Noche buena.

Disclaimer: la serie de Naruto le pertenece a Masashi Kishimoto.

Advertencias: debido a la falta de oxígeno en mi cerebro nada bueno surgió esta vez. Quizás para el próximo año surja algo mejor.

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Chocolates… no.

¿Gomitas, quizás? No.

Deidara se desplomó sobre su pequeña litera, harto, exhausto y con el tiempo encima, resonando cual molesto tic, tac en sus oídos.

¿Qué se suponía debía darle? No se le ocurría nada, NADA. Bufó exasperado cubriéndose el rostro con ambas manos. Parecía estar en una realidad bizarra, en donde se preocupaba por darle un buen obsequió a un Uchiha. Frunció el ceño ruborizándose de inmediato.

Un Uchiha…

Realmente debía estar en un mundo paralelo a la realidad en la que vivió durante tres años.

Todavía se pregunta cómo fue que terminó seducido por aquel hombre. Peor aún, cómo terminó aceptando semejante relación. El carmín se incrementa y sus labios se contraen, en una expresión penosa que oculta bajo la almohada y las cuatro paredes de la habitación. No tiene caso seguirse cuestionando con incógnitas que bien sabe responder.

Ahg, su mente está en blanco. Y fuera del regalo que sabe que Madara quiere y que NO se lo va a dar, nada más llega a su cabeza.

… aunque…

—¿Eh?

¡No, definitivamente no! ¡No usará nada de cuero, ni esposas, ni chocolate ni…! ¡No le dará nada, eso es lo que hará! Ese sujeto de alguna u otra forma hace que las cosas terminen sólo para su conveniencia. Incluso si le regalara una uva, él se las ingeniaría para hacer algo sucio y de alguna forma terminaría contra las sabanas gritando y gimiendo sin control.

—Qué bastardo…uhn.—masculló arrojando la almohada.

—Oh, eso me hiere 'senpai'.

La lastimosa voz fingida del Uchiha hizo eco en la recámara. Se incorporó tan pronto le fue posible, encontrándose con el azabache terminando de atravesar la pared izquierda. Su rostro aun colorido mostró un gesto molesto al cruzar miradas. Madara sonrió ampliamente y ladeó la mascara. Siempre era tan divertido hacerlo enfadar.

—…

—…

Deidara clavó su azulina mirada en la ónice. El mayor guiñó un ojo.

—No te regalaré nada—Madara rió ligeramente y se encogió de hombros—¿Qué es lo gracioso, uhn?

—Siendo ese el caso, creo que procederé a autorregularme.

—¿Autorregularte, uhn?—¿Qué significaba eso? frunció el ceño a la espera de alguna absurda respuesta, en cambio, sólo recibió otra de esas sonrisas.

El Uchiha sacó de sus ropas un tierno y algo exagerado moño que inmediatamente colocó sobre el largo mechón rubio. Le tomó poco menos de un segundo comprender lo que planeaba y casi al instante arrojó el adorno azul.

—¡Eres un…!

—Bien, eso esta mucho mejor.—el sharingan se arremolinó con fuerza.

¡¿Sharingan?! ¿pero por qué él…?

Fue un instante fugaz y al siguiente se encontraba sin el uniforme –y arcillla-. De nuevo recostado sobre su cama. El tibio aliento de Madara chocó contra sus labios provocando la inevitable reacción que aceleró su pulso.

"Tan sólo escuchar su voz diciendo ese intenso…"

—Había pensado en 'desenvolverte' lentamente, pero en vista de que has empezado tú… no creo que pueda esperar más.

Ni siquiera va aquejarse. Además, una vez llegado a ese punto no es como si le molestara.

Fin.

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Notas de la autora: ahg! Yo lo sé. Lancen tomates si quieren, pero estoy en ceros este día. Igual, feliz 24 a tods!!! y feliz cumpleaños Madara –según Wikipedia-¡!!