Prólogo
Malhumorado e irritado, arrastrando las palabras con cierto veneno, aquel de ropa de ejecutivo mal puesta y como recién salido del trabajo, Dean Winchester era su nombre o así aún se podía recordar esa noche; que entre chupitos y vasitos de tequila, sólo deseaba olvidar eso y más. Su hermano menor, por su lado, le miraba con preocupación y con un vaso que seguía siendo el primero de esa noche, con la idea de acompañarlo antes que Jess, su esposa, le llamara para preguntar por él.
- ¿Dean sigue con problemas en el paraíso?
- ¡Cállate, idiota!
Sam no tuvo que responder, cuando el nombrado lo hizo, arrastrando la voz grave con pesadez y llevando un trago en seco de paso, cortando la cabeza de su amigo Ash por la mitad con la mirada o eso imaginó cuando lo vio.
El barman amigo de ambos, tal vez de Dean desde que iban en décimo grado, sólo soltó por lo bajo "anda en sus días, me largo a trabajar" y compartió con Sam una sonrisa, suponiendo que sí se le complicaba las cosas con su hermano, Ash, él estaría cerca. Código de hombros; ríe para sus adentros.
No palmeo la espalda de Dean por salud propia y esperando con la vista en el reloj de Elvis, por encima de la pared llena de botellas y un espejo abajo frente a ellos, que se calmara para poder hablar.
- Entonces, ¿qué pasó con Lisa para gritarme en el móvil que necesitas urgente hablar conmigo?
Le miró por el espejo, notando como Dean se encogía por los hombros y ocultaba la cabeza en su pecho. Algo terrible había pasado, lo conocía desde que tenía conocimiento y aunque fuese algo "especial" por decirlo. Mucho tiempo, años, transcurrieron para ver a Dean actualmente de forma deplorable, listo para beberse hasta las aguas del florero del bar si era necesario. Aún venía a la mente porqué fue la última vez y por quien; la diferencia es que su hermano tenía una vida compartida, un matrimonio de 5 años ya, con una hermosa mujer llamada Lisa, que le preguntó, y dos hijos (el primer niño sólo legal, el segundo hasta de sangre) que ama, adora completamente. Trabajando por esa familia como detective y jefe de policía en Kansas City. Por suerte el arma, Dean lo dejó en el Impala en vez de traerlo consigo y haber tenido un buen show que soportar, con gente escapando despavorida.
- Dean... -Le incentiva a hablar.
- Lo vio, lo vio... -Tomó más atención y frunció el ceño, extrañado por el cambio titubeante de actitud, ansioso de que no se quedara con ninguna palabra o pensamiento en nada, teniéndolo ya en la intriga a Sam.
- ¿A quién?
Dean elevó la cabeza para ver el vaso, reflejando el dolor en sus facciones, esos momentos que el mayor parecía darse valor para mirarle y responder, atrapando completamente a Sam en varias ideas (algo locas tal vez) para que su hermano esté así de un día para otro.
- A Castiel... Castiel Milton.
- ¿Cómo?
- Que vio a Castiel... el Castiel. - Le repitió Dean y Sam comprendió, pidiendo otro trago a Ash al beberse al que creía sería el único. Esa iba a ser una larga noche.
Continuará.
