazo que toma mi muñeca izquierda acercándola a su cara que inspecciona el brazalete de piedra verde que me dieron. Me toma por sorpresa eso y no sé cómo reaccionar.
-¿Quién te lo ha dado?—Su cara me sorprende más. Es totalmente seria y con aires de que sospecha del accesorio que cuelga de mi muñeca. –No fue un chico, ¿o sí?—Logro percibir una pequeña chispa de celos en su voz que me pone algo nerviosa y me apresuro a contestarle.
-No, mi hermana me lo obsequió—
Se calma al escuchar mis palabras y suelta mi brazo.
-me tengo que ir ya, nos vemos—me vuelvo hacia el sendero.
-Hasta pronto—Se despide Camelia.
-¡Noelia!—Capta Danniel mi atención. –Feliz cumpleaños—dice de repente.
Mi interior se estremece por algo parecido a la felicidad y me hace ir más rápido por el sendero camino a casa.
La comida fue fantástica, la carne y los tomates eran deliciosos y con mi padre de vuelta de los campos de ganado aunque sea por esa noche me hicieron feliz. Pasar tiempo con esas tres personas fue lo que hizo que ese día que esperaba fuera como cualquier otro me diera felicidad.
