Este fic es un poco "especial". Ya sé que con el adelanto algunos habeis pensado una historia oscura y tal...bueno, no se muy bien escribir eso. Un poco de Angst aquí y allá, puede pero no una historia entera. Adoro demasiado mi humor para permitirlo, supongo.
...Sólo diré que buena parte de la historia esta basada en Mulán...ya sabeis, del oscuro mundo de Disney (que no me pertenece pero para el que me encantaría trabajar, es mi sueño) Claro, que tendré que ver Matrix o leer Platón para indagar en lo de "la vida es sueño"- sé que eso es de una obra de teatro, no de esos dos, pero la idea es la misma.- y no es que me apetezca mucho. Muy complicado
Pero bueno, me estoy explayando mucho, disfruten de la historia!
Icha Icha Tsukuyomi
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La Cuarta Gran Guerra Ninja significó el fin a la realidad tal y como lo conocemos. Pese a los esfuerzos de numerosos héroes y ninjas nada pudo detener a Madara y a Obito
El mundo ya no era más que una pantomima.
Una ilusión
Un genjutsu particular según los deseos y sueños de cada persona. Naruto creció bajo el amor de sus padres, Itachi y Sasuke recuperaron a su familia, Obito se casó con Rin, Madara consiguió su paz en un mundo bajo su dominación, Sai descubrió los sentimientos y los plasmó en su obra artística, mundialmente reconocida.
Todos consiguieron lo que alguna vez sus almas anhelaron. Nunca cuestionaron su realidad porque la apreciaban demasiado. A caballo regalado no le mires el diete se podría decir.
Pero por muy poderosos que sean los Uchiha cometieron un error de cálculos. Un fallo minúsculo, despreciable en el gran esquema de las cosas.
Hinata Hyuga no tenía su propia realidad.
No, la timida y no tan débil heredera acabó en el universo de la persona más inoportuna, para los planes de Madara claro.
Acabó en el universo de Kakashi Hatake, ávido lector de Icha Icha Paradise. Pero Obito tenía que tener su venganza. El mundo de Kakashi era más real y más doloroso que el resto. Obligado a repetir los errores de su vida y convivir con la culpa de fallar a quienes más te importan. Kakashi Hatake era una victima del jutsu.
Y también seguramente la única persona capaz de deshacer el Tsukuyomi. La razón de esto es su ojo prestado, aquel que como el de Obito, poseía el Kamui- o la llave para otra dimensión- y el tsukuyomi sencillo, como todo Mangekyou Sharingan. La combinación de estos dos en teoría sería capaz de romper el eterno genjutsu.
Pero no es como si alguien lo supiera.
Así que Hinata acabó en el mundo de Kakashi, un mundo muy similar a Icha Icha, con valientes soldados, timidas princesas y traviesas gatitas. Un mundo en el que los secretos, la intriga y la lujuria eran los líderes de la sociedad.
Hinata, que es un libro abierto. Hinata, que pese a su curiosidad natural prefiere no indagar los secretos de los demás porque eso sería rudo y desconsiderado. Hinata, que con imaginarse un casto beso en los labios se ponía más roja que un semáforo y se desmayaba. Hinata, que no recordaba nada de su anterior vida- o al menos conscientemente.
Que el Tsukuyomi cree un universo alterno no significa que este no tenga sentido así que Hinata empezó como todos: en el vientre de su madre.
Cuando su padre la vio por primera vez, supo que había encontrado a su princesa. Un rincón del corazón de Hiashi se ensanchó y dedicó en exclusiva a su pequeña hija de grandes ojos perlados. Sin embargo, en el exterior, seguía tan estoico como siempre. Sólo permitió que una pequeña sonrisa adornara sus labios y que sus ojos blancos se suavizaran hasta parecer nubes acolchadas.
Su mujer nunca le había visto expresas tanta emoción en los años en los que le conocía. Incluido el proceso de concepción de Hinata. ¿Qué clase de persona se mantiene con la misma expresión durante eso?
Hiashi Hyuga, el gran guerrero del Imperio. El general predilecto del emperador Jiraiya-sama.
Así que Hinata creció siendo una niña dulce y tímida, pero valiente y decidida cuando la situación lo requiera. Era algo torpe, odiaba las injusticias-lo que en una sociedad extremamente machista era un gran problema, Hinata solía expresar su desacuerdo. Primer error: expresar, las mujeres no hablan si no se les ha hablado antes. Segundo fallo: desacuerdo, la mujer está hecha para obedecer y satisfacer al hombre, su amo y señor. Pero por suerte su padre nunca llevó esta creencia hasta el extremo. De puertas a dentro
Pero llegó un momento en el que la joven Hinata- ahora adolescente- entró en la edad de casarse. No le gustaba la idea, la horrorizaba casarse con alguien a quien no amaba, pero no siempre podía vivir una protegida en el regazo de su padre, aunque nunca la mostrara cariño. Era hora de ir a la casamentera
Mientras tanto, en las fronteras del gran Imperio Hentai el hábil y apuesto (¬¬) Maito Gai hacía sus rondas. Al no ser un guardia normal (llevaba mallas verdes como uniforme y respetaba la flor de la castidad (y juventud), no encajaba en el imperio Hentai) las hacía cantando a la vida, al amor y a la juventud. Disfrutaba del cantar de los pájaros e incluso del graznido de ese cuervo.
El extraño personaje se detuvo en sus pasos. Los cuervos no eran la fauna típica de la zona. Cauteloso, exploró con la mirada los alrededores. Justo a tiempo para esquivar una gran espada que iba a rebanarle la cabeza.
Lanzándole a su atacante una sonrisa deslumbrante de anuncio de dentífrico, se colocó en posición de ataque. Para caer dramáticamente al suelo
-¿Tiburones? ¿Nos atacan los tiburones?- -Exclamó llorando al cielo. Inmediatamente a su alrededor el clima comenzó a adaptarse a su humor, es decir comenzó a nublarse presagiando una tormenta. -¡Es horrible!
-¡Esto es Xenofobia!- Le acusó su enemigo- Me llamo Kisame, y sí, soy azul con los dientes afilados. Es una mutación, como cuando tu padre tiene el pelo rubio claro y tu madre castaño oscuro y tú naces con pelo castaño claro- Explicó con una sonrisa afilada
-¿Eso significa que tu padre era humano y tu madre tiburón?- Preguntó curiosos Gai provocando que una vena extremadamente azul se hinchara- Pero eso no es lo horrible. ¡La llama de la juventud no puede arder bajo el mar!- Declaró desconsolado
-Te iba a decir que no te tomarás personal que te matara- Comenzó en tono amenazador el medio tiburón- Pero lo acabas de hacer personal metiéndote con mi madre.- Kisame volvió arremeter con su gigantesca espada contra Gai quien rápido de reflejos esquivó la estocada. Comenzó una lucha muy igualada. Los dos hombres eran maestros de artes marciales.
-Kisame-kuuuuuun- Canturreó una voz aguda e infantil proveniente de un hombre enmascarado- Te tardaste-Continuó en una voz grave y seria que puso los pelos de punta a Gai. Y a Kisame las escamas.
-¿Qué pretendéis?- Les interrogó Gai jadeando del cansancio
-Tobi no pretende nada.- Le contestó con su voz aniñada- Tobi es un buen chico
-¡Contestad!- Les exigió Maito, todo rastro de jovialidad esfumado
-¿No es obvio?- Preguntó sarcástico Kisame con una sonrisa con demasiados dientes- Queremos Hentai.
-¡Kisame-sempai!- Le reprochó Tobi alegremente- No sabía que te gustara el hentai
-¡Tobi! A mi no me gusta e-eso- Les espetó morado el hombre pez
-Ah...Nada puede con una buena pescadería, ¿ne?- Le dijo guiñandole un ojo. Un tic se hizo presente en el gigante azulado.
-¡No permitiré que apaguéis la llama de la juventud con vuestra maldad!- Prometió Gai- Si no lo consigo prometo
-No puedes prometer si estás muerto- Se burló con voz cantarina Tobi. Gai abrió los ojos e intentó coger la antorcha para encender el fuego, pero Kisame le interceptó y con un movimiento fluido le atravesó con su espada. Sin embargo, los dedos de Gai habían rozado la antorcha haciendo que esta se desequilibrara. Tobi fue a cogerla
-¡Ups!- Se quejó falsamente después de estar unos cinco minutos intentando que la antorcha encendida no se cayera para que esta acabara en el puesto de vigía. El mismo que contenía el aceite y la madera que servían para alertar de un enemigo al resto del reino.- Ahora todo será más divertido- Añadió con su voz de ultratumba
Si buscaras dos palabras para definir la vida de Kakashi Hatake estas serían honor y placer.
Honor porque, desde la tragedia en su familia con la muerte de su padre, el pequeño Kakashi se había dedicado a restaurar la honra del clan Hatake. Y placer porque, desde que cumplió los quince años, Kakashi había sido todo un picaflor. El veinteañero desconocía muchas cosas, pero desde luego una de ella NO era las mujeres
Perfecto galán, sabía justo medir sus palaras para que hasta las princesas más mojigatas se abrieran de piernas para él. Perfecto soldado que nunca dejaba sin acabar un encargo y que, después de perder a un amigo suyo en batalla, protegía fieramente a sus subordinados reduciendo las perdidas de cada batalla considerablemente.
Era la envidia de muchos y la fantasía del resto. Lo tenía todo y al mismo tiempo no tenía nada.
Iba a ser nombrado capitán AMBU, capitán de las mejores tropas de todo el Imperio.
Y entonces estalló la guerra contra los Fukkatsu (renacimiento)
