Hola a todos, les presento un pequeño ShikaIno que tenia escrito desde hace mucho pero gracias al gran apoyo (presión y chantaje emocional xP) de mi querida amiga Naoko_eri por fin termine. Como sabran prefiero el ShikaTema aunque el ShikaIno tambien me agrada.

En fin, este Fic va dedicado a ti Eri, feliz cumpleaños y espero te agrade tu regalo.

A los demas disfrutenlo de igual manera que es mi primer ShikaIno y me es importante saber su opinion para ver si me animo a escribir mas de historias de esta inusual y adorable pareja.


Se alzaba un nuevo día en la aldea, el día en el que finalmente se convertiría en Jounnin. Si bien nunca fue una meta en su vida llegar a serlo, cuando sus padres recibieron la notificación su emoción fue por demás incontrolable opuestamente proporcional a la cara de aburrimiento que él tenía.

No es que le importara mucho lo que pensara la gente sobre él, ni sus amigos ni sus familiares, ya fuera que lo llamaran genio o un flojo sin remedio, simplemente lo tenía sin cuidado de la misma forma que no esperaba mucho de esta promoción, al final de cuentas él fue el primero de su generación que se convirtió en chunnin y lo único que consiguió después de eso fue casi llevar a la muerte a cinco de sus amigos y nuevamente volvía a ser el primero en ascender al último rango de la denominación shinobi; claro que ignorando el de Kage y esperaba que no fuera presagio de algún otro desastre en su vida.

Su alarma sonó y con ello el momento de alistarse.

Con flojera se levantó y se adentró al baño en el cual después de terminar de asearse se sumergió en el agua caliente que había preparado con anticipación sumergiéndose en la tina hasta que la única parte visible de él fue la nariz y una pequeña parte de su rostro.

Así que finalmente es el día… —pensó por unos momentos mientras se perdía en su mente.

Ya había recibido innumerables felicitaciones de sus amigos, de sus familiares y prácticamente de la mayoría de las personas con las que había tenido algún tipo de contacto permanente y honestamente a diferencia de ellos no sintió ninguna emoción cuando las recibió pues sabía que solo conllevaría más problemas; y aunque no quisiera admitirlo había dos felicitaciones de las que tal vez no se sintió orgulloso pero si un sentimiento de calidez al escucharlas.

La primera fue de su abuelo Kashikoi Nara, joder ¡cómo no sentir emoción recibiendo una felicitación de ese viejo monstruo! Alguien de su nivel, considerando una leyenda y retirado en las montañas desde que gracias a él Sarutobi Hiruzen como Hokage recién nombrado y novato en ese mundo de destrucción llamado guerra consiguiera vencer al experimentado, invicto y poderoso Tsuchikage en lo que sería conocido como la primera y única gran derrota de aquel anciano de la roca.

Tal vez era solo un mito para las personas de la tercera generación entre las cuales se incluían todos sus senseis, pero para la segunda generación, en las cuales se encontraba el difunto tercer Hokage, Himura, Danzou, Koharu e incluso a duras penas los tres sannins por ser alumnos de Hiruzen tuvieron la fortuna de conocer a aquel hombre del que se decía que con su ayuda fácilmente conquistarías el mundo, aquel que en rara ocasión regresaba a escondidas a la mansión Nara y era tratado como a un dios, el mismo que podía jugar shogi contra él y su padre a la vez y ganarles con una increíble facilidad atenuando su racha de juegos a veintitrés a cero y la de su padre rondando por los quinientos veinte a uno cuando su abuelo decidió jugar dándole cinco fichas de ventaja y aun así su padre estuvo a punto de ser derrotado. Si consideraba que el aun no era batalla para su padre ya que aún seguía siendo derrotado por él solo podía imaginar el gran abismo que lo separaba a él y a su monstruoso abuelo Kashikoi Nara ¿Y aun así no sentirse emocionado como un niño pequeño siendo felicitado por hacer algo bien?, que ese monstruo que llamaba abuelo hiciera una visita solamente para felicitarlo subió su ego por los aires y no exageraba al decir que casi se le escapaba una lagrima de la emoción.

Esbozo una sonrisa al recordar ese momento y no pudo evitar dejar escapar una risa al imaginar la otra felicitación que era todo lo contrario a la recién recordada.

Fue de su amiga de toda la vida, así es, se trataba de nada más y nada menos que Ino Yamanaka.

Fue extraño de más de una manera, para empezar ahora que se estaba sincerando consigo mismo ¿por qué no decirlo?, siempre había sentido cierta atracción por su rubia amiga y aunque trataba de negarse ya fuera porque su ruidosa actitud lo molestaba, esa hiperactividad que le recordaba a cierto rubio que aunque recurrentemente reconfortaba el ánimo, la mayoría de las veces terminaba siendo molesto, estúpido e irritante. Y a pesar de todo eso nunca fue capaz de quitarle los ojos de encima.

Al principio imagino que era una simple atracción infantil ya que para empezar él nunca fue muy popular con las mujeres y ella era de las pocas con las que hablaba con recurrencia y naturalidad gracias a la buena relación que había entre sus clanes, además a eso podría sumarle que tampoco había muchas mujeres atractivas en la aldea entre las cuales su amiga podía destacar con facilidad. Para su mala suerte cuando se dio cuenta de que esto iba más allá de eso fue cuando conoció a la hermana del actual Kazekage; su fuerza, su gran astucia y su fuerte convicción no pasaron desapercibida ante sus ojos y termino sintiendo cierta atracción por ella pues también era una belleza envidiable.

Finalmente después de desarrollar una gran amistad con ella se percató de que aunque le causara cierta atracción, si lo ponía en una balanza lo que sentía por su amiga de la infancia superaba con creces cualquier otra emoción que pudiera sentir por alguien o por algo, incluso por algún momento pensó que se empezó a interesar en Temari gracias a su parentesco con Ino, afortunadamente rápidamente descarto esa posibilidad ya que la actitud de su amiga de la arena podía dejar en K.O. a cualquier hombre de lo deslumbrante que llegaba a ser y aun así, prefería a la ruidosa e impulsiva de su amiga, ¿qué curioso son las cosas del amor no?

Siempre se decía a si mismo que debía de dejar sus sentimientos a un lado por varias razones, para empezar su amiga siempre había tenido esa obsesión por Sasuke aun después de que este abandonara la aldea, además él no se imaginaba a si mismo con una pareja y su vida tranquila le parecía perfecta en lo que cabía para un shinobi, por otro lado hasta hace unos días estaba seguro y prácticamente podía jurar que su amiga nunca se fijaría en él por bastantes razones en las cuales se podían mencionar no solo ser amigos de la infancia, si no que ella era algo completamente opuesto a él, algo inalcanzable desde su punto de vista y fuera de molestarlo lo aceptaba con naturalidad sin embargo esa opresión en su pecho no desaparecía, nunca lo hacía.

Su estúpido enamoramiento llegó hasta el punto de afectar su salud, así es, por más absurdo que sonara su salud también estuvo en juego en algún momento; comenzó a sentirse cansado, no tenía energías, se enojaba con facilidad y por más que durmiera no sentía que descansaba, algo estúpido si consideraban que se trataba de él, un genio y nieto del legendario Kashikoi Nara pero que se le podía hacer. Después de visitar el hospital le dieron su diagnóstico: Neurastenia, le hicieron bastante preguntas ya que esto podía ser una enfermedad que si no se trataba podría llevar a la depresión.

Le pidió a su doctor que lo mantuvieran en secreto ya que no quería que armaran un revuelo, explicándole que su falta de ánimo era algo común y que tenía una idea de la razón que no quiso revelar, simplemente pidió algún tratamiento efectivo pues sus emociones no podían afectar su rendimiento como shinobi, desafortunadamente era un proceso neurológico que no tenía cura exacta, todo dependía de la persona, ¿quién habría imaginado que la cura la tendría Ino?

—Y vaya medicina… —comento con una sonrisa, cerro sus ojos y se entregó a sus recuerdos.

Un día soleado era lo que esperaba pero desafortunadamente una gran tormenta no pronosticada arrasó con el clima arruinando hasta cierto punto sus planes, ¿por qué justamente hoy? Quería celebrar la promoción de su vago amigo invitándolo a salir a algún lado pero con este clima no se iba a poder hacer nada así que terminaron ambos solos en su casa.

El Nara había pasado temprano por ella a recogerla, se quedó platicando un rato con su padre quien después se excusó por una misión que tenía que cumplir y que iba tarde. Finalmente quedaron solos o mejor dicho el Nara se quedó solo pues Ino no había bajado por estarse arreglándose, finalmente por experiencia sabía que tardaría aún más y que no habría sentido ni nada bueno en apresurarla.

Ino bajó alrededor de una hora después, orgullosa de su apariencia y con la esperanza de que su vago amigo le diera algún cumplido pues se había esforzado mucho en arreglarse. Un tic en el ojo la invadió apenas y bajó los primeros escalones de la escalera en donde se encontró al pelinegro acostado completamente en uno de los sillones, con una mano detrás de la nuca sirviendo como almohada y con esa respiración apacible y tranquila que reafirmaba que se encontraba dormido.

—Este vago idiota —murmuró molesta. Recorrió los escalones faltantes y se acercó a su amigo, coloco las manos en la cintura en pose molesta esperando si de pura casualidad se despertaba y al verla molesta se daba cuenta de la situación en la que se encontraba pero tal y como lo esperaba eso no pasó.

Soltó un suspiro resignándose, se llevó una mano al rostro tratando de calmarse y finalmente tomo asiento frente a él.

Una fuerte luz alumbro todo el lugar, después un fuerte ruido de un trueno hizo lo propio haciendo retumbar ligeramente las decoraciones. Desvió rápidamente su mirada a la ventana y reafirmo que el día estaba muy lejos de ser uno soleado como habían pronosticado. Su plan de salir a un picnic al valle que se encontraba detrás de los rostros Hokage se acababa de arruinar, así como cualquier otro que implicara algo al aire libre.

También sería un poco complicado ir a comer a un buen lugar pues su casa se encontraba algo alejada de la zona comercial de la aldea y aunque pudieran llevar algún paraguas en algún momento todo el esfuerzo que había puesto en arreglarse terminaría viéndose perjudicado, ni se diga ir a otra aldea a buscar un lugar digno de la ocasión.

De alguna forma Shikamaru había hecho bien al dormirse, no había muchas opciones sobre qué hacer en un día tan malo por lo que simplemente se resignó a que despertara y le ayudara a pensar en algo o decidieran posponerlo para otro día.

—Ino… —susurró entre sueños.

Sonrió con ternura al escucharlo, se acercó ligeramente al ver que aún seguía dormido, ¿estaría soñando con ella? Con delicadeza levanto su cabeza y también se sentó junto a él dejándolo descansar sobre sus piernas, después de todo este era un día para celebrar su ascenso a Jounnin y si dormir lo hacía feliz podría dejarlo pasar solo por esta ocasión.

Se quedó un par de minutos mirándolo mientras dormía pensando en lo diferente que se veía a su habitual expresión aburrida quejándose de todo, quien diría que ese genio desganado por todo se veía tan diferente mientras dormía, con delicadeza acaricio una de sus mejillas haciendo que abriera los ojos.

— ¿I-Ino…? —preguntó aun adormilado mientras trataba de despertar.

— ¿Dormiste bien?

—Sí, gracias —rápidamente se incorporó y se levantó sentándose a un lado de ella —vaya, te ves bastante bien —la alagó haciendo que la rubia sonriera con orgullo —, supongo que en esta ocasión esperarte valió la pena.

— ¿En esta ocasión? —lo miró con recelo mientras cruzaba los brazos molesta.

—Es broma mujer —estiró los brazos recuperándose finalmente por completo —, ¿entonces a donde vamos a ir?

—No lo sé —señaló la ventana que se encontraba empapada y cada cierto lapso de tiempo se veía una luz anunciando un nuevo trueno —, parece que no es un buen día para salir, disculpa por no haberlo planeado bien —comentó ligeramente decaída.

—No te preocupes, también hay varias cosas que podemos hacer aquí ¿no?

—Oh ¿te refieres a ese tipo de cosas? —Lo miró con picardía —aprovechas bastante bien que mis padres hayan salido, no esperaba que hoy fuera el día pero daré lo mejor de mí —se acercó a él y le susurró al oído —tú también darás lo mejor de ti ¿verdad? —al instante el Nara se alejó completamente sonrojado haciendo que su amiga comenzara a reírse al ver su reacción.

—D-Deja de estar jugando —recuperó rápidamente la compostura y continuo —, deberías de decirle eso a otra persona, yo prefiero descansar.

— ¿oh, enserio? —se acercó sugestivamente.

—S-si —se alejó un poco más ganando la distancia suficiente.

—Vamos, no digas eso Shika —mientras él iba creando distancia entre ambos la rubia se acercaba lentamente cortando la distancia — ¿me vas a decir que no soy atractiva?

—C-claro que no, es solo que…

— ¿Es solo que…? —tomó su rostro con ambas manos y acerco el suyo lentamente.

—I-Ino…

Algo que ni siquiera un genio como él podía entender, ¿Por qué todo esto estaba pasando justo ahora, acaso era su premio por haber llegado a jounnin? De serlo no le importaría llegar a Hokage si con ello conseguía una segunda parte.

Por un momento ambos se quedaron frente a frente, observándose sin decir nada. Sin darse cuenta la broma había llegado demasiado lejos sin siquiera haber llegado a nada, ¿Por qué no probar?

Realmente no importaba quien se acercó y redujo la distancia entre sus labios, ni mucho menos quien comenzó a desvestir a quien, solamente sabían que fuera lo que fuera no querían parar.

No comprometían su relación, tampoco formalizaban algo, simplemente fue algo que comenzó a suceder, tampoco es que fuera algo tan simple como diversión entre amigos, ¿entonces qué?

Antes de que se dieran cuenta la mayoría de sus prendas ya se encontraban regadas en el suelo, Ino de cierta manera parecía disfrutarlo, disfrutar el ser quien llevaba y controlaba la situación.

— ¿Quieres verlas? —Preguntó con picardía, el rostro del Nara se tornó aún más rojo al ver como Ino tomaba una de sus manos y la colocaba sobre sus pechos — ¿te gusta? —el pelinegro comenzó a jugar con ellos haciendo que sin darse cuenta la rubia soltara un gemido de placer.

Después de unos momentos el Nara se levantó ligeramente y con el objetivo de adelantar lo inevitable comenzó a desabrocharle el sostén, sin embargo para ser un genio lo hacía muy mal ya que fue la rubia quien se desprendió de él dándole una mano.

—Woow —no pudo evitar soltar una exclamación de sorpresa al verlos completamente desnudos, de por si eran grandes, sumándole el hecho de que era la primera vez que veía unos se quedó sin palabras.

—N-no te quedes callado, di algo —difirió entre molesta y apenada.

— ¿Gracias?

—Te voy a golpear.

Antes de que le diera tiempo de cumplir su amenaza el Nara comenzó a besarlos, pasando de la pena y la ternura a la brusquedad.

—S-Shika —exclamó mientras se arqueaba ligeramente —, para ser un flojo estas realmente energético —este no escuchó ninguna palabra y siguió con lo suyo disfrutando los pequeños y constantes gemidos que se le escapaban a su amiga, y eso que aún no llegaba al plato principal.

—Mi turno —sin decir alguna otra palabra termino completamente encima de él.

— ¿Ino?

—No esperabas que te dejara toda la diversión ¿o sí? —comenzó con un pequeño y apasionado beso mientras que lentamente iba bajando al cuello, luego al pecho bajando lentamente hasta donde se encontraba la meta.

— I-Ino, espe… ¡ah!

— ¡Shikamaru!

— ¡Ah! —despertó abruptamente de sus recuerdos, miro a su alrededor para percatarse de que seguía en su bañera, posiblemente llevaba más de media hora dentro en lo que se perdió en sus memorias.

— ¿Shikamaru, estas vivo? Ya es tarde y tu madre nos matara si no llegamos a tiempo.

—Sí, ya voy —salió de la bañera y fue directo al lavabo. Abrió la llave del agua fría y metió su rostro de lleno. Esos recuerdos lo habían puesto caliente de más de una forma pero tenía que estar en forma para el recibimiento, después de todo nunca se había sentido más alegre y con ánimos de estar vivo.

Me pregunto qué pasará si me vuelvo líder de escuadrón Anbu o algo similar —se dijo a si mismo mientras esbozaba una sonrisa.

No más noches de insomnio, no más cansancio, aquel encuentro lo había recargado lo suficiente por los próximos cincuenta años, aunque un par de recargas por precaución tampoco estarían mal.

Sonrió ante ese pensamiento para finalmente envolverse en su toalla y salir a prepararse para su gran día.


Notas del autor: Aqui concluye la historia; comentarios, criticas o cualquier otro tipo de reaccion son bien recibidas x)