Shae se inclinó levemente para poder ver el reflejo de su habitación en el espejo, se mordió el labio inferior y trató de reenfocar su atención su pelirroja nido de pájaros.

Tras varios gruñidos y tirones de cabeza, con los que solo había logrado arrancarse varios mechones del cabello , Shae dio la batalla por pérdida y decidió regresar a su habitación para acabar de una vez con el centro de todas sus preocupaciones.

Una vez ante la puerta de su habitación, se reajusto la toalla e ingresó en su interior. En una muestra de valentía se arrodilló ante el baúl ,que se encontraba a los pies de su cama, y posó sus manos sobre la tapa de éste dispuesta ha abrirlo . Pero la valentía recientemente adquirida se desvaneció. Shae posó su vista sobre la ventana, como esperando a que está le diese las respuestas a todas sus preocupaciones. Finalmente, la pelirroja logró encontrar el valor suficiente para abrir el baúl.

La varita, el caldero de peltre , el telescopio , los libros relacionados con la magia y el uniforme con el escudo de Hogwarts confirmaron a Shae lo que sabía pero era incapaz de aceptar: era una bruja.

— Vale — susurró para si misma a la vez que embutia uno de sus pies el un calcetín de color negro —, soy una bruja. Ire a una escuela con otros niños que también son magos y estudiare magia.

Shae se terminó de acomodar el uniforme de Hogwarts , puesto que no estaba segura de como vestirse, sin incluir la túnica para después dar unos cuantos pasos inseguros por su habitación con sus zapatos , ya que eran nuevos y la pelirroja temia que pudieran cusarle dañó.

Regresó al cuarto de baño para dejar la toalla y se detuvo a mirarse en el espejo.

— Soy una bruja — le dijo a su reflejo, a la par que se pasaba una mano por el cabello para tratar de adecentarlo.

A Shae se le había hecho complicado aceptar que algo tan extraño como el hecho de poseer magia le estaba ocurriendo a ella, que siempre se había considerado una niña más del montón que no sobresalía en absolutamente nada pero que trataba de esforzarse y dar su máximo esfuerzo, incluso tras su visita al callejón Diagon, Shae había pasado todo el verano en una fase de negación de la que nadie la había podido sacar, pero era hora de que admitiese la verdad : Ella, Shae Donell, era una bruja.

— ¡ Hay esta ! — exclamó su madre nada más entrar en el comedor —. Hay esta nuestra hija la bruja.

Su madre se levantó de la mesa y la abrazó como si llevase años sin verla, aunque se habían visto hacía escasas diez horas. En otras circunstancias, Shae hubiese encontrado excesivas las muestras de amor su madre pero teniendo en cuenta que la próxima vez que se verían sería en Navidad, Shae aceptó el abrazo de buena gana.

— Siéntate y desayuna, no queremos que te desfallezcas antes de llegar a Hogwarts — bromeó su madre mientras le señalaba el asiento situado a la izquierda de su padre, donde su desayuno ya estaba servido.

Shae le dedicó a su madre una sonrisa ,como muestra de agradecimiento, antes de sentarse a la mesa. Su madre le beso sonoramente la mejilla antes de anunciar que iría ha arreglarse.

Shae se quedó en el comedor a solas con su padre, quien la miraba compungido.

— ¡ No puedo creérmelo ! — habló, finalmente, su padre —. Parace que fue ayer cuando naciste...— su padre hizo una pausa dramática para girarse a mirar el reloj de la pared, que en aquel momento señalaba las ocho y veinte — y ahora, mi Dinn ira a Hogwarts ha aprender magia.

Shae miró a su padre con lástima, no quería dejar a sus padres y menos sabiendo que su ida les doleria tanto.

— Si quieres no voy — apenas había tenido contacto con el mundo mágico, no le importaba tener que renunciar ha algo que no conocía.

Su padre se giro a mirarla con el ceño fruncido, como si acabase de hacer una alabanza hacía Hitler o Alemania.

— No digas tonterías, ese es tu destino. Has de ir a Hogwarts y quedar en...— su padre hizo una mueca pensativo — Gryffinplor, Slytherplin, Hunffletuff o Raventraw.

Shae no pudo evitar soltar una risita.

— Gryffindor, Slytherin, Hufflepuff o Ravenclaw — lo corrigió, recordando la breve explicación que el profesor Dumbledore les había dado.

— Pues lo que acabo de decir — contestó su padre sonriente, antes de darle un sorbo a su café.

Shae tubo la certeza de que su padre había dicho mal los nombres solo por hacerla sonreír.

Mientras sus padres se arreglaban, Shae arrastro su baúl hacía la sala de estar y se dedicó ha ordenarlo, puesto que no lo había hecho antes. La pelirroja ordenó todos sus libros por orden alfabético, doblo de la mejor manera sus túnicas ( y alguna que otra ropa muggle ) y encontró la mejor maneja de que su caldera, telescopio y balanza no dañaran su varita.

Justo cuando el reloj marcaba las diez y cuarto, su padre llegó al recibidor tras una dura batalla con su platino cabello.

— Ya estoy listo — anunció, haciendo que Shae se levantase de un salto de su baúl y se girarse hacía la puerta.

— Espera, cielo — la detuvo su madre, antes de que Shae pudiese abrir la puerta.

— ¿ Sucede algo ? — les preguntó confusa.

Su madre los abandonó un momento en el recibidor para adentrarse en la sala de estar, regresó al cabo de unos segundos con una caja de terciopelo negro.

— Toma — dijo a la vez que le extendía la ,ya descrita, caja .

Shae caminó expectante hacía su madre y tomó la caja de terciopelo para después abrirla. En su interior había una cadena de oro de la que colgaba una pequeña llave, del mismo material.

— ¿ Qué es ? — cuestionó, puesto que no llegaba ha entender por que sus padres le daban aquéllo

Su padre sonrió para después inclinarse levemente hacía ella.

— Es la llave del destino, la que te ayudará ha abrir la puerta que será tú futuro.

Bueno, esta es mi primera historia, espero que os guste :). Avisadme si veis algún error de escritura o falta de ortografía, como he dicho, esta es mi primera historia y no tengo gran experiencia en la materia. Toda crítica será bien recibida, siempre que sea constructiva, claro. :)