¡Hola!
En esta historia tan solo conservo los personajes. El mundo es totalmente distinto.
Oh, y hay yaoi. Concretamente Eren x Levi. ¡Espero que os guste!
Prólogo
Las tragedias ocurren cada poco tiempo, para recordarnos lo valiosa que es la felicidad.
En el caso del pueblo Karuna, fue el asesinato de sus amados reyes.
Amelia, la joven reina más bonita del país, amable y cariñosa. Amaba a su pueblo, y su pueblo la amaba a ella.
Satori, el rey más tenaz y valiente. Conquistaba ciudades sin apenas esfuerzo.
Ambos murieron a manos de su hijo, Levi, el cual fue odiado desde entonces. Se hizo con la corona y sembró el pánico por todo el reino...
- ¿Qué tal, cómo te suena?
- No lo sé... suena a cuento de hadas, es poco creíble. Además, creo que pintas a Levi mejor de lo que es.
- ¿A qué te refieres? Digo que sembró el pánico...
- Ya, ¿no te parece poco?
- Bueno... puede.
Las puertas de la biblioteca se abrieron acompañados de un gran estruendo, dejando ver a cinco hombre de espaldas anchas y brazos musculados rodeando a un pequeño, pero malhumorado, monarca.
- ¡Su majestad! - dijo el bibliotecario mientras él y su ayudante se agachaban en señal de reverencia. - ¿En qué podemos ayudarle?
El rey miró por toda la biblioteca, y tras unos minutos, le dio un papel a su tembloroso empleado.
- Mándala a Caravan. - y salió de la biblioteca, cerrando el acto con otro estruendo.
Ambos hombrecillos tardaron unos segundos en recobrar la compostura, pero el ayudante fue más rápido y cogió el papel en cuestión para cotillear su interior.
- ¡¿Estás loco?! ¡Si nos pillan nos cuelgan!
La persecución alrededor de la mesa y las risas cesaron cuando uno de los libros cayó al suelo, haciendo que ambos se inclinaran al instante y pidieran clemencia por sus vidas.
- Eso ha estado cerca - susurró el pequeño.
El bibliotecario soltó un gruñido y le quitó la carta de las manos.
- ¡Oh, vamos! ¿No tienes nada de curiosidad? Caravan es un lugar de cultivos, fiestas... ¿qué le puede interesar a nuestro rey?
Su compañero miró al infinito durante un segundo.
- Su ejército - susurró.
- ¿Ejército...?
Ambos se miraron. Podían tener en sus manos una declaración de guerra, o tal vez la aniquilación total de su pueblo. ¿Cómo dejarlo pasar?
Con curiosidad y miedo, comenzaron a leer el escrito del rey.
- ¿Guardaespaldas? - dijeron a la vez.
*****************************Caravan, cuartel del ejército**************************
- ¿Guardaespaldas? - dijo Eren, indignado. - Erwin, no puedo hacer esto. Sabes perfectamente quién es ese hombre, y lo mucho que ha perjudicado a nuestra ciudad. ¿Cómo esperas que llegue al pueblo y les diga a mis compañeros que tenemos que hacer de su niñera?
- No irán todos. - dijo Erwin sin siquiera mirarle. - Irás tú y otras dos personas. Solo serán unos días, Eren.
El castaño se negó una y otra vez, diciendo que jamás permitiría que sus amigos hicieran tal cosa, ni él mismo, alegando que aún les quedaba dignidad. Tras una intensa pelea que acabó en fracaso, Eren volvió a su casa, resignado a darle la noticia a sus compañeros.
- Eren - susurró Mikasa cuando abrió la puerta. - Te ves cansado. ¿Pasa algo?
La chica se sentó en el sofá e invitó a Eren a sentarse a su lado. El joven apoyó la cabeza en su regazo y le mostró la carta del rey de Karuna.
- Vaya...
- Exacto - suspiró - Vaya. No puedo creer que tenga que hacer este trabajo, es absurdo.
- ¿No te has negado?
- ¡Claro que me he negado! - dijo mientras se levantaba de un salto, enfurecido - Pero el maldito al parecer nos da dinero para pagar el entrenamiento a los cadetes, sin su ayuda apenas tendríamos soldados. Se lo debemos. - Dijo dando vueltas por el salón.
Mikasa se levantó y lo abrazó, intentando calmarlo.
- No te preocupes, Eren, iré contigo y acabará pronto. - Sonrió y le dio un suave beso. - Déjame que calme tu ira.
-¿Estás de coña? - soltó Jean - No pienso ayudar a ese canalla. Yo paso.
Eren suspiró. Sabía que Jean jamás iría, pero para su sorpresa ni Sasha ni Connie querían ayudarle. A Reiner apenas le veía, y Annie y Bertolt habían pasado siquiera de ir a la reunión.
No tenía opción, tendría que pedírselo a Armin.
Era lo último que buscaba, darle más problemas a su amigo. Era muy inteligente, pero débil físicamente, si algo le pasaba en Karuna definitivamente no se lo perdonaría a su rey.
Salió del comedor asqueado por su situación y se dirigió a la casa azul de la calle. Llamó un par de veces y un desordenado rubio le abrió la puerta, agitado.
-¡Eren!- dijo de inmediato - ¡Había olvidado que había una reunión!
- No te preocupes. Tengo que pedirte algo.
...
-Vaya. No sé qué decir, Eren, no estoy muy dispuesto a ayudar a un asesino.
-Armin, solo serán unos meses. Vamos Mikasa y yo, te necesito, eres el único que me queda por preguntar. No te lo habría pedido si no tuviera más opción que hacerlo.
Aquello pareció convencer a su amigo.
-Está bien- suspiró - ¿Cuándo nos vamos?
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